Carbón: una tendencia milenaria a punto de romperse

15 octubre, 2021

En esta nota exclusiva para DangDai, Lucas Gualda analiza el lugar que ocupó el carbón en la historia de China, su actual peso en una de las la matrices energéticas más grande del planeta, los esfuerzos y motivaciones para reducir su uso y las consecuencias que esto tiene para Argentina.

Por Lucas Gualda

La tonelada de carbón ha superado en estos días la friolera de 220 dólares, unos 100 dólares más que a principios de la pandemia, y pareciera que se quedará allí por un tiempo. Uno de los motivos que llevaron a esta subida ha sido una reducción de la oferta en un mundo en transición hacia energías más limpias. Pero este, aunque relevante, no es el único motivo que está influyendo en el contexto actual chino.

El otro motivo, y que este tiene que ver con un factor interno, es el esfuerzo impulsado por el gobierno central por lograr las metas de descarbonización, y que ha llevado a los gobiernos locales a tomar medidas extremas que llevaron a errores no forzados en el sistema de distribución de energía eléctrica.

Xi Jinping, la determinación hacia una economía verde, y el desafío de llevarlo a cabo

Profundizando en la reforma impulsada por Xi, el plan cuyo nombre se conoce como “Control dual de consumo de energía” supone que el país alcance su pico de consumo de dióxido de carbono para 2030, para luego reducirla hasta la “emisión cero (no, no se confunda, no significa que no podremos largar el aire de nuestros pulmones, sino que la compensación de la actividad económica sea igual o mayor al CO2 generado por esta)” en 2060. Y la vehemencia del líder chino por hacer realidad estos objetivos nos permiten creer en que esto realmente sucederá, y China será un país “emisión cero” para entonces.

Pero la aplicación de las medidas necesarias para cumplir con estas metas está plagada de factores que pueden suscitar errores, como toda empresa humana, en China, y en cualquier otra parte del mundo.

Lo que estaría sucediendo, y este es el motivo oficial, es que los gobiernos locales, presurosos por entregar los números que les exigían, pisaron el acelerador a fondo y forzaron el corte del sistema eléctrico, tras haber fallado en hacerlo gradualmente (y que esto no repercutiese negativamente en los indicadores económicos de sus jurisdicciones). Y sostengo que es el verdadero motivo por los comentarios que surgieron a continuación. Una dura editorial publicada en el el diario People’s Daily, una de las tribunas de opinión más célebres, fustigó a los mandatarios de las municipalidades por haber “frenado el auto de golpe”, además de recordar que la gente no debe ser quien se quede sin luz, y que no pueden pretender que estos se tomen a bien los corten si ni siquiera los llaman para saludarlos antes de dejarlos a oscuras. Un dato más que nos confirma la tendencia es que la Comisión de Desarrollos y Reformas Nacionales el pasado 12 de agosto informó el cumplimiento récord de las metas de control dual para la primera mitad de 2021.

Esta situación nos permite también deducir, sobre todo por ese imperioso llamado a hacerlo de una forma más atenta, a que será parte de la “nueva normalidad” china, de modo que es urgente comenzar a pensar posibles escenarios en caso de que la crisis se espiralice, pero también en caso de que el plan triunfe y China logre cumplir con sus ambiciosas metas.

¿Cómo afecta esto al mundo?

Estos contratiempos dejan en relieve la enorme interdependencia que une a China con el resto de la economía global. A la imperiosa necesidad de un mundo golpeado por recuperarse económicamente, se le ha sumado una caída global en la producción de carbón para quema, y la decisión de Beijing de reducir el consumo del mineral para la obtención de energía. Esta situación afectó duramente al sector industrial de China, que ha sido durante la pandemia el principal motivo de resiliencia de la economía del país.

Nos encontramos entonces en un mundo que se asemeja a la figura del “Ouroboros”, donde la boca de la serpiente que pide a gritos una reforma de la economía mundial para evitar el cambio climático, comiéndose a su propia cola, representada por economías emergentes como la de China que sostuvieron y han sostenido a un sistema a las claras ineficiente y para nada inclusivo.

¿Cuál es el mejor escenario para china?

China tiene que avanzar cuánto antes con la descarbonización porque es un proceso que está dándose, o que al menos los Estados de todo el mundo están discursivamente orientados hacia dicho objetivo. En general se apunta en general a que dentro de 2 décadas ya no existan en el parque automotor autos con motores de combustión interna, y que ya para la mitad del siglo la gran mayoría de las economías mundiales logren la “emisión cero” de dióxido de carbono.

Sin embargo, esto no deja de ser una herramienta de los Estados centrales para conservar su dominio sobre los Estados periféricos. En países donde todavía arrean animales como medios de transporte o de carga, un automóvil representaría un avance sin importar cómo funciona su motor. Esta miopía de las grandes organizaciones, y de los grandes grupos mediáticos, no para de ignorar el hecho de que no habrá un verdadero avance si la sociedad entera no avanza.

Hace unos años cuando en el mundo ya todos habíamos partido a un viaje sin retorno a causa de los smartphones, whatsapp, instagram, en África fabricantes chinas de celulares lideraban el market share vendiendo equipos con 3G, sin aplicaciones ni nada por el estilo. Una estrategia alineada con la infraestructura existente y una imperiosa necesidad por comunicarse. El SMS es y ha sido la táctica dominante para los innovadores sistemas de pagos (MPesa en Kenia, por ejemplo), y el mundo giró igual en el continente más pujante y vibrante del momento. Sin Samsung, sin Apple, y sin espejitos de colores, pero con mucha inclusión.

En un mundo donde se cuentan por miles de millones las personas que no cubren sus necesidades básicas, la presión de las instituciones de la gobernanza global a Estados de economías en vías de desarrollo a hacer esfuerzos que están por encima de sus posibilidades, encierra el peligro de seguir estas agendas globales, consumiendo el tiempo de los gobernantes, y alejándose de las problemáticas de su electorado. Está claro el reto que supone el aumento de la temperatura global, pero si la gente no tiene trabajo les va a importar poco si no tiran los plásticos en un tacho diferenciado. Y esto es algo que los medios chinos están criticando a los gobiernos locales, que en su afán por satisfacer al gobierno central, lo terminan enfadando, pues pierden el foco en el bienestar de la gente. Y esto último es algo que Beijing jamás quitará del centro de la discusión. Basta con leer cualquier discurso de Xi para entender que el foco de esto ha sido, es, y será el bienestar del pueblo chino.

China está trabajando en distintos andariveles en pos de un desarrollo sostenido. La llamada “prosperidad compartida” ha sumado una pata importante en cuanto lo relacionado al cuidado de la salud, todo esto obviamente potenciado por la crisis mundial del coronavirus. La calidad del aire, sin dudas una secuela de lo que ha sido el mayor progreso económico en el mundo, está en boca de gran parte de la población china, que exige mejores condiciones de vida. Es entonces que la reforma de la matriz energética es un imperativo central en cualquier paso que se tome desde Beijing.

A futuro, y citando una vez más a Henry Kissinger, quien supo decir que China jugaba a ser “el mejor alumno” a nivel internacional, veremos a la nación asiática ser el estandarte de una nueva economía verde, pero que incluya a todos los habitantes.

Una estrategia con múltiples aristas: 1.  La esperanza nuclear

En la provincia de Gansu, una de las zonas más pobres de China, en estos días se está probando un nuevo modelo de reactor nuclear que puede ser de gran utilidad para el avance hacia una matriz verde. En un rápido resumen, versus los habituales reactores que utilizan uranio, esta nueva tecnología lo hará con una mezcla de sales fundidas con torio. Dicho material es más abundante, y además el funcionamiento del reactor permite un rápido manejo de los residuos, evitando también riesgos geopolíticos (posible materia prima para armas nucleares, como pasa con los subproductos de los reactores que funcionan con uranio). Por último, pero no por ello menos importante, estos nuevos reactores no precisan de agua, lo que haría muy fácil poder llevarlos a áreas desérticas alejadas de cuencas hídricas.

Sin dudas se trata de un proyecto que puede encender muchas luces de esperanza en el interior chino. En un comienzo, esta prueba daría electricidad a más de 1000 hogares de la región circundante. Un pequeño paso de una potencial revolución energética.

Esto contrasta con la realidad de Alemania, por ejemplo, que ante la decisión de Merkel de abandonar la energía nuclear tras el accidente de Fukushima (Japón), la soberanía energética del país quedó mermada, y altamente dependiente del gas ruso. Curiosamente, la salida del gobierno de la Canciller va a coincidir con la concreción del gasoducto NordStream II, el cual ha sido altamente cuestionado pues permite Rusia prescindir de Ucrania para el paso del gas hacia el resto de Europa.

Una estrategia con múltiples aristas: 2.  Megacentrales hidroeléctricas

El pasado 27 de septiembre en la sureña provincia de Sichuan comenzó a funcionar la central hidroeléctrica Lianghekou. Esta nueva obra de infraestructura no sólo es la de mayor elevación en China de este tipo (2da a nivel mundial), sino que también su capacidad, la cual toma del caudal del río Yalong, se equipara en potencia con la generada por la quema de 13,3 millones de toneladas de carbón. Este número sin dudas impactante ha sido el fruto de cerca de 7 años de construcción de dicha central (las obras se iniciaron en 2014). El cambio de la matriz energética no es un proceso que se pueda realizar del día a la noche, claramente.

Comentarios finales

El Global Times reporta que China a futuro seguirá disminuyendo sus importaciones de carbón. A 2060, nos podemos imaginar entonces a un Beijing con soberanía energética, algo que le permitiría “relajar” ante uno de sus mayores problemas geopolíticos, el estrecho de Malacca por el que pasa la energía que abastece al Asia-Pacífico, y que está armado hasta los dientes con navíos estadounidenses.

En China estamos entrando ya al final del otoño, y como dijo el Maestro Confucio en el libro “Yue Ling”, perteneciente al “Libro de los Ritos (Liji)” (en dicho libro habla sobre los deberes del gobierno en los distintos meses del año), el tercer mes de dicha estación es aquella en que las hojas se ponen amarillas y caen, y es momento de talar las ramas para hacer carbón con ellas. 

Quizás esa enseñanza esté quedando obsoleta, y el futuro de China entonces se asoma cada vez más brillante en el horizonte, ya sin el espeso humo de las plantas quemadoras de carbón.

Categorías: China

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