Un observatorio en los medios de comunicación

14 febrero, 2019

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A partir de reiteradas críticas anglonorteamericanas, que replican medios locales, al acuerdo que Argentina y China concretaron con la instalación de una base satelital en la provincia del Neuquén, DangDai consultó a algunos analistas para que dieran su parecer. Reproducimos aquí las opiniones del director de la Maestría en Economía y Negocios con Asia Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Carlos Moneta; del ex diplomático argentino en China y actualmente consultor radicado en Guangzhou, Mario Quinteros; del profesor e investigador de Untref/Conicet, Sergio Cesarín, y del historiador Néstor Restivo, director periodístico de este portal.


Carlos Moneta, director de la Maestría en Economía y Negocios con Asia Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero

“Una estación de observaciones y tracking espacial de características equivalentes funciona ya desde años atrás en Chile, tras un acuerdo establecido con su gobierno. Este tipo de instalaciones admite potencialmente un uso dual, pero me parece conveniente, para alcanzar evaluaciones más equilibradas, examinar las posibilidades del mismo tipo que brindan las instalaciones de estas características que ha establecido EEUU en acuerdo con distintos países en variadas coordenadas geográficas”.

Sergio Cesarín, profesor e investigador de Untref/Conicet

“Las recientes opiniones del jefe naval estadounidense coinciden con las emitidas por anteriores altos oficiales del Pentágono o el Comando Sur, así como funcionarios gubernamentales de EE.UU., incluso durante el gobierno de Barack Obama, quienes consideraban la estación espacial un instrumento de proyección del poder político-militar de China hacia el Cono Sur de América latina. Como sostengo desde que se tomara conocimiento público del proyecto, la realidad indica que la estación está bajo ‘directa’ jurisdicción de una entidad dependiente del EPL (Fuerzas Armadas chinas). En general el formato jurisdiccional y funcional no difiere de otras agencias o entidades espaciales, sean norteamericanas, rusas, o europeas, desligadas de sistemas nacionales de seguimiento, monitoreo y comunicaciones de uso civil y/o dual (civil-militar); por lo tanto, la de China no es una excepción, sólo se diferencia por esa dependencia ‘directa’ del EPL y no -como en el caso europeo – de nexos ‘indirectos’ con aplicaciones defensivas.

Creo que la base surgió como parte de las concesiones efectuadas por el gobierno anterior a China para garantizar su acceso al financiamiento imprescindible que necesitaba una Argentina en default; podemos debatir el costo -beneficio de la ecuación (cesión de soberanía territorial, su emplazamiento a 120 kilómetros de Vaca Muerta y cómo nos involucra en un conflicto geopolítico ‘global’ al introducirnos en la matriz de tensiones China – EE.UU.; si consideramos que hemos dejado en manos de otra potencia extra regional como Gran Bretaña parte de nuestras áreas soberanas en el Atlántico Sur, debemos preguntarnos sobre los reales beneficios a largo plazo y para el bien público e intereses nacionales de tales concesiones. Más allá de la actual ofensiva estadounidense para ‘contener’ a China, seguimos siendo un país que mira el corto plano, reniega de pensar el largo plazo y toma este tipo de decisiones para solucionar coyunturas sin medir adecuadamente futuras consecuencias”.

Mario Quinteros, ex diplomático argentino en China y actualmente consultor radicado en Guangzhou

El autor del artículo cita, básicamente, tres fuentes para su caso: el texto del acuerdo de cooperación en materia especial que se firmó con China (documento que es la base de la autorización para la construcción y operación de la estación de comunicaciones), un artículo del New York Times de julio de 2018 (con titular advirtiendo sobre la expansión china en América Latina) y las recientes declaraciones del jefe del Comando Sur de los Estados Unidos (Adm. Faller) ante el Congreso de su país expresando su preocupación por las actividades de China en el área de su responsabilidad (esta última fuente solo casi se menciona).

Ya el título (y subtítulos) del artículo de Clarín denotan un claro sesgo contrario al acuerdo de cooperación con China y crítico del gobierno de la Sra. Cristina Fernández; títulos que sugieren que dicho articulo estaría revelando aspectos ocultos que hubo en el acuerdo bilateral y que la estación estaría administrada por los militares chinos.

La pieza, en su parte sustantiva, comienza destacando que la estación ya esta operando en un predio de 200 hectáreas y que funcionara durante 50 anos; no aclara que 200 hectáreas en la meseta patagónica (técnicamente un desierto) es prácticamente el equivalente a un lote de terreno en otras regiones del país y que el costo de construcción de una estación terrestre se justifica solamente si hay una expectativa de utilización de la misma durante un periodo razonable de tiempo.

Casi inmediatamente, el autor llega a dos tajantes conclusiones (la precipitación indicaría que acaso estuvieran preconcebidas): a. Si, hay una base militar china en el Neuquen; y b. Si, esta en condiciones de utilizarse como centro de acopio de espionaje.

Continua el autor afirmando rotundamente que el acuerdo posibilito que ‘China utilice durante medio siglo esas 200 hectáreas de la Patagonia donde funciona una construcción tecnológica (sic), hipervigilada, a la que no tienen acceso’. Parece no advertir que es bastante obvio que una estación satelital terrena sea una ‘construcción tecnológica’, que es muy lógico que esta instalación este vigilada (como lo esta por ejemplo cualquier aeropuerto, rodeada de una valla de protección) y que no es cierto que las autoridades argentinas no tengan acceso a ella (ya que, como el mismo articulo lo afirma mas adelante, Argentina tiene derecho al uso del 10 % del tiempo de operación de la instalación).

Pasa luego a realizar un intento de análisis de algunos aspectos del acuerdo. Afirma que Argentina ‘cedió a cambio de cero centavos las 200 hectáreas’, sin mencionar que lo que se cedió ha sido el uso del terreno y no la propiedad y que la contraprestación esta, en parte, en la utilización de las instalaciones por parte de Argentina. Adicionalmente, no todas las contraprestaciones se explicitan en un mismo documento; un acuerdo crea una atmósfera de confianza entre las partes y posibilita otros en los que es factible obtener nuevas ventajas. Algo que es normal en cualquier negociación (toda persona en relación de pareja puede dar fe de la validez de este principio universal).

En el siguiente párrafo alude a ‘otros puntos sugestivos que surgen del texto de los documentos oficiales, no divulgados para que toda la sociedad conociera la verdad sobre la “Base China”’, olvidando mencionar que el acuerdo cuenta con la aprobación correspondiente del Congreso de la Nación y que en su propio articulo –bastante mas adelante- reconoce que ‘el gobierno de Mauricio Macri logro imponer un anexo en el que se acordó que la “Base China” no se utilizara con “fines militares”’. También el propio articulo reconce que ‘lo que realmente le importaba a China no era hacer pie en la Patagonia para ejercitarse ni asentarse militarmente’.

Néstor Restivo, analista de política internacional

“Es obvio y natural que la República Popular China busque su interés en América Latina (o en cualquier otra región, como hace toda nación soberana respecto de su política exterior) y eventualmente su declarada política de win win no resulte clara a todo el mundo. Pero más que enfatizar en asimetrías inevitables con el coloso asiático, creo que si hay falta de equilibrio en el beneficio mutuo debería buscarse menos en la agenda y objetivos de Beijing que en las falencias propias. Ni Latinoamérica ni Argentina (hoy más aún, cuando algunas instituciones integracionistas están siendo desmanteladas) tienen claro qué quieren de China, que sí lo sabe. Por otro lado, pareciera que China empieza a ganarle un capítulo, al menos, de la nueva carrera espacial a EE.UU. al llegar al ‘lado oscuro’ lunar. Eso le sirve, además de otras investigaciones, porque facilita técnicamente la otra etapa, que es explorar Marte. Luego, la base de Neuquén, que no creo sea militar en el sentido que sí lo son las varias que tienen EE.UU. y la OTAN en nuestra América, incluida Malvinas (aunque sí es verdad que la empresa china pertenece al EPL por el organigrama del área espacial china), es importante en el programa espacial chino. De ahí deriva que EE.UU. invierta muchos recursos para boicotear esa base, operaciones de prensa incluidas. El gobierno argentino (el anterior y el actual) ha aclarado que, además de hacer uso temporario de la antena para beneficio científico propio, la base es de uso pacífico y no cedió soberanía, imitando convenios similares a otros firmados con terceros países”.

Categorías: Contribuciones

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