Elizabeth Hsu y la medicina tradicional china en Occidente

16 septiembre, 2016

Por Juan Manuel Grande, para Dang Dai

La práctica sostenida de los métodos de tratamiento propios de la medicina tradicional china en Occidente (acupuntura, moxibustión, etc.) ha planteado a lo largo de los años, en algunos círculos de estudio, la necesidad de reflexionar sobre la profundidad y sistematización de la enseñanza de este paradigma terapéutico. En países como Argentina el debate invita a bucear, no sólo en la discusión médica, en distintas áreas de las ciencias humanas (sociología, antropología, filosofía) para entender el impacto y los modos de abordaje que es posible darle a este modelo médico, tanto como pacientes o estudiantes.


Hoy la Argentina no cuenta con una legislación que contemple la práctica y enseñanza de la medicina tradicional china; como tampoco de las medicinas tradicionales autóctonas de nuestro país. Es preciso mencionar que el equipo de la senadora Silvina García Larraburu, junto con practicantes e institutos de diversos enfoques médicos tradicionales y holísticos, están llevando adelante el desarrollo de un proyecto de ley para dar lugar al reconocimiento de lo que la Organización Mundial de la Salud, en su texto “Estrategia de la OMS sobre medicina tradicional 2014-2023”, llama Medicinas Tradicionales y Complementarias.

Si bien la consideración de la OMS respecto a las medicinas tradicionales observadas contempla su efectividad y puesta en práctica sólo en relación a los términos clínicos de la biomedicina occidental (y no termina de dejar claro los diferentes modos que cada cultura tiene de comprender al cuerpo humano, la salud y la muerte), no deja de ser un gran adelanto poder poner en debate la existencia, validez, posibilidades terapéuticas y límites que los diversos enfoques médicos pueden ofrecerle al ser humano.

Esta falta de respaldo de legal se suma a las dificultades que conlleva desarrollar un plan de estudio unificado para todos los institutos de enseñanza donde las asignaturas, la cantidad de horas cátedra y la especificación teórica sean lo suficientemente profundas para, al menos, considerarlas en un nivel de tecnicatura en relación a los modos en los que se dictan en China. Allí, la medicina tradicional se ha convertido, desde la década del setenta, en una carrera universitaria, para ejercerla es preciso poseer una matrícula expedida por el estado. La dinámica y profundidad de los estudios no tienen nada que envidiarle a los de la carrera de medicina occidental. Todavía nos falta un largo camino por recorrer para poder llegar a esa realidad.

La necesidad de profundizar teórica y prácticamente se encuentra en estrecha relación con la necesidad de una estructura cultural que integre en la cotidianeidad un abordaje epistemológico respecto al cuerpo muy distinto al que nos encontramos acostumbrados. Hoy la gran mayoría no tiene la información suficiente para naturalizar a la medicina tradicional china como algo “propio” y confiable para recurrir cuando se presenta alguna sintomatología. La aceptación o rechazo, como cualquier intercambio de realidades culturales, será producto de la persistencia en la difusión y de los artilugios del tiempo, que, como titula su libro François Jullien, es el campo donde se producen las transformaciones silenciosas que determinan las manifestaciones de la vida cotidiana que habitamos.

Considerando este marco, es interesante leer a Elizabeth Hsu, doctora en Antropología de la Universidad de Oxford, donde desarrolla su principal actividad como directora de investigaciones en antropología médica; especialmente en el campo de la medicina tradicional china. La doctora Hsu, en un texto titulado Learning to be an acupunturist, and not becoming one, relata su experiencia

como estudiante de medicina tradicional china en la Facultad de Medicina Tradicional China de Yunnan como parte de sus tesis de doctorado. Si bien su experiencia acontece en la década del ’80 no deja de ser interesante ver como en el país de origen de este paradigma médico se sistematizó su enseñanza, que mantiene, todavía al día de hoy, conflictos entre los métodos y teorías tradicionales de aprendizaje y el abordaje moderno. Puede ser esta una herramienta más para seguir construyendo y estrechando lazos entre culturas, en este caso, en el universo médico.

A continuación se comparten algunas secciones traducidas de su texto, que puede ser leído íntegramente en el link que se detalla al final de esta nota.

La Dra. Hsu nos cuenta:

Desde el comienzo de mis estudios en antropología no quise sumergirme en la “observación” participante durante mi trabajo de campo y fue, sólo años más tarde, que llegué a utilizar el término “experiencia participativa” para designar el método con el cual me he conducido… Supe, desde un comienzo, que quería estudiar Medicina China, en idioma chino y en China, pero no volverme un médico full-time, porque sabía que nunca tendría la paciencia para tratar pacientes. Sin embargo, quería aprender y usar la teoría antropológica para entender mejor el complejo edificio de la teoría médica china.

Me tomó varios años estar segura de que sería la antropología médica sobre lo que querría investigar. No me animaba a dar el paso final porque creía que cualquier persona con dedicación puede hacer una contribución en el ámbito de las ciencias naturales, mientras que eso me parecía poco probable en el ámbito de la antropología.

Cuando finalmente me decidí fue, nuevamente, esta falta de coraje, o quizás cierto grado de cautela, lo que me condujo a la acupuntura, zhenjiu, en vez de las hierbas de la medicina china, zhongyi, dado que sabía que, tanto la acupuntura como la fitoterapia, son dos subdisciplinas terapéuticas dentro de la medicina china, zhongyi.

Mi padre es chino, y mi parientes chinos, quienes hablaban con gran estima de la medicina china y su filosofía, considerándola misteriosa (aomiao) y profunda (shen’ao), dudaban de mi decisión. Para realmente entender la medicina china uno tiene que estudiar la especialización de idioma chino y se deben conocer las drogas utilizadas: el famoso médico Li Shizhen, de la dinastía Ming, describió alrededor de dos mil tipos diferentes (Métailié 2001:233). En cambio, en el caso de la acupuntura, creía en aquel que sólo bastaba con memorizar los 365 puntos de acupuntura, o loci –que es el número estándar de puntos mencionados en el clásico de medicina china Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo (Huangdi nei jing) -, aunque hay más que estos. Era importante para mí, como antropóloga incursionando en la experiencia participante, aprender las técnicas de las personas que me formaban a tal nivel de que yo pudiese ejercer la práctica por mi cuenta sin guías. Sólo este nivel de conocimiento me situaría en una posición en la que podría pensar sobre teoría médica en una nueva manera. Ganar estos conocimientos en acupuntura me parecía un poco más probable que en fitomedicina china.

Fue la acupuntura, o, mejor dicho, una innovación en acupuntura de fines de 1950, llamada “anestesia acupuntural” (zhenjiu mazhen), que le dio a la medicina china su credibilidad como ciencia. Desde finales de 1960 a principios de 1970, esta innovación técnica fue presentada frente a invitados internacionales, dispuestos en gradas sobre la mesa de operaciones, para que pudieran convencerse por ellos mismos de la eficacia de este método (Hsu 1995, 1996a). En el “Oeste”, la gente estaba llena de admiración por este tipo de “acupuntura” y por error la consideraron como “la” medicina china, sin contar que la analgesia en base a acupuntura era una innovación recién nacida, raramente practicada en la República Popular China desde 1980 en adelante (trabajo de campo 1988-9).

Los acupunturistas toman las mismas clases básicas que aquellos que después se convertirán en doctores especializados en hierbas. Cursan materias en Teoría Fundamental de la Medicina Tradicional China (Zhongyi jichu lilun), Diagnóstico en MTC (Zhongyi zhenduan xue), Introducción a Idioma Chino Clásico para Médicos (Yiguwen) y otras. Un buen acupunturista también se encuentra capacitado para recetar hierbas, dado que los estudiantes de acupuntura también cursan materias de Farmacopea en MTC (Zhongyao xue) y Fórmulas Fitoterapéuticas en MTC (Fangji xue). De la misma forma, se supone que un buen médico especializado en fitoterapia es capaz de tratar pacientes con acupuntura, los estudiantes de la especialización en fitomedicina deben asistir a clases en Estudios de Acupuntura y Moxibustión (Zhenjiu zhiliao xue). Este curso conjuga temas estudiados de forma separada para los acupunturistas: los Canales (Jingluo xue), los Loci (Shuxue xue),  Técnicas de punción y moxibustión (Zhenfa jiufa xue) y Terapéutica con Acupuntura (Zhenjiu zhiliao xue).

Los estudiantes del entrenamiento del nivel terciario realizaban sus prácticas clínicas en el tercer año de cursada, mientras que aquellos que se convertirían en médicos lo hacían en su quinto año de cursada.

Yo tenía temor de punzar a los pacientes y, al hacerlo, era dubitativa. Los pacientes se quejaban de que mi mano era muy pesada (shoufa tai zhong). En vez de lograr darles un sentimiento de electricidad (suan), adomercimiento (ma) o expansividad (zhang) después de la inserción de la aguja, dolía (tong). El profesor creía que esto era debido a que yo era extranjera. Un día, cuando una señora mayor cojeando entró al consultorio, él sugirió que yo la pinchara, asumiendo que esta mujer estaba acostumbrada a soportar el dolor. Yo utilizaba cofia y guardapolvo blanco, por lo que ella no podía reconocerme como extranjera hablando ambas en el dialecto de Yunnan.

Sin embargo, en el momento en el que le puse la aguja en su tobillo, se quejó del dolor y notó que yo era extranjera, evitándome en futuras consultas.

Dos amigas suizas se encontraban en China de viaje y me visitaron en aquel tiempo.

Una de ellas, Sylvia, transitaba la menopausia y sentía excesivos calores y presentaba un eczema: su cara y cuerpo estaban cubiertos con grandes puntos rojos que le picaban terriblemente. Mi tutora de la facultad se alegró muchísimo; al fin aparecía una occidental para ser tratada y aproveció la oportunidad para hacerme tratar con acupuntura a Sylvia todos los días. Por diez días mi tutora vino al cuarto que yo ocupaba para tratar a Sylvia y me instruyó en qué puntos usar y cómo usarlos, así como también donde aplicar moxibustión. Sylvia, pacientemente, soportó mi tosca punción.

Sin embargo, los efectos fueron sorprendentes y, por primera vez en mi vida, tuve una experiencia que debe ser crucial para la identidad profesional de un acupunturista que finalmente puede realizar un efecto sobre la recuperación del paciente… Esta alegría que los novatos sentimos con nuestro primer tratamiento exitoso no debe ser subestimada…

… Simplemente no parecía un caso de recuperación espontánea. Quizás fue el cuidado que mi profesora y yo le brindamos y la concentración con la que la atendimos lo que hizo que los síntomas se calmaran. Quizás fue la compañía y la diversión que experimentaba en nuestras salidas a las zonas rurales cercanas. Sin embargo, para mí se debía un efecto del tratamiento, a que había un efecto médico específico, no una mejoría difusa gracias una calma psicológica.

El conocimiento de la localización particular de los puntos acupunturales es crucial.

Cuando se realiza un tratamiento y se seleccionan los puntos, los acupunturistas en China tienden a presionar a lo largo de las extremidades con sus dedos y suelen hacerlo con mayor intensidad en la zona de los puntos acupunturales previo la inserción de la

aguja. Al presionar directamente sobre los loci, sin punzar, un puede obtener las típicas sensaciones de suan, ma y zhang tanto en uno como en el paciente. Sin duda, esto aumenta la certeza de la presencia real de los loci en doctores y pacientes, estudiantes y profesores (Sagli 2003: 215-18).

En adición a los puntos acupunturales, los estudiantes deben memorizar (en idioma chino clásico) el curso de cada canal.

Había muchas discusiones sobre la certeza de la existencia de los puntos acupunturales y los canales, y recuerdo claramente una ocasión cuando discutía con unos jóvenes profesores universitarios sobre el innegable efecto de la acupuntura pero la dificultad para probar científicamente la realidad de los puntos acupunturales y los canales (ver Hsu 1996b). Estos jóvenes profesores eran muy inteligentes, con una aguda mente crítica; eran seleccionados para estudiar en Shanghai ya que eran el primer grupo de profesores para dar las nuevas clases de acupuntura en la Facultad de Medicina Tradicional China de Yunnan. No eran naïve, sin embargo su práctica clínica los obligaba a aceptar la certeza de la existencia de que los puntos loci eran “reales” y esto era lo que la mayoría sostenía. Sorprendentemente, no estaban muy convencidos de la realidad de los canales. Sus hipótesis eran que mediante la práctica médica en la China antigua los médicos habían encontrado los loci, pero que habían inventado los canales como una técnica mnemotécnica para unir los puntos en una línea. Ellos decían esto incluso sabiendo que en los textos sobre los canales de Mawangdui se mencionaban los canales pero no los puntos acupunturales – sugiriendo la idea de que los canales a lo largo de las extremidades precedían a los puntos loci en los usos terapéuticos.

Hay todavía algunas cosas más que decir respecto al cuerpo considerado en la acupuntura. Como los nombres de las partes del cuerpo refieren más a un cuerpo arquitectónico estático, con estructuras y espacios como aquellos que se pueden ver en un edificio arquitectónico, es, quizás, mejor pensar en él como un cuerpo arquitectónico que como uno anatómico. Sin embargo, el elaborado vocabulario usado para describir las estructuras arquitectónicas corporales en los textos sobre canales de Mawangdui desaparecen casi completamente en los escritos que se volvieron prominentes siglos más tarde y que son enfáticamente propuestos en el Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo, donde ya se introduce la doctrina médica de los humores. Esta propuesta médica de correspondencias sistemáticas entre los Cinco Agentes (wu xing), Viento, Fuego, Tierra, Agua y Madera, enfatiza el flujo y  cambios continuos del qi, transformación constante. Esto puede explicar por qué la visión estática del cuerpo arquitectónico propuesto en los textos sobre canales de Mawangdui perdió, posteriormente, su importancia para los médicos que se centraron en una visión del cuerpo donde se manifiestan humores en transformación. … La experiencia de que la presión en ciertos  puntos del cuerpo libera de dolor en otras zonas es nombrada con recurrencia a lo largo del mundo (Melzack y Wall 1982: 238); mientras que la idea de canales sobre la superficie del cuerpo es más bien única. No obstante, no es tan única como un estudiante chino podría creer. Quizás representan una variación sobre un tema culturalmente muy diseminado que propone rutas de comunicación entre las partes del cuerpo. Conductos de conexión dentro del cuerpo y a lo largo de las extremidades se han datado también en África (Janzen 1978: 159, fig. e) y, con algunos cuestionamientos, en Sudamérica (Bastien 1989: 47). Las descripciones occidentales contemporáneas sobre la circulación del sistema nervioso pueden ser vistas como una representación particularmente refinada y elaborada sobre este tópico.

Al poco tiempo de haber finalizado mi investigación, después de haber recibido mi entrenamiento en acupuntura por un año y medio, continué trabajando en otro hospital de Kunming con un médico acupunturista muy respetado, proveniente de Shanghai, que estaba realmente impresionado con mis conocimientos, considerando mi condición de extranjera. Esta aprobación respecto a las aptitudes que había adquirido a través de distintas fuentes fue muy importante para mí; aumentó mi confianza en que tenía el suficiente conocimiento para practicar la acupuntura en Inglaterra. Así y todo, Sylvia seguía siendo la primera y única paciente que había tratado satisfactoriamente mediante acupuntura.

A los pocos días de haber regresado a Inglaterra caí de una escalera empinada y estrecha y me lastimé el hombro. Mi primera reacción, como lo hubiese sido en China, fue la de llamar a un acupunturista (que encontré a través de la Guía Telefónica). La respuesta que recibí por teléfono debe haberme alertado del futuro fracaso de mi intento de tratar pacientes en Inglaterra. El acupunturista dijo que él usualmente no trataba ese tipo de lesiones de hombro y me preguntó si yo no tenía algún otro tipo de síntoma. Como no entendí muy bien lo que quería decir, me explicó que los tratamientos mediante acupuntura que él ofrecía eran buenos para tratar inconvenientes psicosomáticos.

Esto sugería que los pacientes ingleses tenían la tendencia a consultar acupunturistas cuando sufrían de síntomas crónicos (y no de traumatismos agudos en las extremidades). Es por esto que los acupunturistas ingleses tendían a tratar principalmente con los, así llamados, problemas psicosomáticos. Incluso si estos se presentaran de forma somática con, por ejemplo, rigidez en los hombros o dolores de espalda. Como una acupunturista entrenada en Kunming, simplemente no estaba preparada para tratar esas complejidades psicológicas. Aunque muchos pacientes presentaban lo que yo conocía como síndrome bi, que sabía cómo tratar, podía haber complicaciones posteriores. Estaba profesional y emocionalmente poco preparada para enfrentar esos casos.

Sumado a esto, mi técnica con la aguja, que muchos chinos habían dictaminado como tosca, sin duda no daría satisfacción a la sensibilidad europea. Estaba entrenada para que la inserción de la aguja fuera profunda. Los acupunturistas chinos no aprueban la inserción superficial que practican los europeos. Por lo tanto es de suponer que los europeos no estén acostumbrados la punción profunda…

Traducido por Juan Manuel Grande

El texto original en inglés puede leerse o descargarse AQUÍEl texto completo traducido al español puede leerse AQUÍ.

 

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