Liú Ming, médico del Papa

11 septiembre, 2013

AMIGOS. Liú Ming atendía a Bergoglio en la Catedral de Buenos Aires. Fue a mostrarle a su hija cuando nació.

Liú Ming atendía a Bergoglio en la Catedral de Buenos Aires. Fue a mostrarle a su hija cuando nació.

Una nota en la revista Noticias cuenta que “El médico chino Liú Ming llegó a la Argentina en el 2002 y se instaló en Santiago del Estero. Dos años después vino a Buenos Aires, se puso a dar clases de Tai Chi en el templo de un amigo y comenzó a atender a domicilio”.


Una tarde recibió el llamado telefónico de un hombre que le solicitaba un turno. Al ir se encontró frente a un templo imponente: la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires. Así conoció al entonces cardenal Jorge Bergoglio, quien fue su paciente durante ocho años, hasta que el 13 de marzo fue nombrado Papa.

Cuando Bergoglio lo recibió, Ming le tomó el pulso y le explicó que la medicina china busca alcanzar el equilibrio del cuerpo, porque un cuerpo equilibrado tiene la capacidad de lograr la sanación de un mal. Hace unos días recibió una carta del Vaticano en la cual se destaca una frase que demuestra lo importante que fue él para la salud del Papa. “Gracias a su ayuda he podido superar varias dificultades de salud”, confiesa Francisco de puño y letra. Y porque siente que algo no está bien, Ming tiene pensado viajar en septiembre a la Santa Sede.

Noticias: ¿Cómo conoció a Francisco?

Liú Ming: Cuando estaba en Santiago del Estero atendí un tiempo a un cura que no recuerdo el nombre. Él le habló de mí a Bergoglio y cuando vine a instalarme a Buenos Aires, me llamó.

Noticias: ¿Cómo estaba su salud?

Ming: Inmediatamente noté que había cosas que no estaban bien y se lo dije. Él fue hasta el cajón del escritorio y lo abrió. Estaba lleno de pastillas, de todos los colores y tamaños. Fue entonces cuando le propuse hacer una prueba: que mientras hiciéramos el tratamiento él dejara de tomar las pastillas. Así tuvimos la primera sesión y me fui. Al segundo día lo llamé para ver cómo estaba y me dijo que perfecto. Al menos hasta que se fue al Vaticano no había tomado ningún medicamento más.

Noticias: ¿Qué problemas tenía?

Ming: El más importante era un problema en el corazón por el cual los médicos le habían dicho que debería operarse. Con la medicina china logró el equilibrio y evitó el quirófano.

Noticias: ¿Qué fue lo que más lo sorprendió de Francisco?

Ming: Su bondad, su humildad y su mente abierta a la sabiduría.

Noticias: Dijo que es divertido.

Ming: Sí, todo el tiempo hacía chistes. En la cultura china no hay chistes, entonces él me decía que yo era demasiado serio. Siempre hacía algo para hacerme reír. Un día llegué a la Catedral y, cuando me recibió, me dijo: “Llegó la tortura china”. Él notó que yo no comprendí lo que había dicho. Le hice los masajes y apliqué las agujas y me alejé un rato a un cuarto aparte mientras actuaba el tratamiento. Él sabía que yo llevaba un diccionario para entender, en el que busqué qué era lo que me había querido decir. Cuando volví, me miró y, sin que yo dijera nada, me dijo: “Seguro te fijaste en el diccionario, así que ahora ya sabés lo que quiere decir tortura china, ¿verdad?”. Y comenzamos a reírnos.

Durante los ocho años que se conocieron, Ming y Francisco gestaron una amistad. Francisco le regaló 11 libros (3 dedicados), entre los cuales se encuentran tres escritos por el entonces cardenal, la “Biblia” y la “Historia de la Catedral de Buenos Aires”. Aunque Ming confiesa que su impedimento para leer en español hizo que no leyera ninguno. Dentro de la Biblia conserva la foto que se tomó con Bergoglio cuando llevó a su hija para que la conociera.

Adelanto de la nota en Revista Noticias

Categorías: Medicina

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