La cultura del alcohol en Oriente y Occidente

3 noviembre, 2017

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Du Kang vivió durante la dinastía Xia (2100-1600 aC)

Por Shen Chen, Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai (*)

China es uno de los países donde apareció primero el alcohol y se ha desarrollado una cultura correspondiente, mientras que en Occidente el surgimiento de esta materia también ha promovido la formación de una cultura no menos rica.

En China, sobre el origen del alcohol todavía no se ha llegado a un consenso. Entre varios puntos de vista se destacan dos que están considerados de fiar. Uno dice que fue Du Kang quien lo inventó.


 

Según algunos documentos históricos, él puso cereales en huecos de árbol para reserva. No esperó que los siguientes años hubiera buena cosecha y no le hiciera falta sacar los víveres antes guardados. Años después, un día, por azar descubrió que se desbordaban líquidos aromáticos desde los huecos. Además, su sabor estaba para chuparse los dedos. Lo que pasa es que los granos habían fermentado convirtiéndose en alcohol. Así fue como se inventó la bebida, una pura casualidad. Mientras tanto, otros afirman que Yi Di fue la auténtica creadora. Da Yu, jefe de una tribu antigua, le ordenó que creara una bebida exquisita. Tras un gran esfuerzo la consiguió. El jefe se quedó muy contento con el resultado reconociendo que era sabroso pero a la vez se preocupó, pues temía que más adelante hubiera caudillos que pusieran su territorio en riesgo por culpa de este invento fabuloso.

En Occidente, el origen del alcohol se ha perdido en la noche de los tiempos. Varía según diferentes lugares. El más conocido es la leyenda de Dioniso. Se trata de dios de vino en la mitología griega, que ha marcado la inmensa mayoría de la cultura occidental. Dicen que era hijo de Zeus y una mujer mortal. La esposa de ése, Hera, una vez sorprendió que su marido le era infiel. Furiosa y envidiosa, se hizo pasar por una nodriza y logró con una intriga que la amante de su marido muriera embarazada. Por fortuna, Zeus salvó a su hijo, quien estaba todavía en el vientre de su madre, y lo plantó en su muslo. Al cabo de unos meses nació Dioniso. Y cuando éste se hizo mayor, empezó a errar por todas partes difundiendo las técnicas de viticultura y vinificación.

Aparte, también cabe mencionar los rastros del alcohol en el cristianismo, que esla religión predominante en Occidente. En la Biblia y la literatura bíblica se le hace referencia en numerosas ocasiones: Noé cultivó un viñedo y se emborrachó en el Génesis, Jesús convirtió milagrosamente una gran cantidad de agua en vino en las bodas de Caná, se ha incorporado la bebida en el rito cristiano la Eucaristía… En fin, en la religión el alcohol siempre aparece con la connotación de símbolos y se estima una bendición de Dios que puede traer alegría y, a la vez, peligro que posiblemente acarrea pecados.

En China, tradicionalmente la gente tiende a optar por licor y vino de arroz como bebidas alcohólicas en ocasiones formales. Obviamente estos dos son los alcoholes más importantes y típicos del país. El vino de arroz, que suele tener el color amarillo oscuro, es resultante de la fermentación de arroz. El licor también está hecho con granos pero ha experimentado el proceso de destilación, por lo cual tiene adquirida una pureza mucho más alta que el primero. En cuanto a los alcoholes occidentales, el vino de uva será lo primero que nos viene a la cabeza. Por ejemplo, en España la gente está tan amante de la bebida que ya no solo la consumen en compañía de platos sino que también la utilizan como ingrediente especial en la preparación de muchos guisos.

En la antigua China, a raíz del bajo nivel de desarrollo social, desempeñaban la función de vasijas materiales naturales como cuernos de animales y calabazas chinas. Eran objetos que se tenía muy a mano. Luego a medida que se elevaba la productividad y avanzaba la industria de alcohol, las vasijas mejoraban. Surgieron utensilios hechos con cerámicas, metales, jades y otros materiales. Además, iban adquiriendo matiz de obras de arte, ya que se hacían en formas variadas como de cabra, vaca, tigre y liebre o se tallaban para componer paisajes pintorescos. De esa manera los tipos de vasija se multiplicaron. Y para resumir esta historia, no habrá que olvidar los factores del feudalismo chino; ladiversidad, más que el producto del desarrollo de la productividad, es la consecuencia de la necesidad de ostentar ciertas posiciones sociales.

Las vasijas occidentales están generalmente compuestas por vidrios o cristales, algo trasparente y ligero, lo que permite a bebedores admirar bien el color de su contenido. Y es bien sabido que los occidentales, al beber whisky, coñac o vino de uva, van a preparar copas distintas. Es que la forma del recipiente influye la cantidad de un sorbo, la cual causaría más o menos diferencias en sabor. Un testimonio de esta costumbre son las palabras como “una caña”, “un chupito” y “una copa” que ya funcionan con el sentido del determinado alcohol que suelen contener.

La cultura del alcohol es una cultura de beber. A la hora de beber, la gente siempre sigue un determinado protocolo. Cuando los chinos se reúnen para comer, obedecen implícitamente las reglas de brindis. El acto tiene que empezar por el anfitrión. Primero propone un brindis por el invitado más distinguido, que suele ser alguien mayor o con autoridad. Luego hace sucesivamente lo mismo con el resto de invitados según el rango que posea cada uno. Al terminar eso a los invitados se les permite brindar por el anfitrión o brindarse mutuamente. Lo importante es que el proponedor tiene que bajar un poco la copa al chocarla con otra; así se muestra la modestia. Y es mejor que beba el total antes que el otro. En cambio, los occidentales brindan solo en ocasiones de dar enhorabuenas; tampoco tienen hábito de bajar la copa como hacen los chinos.

En China se dice no hay banquete sin alcohol. Y una vez que haya alcohol, no pueden faltar juegos que contribuyan a incrementar más placer. Eso da origen al juego de órdenes para beber. Empieza con nombrar, entre todos los presentes, a una persona jefe para dictar las llamadas órdenes. Se trata de preguntas relacionadas con juegos de palabras o de versos, a las cuales tiene que contestar cada uno. Si alguien no sabe la respuesta ha de castigarse con una copa. Sin duda, esta clase de juego requiere una preparación muy buena en la filología. Hoy en día, ha evolucionado mucho creando otras versiones. Entre ellas destacan tocar el tambor y pasar el ramo. Como denota el nombre, los presentes pasan una cosilla uno a otro mientras alguien toca a algo a espaldas del resto. Una vez que pare el toque, el que tenga el objeto en la mano recibirá una copa. Y si está justamente entre manos de dos personas, ellos pueden hacer adivinanza de puños u otros juegos para decidir quién bebe. Lo fantástico es que por temor a ser castigado, todo el mundo va a pasar la cosa lo más pronto posible y el tocador, por el propósito de aumentar la tensión, va a cambiar cada dos por tres la velocidad de toque.

El alcohol, que desempeña el papel clave en el juego, produce efectos relajantes. Aún así, consumirlo como forma de diversión está más o menos rechazado por la mayor parte de los chinos, pues en los juegos se define como castigo, algo incómodo aunque probablemente se lo diga de broma. Y es precisamente la actitud negativa de la gente hacia el alcohol lo que asegura que esos juegos puedan llevarse a cabo. Entonces, ¿por qué mucha gente tiene el estereotipo de que los chinos beben mucho?

La impresión provendría de una otra costumbre, la denominada Quan Jiu. Se trata de convencer a otros que beban en forma de brindis. Normalmente, el convencido ha de beber mucho más que el que convence. La costumbre la puede justificar en parte el antiguo modelo económico de China. Los chinos, que eran campesinos en su mayoría, dependían mucho del clima para sobrevivir. Una vez que el clima no era favorable a los cultivos, enfrentarían el riesgo de morir de hambre. De ahí que los cereales fueran valiosísimos para ellos y el alcohol, que precisa granos como materia prima, llegaran a ser algo ideal para mostrar la hospitalidad. Por eso, cuantas más ganas de Quan Jiu tengan un chino, más cordiales es con la persona involucrada.

Otra razón que puede explicar la práctica de este hábito es facilitar la relación social. China es conocida por su cultura implícita, en la que muchas veces no es conveniente hablar directamente de lo que se quiere tratar. Pero cuando uno se embriaga, se suele dejar llevar por las sensaciones diciendo lo que le de la gana. Así que el alcohol reduce en cierto sentido la distancia entre personas brindando una oportunidad magnífica de ser recíprocamente sincero. Y a esas alturas, las pretensiones siempre se logran con facilidad. Eso es por qué la bebida siempre aparece en las mesas de negociaciones.

Finalmente, Quan Jiu se vincula esencialmente a la política. En la antigua China, los emperadores se servían de los banquetes para relacionarse con cortesanos e invitados foráneos. Esas reuniones podían durar muchísimo tiempo. Entonces es natural que los temas de conversación se agotaran y nacieran diversas técnica de Quan Jiu. Como las primeras persuasiones de beber se hacían desde arriba abajo, o sea, desde el emperador a los subalternos, estos comportamientos conllevaron algo de la obligatoriedad. Al día de hoy, esa peculiaridad sigue afectando a los chinos. En muchas localidades, sobre todo en la zona rural, si uno se niega a beber por mucho que insistan, se cree que está inmaduro o le falta educación.

(*) La SISU tiene un acuerdo de cooperación con la Universidad de Congreso. Esta nota forma parte de esa colaboración.

Categorías: Contribuciones

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