Latinoamérica corteja a Asia

18 septiembre, 2011

La región lucha por ser algo más que un suministrador de materias primas

Por las calles de Argentina circulan cada vez más Chery, el coche chino que se ensambla en Uruguay y que en poco tiempo se ha convertido en una de las 20 marcas más vendidas de la tercera economía latinoamericana. En los hoteles de lujo de China, un comensal puede beber un vino Uxmal de uva malbec, procedente de la provincia argentina de Mendoza. El año pasado se vendieron solo en Asia 798.000 cajas de vino argentino de nueve litros cada una.

El comercio entre Asia-Pacífico y Latinoamérica se ha cuadruplicado en los últimos 10 años, desde niveles ínfimos hasta llegar a representar el 13% de todos los intercambios en el mundo. Ambas regiones, pese a que una de ellas incluye al recesivo Japón, se han recuperado con rapidez de la crisis financiera mundial de 2008 y ahora crecen a un ritmo mucho mayor que Estados Unidos y la Unión Europea, atribulados por las crisis de sus deudas soberanas. El contraste en la actividad económica real de Asia-Pacífico y Latinoamérica con el de EE UU y la UE es notorio, pero las turbulencias financieras que se han reanudado en los últimos meses en el norte no resultan inocuas para el sur.


Latinoamérica, que antes miraba solo al Atlántico, ahora pone sus energías en el Pacífico, y en ese contexto se celebró a finales de agosto en Buenos Aires la quinta reunión de ministros de Asuntos Exteriores del Foro para la Cooperación de América Latina y Asia del Este (Focalae). A diferencia de los encuentros anteriores, que se habían centrado en lo político, esta vez este foro, integrado por 18 países latinoamericanos y 16 asiáticos y de Oceanía, incluidos China, Japón, Australia y Nueva Zelanda, puso el acento en la tormenta financiera.

Los organizadores ya se encargaron de difundir los datos que demuestran la importancia de estos dos espacios: juntos suponen el 40% de la población mundial, el 33% del PIB global y el 30% del comercio total. “Son las dos regiones que más han crecido en los últimos años y que han demostrado poder resistir a la crisis”, declaró el ministro de Exteriores argentino, Héctor Timerman. “El 52% de los bonos del Tesoro de EE UU están en manos de países miembro del Focalae”, se entusiasmó el funcionario. Ocho miembros del G-20 pertenecen al foro (Argentina, Brasil, México, Australia, China, Indonesia, Japón y Corea del Sur).

Pero, más allá de su poderío, tampoco resultó fácil para el Focalae hallar medidas concretas para reaccionar ante la crisis del norte. Por un lado, los ministros decidieron la creación de una base de datos de proyectos de inversión, una de las variables que se busca fomentar, dado que va muy por detrás del comercio. Latinoamérica, que recibe el 8% de la inversión extranjera directa del mundo, capta apenas el 4% de la que proviene de Japón, Corea del Sur y China, que, sin embargo, el año pasado dio un gran salto adelante y se convirtió en el tercer inversor foráneo de la región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Por otro lado, los 34 países se comprometieron a abstenerse “de adoptar medidas proteccionistas”. Argentina y Brasil vienen aplicando medidas contra productos industriales chinos, desde gafas hasta electrodomésticos y zapatos, y a su vez el régimen de Pekín ha respondido con algunas represalias, como la que impuso contra el aceite de soja argentino. Los ministros también se llamaron a “continuar fortaleciendo las redes de seguridad financiera regionales a través de la Iniciativa de Chiang Mai y el Fondo de Reserva de América Latina (FLAR)”. La Iniciativa de Chiang Mai, que se creó en 2000, es un sistema por el que 10 países asiáticos se comprometieron a prestar fondos al que atravesara una crisis como la que contagió a ambas regiones en 1997 y 1998. El FLAR es un proyecto que pretende ser similar y que está siendo reflotado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Los analistas se preguntan si Asia podrá desacoplarse de las tribulaciones de EE UU y la UE, y si, de esa manera, Sudamérica podrá seguir beneficiándose de la demanda china por sus materias primas. México, Centroamérica y el Caribe, en cambio, dependen más del vaivén norteamericano. “La conexión de Latinoamérica (particularmente Sudamérica) con China permitió un desacople de la actividad económica regional con respecto a la de EE UU y la UE. Esto es nuevo para el mundo”, destaca el economista jefe para Latinoamérica del Banco Mundial, Augusto de la Torre. Hasta fines del siglo pasado, las relaciones económicas eran sobre todo entre el centro y la periferia, mientras que en el nuevo milenio se ha fomentado el llamado comercio Sur-Sur y Sudamérica ha pasado a quedar ligada a China, cuya expansión de la clase media y de sus fábricas demanda más alimentos, energía y minerales.

“Pero esto contrasta con el fuerte acoplamiento financiero”, advierte el economista del Banco Mundial. “Los centros de gravedad financiera siguen siendo los mismos. Los mercados accionarios del mundo emergente están ligados a los de los países avanzados mucho más de lo pensado. Ello se vio cuando todas las Bolsas importantes de los emergentes cayeron junto con la de Nueva York después de que Standard & Poor’s rebajara la calificación de la deuda de EE UU”, añade De la Torre. Sin embargo, aún se mantienen altos los precios de algunas materias primas como el oro, refugio de los inversores, o la soja, dado que la demanda de alimentos asiática continúa en alza. “Habrá que ver si el desacople de la actividad económica real puede mantenerse en un contexto de deterioro de la crisis en EE UU y la UE. Si se produce un evento con consecuencias financieras análogas a las producidas por la caída de Lehman Brothers (2008), habrá una reacople real y financiero. Pero puede que haya un escenario global como el que vivió la región en 2008, antes de la caída de Lehman, en el que la UE y EE UU desaceleraban su crecimiento mientras Latinoamérica crecía bien, gracias a los altos precios de las materias primas”.

El 8% de las exportaciones latinoamericanas va a China, frente al 13% que se dirige a la UE, según la Cepal. El gigante asiático se ha convertido en destino clave para los productos de Cuba, Chile, Perú, Brasil, Argentina y Venezuela. China necesita de las materias primas latinoamericanas y por eso invierte en minería y petróleo, pero no depende de lo que exporta a Latinoamérica, donde solo llega el 5,1% de sus exportaciones. En cambio, sigue dependiendo de lo que vende a EE UU y a la UE, pese a que ahora destina más producción a su propio mercado y al resto de Asia de lo que lo hacía en 2008. “Será difícil que China pueda sostener el crecimiento del 9% de este año porque aún es dependiente de EE UU y Europa”, opina la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena, que comparte con De la Torre la preocupación por la escasa diversificación de las exportaciones latinoamericanas a Asia y añade su inquietud porque su región copie a los asiáticos y fomente más el comercio intrarregional.

“Se habla de Asia como si fuera una panacea, pero no creo que lo sea para toda la región”, advierte Mauricio Mesquita Moreira, economista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Asia es una oportunidad para Sudamérica, pero para el resto implica más una amenaza a sus exportaciones industriales a EE UU. Además, hay un reto para las manufacturas de Brasil, Argentina o Colombia porque al aumentar las exportaciones de materias primas, sus precios se encarecen, se aprecian las monedas, crecen los costes para la industria y llega una competencia feroz de China y, cada vez más, de India”, señala Mesquita, para quien la solución es por ahora inimaginable.

Mesquita no se imagina qué opciones tiene el desarrollo industrial en Latinoamérica, aunque dice que desearía que las hubiese. Desde una visión heterodoxa, los economistas Eduardo Crespo y Juan Matías De Lucchi, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, opinan que las políticas industriales latinoamericanas deben repensarse a partir de reconocer que no se podrá igualar la competitividad china. Por tanto, Crespo y De Lucchi propusieron en la revista Argentina Heterodoxa que la promoción industrial no debe buscar solo la reducción de la brecha de productividad, sino también satisfacer metas de empleo y ahorro de divisas mediante la sustitución de importaciones, una receta antigua que el experto del BID rechaza.

La Cepal sugiere que los países latinoamericanos logren insertarse dentro de las cadenas de producción de China, así como lo hicieron ya los asiáticos. Bárcena también recomienda que llegue a acuerdos de gobernanza de los recursos naturales, incluida el agua, de modo de administrarlos bien frente al apetito chino. Pero a corto plazo, la jefa de la Cepal desestima la posibilidad de que ambas regiones puedan desacoplarse de la crisis financiera que tiene hoy en Grecia su epicentro.

La nota de Alejandro Rebossio en El País

Categorías: Política

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