Un enólogo en viñas lejanas

18 julio, 2013

China: quién te ha visto y quién te va a ver (y II)

Liu Xuesheng, responsable de marketing de bodegas Changyu, una de las más importantes en China.

El enólogo español Antonio Palacios describe en estas notas su sorpresa por la calidad de los vinos, la tecnología y el conocimiento de sus enólogos tras aprender de la escuela francesa. Según el especialista, China podría llegar a ser el primer productor de vino del mundo en 50 años.


China: quién te ha visto y quién te va a ver (I)

Por Antonio Palacios

Recientemente estuve viajando por una de las regiones de China más importantes en la producción de vino. Caí rápidamente cautivado por la magia global del país e impresionado por su realidad más próxima, muy diferente de la que solemos moldear en nuestra imaginación. El desarrollo industrial es avasallador, el ritmo de crecimiento imparable. Los nuevos rascacielos surgen como ramilletes gemelos de la nada y las bodegas, centrándonos en lo nuestro, son espectaculares, muy bien dotadas de tecnología, modernas y elaborando vino muy correcto, algunos asombrosos cualitativamente hablando, como los vinos ‘top’ de algunas bodegas: supremos, incontestables.

La producción de vino en China. Actualmente China cuenta ya con una superficie de unas 580.000 hectáreas de viña y posee casi el 10% de la producción de uva del mundo. China es ahora el quinto productor, ya por delante de Argentina y amenazando a USA. Tiene unas 500 bodegas en funcionamiento y producen unos 14-15 millones de hectólitros según las estimaciones de la OIV, frente a los 6,5 millones producidos en el 2008 y los 0,5 millones que se producían en el año 2004.

No sería ninguna tontería imaginar que China podría ser el primer productor mundial de vino en 50 años dado los esfuerzos que está haciendo para insertarse como un jugador de primerísimo nivel. La elaboración de vino está muy concentrada en pequeños productores, pero unas diez bodegas dominan más del 30%, siendo los principales protagonistas COFCO (que pertenece al estado), Changyu, Weilong y Dinasty. Uno de los bastiones del vino en China es Yantai (Shandong), donde más concentré mi viaje y estratégicamente situada entre Beijing y Shanghai.

Sin embargo, dado el inmenso tamaño del gigante asiático, la producción está muy repartida ante la vocación solidaria de abastecer a los mercados locales. El crecimiento en las principales regiones es imparable, apareciendo nuevas bodegas que ofrecen cada vez mayor calidad en sus vinos para satisfacer a los nuevos amantes de esta bebida y con el propósito de colmar las necesidades enológicas del país que, por cierto, aumentan ahora a un ritmo mucho más elevado, teniendo que incrementar las importaciones de otros países.

Mirando hacia atrás, el vino de producción nacional chino ha sido minusvalorado desde el principio, cuestionándose su cualidad y su producción no regulada. Para desarrollar vinos de calidad ha sido necesario asimilar técnicas vitivinícolas, aprendizaje y conocimiento, pero de forma magistral estos elementos han sido ya adquiridos. Muchos enólogos y expertos, principalmente francófonos contratados por las bodegas, han dejado su impronta y su experiencia en forma de legado y todo el mundo sabe que los chinos aprenden rápido, siendo en estos momentos autosuficientes a nivel técnico.

La industria enológica china es, por lo tanto, relativamente joven y ahora cuenta con una masa crítica de viticultores y enólogos bien formados y que saben muy bien lo que se traen entre manos y lo que se necesita para elaborar buenos vinos.

El consumo de vino en China. El detonante del consumo en China surgió a principios de los 90, después de fracasadas políticas agrícolas estatales muy enfocadas en los cereales, cuyos excedentes iban para la destilación. Animados por el gobierno, se compraron inmensas cantidades de vino barato importadas de Suramérica y del Sur de Europa, mezcladas posteriormente con producto local que era vendido como ‘vino chino’.

El experimento había comenzado y mostró rápidamente su éxito. En 1997, los efectos saludables del consumo de vino tinto fueron promulgados oficialmente y comenzaron a desarrollar la viticultura nacional. Por esta razón, la producción de vino chino está centrada en un 90-95 % en tinto y sólo un 5-10 % en blanco, siendo los varietales más visibles el cabernet sauvignon, merlot, shiraz, chardonnay y riesling.

Se estima que China consume actualmente unos 18 millones de hectólitros, por lo que aún mantiene un déficit de unos 3 o 4 millones de hectólitros que se equilibran gracias a las importaciones, principalmente chilenas y francesas, sin menospreciar los graneles españoles, que son muy importantes en volumen.

El consumo per cápita se estima en 1,25 litros por persona y año, lo que son valores bajísimos comparados con otros países. No obstante, a pesar de que sea difícil que se llegue a los estándares de consumo occidentales, la tasa de crecimiento aumenta a buen ritmo. Para poder abastecer la demanda, las grandes marcas chinas compran vino a granel. De esta forma, España vendió cerca de 90 millones de euros de vino en China en el 2012. Casi el 30% de esta cifra es vino barato sin embotellar que después se envasa en destino bajo el nombre de otra marca comercial. Los vinos europeos copan alrededor del 66 % de las importaciones chinas.

China: quién te ha visto y quién te va a ver (II)

Analizábamos ayer la producción y el consumo del vino en China. Nos falta un factor importante como es el precio del vino en China. En este sentido, la velocidad de transformación de la clase alta y media China ha sido absolutamente extraordinaria. El vino es consumido casi de forma exclusiva en estos segmentos y los productores se dirigen descaradamente a ellos.

Antaño, los vinos producidos en China tenían escaso valor y su precio de comercialización rondaba los 3 o 4 euros. Pero ahora, las mismas bodegas productoras están adoptando los métodos de elaboración europeos y comienzan a desarrollar vinos cuyo coste es elevado, comparado con Europa por ejemplo. El vino en China es caro, los márgenes de las bodegas chinas son aún muy altos, los costes de almacenamiento y transporte también y, además, el vino soporta grandes impuestos, mientras que sobre los importados pesan también importantes aranceles.

Para el grueso de la población china, el precio es un factor crítico a la hora de la compra, y el vino resulta muy caro frente otras bebidas alcohólicas como los licores tradicionales o la cerveza. Por ejemplo, una bodega debe contar que su precio se multiplicará por cerca de 3 para llegar a un establecimiento minorista (supermercado de productos de importación) y por 7 u 8 en la carta de vinos de un restaurante. Pero a esta situación no se ha llegado al azar: la estrategia está definida a nivel de sastre de alta costura. ¿Para qué hacer vinos baratos si los que los beben pueden pagarlo bien? Interesante pregunta, aunque aún mas interesante es esta otra: ¿Qué ocurrirá si el consumo de vino baja a otros segmentos menos pudientes de la sociedad?

El negocio del vino actual en China. Seguramente en respuesta a la última pregunta, surge este párrafo. Actualmente los inversores chinos están extendiendo sus alas al exterior, testigo de esta situación son los rumores de bodegas riojanas que se dejan seducir por posibles compradores chinos o por ejemplo, la reciente notica ya confirmada de que el famoso enólogo francés Michel Rolland y su familia han vendido al Grupo Golding de Hong Kong sus bodegas más emblemáticas: Le Bon Pasteur (Pomerol); Rolland Maillet (Saint-Émilion) y Château Bertineau San Vicente (Lalande de Pomerol), lo que ha convulsionado a los bodegueros bordeleses. Estas señales mas que visibles hablan por sí mismas de la estrategia china en el mundo del vino.

Durante años se ha amasado el dorado sueño de que los chinos algún día caerán rendidos y apasionados por el vino. Si este se cumple y la clase media es seducida por tan loable bebida, ¿cómo van a reaccionar sus paternales gobernantes? Posiblemente lo hagan aumentado la superficie vinícola en otros territorios, no creo que esto sea un factor limitante para ellos y, si esto sucede, lo harán buscando una rentabilidad como ya lo saben hacer en otros sectores industriales produciendo enormes cantidades de vino a muy bajo coste, siendo muy competitivos y exportándolo por todo el mundo, además de asegurar mano de obra para su pueblo.

Posibles aranceles

No es casualidad que las señales de alarma empiezan ya a aflorar y China vaya avisando de que ya no es tan dependiente del vino extranjero ni de sus graneles. Una más que posible futura imposición de sanciones en forma de aranceles –véase la respuesta a las medidas provisionales adoptadas por la Comisión Europea contra los paneles solares chinos–, podría dañar a bodegas suministradoras de graneles, como algunas bodegas españolas. En el último lustro, las exportaciones españolas se habían disparado en el país asiático, llegando en algunos ejercicios a duplicarse, pero la marea de vino exportado a China podría revertir su flujo y volver en forma de tsunami. Aún así, no somos las únicas posibles víctimas, ya que Francia también tiembla, no tanto Chile, pues la industria del cobre hace que las relaciones comerciales sean mas equilibradas.

Como colofón final, la reflexión que me hago es preguntarme si realmente el sueño de todos y cada uno de los países más involucrados en la producción acerca de la inserción cultural del consumo de vino en el pueblo chino –lo que convertiría al vino en el nuevo oro negro– o, si por el contrario, el tsunami de vino chino se puede volver en nuestra contra cuando el Gobierno atisbe oportunidad de negocio, pues además de congratular a su pueblo produciendo vino barato, serían capaces de ocupar la base de la pirámide productiva y competir con otros países en un segmento dominado por el vino a granel.

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Categorías: Economía Negocios

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