Cooperación científica y tecnológica entre China y Argentina

18 diciembre, 2025

En el Congreso Internacional de Estudios Argentinos 2025, que tuvo lugar en Beijing el 12 de diciembre organizado por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales, la profesora Ding Bowen presentó la ponencia “Cooperación científica y tecnológica entre China y Argentina: Navegando entre cambios hacia un futuro compartido”, que reproducimos a continuación.

Cooperación científica y tecnológica entre China y Argentina: Navegando entre cambios hacia un futuro compartido

Por Ding Bowen

En el actual panorama económico global impulsado por la innovación y la transformación tecnológica, la ciencia y la tecnología se han convertido en factores clave para el crecimiento económico y la competitividad nacional. China, como potencia científica y tecnológica en rápido ascenso, siempre ha considerado la cooperación internacional como un componente esencial de su estrategia de innovación. Argentina, con su sistema científico-tecnológico maduro y recursos naturales estratégicos, representa un socio potencialmente significativo para China en la región. Este artículo analiza los fundamentos, logros y perspectivas futuras de la cooperación científico-tecnológica entre China y Argentina, examinando el impacto que el gobierno de Javier Milei, que asumió el poder en diciembre de 2023, podría tener en el ecosistema de cooperación científica y tecnológica entre China y Argentina.

El sistema científico-tecnológico argentino: continuidades y potenciales cambios bajo el gobierno de Milei

Argentina posee una larga tradición en investigación científica, respaldada por un sistema educativo sólido y una comunidad científica activa. Según el Índice Global de Innovación 2023, Argentina ocupa el sexto lugar en Latinoamérica, destacándose en áreas como la nanotecnología, la biotecnología y las ciencias espaciales. El Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación está estructurado alrededor de un marco legal que promueve la investigación y la transferencia tecnológica. La Ley 25.467 de 2001 establece bases para la promoción de actividades científicas, incluyendo la creación de institutos de investigación y la promoción de la innovación tecnológica.

Argentina cuenta con una red de instituciones de investigación públicas y privadas, universidades, centros tecnológicos y empresas innovadoras. Estas instituciones trabajan en conjunto para abordar desafíos nacionales y generar soluciones tecnológicas aplicables. El CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) desempeña un papel central en este sistema, siendo el principal organismo de investigación científica y tecnológica del país y promoviendo la colaboración entre diferentes actores del sistema.

Además, Argentina ha implementado estrategias como el “Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030”, que busca fortalecer el vínculo entre investigación y desarrollo productivo. Este plan establece prioridades en áreas estratégicas como la nanotecnología, la biotecnología, la energía renovable y la tecnología espacial, fomentando la colaboración entre el sector público y privado. Programas como “RAICES” también juegan un papel clave, dirigiéndose a la fuga de cerebros mediante la provisión de becas y apoyo financiero a investigadores argentinos en el extranjero, incentivando su regreso y contribución al desarrollo científico y tecnológico del país.

Sin embargo, la llegada al poder de Javier Milei, con un discurso que enfatiza la drástica reducción del gasto público y la minimización del rol del Estado, plantea interrogantes sobre el futuro del financiamiento y la orientación de la política científica nacional. El “Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030” podría enfrentar revisiones o ajustes en sus prioridades y mecanismos de implementación. El enfoque del gobierno de Milei en la liberalización económica y el fomento del sector privado podría, en teoría, reorientar parte de la innovación hacia modelos más basados en el mercado. Existe el riesgo de que recortes presupuestarios afecten áreas de investigación básica o estratégica que dependen históricamente de fondos públicos.

Cooperación científica y tecnológica China-Argentina: logros consolidados y un contexto en evolución

La cooperación bilateral ha producido resultados tangibles y prometedores a lo largo de las últimas dos décadas, estableciendo una sólida base material e institucional para la colaboración futura. Uno de los pilares más significativos ha sido la creación de infraestructura de investigación conjunta, destacándose el establecimiento de laboratorios binacionales. Estos centros, particularmente activos en áreas de agro-tecnología y desarrollo verde, han servido como plataformas concretas para la transferencia de conocimiento, la innovación cooperativa y la adaptación de soluciones tecnológicas a contextos locales específicos, generando un impacto directo en la productividad y sostenibilidad de sectores clave.

En el ámbito estratégico de la cooperación espacial, los logros han sido particularmente emblemáticos. La colaboración sostenida entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) de Argentina y sus contrapartes chinas ha fructificado en el desarrollo y lanzamiento conjunto de satélites. Estos proyectos no solo representan un hito tecnológico bilateral, sino que proveen capacidades cruciales para la observación terrestre, las telecomunicaciones y la gestión inteligente de recursos naturales, beneficiando directamente la planificación económica, ambiental y social de ambas naciones. Esta colaboración posiciona a ambos países como actores relevantes en el espacio ultraterrestre con fines pacíficos.

Paralelamente, se ha cultivado de manera sistemática el intercambio del capital humano, el activo más valioso para la innovación. A través de una red de programas de becas, misiones de investigadores y formación especializada, facilitados por acuerdos intergubernamentales, se ha tejido una comunidad científica trasnacional. Este flujo bidireccional de talento no solo fortalece los proyectos en curso, sino que siembra las semillas para futuras colaboraciones al crear redes profesionales duraderas y un profundo entendimiento mutuo de los ecosistemas científico-tecnológicos respectivos.

Mientras tanto, el enfoque de la nueva administración argentina introduce variables que podrían influir en la dinámica de cooperación.

Mientras tanto, el enfoque de la nueva administración argentina introduce variables que podrían influir en la dinámica de cooperación. Por un lado, el énfasis en sectores primarios para la generación rápida de divisas—como la agroindustria, la minería y la energía—podría intensificar la colaboración en tecnologías aplicadas a estos campos, como la agricultura de precisión, la minería sostenible y la logística, especialmente con socios como China. En paralelo, proyectos de investigación básica o en áreas sociales podrían recibir menor respaldo interno, lo que obligaría a una participación más activa de fondos internacionales para su sostenimiento.

Por otro lado, la promoción de Asociaciones Público-Privadas (APP) y la búsqueda de inversión extranjera directa podrían facilitar un mayor involucramiento de empresas tecnológicas chinas en proyectos clave de infraestructura, digitalización y energía en Argentina. Este nuevo modelo de financiamiento y gestión podría abrir la puerta a una colaboración más estrecha en sectores estratégicos, con empresas extranjeras asumiendo un rol más prominente en el desarrollo tecnológico del país.

En cuanto a la geopolítica, aunque el gobierno de Milei ha expresado una orientación pro-occidental y ha criticado a gobiernos de izquierda en la región, en la práctica la relación económica con China es profundamente interdependiente. China es el principal socio comercial de Argentina y una fuente clave de inversiones en infraestructura y sectores estratégicos. Por ello, es poco probable que se produzca una ruptura de los lazos científico-tecnológicos ya establecidos. Sin embargo, el tono diplomático y el ritmo de nuevos acuerdos podrían ajustarse. En este contexto, la cooperación científico-tecnológica, por su naturaleza práctica y concreta, podría funcionar como un factor de estabilidad en la relación bilateral, incluso en medio de posibles tensiones ideológicas.

Oportunidades y retos futuros en el nuevo contexto

Frente a este escenario dinámico, la cooperación bilateral se enfrenta a un conjunto renovado de oportunidades y desafíos que definirán su rumbo en los próximos años.

Por un lado, emergen oportunidades significativas derivadas de la convergencia entre necesidades urgentes y capacidades complementarias. La urgencia de Argentina por modernizar su infraestructura, aumentar la productividad y desarrollar sectores exportadores encuentra una fuerte sintonía con las capacidades demostradas por China en construcción, digitalización y tecnologías industriales avanzadas. Esta complementariedad se ve potenciada por las circunstancias fiscales actuales, donde los mecanismos de financiamiento ofrecidos por China -como líneas de crédito, fondos de cooperación Sur-Sur e inversiones directas- podrían adquirir una relevancia estratégica para materializar proyectos tecnológicos específicos. Además, la creciente exigencia de demostrar impactos tangibles podría reorientar la cooperación hacia iniciativas más firmemente ancladas en las cadenas productivas y en la solución de problemas sectoriales concretos, optimizando así su utilidad práctica y su visibilidad social.

Sin embargo, este camino no está exento de obstáculos considerables que requieren una gestión prudente y prospectiva. La incertidumbre institucional derivada de las transformaciones en la estructura del Estado argentino podría haber afectado la continuidad de los interlocutores y la ejecución fluida de proyectos, exigiendo una renovada labor de diálogo y adecuación institucional. Simultáneamente, existe el riesgo inherente de que una visión cortoplacista, comprensible en contextos de urgencia económica, menoscabe aquellos proyectos de investigación y desarrollo de mayor riesgo pero también de mayor potencial transformador a largo plazo, que son justamente los que cimientan la soberanía tecnológica futura.

La forma en que ambos países naveguen este complejo equilibrio entre aprovechar las oportunidades inmediatas y salvaguardar los intereses estratégicos de largo plazo determinará no solo la profundidad de su asociación tecnológica, sino también su capacidad para generar un modelo de cooperación Sur-Sur genuinamente innovador y sostenible.

A modo de conclusión, se observa que los logros acumulados en la cooperación científico-tecnológica entre China y Argentina han creado una base sólida y una red de actores institucionales con intereses establecidos, factores que otorgan resiliencia a la colaboración. El gobierno de Javier Milei introduce un nuevo conjunto de políticas y prioridades que, más que anular la cooperación existente, probablemente la reconfigurarán.

Es evidente un énfasis mayor en los proyectos con retorno económico tangible, vinculación con el sector privado y aplicación inmediata en sectores prioritarios para Argentina. Esto podría alejar el foco de algunas áreas de ciencia básica, pero también podría hacer la cooperación más visible y demandada por actores económicos.

Para China, Argentina sigue siendo un socio relevante en América Latina debido a sus recursos, capacidades humanas y posición geopolítica. La adaptación a las nuevas reglas de juego locales, manteniendo el principio de beneficio mutuo y respeto a la soberanía tecnológica, será clave. Para Argentina, la cooperación con China representa una oportunidad para atenuar los efectos de una posible contracción del apoyo estatal a la innovación, accediendo a financiamiento, tecnología y mercados.

A nivel regional, el caso argentino será observado de cerca. Un resultado exitoso de esta cooperación en el nuevo contexto podría servir como modelo adaptable para otros países de la región que enfrenten tensiones similares entre restricciones fiscales y la imperiosa necesidad de innovar para desarrollarse. El futuro de esta relación dependerá de la habilidad de ambos lados para encontrar un nuevo equilibrio pragmático entre visiones de desarrollo, donde la ciencia y la tecnología sigan siendo un puente para el progreso compartido, más allá de las diferencias ideológicas coyunturales.

* Profesora de la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing.

Categorías: Educación

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