Entrevista exclusiva de Dang Dai a Qiu Xiaolong

26 octubre, 2013

Qiu con los directores de Dang Dai, en Buenos Aires. (Foto: Horacio Paone)

En su último número, la revista Dang Dai entrevistó al escritor chino Qiu Xiaolong, quien participó en Buenos Aires de su festival de Novela Negra, Ban!. Autor de Visado para Shanghai, El crimen del lago (que anunció será llevada al cine) y The Enigma of China (que en Argentina será lanzada por Tusquets en 2014), entre otras novelas, Qiu es un refinado escritor de policiales que pinta, desde su mirada “anfibia” (como en la revista plantea la crítica Mariana Enriquez, en un artículo aparte), un panorama de la China actual. Qiu vive  y es profesor en Missouri, Estados Unidos.


Inspector Chen Cao visita la Boca

Gustavo Ng y Néstor Restivo

De lo mucho que a Qiu Xiaolong le gustó de su primer viaje a la Argentina, subraya los churros y el barrio porteño de La Boca. Los primeros le evocaron una masa similar que venden en las calles de China, esas comidas tan aceitosas y sospechosas de sanidad como apetecibles. Y del barrio le encantó la vista que de gran parte del sur de la ciudad se obtiene desde la terraza del museo Benito Quinquela Martín.

Qiu vino en agosto para el festival de novela “Buenos Aires Negra”, el Ban!, y habló con Dang Dai de sus libros y de su entrañable personaje el inspector jefe Chen Cao. Anunció que su último trabajo (The enigma of China se tituló en Estados Unidos, donde reside; Cyber China en Francia) llegará a nuestro país en 2014. Y contó que su última novela conocida en Argentina, El crimen del lago, será filmada -su primera experiencia en cine- con producción europea y australiana.

“Fui muy feliz cuando me invitaron –dijo- y acepté enseguida. Ya viviendo en China con mi esposa, que me acompaña, habíamos oído mucho de Argentina. Visitamos los museos de la cancha de Boca y de Quinquela Martín, desde cuya terraza la vista es espléndida. Y comimos churros porque son parecidos a los de China, aunque menos largos y más gruesos. Nos gustaron mucho, sobre todo porque en China el tema de la sanidad es muy grave y dicen que las comidas fritas una y otra vez en el mismo aceite pueden ser tóxicas, ¡pero vimos aquí que no! Le decía a mi esposa: ¡no te preocupes, come! Por eso luego fuimos al café Tortoni y comimos churros también”. El escritor aprecia la comida, igual que la poesía, como su personaje Chen Cao. Y afirma, ante una pregunta, que quizá algún día el inspector se de una vuelta por Argentina y pruebe sus platos clásicos.

¿A qué atribuye su éxito en Occidente?

Ubico mis novelas en un amplio escenario social y cultural chino, desde un punto de vista realista tanto como sea posible, distinto, digamos, al mágico de Mo Yan, que es muy popular. Y los lectores occidentales pueden tener esa posibilidad de aprender más sobre China. Viví muchos años allí y ahora hace años que vivo en Estados Unidos, como profesor en la Universidad de Missouri, en Saint Louis; es algo así como una doble perspectiva. No soy un escritor occidental que escribe sobre China desde afuera, y no soy del todo un escritor chino escribiendo desde adentro. Para mí la perspectiva doble de adentro y afuera me da una cierta combinación y ventaja de tener diferentes perspectivas a las de otros escritores, por ejemplo el sueco Mankell escribió sobre China, pero desde África, donde vive mayormente. Y otros escritores occidentales lo han hecho. Yo creo tener esa ventaja doble.

¿Hay una tradición de novela policial en China?

Hay un género muy popular que habla de los qingguan. Son historias sobre crímenes pero el principal personaje no es un detective, sino un oficial o un juez incorruptible. Un caso famoso fue el Juez Di, de la Dinastía Tang, siglo VII, que luego fue ministro de la corte. Sus historias llegaron a la literatura muchos siglos después. Otro fue el juez Bao. Pero esas historias de qingguan no involucran investigaciones. No hay policías sino oficiales y jueces incorruptibles. El suspenso no se construye en torno a quién es el asesino (lo tradicional en nuestras novelas), sino en cómo los malos pueden ser castigados. Y en general los malos son poderosos. En China la figura de un detective privado, como podría ser Sherlock Holmes, no es legal. Debes ser parte del sistema legal policial para investigar. Y lo que puede hacer un policía es limitado, porque la pericia la debe dirigir un oficial superior.

Muchas veces los casos del inspector Chen se resuelven menos por el trabajo de la razón que por la casualidad. ¿Podríamos leer en eso algo de la inexorabilidad del destino como un rasgo de la mentalidad china?

También es algo distinto a las novelas de Sherlock Holmes. En China se cree que si alguien hace algo malo, lo pagará tarde o temprano. Hay algo sobre el destino. Es una larga tradición cultural. Pero es distinto a, por ejemplo, las historias Sherlock Holmes. Una vez leí que esas historias podían dar seguridad al lector, de que la justicia llegaría.

En los policiales tradicionales (Chandler, Aghata Christie, los primeros cuentos de Rodolfo Walsh) se resuelve el crimen y ya. En su generación, como la de Mankell, se apela al poder más fuerte, el Estado, una gran corporación. Se resuelve un crimen, pero el marco que lo hizo propicio continúa. ¿Comparte esa diferencia?

La veo, y es más realista. El mismo Chen Cao ve que lo que puede hacer es limitado, se da cuenta de sus límites para cambiar determinadas cuestiones sociales. En mi próxima novela, que saldrá en Argentina en 2014, al final verán que queda un final algo abierto. No tiene aún título en español, en inglés se llamó El enigma de China, lo cual me fue sugerido por el cuadro El enigma de Hitler, de Salvador Dalí, que vi en Madrid.

¿No se descubre al asesino, como en las otras?

Chen sabe quién es el “chico malo”, tiene las evidencias, pero hay temas fuera de control, el final deja más interrogantes. Algunos lectores se sorprendieron, ¿cómo será el proceso de castigo? El asesino fue descubierto pero ¿será castigados o no? ¿seguirá el peligro o no?, más allá de las evidencias que encontró Chen.

Ud. escribe en inglés, ¿cómo es ese proceso? A veces uno piensa en un idioma, a veces en otro

Escribí todas mis novelas en inglés En chino había escrito anteriormente poesía y una historia corta. Sí, hay diferencias si uno escribe en chino y se traduce a inglés, es difícil, lleva más tiempo.

¿Cuánto sacrificó de cultura china para ser entendido mejor en occidente?

Pensé mucho en eso. En mis novelas una cosa que hago es tratar de explicar, de describir tal o cual costumbre, tal o cual cosa. Y sí, hay cosas que se sacrifican. Debo estar seguro de que se entienda. Cuando escribí Seda Roja hablo de un tipo especial de vestido mandarín, muy tradicional: el qipao. Hay una palabra específica en inglés para ese vestido. Pero nadie la conoce. Entonces renuncié a escribirla y usé directamente qipao o vestido  mandarín, que son más conocidas. No puede poner una nota al pie.

¿Cómo reciben sus novelas los lectores chinos?

Hay cuatro publicadas en China. Desde luego está la censura. Y hay cosas que en las ediciones chinas debieron cambiarse. La palabra Shanghai, por ejemplo, escenario principal de mis novelas, se cambió por una “H.” En medio de los ideogramas chinos aparece, en letra occidental, apenas una H, como para que no se sepa de qué lugar se habla. ¡Es tan ridículo, todo el mundo lo sabe, todos pueden reconocer a Shanghai! Algunos lectores chinos no están muy felices con mis historias, cuestionan lo que ven como una crítica social. ¡Pero hoy en Internet se leen muchas más críticas! No es del todo mi “culpa” vivir afuera. Algunos de mis libros habían sido cancelados. Pero viajo básicamente sin problemas a China. Sin visa de escritor pero como profesor.

¿Siente influencias de Hammett, Chandler, Agatha Christie, los clásicos?

Los he leído y me encantan. Y agrego las novelas de Maj Sjöwall y Per Wahlöö sobre el inspector Martin Beck. Desde luego los posteriores escritores suecos de novela negra como Henning Mankell, también.

En El crimen del lago, Chen se enamora de la protagonista. En Visado para Shanghai uno esperaba lo mismo entre Chen y la agente estadounidense que llega a China para investigar un caso. Pero no ocurre, aunque está latente…

Un romance entre un funcionario chino, en este caso un inspector policial, y una americana… podría impedir que él siguiera ascendiendo en su carrera. Conozco casos en que eso ha pasado en la realidad. El Partido no confiará nunca más en ti si haces eso.

Categorías: Cultura

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