Entrevista al sinólogo español Pedro Ceinos

27 septiembre, 2021

Por Guille Bravo, especial para DangDai

El especialista español radicado en Kuming, Yunnan, está trabajando en una revisión de su “Historia breve de China”, que el año próximo publicará la editorial Mil Gotas en Argentina, aquí habla de su relación con el país en el que vive desde hace más de veinte años, de la sinología en español y de las minorías chinas, una de sus especialidades.

— ¿Cómo comenzó su interés por China?

— Desde pequeño me han gustado los países exóticos y lejanos. De hecho, en el colegio, las únicas asignaturas en las que sacaba buenas notas fueron en geografía e historia. O sea que yo creo que desde pequeño, a mi gusto por la lectura, ya se sumaba un interés por lo lejano y lo exótico. Yo creo que otro punto en ese acercamiento emocional a este gran país fue la lectura de la novela Auto Da Fe, de Elías Canetti, y el descubrir la magnífica biblioteca del protagonista, con miles de libros sobre China. Yo creo que en aquel momento no podía comprender que pudiera existir una biblioteca con miles de volúmenes sobre China, yo ahora tengo varios miles sólo dedicados a las minorías. Tal vez el tercero fueron unas fotocopias que trajo un día mi hermano de la Universidad Autónoma de Madrid. Él estudiaba Derecho pero debía de ser el inicio de la enseñanza del chino en dicha universidad y supongo que lo promoverían entre los estudiantes de letras. Los caracteres me fascinaron ya entonces. Luego decidí buscar una persona que me enseñara chino, empecé a aprender un poco, montamos una pequeña academia, empecé a venir a China como guía…

— Uno de sus libros más reconocidos es Caracteres Chinos. Un aprendizaje fácil basado en su etimología y evolución, ¿cómo nació este libro?

— Como ya te he comentado, la fascinación por la diferencia fue uno de los motores de mi atracción por China, y en esa alteridad los caracteres chinos jugaron una parte muy importante. Como todos los estudiantes, repetía una y otra vez los trazos de los caracteres intentando memorizarlos, con un éxito relativo. En el segundo viaje que hice a China, pues tuve la suerte de empezar a viajar como guía de turismo en 1988, pasé por Hong Kong, y allí descubrí los tres libritos de “Fun with Chinese characters”, que de repente me mostraron que toda esa complejidad a la que me enfrentaba cada día tenía una razón, una lógica. Muchos de los caracteres que se describen en esos libros, apenas 500, responden a la etimología, y otros son remedios populares para estudiarlos, pero lo importante es que había una idea. Y era un punto de partida. Hablamos del año 1988, sin internet ni muchas otras cosas que hoy nos facilitan la vida. Y yo pensé que había que hacer algo así en español. Si no pensé en traducirlo es porque la burocracia que podría suponer me parecía una barrera insalvable, además yo aún no había publicado ningún libro en España. No tenía ni idea de a quién le podría interesar. Pero había que empezar. Con mi profesora de chino y un pintor que vivía en Madrid hicimos dos o tres dibujos relacionados con los caracteres, pero no llegó a más. Años después hicimos otro nuevo intento sumando a Alicia Relinque y a una diseñadora al proyecto y realizamos tres o cuatro lecciones breves, de una o dos páginas. Ahí ya había publicado en España y tenía buena relación con los directores de Miraguano Ediciones. Cuando les mostré esas cuatro hojas les encantó el proyecto. Pero yo me vine ya casi fijo a China, Alicia de profesora a Granada, y el equipo se desbandó. Yo seguí solo con el asunto, y el resultado, tras muchas dificultades, fue la publicación del Manual de Escritura de los caracteres chinos, que para sorpresa de todos se convirtió en un éxito inmediato.

Hacia el 2010 empecé una traducción del libro al inglés, pero cada vez sentía que debía de profundizar más, y más, y me tiré casi cinco años trabajando en el libro que en 2016 salió como Caracteres chinos: un aprendizaje fácil basado en su etimología y evolución. Es el libro que más ha profundizado en la enseñanza de los caracteres chinos, y no hay nada parecido en ningún idioma. En el camino lo adaptamos al japonés con la profesora Shiho Miyagi.

— Tu hipótesis es que todos los caracteres tienen una raíz pictográfica, ¿en qué te basas para asegurar esto?

— El primer impulso para pensar esto fue meramente ideológico. Me parecía un insulto a la inteligencia de los chinos pensar que pudiendo haber usado caracteres que tuvieran una relación con los pictofonéticos surgidos de ellos, no lo hubieran hecho. El segundo fue académico. Una vez que sabes que existe la existencia de los cognados, sólo se está discutiendo cuántos de los caracteres de una familia son realmente cognados. Esto se asume desde los estudios de Bernard Karlgren, y su clasificación es mucho más generosa en el gran libro de GYK. Además, estudios recientes como los de Boltz y Galambos apuntan en la misma dirección. Sólo que ellos, como académicos, presentan una serie de ejemplos para respaldar sus respectivas teorías, en el caso de Boltz, sobre el origen de la escritura china, pero precisamente el que se cumpla en esos ejemplos es una promesa de que se cumplirá en todos, con la salvaguardia de los cientos de cambios que experimenta el lenguaje continuamente. El tercero es cómo la tesis se comprueba en los miles de caracteres presentes en mi libro. Cada vez que veía que la explicación de un carácter no cuadra muy bien con el significado que aporta el carácter madre, basta con estudiar un poco más acerca de su historia, es decir de sus significados primitivos, su evolución, etc., para descubrir la forma en que acaba encajando en esta teoría.

— ¿Cómo influyó el proceso de simplificación en los caracteres chinos?

— El lenguaje, como toda creación humana, está experimentando cambios constantemente. El chino actual es heredero de las escritura oracular, de la lengua de los Estados Combatientes, del chino de los Han, del de los Tang y Song, y también del reformado en el siglo XX, y a lo largo de cada uno de estos siglos han aparecido cambios que a veces se han convertido en el uso mayoritario y otras han quedado relegados a algunas regiones o ámbitos humanos aislados. Palabras tan comunes como “yo, tu, él” “wo 我”, “ni 你”, “ta 他她”, tienen orígenes relativamente recientes con esos significados. El primero se refería a los Shang como plural, nosotros los Shang, (los guerreros Shang yo diría pues portan sus armas), el segundo es la transcripción de un sonido sánscrito, tomado en la dinastía Tang para “tu”, el tercero significaba “otro”. Lo mismo ha pasado con la escritura. Los caracteres se simplificaban, unas simplificaciones se adoptaban, otras no. Fíjate la diferencia del “tu” antiguo, er 爾, y el moderno, ni 你. Y en el proceso de simplificación realizado tras la fundación de la República Popular China, se recuperaron muchas de esas simplificaciones usadas a lo largo de los siglos, a veces sólo de forma temporal o local, y se convirtieron en formas canónicas. Otras veces se simplificaron caracteres siguiendo modelos de simplificación ya antiguos. Hay pocos, algunos dicen que sólo uno, 卫 wei, que sean totalmente nuevos. Además, durante mis investigaciones sobre los caracteres chinos me ha parecido percibir que esas simplificaciones también tenían en cuenta el significado de cada uno de los componentes del nuevo carácter para ayudar a entenderlo.

— Uno de sus intereses más constantes dentro de la cultura china es el de las minorías étnicas, ¿por qué le interesa esta temática? 

— En realidad el interés por las culturas de las minorías, que surgió de forma paralela al interés por China, y digamos que de forma independiente, pues mis dos primeros libros tenían que ver con las minorías pero no con China, tiene en común con este la atracción por lo extraño, por lo diferente. Pero llevado a una dimensión superlativa, pues hablamos de miles de culturas diferentes, y humana, pues muchos de esos pueblos viven en la pobreza o son marginados precisamente por conservar sus culturas.

Para mí cada minoría étnica, cada cultura indígena nos ofrece una forma distinta de mirar la vida, de sentir la vida, de vivir la vida. En contraposición a una visión cada vez más uniforme de la humanidad, que en España y otros países está alcanzando niveles escandalosos, y van cerrando hasta la posibilidad de discutir cada vez más asuntos considerados políticamente incorrectos, las culturas indígenas nos muestran diferentes formas de plantearse la vida económica, la sexualidad, la familia, la relación con la naturaleza, la muerte, y cada una de ellas es igualmente satisfactoria para los que las viven, por lo tanto se puede considerar que es capaz de satisfacer también las necesidades de otros seres humanos. Para mí, las culturas indígenas son el mayor banco de ideas con el que cuenta la humanidad, un banco que desgraciadamente va desapareciendo a gran velocidad. Lo triste no es solo que desaparezca, pues muchas de las facetas de esas culturas se crearon para satisfacer unas necesidades que ya no existen, y lógicamente no pueden sobrevivir. Lo triste es que además se las intente transformar, incluso cuando ellos no quieren hacerlo.

Por ejemplo, hasta hace 20-30 años en cada aldea de los Jino se utilizaban casi un centenar de variedades de arroz, cada una adaptada a una humedad, altitud, temperatura, etc., ahora se utilizan menos de 10, las de mayor rendimiento. Las otras prácticamente han desaparecido. O toma por ejemplo los Naxi de Yunnan. Ahora son menos de 300.000 personas, pero a principios de siglo, para una población de unas 100.000 personas contaban con su propia escritura pictográfica, y otra silábica. ¿Dónde se han visto dos sistemas de escritura para una población tan escasa? Pero esa escritura se utilizaba en los rituales de sus sacerdotes Dongba, para combatir a los espíritus que causaban enfermedades y la muerte. Y además tenían sus propios estilos artísticos, de pinturas, esculturas, su propia notación musical. Hay culturas desarrolladas que nunca crearon una notación musical, e incluso notación del baile. Y todo para ser usado en unos rituales que ya no sirven para nada, pues hoy esos “espíritus” que causan enfermedades se combaten hoy en día con la medicina moderna.

— ¿Cómo fue el proceso para que se reconocieran 56 minorías étnicas en China? ¿Cómo se llega a esa cifra?

— Bueno. Tras la fundación de la República Popular China se creó una constitución que promovía los derechos de las minorías, pero muchos de esos pueblos vivían en zonas fronterizas o montañosas, y nadie tenía muy claro quiénes eran y en qué se diferenciaban unos de otros. Entonces había que identificar a esas minorías. Para ello se enviaron equipos de antropólogos a las diferentes regiones habitadas por minorías para identificarlas, y el resultado es que se encontraron una diversidad étnica mucho mayor de lo que se esperaban, pues en muchas zonas los territorios de las minorías no están separados linealmente, sino por alturas. Por ejemplo, en los valles viven pueblos de lenguas relacionadas con el Tai, en las alturas medias otros de lenguajes tibeto birmanos, y en las más elevadas, los últimos en llegar, los Miao y Yao. Eso hace que entre los Miao que se establecen en una región montañosa no haya comunicación clara con los de otra vecina, las lenguas cambian, las costumbres, etc. Entonces descubrieron que tal vez hubiera que hacer un reconocimiento un poco más restrictivo, agrupándolos en las minorías nacionales de hoy. Resumiendo, podemos decir que en China viven pueblos que pertenecen a 8 grandes grupos etnolingüísticos, 56 minorías nacionales o 400-500 grupos étnicos. La existencia de estos grupos étnicos se manifiesta en la bibliografía china como las ramas que tiene cada minoría, pues todo el que se pone a estudiarlas con cierta honradez descubre grandes diferencias entre las ramas de una minoría nacional. Y lo bueno es que hoy, para promover el turismo, cada distrito intenta destacar lo especial que son sus habitantes, y se están valorando de nuevo esas ramas locales de las minorías nacionales.

— Además de autor usted se destaca por sus traducciones, ¿cómo escoge los libros que va a traducir?

— Sobre todo, he traducido libros relacionados con el folclore de las minorías. Es que a veces leo mitos, cuentos, leyendas, que me parecen tan interesantes y pienso, esto debía de ser conocido por los hispanoparlantes, por el mundo exterior, y lo traduzco, desgraciadamente el interés por las minorías es, valga la redundancia, minoritario. Y incluso los que están gratis en la web, como los mitos de los Wa, solo son descargados 100-200 veces al año.

— ¿Cómo ve el estado de la sinología en español en la actualidad?

— Lamentablemente es una materia que resulta muy lejana para nuestros compatriotas. Hay muy pocas universidades, pocos expertos, ninguna publicación periódica de prestigio sobre China en todo el mundo hispano. Apenas está naciendo el interés en las universidades, pero son grandes instituciones con complejas burocracias, difíciles de mover. Es decir, que seguimos retrasadísimos, no solo respecto de los países punteros, sino muy por detrás de otros países medianos.

— ¿Qué consejos le daría a un hispanoparlante que se inicia en el mundo de la sinología?

— Que tenga la maleta siempre lista. Como te he dicho antes, las oportunidades en el mundo hispano parlante son tan escasas que deberá contar con, además de los varios años de estudio en China, con que tendrá seguramente que buscarse un centro donde continuar sus estudios. Seguramente cuando pueda volver a su país ya no tendrá interés en hacerlo.

Que profundice en lo particular sin perder de vista lo general. En el mundo de hoy tendemos a súper especializarnos en diminutas parcelas del conocimiento, y eso no es malo siempre que se sepa mantener una perspectiva global de los estudios sinológicos y de las investigaciones en general.

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