La Ópera Wu de Zhejiang en Argentina
En el marco de los festejos de los 40 años del establecimiento de relaciones entre Argentina y la República Popular China, la embajada propició el viaje a nuestro país de una compañía de la Ópera Wu de la provincia de Zhejiang, la que tiene la misma población que nuestro país.
La Ópera Wu actuó el sábado 25 en el Teatro 25 de Mayo de Buenos Aires, y el domingo 26 en el Club Atenas, de La Plata (en una función organizada por el Instituto Confucio de La Plata).
La ópera china se presentó con el precedente de un interés desmesurado de los porteños por la China —su última manifestación, en los festejos del Año Nuevo chino fue esperadamente rotunda, con 100.000 personas acudiendo al Barrio Chino y las Barrancas de Belgrano— y la importancia capital que ha cobrado para Argentina la relación con China, país que siendo el segundo socio comercial, condiciona y sostiene el funcionamiento económico de Argentina.
El show, auspiciado por el Standard Bank Argentina, Pan American Energy y Sinopec Argentina, consistió de varios números artísticos, en un menú cuidadosamente variado para que mostrara el ancho de las posibilidades de la ópera china.
El sábado 25, en el Teatro 25 de Mayo, abrió con el episodio de una novia que es llevada a pulso en el palanquín nupcial por cuatro mozos. Bastaban los graciosos movimientos de la danza y de los gestos para que la platea argentina sintiera que lo que estaba sucediendo era pudorosa y veladamente una situación picaresca. Sin conocer la información de este acto representado tradicionalmente, el público rió disfrutando.
Desde la aparición de los primeros actores el vestuario fue deslumbrante. Además de su performance, la Ópera Wu se ha ido convirtiendo en bastión patrimonial del arte de la vestimenta de la zona de Zhejiang, una de las principales productoras de seda de China. El colorido, la materia, la vivacidad, la elegancia y la expresividad de las ropas, además de su carga de siglos de refinación justificaban el show como el desfile de atuendos de un museo vivo.
La expresión más esplendorosa del vestuario fue ejecutada por una bailarina de refinada belleza que interpretó en el acto El hada esparce las flores al hada Chang’e. Sus mangas de 17 metros llenaban el espacio de colores y luces, y traían el sentir que los aromas y las primaveras ancestrales.
San Cha Kou es una historia que se hunde en los siglos. Ren Tanghui estaba protegiendo clandestinamente a un general exiliado, hasta que despertó la sospecha de Liu Lihua, dueño del parador donde se alojaba el grupo. Se apaga la vela y en la oscuridad reinante se desata una fuerte pelea entre Ren y Liu, una exquisita coreografía mezcla de danza y de artes marciales. Entre los rostros se da el contrapunto de una cara impasible y otra de alta expresividad. En la cara de uno de los personajes pudo apreciarse la importancia central que tiene en la ópera china la expresividad de los gestos. Los personajes se darán cuenta al final de que ambos son viejos amigos del general.
Levantó un entusiasmo de aplausos el bailarín mago que cambiaba de máscaras (y la belleza de las máscaras levantaba el asombro) con un sacudón de cabeza o con un golpe de abanico. El realismo tal como lo conocemos en Occidente no parece aportar mucho al arte de la ópera china. La fantasía se cuela por ella a este mundo. Los porteños pudieron volver a ese momento extraordinario de la niñez en que lo imposible está ante sus ojos. Lo irreal se presentó en Buenos Aires con un esplendor remoto e irresistible.
En unos pocos minutos aquel hombre mezcla de conde con fantasma negro apareció con de más de veinte máscaras, mientras ejecutaba malabarismos y bailaba.
Las máscaras representan un lenguaje propio dentro del complejo sistema de signos de la ópera china. Cada una remite a un personaje clásico, con todos sus rasgos y su complejidad. El conocimiento de ese repertorio enriquece la interpretación de las historias y las ejecuciones. Como en todo en la cultura china, siempre hay algo más para descubrir y entender. Esa es la base de su condición enigmática.
Un músico consumado tocó melodías con un xiao y una suona, instrumentos de viento tradicionales (con el Xiao, similar a una flauta, ejecutó con precisión La Cumparsita) y más tarde una joven tan delicada como vibrante de energía, hizo sonar antiguos instrumentos de cuerdas que llenaron la sala de aires de antiguas montañas bajo la lluvia, grullas y flores de cerezo mecidas por la brisa.
Un ensemble de tambores, gongs, platillos y otros instrumentos folclóricos brindó un concierto de percusión altisonante y armónico.
Tres actores consumados representaron un fragmento de la leyenda El Puente Roto, una historia de amor entre un hombre y una serpiente convertida en mujer. (La historia es referida por el intelectual chino residente en Argentina Pablo Chen)
Un conjunto de artistas atletas bailarines irrumpió en el último acto para henchir el escenario del frenético movimiento del fuego. Sus trajes amarillos refulgían: eran un dragón, un gigantesco, vertiginoso y espléndido dragón de fuego que volaba, se retorcía, flameaba y perseguía una bola de fuego por el cielo de la fantasía eterna.
A los occidentales se nos hace irresistible el juego de las cajas chinas, las cajas adentro de cajas. Se busca a China y la aventura de que aparezca de un salto en esta realidad algo impredecible y extraño, que debe desentrañarse, comprenderse, y en ese entendimiento la realidad acaba no siendo la misma.
Para la mayoría de los argentinos que asistieron al espectáculo fue la primera vez que asistieron a la ópera china. Para bien de nuestro público y de la cultura de nuestro país, es de desear que la divulgación de las presentaciones que harán otras compañías se corresponda con la calidad de este espectáculo milenario, cuidadosamente elaborado y popular en su tierra. La rotunda ovación que los argentinos dieron de pie cuando se bajó el telón no deja dudas en cuanto al entusiasmo y el placer que nos causa el arte del aquel remoto y fantástico mundo.
El Agregado Cultural de la Embajada de China,Han Mengtan, saluda al elenco de la Ópera Wu de Zheijiang.
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