Brasil: ¿qué hará con China el tercer gobierno de Lula?

4 noviembre, 2022

Por María Haro Sly. Brasil tiene a China como su primer socio comercial y ha aumentado los superávits con China fundamentalmente a partir de 2015, pero dando un salto muy importante en 2017. El comercio bilateral con China ha reemplazado a socios comerciales tradicionales como Estados Unidos, Argentina y la Unión Europea.

Las exportaciones están muy concentradas en unas pocas materias primas. En 2021, las exportaciones alcanzaron 87,8 mil millones de dólares y tuvieron un superávit de 40,2 mil millones. Las principales exportaciones fueron minerales de hierro y sus concentrados (25%), soja (23%), aceites crudos de petróleo (20%), carne (11,6%) y celulosa (6,3%), según el Ministerio de Economía brasileño. Estos cinco productos suman 85,9% del total exportado.

En los Gobierno de Lula Da Silva y Dilma Rousseff, la relación bilateral se profundizó cualitativa y cuantitativamente. China pasó a consolidarse como el primer socio comercial de Brasil y a generarse una Asociación Estratégica Integral (como hay entre China y Argentina) entre ambos países. Además, Lula consiguió colocar a Brasil como socio fundador de los BRICS y del Nuevo Banco de Desarrollo.

Según dijo recientemente a Télam el presidente del Instituto Lula, Marcio Pochmann, uno de los aspectos centrales de Lula y su Partido de los Trabajadores (PT) fue la capacidad de aprovechar el ciclo de las commodities que se comenzó a dar desde finales de la década de 1990 y que Fernando Henrique Cardoso no consiguió aprovechar. Los gobierno del PT fueron muy exitosos con en la política externa, Lula asumió en 2003 con país sin reservas y con un proceso inflacionario acelerándose. Era un contexto de centralidad de EEUU, pero fue gracias a la política externa y en conjunto con otros países de América Latina que Brasil dijo “no al ALCA”, el proyecto que impulsaba EEUU. Esto contribuyó a generar algún grado de autonomía entre los países y los gobiernos identificados como post neoliberales de la región. En el camino se fueron abriendo enormes posibilidades con el Sur Global, no sólo con América Latino, sino también con África, Oriente Medio, Asia y la emergencia de los BRICS. La política exterior del PT se destaca en la comprensión del contexto internacional de dislocamiento del dinamismo económico de Occidente para Oriente.

Otro aspecto fundamental mencionado por Pochmann fue el aprovechamiento del ciclo de altos precios de las commodities para acumular y fortalecer las reservas del Banco Central en moneda internacional, lo que le dio a Brasil una estabilidad muy grande independientemente de los gobiernos que sucedieron al PT, dijo Pochmann. Y tal vez esa sea una de las grandes diferencias con Argentina, que no consiguió tener un fondo de reservas para cubrirse ante las oscilaciones internacionales. Este es un proceso estructural de los países latinoamericanos. Brasil había convivido siempre con crisis de balanza de pagos. Eso prácticamente fue resuelto con los gobiernos del PT, que estabilizaron y dieron autonomía a Brasil. El país fue históricamente dependiente del Fondo Monetario Internacional y pasó a ser un país acreedor del FMI. Esto dio mucha autonomía para un país periférico.

Sin embargo, existen tensiones en esta nueva configuración de la división internacional del trabajo en la cual América Latina queda en un papel relegada a la producción de productos agropecuarios. A pesar de los innúmeras declaraciones y actitudes en contra de China del Gobierno ahora saliente de Jair Bolsonaro como haber visitado Taiwán o expresar que “China no compra en Brasil, China está comprando Brasil”, su intención de realineamiento automático con Donald Trump y los EEUU se vio condicionado por las relaciones materiales y económicas con China. En este contexto jugaron un papel importante la ministra de Agricultura de Bolsonaro y el Vice-Presidente Hamilton Mourão. Realmente los superávits brasileños basados en las commodities con China aumentaron considerablemente durante el Gobierno que terminará a fin de año.

Este es un tema central, ya que la reprimarización de las economías en América Latina motorizada por el comercio con China está creando el fortalecimiento político y económico de las elites agrarias que hoy siguen siendo la base de sustentación del bolsonarismo y cuentan hasta con un peso importante en el congreso en el movimiento de las BBB “La bancada del bói (“vacas” o ruralista), de la Biblia y la bala”.

Lula sabe que cuenta con un socio estratégico importante con China para negociar mejores términos con todos los actores políticos internacionales. Pero también es consciente de que el avance del agronegocio hacia el Amazonas, la reprimarización de la economía y el fortalecimiento de los sectores concentrados del agro no son el camino para Brasil. El avance de China ha generado que Argentina y la integración regional pierda peso en las relaciones comerciales de Brasil.

Por otra parte, Brasil cuenta con una cooperación de más de 30 años en el sector espacial con China y la promoción de agendas que diversifiquen la economía. Lula sabe que aunque existe espacio para negociar con China, las negociaciones no son fáciles. Seguirá insistiendo en que China compre tecnologías brasileñas como en su momento fueron las compras de aviones de EMBRAER, un hueso duro de roer para los chinos. Y en evitar una mayor dependencia tecnológica de China en sectores claves como el 5G.

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