La guerra en Ucrania puso en escena un fractura global donde el rol de Europa es uno de los condimentos fuertes, al haber apostado al atlantismo beligerante en lugar de continuar con una tendencia a la reconstitución de Eurasia (incluido en especial mejores lazos con China) como parecía hasta hace muy poco tiempo, escribe Néstor Restivo en El Cohete a la Luna.  

También Enrique Fanjul, en el Instituto Cano de España, señala que China y lo que él llama “mundo democrático” marchan a un “desacoplamiento parcial, es decir, hacia una reducción de su interacción” económica pero también que afecta el flujo de personas, información, educación, colaboración en ciencia y otras áreas.

En tanto, la Comisión Europea está “preocupada” por la “influencia” china en Argentina y Brasil y quiere acelerar sus acuerdos comerciales pendientes con América Latina, pero tiene más prevenciones con el del Mercosur, dice este artículo de El Cronista.

Restivo da como ejemplos del “giro europeo” la construcción del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y de la Franja y la Ruta, proyectos a los que adhirieron varios países europeos, o al rol diferente que jugaba la alemana  Angela Merkel, todo eso comparado con lo que pasa hoy y con la actitud de los actuales líderes del viejo contintente, ver AQUÍ.

En tanto Fanjul sostiene que el desacoplamiento tiene consecuencias “negativas, tanto políticas como económicas” porque China es un “actor imprescindible hoy en día en la comunidad internacional”, ver AQUÍ.