Mitos del Barrio Chino

2 febrero, 2019

Barrio Chino: Foto

La historia, las esculturas, los comercios, los colores, la gente, las fiestas, los restaurantes, el arco que conforman el alma del pequeño Barrio Chino de Buenos Aires son explorados en textos y fotos por infobae.


Por Joaquín Sánchez Mariño

Era 1914. En la Argentina solo se registraban 463 personas de origen chino. Pero si bien más del 70% de ellos estaba radicado en Capital Federal y Provincia de Buenos Aires, no había tal cosa como un barrio chino. Eran apenas un puñado de extranjeros habitando la ciudad. Y así se mantuvo durante más de sesenta años.

Lo cuenta el historiador Sergio Wischñevsky en un artículo sobre la historia de la inmigración china en la Argentina. Según reconstruye, la verdadera oleada llegó recién en los 80, luego de que en 1978 el régimen chino cambiara su política migratoria. “Estos cambios atrajeron principalmente a los chinos provenientes de la isla de Taiwán”, escribe.

Su investigación encuentra cuerpo cuando uno recorre la historia -y el presente- del ahora sí existente Barrio Chino de Buenos Aires. Ubicado en la zona de Barrancas de Belgrano, más precisamente en la calle Arribeños desde Juramento hasta Echevarría, se instaló en la ciudad en los años ochenta justamente como un barrio no chino sino taiwanés. Es que quienes llegaron desde la isla (en conflicto con China hace décadas), lo hicieron con un capital propio que les permitió instalar sus comercios. Así, fueron poblando la zona y así también instalaron la Asociación Civil de Taiwaneses en la Argentina (Arribeños 2275).

Allí se encuentran un jueves cualquiera David y Cynthia Chen. Tienen 19 y 17 años respectivamente y son hijos de un matrimonio de Taiwán que llegó al país en los ochenta. Ellos nacieron acá pero tienen la identidad cultural mezclada. Hablan perfecto español (o español perfectamente porteño), pero tienen la calma y la educación de los ritmos orientales. Si bien dicen que no saben de la historia del barrio, van a la Asociación a menudo y colaboran con la comunidad. Este fin de semana, por los festejos del Año Nuevo Chino, desfilarán junto al dragón tradicional tocando tambores.

Primera conclusión del caso: el barrio chino fue en sus inicios un barrio taiwanés. Pero el tiempo siguió corriendo. El siguiente gran flujo de chinos llegó en los noventa, provenientes de la provincia de Fujian, ubicada exactamente enfrente de la isla de Taiwán, en el continente. Estos sí son los que pusieron la marca indeleble a la fisonomía actual del barrio.

En la primera cuadra de Arribeños, entre Juramento y Mendoza (acaso la más típica), la mayor parte de los comercios son de personas provenientes de Fujian. Ni bien se cruza el arco (ya llegaremos a su historia), uno de los primeros restaurantes que aparece es el de la familia de Dana. Se lo distingue rápido porque tiene patos colgados de ganchos.

Dana tiene 22 años y está en el país hace 12. El primero en llegar fue su papá, hace 22 años. Luego, pudo traer a la familia. Dana atiende a la gente, Matías -su hermano- es el vendedor y el que sirve las porciones a quienes compran al paso, y el padre, Pablo, es quien cocina. Los nombres que da son los argentinos, porque Dana dice que los chinos son difíciles de escribir. Uno de los platos que más sale es justamente el pato, emblemas gastronómico de china alrededor del mundo.

Su restaurante queda enfrente del local de Evelyn. Es otro de las postales típicas para quien entra por primera vez. Hay que caminar unos metros por Arribeños y mirar a la derecha, justo donde se abre una galería. Allí hay un puestito que dice: “chequeo de salud completo, $50”. Se trata de una máquina que por medio de corriente eléctrica aplicada a la mano detecta nuestro estado de salud. Evelyn, también proveniente de Fujian, es la doctora del caso. Tiene, además de la máquina de diagnóstico, una sala de masajes al fondo de la galería.

“El masaje chino es fuerte”, dice. “Y no es mito, es sanador de verdad”, agrega. Hay mucho por explorar en el territorio de la medicina china. Gran parte de esa sabiduría concentrada está en las pocas cuadras del barrio. Hay al menos cinco locales de medicina, todos asociados a los masajes. Evelyn ofrece terapia con ventosas, te camina por la espalda hasta hacer crujir hasta el caracú, y es experta también en reflexología. Junto a su equipo de trabajo (todas argentinas menos ella), atienden hasta las nueve de la noche si es necesario.

Si bien llegó hace 10 años al país, recién hace dos tiene este local. Antes, se instalaba donde podía. Incluso llegó a poner su puesto de masajes en los pasillos de un supermercado chino. La gente pasaba y ella ofrecía terapias de 10 minutos. Funcionaba, pero dice que es más feliz en la galería. Cuando le pedimos la foto, responde alegre: “con ayudantes, con ayudantes”, y ellas asisten contentas. Esto podría ser la descripción de una mera anécdota, el recuerdo de una foto. Pero bien mirado es mucho más, la maquinaria de la cultura en plena mutación.

Es que así se formó el Barrio Chino de Buenos Aires. Los símbolos y esculturas pueden parecer simple decoración, pero nada tendría de verdaderamente oriental si no ocultaran símbolos detrás de cada elemento.

Desde la entrada al barrio aparece el primer y más emblemático elemento: el arco. Mide 11 metros de alto y 8 de ancho. Fue inaugurado en el 2009 y lo donó China. De hecho, lo mandaron desde allá desarmado y acá se montó. Lo acompañan dos leones protectores, en su base. Son muchos los que creen que tocarles las garras trae suerte, pero la tradición verdadera indica otra cosa: hay que buscar dentro de su boca una bola escondida y acariciarla. Simboliza la sabiduría. No se puede llevar, tan solo aproximarse a ella. La sabiduría era eso, parece, tocar una bola de piedra y seguir caminando como si nada.

Unos metros más allá por Arribeños hacia Juramento aparece otra escultura típica, también donada por la comunidad china en 2016. Se trata de un dragón protector, que según las estaciones del año trae diferentes elementos para el bienestar. Algo parecido significan los peces de un mural que decora una casa, también por Arribeños. Para la cultura china, el pez es señal de abundancia, de ahí aparezcan peces pintados en todos lados o incluso que muchos locales tengan pequeñas peceras.

Otra simbología importante son los colores. En este sentido, el rojo es el color fundamental. La primera referencia es la bandera china, pero está desde mucho antes en la cultura. Su efecto es conocido, lo rojo ahuyenta a los malos espíritus. De ahí, las pulseras rojas, las cintitas colgadas por doquier, los esferas como lámparas que cuelgan de todos los techos del barrio chino, decoradas con líneas doradas, color que significa el poder y la riqueza.

Según el Censo del 2010, hay en la Argentina 120 mil chinos, de los cuales más del 80% está en Capital Federal. El número de todas formas parece poco representativo. Muchos de los comerciantes del barrio dicen haber llegado al país hace 2, 3 o 5 años. Es el caso de Miguel, que llegó en el 2016 y hoy trabaja en un comercio sobre la calle Mendoza. “En China todo rápido, todo rápido. En banco, todo rápido, dos minutos, chau chau. Acá no, acá muchas horas, lento. Pero mejor acá, más tranquilo. Mejor acá, sí sí, mejor acá”, dice, con un español que va aprendiendo de a poco.

Según dijo la Embajada China a Lucía Wei He, periodista argentina hija de padres chinos, en el país hay cerca de 200 mil chinos. Es decir, que entre 2010 y hoy habrían llegado unos 80 mil más, o que no fueron rastreados en aquel censo.

Algo más vale mencionar si buscamos los mitos que fueron fundando el barrio. En las pocas cuadras que supone el enclave oriental se ubican varios templos. El principal, la Iglesia Presbiteriana Evangélica Sin-Heng (Mendoza 1660), que se instaló en 1982, junto con el aluvión taiwanés. Más tarde, en 1988, se levantó el templo budista Tzong Kuan (Montañeses 2175). Allí se realiza cada año, en mayo, el baño de Buda (o Vesak), en conmemoración al nacimiento del primer buda.

No es de todas formas la ceremonia más emblemática ni la más próxima del barrio. La principal y más famosa está sucediendo en estos momentos, entre el 2 y el 3 de febrero. Se trata del Año Nuevo Chino. Será el 4717, año del chancho de tierra para quien quiera consultar su horóscopo. Por primera vez, el dragón típico saldrá a la noche (solía hacerlo de día), y podrán verse las luces de la abundancia y la fortuna resplandeciendo en Arribeños.

Quién sabe, el año que viene una nota sobre mitos del barrio chino pueda empezar con aquella leyenda que, una noche de verano de 2019, se fundó a la vera de un dragón nocturno y maravilloso.

https://www.infobae.com/sociedad/2019/02/02/los-mitos-del-barrio-chino-en-el-dia-del-festejo-por-el-ano-nuevo/

Categorías: Cultura

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