Se terminó el sueño de Qatar
Por Lucas Gualda
Una derrota histórica de 1-3 ante Vietnam terminó por sepultar las ya utópicas probabilidades de la selección de fútbol masculina de China por acceder a una plaza para el mundial.
La derrota en la anterior fecha ante los samuráis azules (Japón), había dejado a China lejos de Australia, tercera clasificada en la Zona B de la ronda final de las eliminatorias de la AFC (Asian Football Confederation), confederación que reúne el fútbol de Asia y Australia (que dejó su lugar en la OFC oceánica pues la diferencia de nivel versus sus rivales era muy amplia; en Nueva Zelanda el único equipo de fútbol profesional compite en la liga de Australia, alcanza).
El partido ante Japón, si bien dejaba aún lejos al conjunto chino, era una manera de ir retirándose de la competencia con honor, quizás, dejando atisbos de lo que podría ser este nuevo proyecto comandando ahora por Li Xiaopeng, reciente DT del Shandong Taishan FC, uno de los equipos más vibrantes de las últimas ediciones de la Chinese Super League.
El seleccionado vietnamita llegaba por primera vez a estas cotas, y tras siete derrotas consecutivas en esta fase final, la semana pasada en Hanoi llegaron los goles, y por triplicado. Del otro lado, había un equipo cuyos 11 jugadores no están a la altura de 1400 millones de hinchas —esto último, dicho por los propios internautas que desataron la furia en Weibo, siendo el tópico más comentado en pleno año nuevo lunar.
En anteriores ediciones, DangDai había dado cuentas del proceso de nacionalización de jugadores con ascendencia china, y de otros (principalmente brasileños) con larga data en la competición local. Los primeros resultados de esta nueva política distan de ser los esperados.
En primer lugar, China está dando “pasos de bebé” al lado de las potencias petroleras de Medio Oriente. Qatar 2022 puede reunir en un mismo mundial al país organizador (último campeón de la Copa Asiática, dato no menor), a Arabia Saudita (primero en la Zona B, perdió 0-2 con Japón quedando los nipones a 1 solo punto de ellos), y a los Emiratos Árabes Unidos (que están en zona de repechaje, jugarían por el acceso al repechaje por la 5ta plaza contra Australia, aunque aún restan dos fechas).
Las naciones no sólo han hecho inversiones en el fútbol top, siendo sus fondos de inversión dueños de equipos como PSG (Qatar), Manchester City (Abu Dhabi, EAU), y recientemente el Newcastle (Arabia Saudita), sino también han puesto mucho dinero en la formación de sus jugadores, con centros deportivos de máxima calidad mundial. En el proceso además han convocado a cuanto experto del fútbol pudieron (directores técnicos, directores deportivos, ex jugadores) que ayudaron a impulsar el deporte en sus latitudes. Los resultados están a la vista.
Sin embargo, lo hecho por el conjunto chino en estos últimos días fue meritorio. Quedar entre los mejores ocho equipos de la Copa Asiática (cayendo lógicamente ante el conjunto iraní, primer clasificado asiático a Qatar 2022), y haber peleado hasta hace unas fechas por un lugar en Qatar, no es algo que se veía hace tiempo.
Lentamente China vuelve a disputar puestos de clasificación. Lo que sucede a diferencia de 2002, es que la competición incrementó enormemente su calidad por los motivos mencionados previamente. Y porque claro, ese mundial tuvo a Japón y Corea clasificados automáticamente como países anfitriones.
En ese contexto, el peligro de que el fútbol chino “toque un techo” es una posibilidad para nada remota. El sueño mundialista requerirá de mucho trabajo serio, y también de mucha confianza en el potencial propio.
La próxima parada será 2023, año en que China será país anfitrión de una nueva edición de la Copa Asiática.
Quizás sirva para ilustrar la situación el hecho de que el número de futbolistas profesionales masculinos en China no supera los 4000. En un país multimillonario en términos de población, es extrañamente escaso, pero, asimismo, esconde el enorme potencial que se podría lograr, quizás, con una integración del deporte “a la Americana” con apoyo en los equipos universitarios. Si hay algo que abunda en China son estudiantes, podría ser ese el camino hacia una potencia futbolística del mañana.
No somos pocos los argentinos que nos preguntamos si podremos ayudarles a los chinos en algo. En mi humilde opinión, en cuanto el proyecto deportivo se realice desde la seriedad, y desde las ganas de contribuir al desarrollo social (porque los protagonistas son los más jóvenes, el futuro del país), adelante. No es momento para oportunistas. China en este momento es un hervidero, y la selección ahora tiene un año y medio para recuperar el afecto de sus hinchas.
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