Un goleador cordobés en Shanghai

24 febrero, 2012

 

Por Yuri Doudchitzky

Investigando sobre la situación del fútbol profesional en China, me encontré con que varios argentinos habían estado jugando allá la temporada pasada, entre ellos Luis Salmerón, que había vuelto hace poco al país y al equipo en el que es querido por haber sido uno de sus máximos goleadores: Ferro Carril Oeste. Así que una mañana me acerqué al estadio donde cuarenta años atrás había visto jugar tantas veces al Goma Vidal y a los hermanos Arregui cuando todavía la cancha era de tablones.

El Pupi nació en Córdoba, debutó en primera en Ferro en el 99 y pronto cumple 30 años. Durante el 2011 jugó para el Shanghai Shenhua, uno de los principales clubes de la liga mayor china, el mismo equipo que acaba de adquirir al francés Anelka, que con 32 años, comienza su carrera en China cobrando 250.000 dólares semanales.

 


— Cómo fue que llegaste a jugar en China?

 

— Ya habían venido a buscarme dos veces y las dos veces rechacé la oferta. Yo no sabía nada de China y era más joven. La tercera vez vi que era una buena oferta, que podía hacer una diferencia. Era mucho más de lo que se gana acá en el ascenso. Y acepté.

— ¿Qué sabías de China en ese momento?

— Nada. Alguna vez había comido chopsuey. Y había visto China en las películas americanas. Un montón de callejones misteriosos.

— Contame tu primer impresión.

— Yo había visto un poco por Internet y había visto que era una ciudad moderna. Cuando llegué al aeropuerto era impresionante. Yo iba con mi representante y el chino que me fue a buscar. No hablaba, miraba por la ventanilla y no entendía nada. Llegué en enero, era invierno. Los dos primeros meses fueron difíciles. Muchas veces lo único que quería era ponerme a llorar. En marzo llega mi mujer con mi nena de dos años y ahí empiezo a sentirme mejor. Shanghai es una ciudad muy moderna hay un montón de cosas para hacer. Restaurantes de todo tipo, comida italiana, española. Del consulado argentino nos invitaban cuando había una fiesta patria. Conocimos unos chilenos, unos colombianos. Al final la pasamos bien.

— ¿Alguna anécdota graciosa?

— Graciosa no. Pero un día entramos a un restaurante a comer. Yo llevaba en un papel anotado algunos platos que podíamos comer. Allá la comida no tiene nada que ver. Algunas cosas las probé y estaban bien. Otras me las sacaba de la boca porque no las aguantaba. Ese día veo que hay unas pastas y le pido eso a mi nena. Apenas la prueba se pone roja y empieza a llorar. No sabés lo que eran de picantes. Y no sabíamos cómo hacer para quitarle el ardor de la lengua.

— ¿Pudiste recorrer China?

— Sólo cuando íbamos a jugar. Estuve en Shenzhen, Beijing, Guangzhou, Liaoning. La que más me gustó fue Nanjing. El nombre no me lo olvido porque nosotros vivíamos cerca de Nanjing Road. Mi esposa sí pudo visitar más. Por ejemplo fue a visitar a los guerreros de terracota, en Xi’an.

— ¿Cómo te trataron en la relación profesional?

— Muy bien. Cumplieron con todo. No me puedo quejar. Vivía en un buen lugar y ahí nomás teníamos una especie de club en un barrio cerrado. Nunca tuve problemas. Incluso cuando me vine para acá me faltaba cobrar los últimos cuatro meses y me los enviaron antes de que los reclamara.

— ¿Qué pensás del fútbol chino?

— El fútbol chino es diferente. Se juega rápido a uno o dos toques. Tratan de tener buena técnica. Y eso a mí me sirvió, porque no soy un jugador con buena técnica. Yo creía que los chinos no saben jugar al fútbol pero me encontré con algunos buenos jugadores. Claro que el nivel de los equipos es inferior al nivel argentino. Sobre todo que ahora en Argentina se está muy pendiente del resultado. Allá veías que perdíamos un partido y a los chinos mucho no les calentaba.

— ¿Cómo te entendías con el director técnico?

— En el año tuvimos tres directores técnicos. Dos chinos y uno croata. Con el croata fue más difícil. Con los chinos teníamos un traductor que nos traducía al español a mí y a dos jugadores colombianos. Con el croata era más difícil porque hablaba en croata. Luego traducían al chino y de ahí nos traducían al español. Los técnicos chinos están muy por abajo del nivel de los argentinos. No aprendí nada con ellos pero eran tipos relajados, tranquilos. El croata, sí era un técnico de nivel, pero era un tipo muy rígido, muy duro y nos tenía cortitos, especialmente a los chinos.

— ¿Volverías a jugar a China?

— Sí. Yo fui por la plata, se hace una buena diferencia. Además, al final la pasamos bien. Si me llaman vuelvo.

 

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