A qué juega China detrás de sus Juegos Nacionales
Por primera vez se realizan en tres sedes – Guangdong, Hong Kong y Macao – en una señal de reivindicación de los principios de “una sola China” y “un país, dos sistemas”. Las claves de una mini-olimpíada en la que la unidad va por el oro.
Por Fernando Capotondo. Mientras las crónicas deportivas de los XV Juegos Nacionales de China hablan de nuevos récords, carreras históricas e inauguraciones con dragones y robots, Beijing desarrolla una jugada de alto impacto simbólico. La popular competencia, una especie de Olimpíada casera, se celebra por primera vez en tres sedes – Guangdong, Hong Kong y Macao -, en una descentralización que busca ratificar que el principio de “una sola China” y la fórmula de “un país, dos sistemas” no son consignas vacías, sino políticas de Estado que apuntalan la unidad territorial como si fueran una disciplina esencial, de esas que no admiten derrotas.

Para entender esta elección nada inocente de las sedes es preciso recordar que, por un lado, Guangdong es una provincia continental, y por el otro, Hong Kong y Macao tienen el estatus de Regiones Administrativas Especiales (RAE), es decir, funcionan bajo su propio sistema político, legal y económico. Todos pertenecen al mismo país, incluso integran el Gran Área de la Bahía (GBA), pero cada cual atiende su juego en cuanto a organización interna. De ahí, la importancia de organizar un evento de la magnitud de estos XV Juegos Nacionales, “como una señal al mundo de una inquebrantable unidad nacional a pesar de las diferencias”, como destacaron desde el Consejo de Estado chino y el Comité Olímpico Chino, al anunciar la idea en 2023.
Dos años después, el domingo pasado, el presidente Xi Jinping utilizó la vidriera de la ceremonia de inauguración – realizada bajo el lema “Raíces compartidas, corazón compartido, sueño compartido” – para volver a destacar la organización tripartita del “evento multideportivo de mayor escala y de más alto nivel de China”, según su enfática calificación. “La gran área de la bahía Guangdong-Hong Kong-Macao es una de las regiones más abiertas y dinámicas económicamente de China, y el objetivo es convertirla en eje estratégico para el nuevo paradigma de desarrollo de alta calidad”, agregó Xi al reivindicar la señal de unidad en la región.

Eso no fue todo. Los elogios a esta articulación territorial se repitieron, con argumentos más o menos parecidos, desde el acto de inauguración en Guangdong hasta los primeros días de competencias en las sedes. Mientras el jefe ejecutivo de Macao, Sam Hou-fai, afirmó que “los XV Juegos Nacionales contribuirán a construir un futuro más brillante como ejemplo de la importancia de la política de ‘un país, dos sistemas’”, su par de Hong Kong, John Lee Ka-chiu, sostuvo que “esta edición no solo representa una innovación, sino que también acelera la integración de Hong Kong en el desarrollo general del país”, según reportó China Daily.
En esa misma línea, la cadena estatal de televisión CGTN consignó que los XV Juegos Nacionales “ponen la integración de la GBA en modo rápido, con el aporte de tecnología inteligente de Hong Kong, el impulso de turismo temático de Macao y el soporte logístico principal de Guangdong, articulando un modelo donde deporte, industria y región se conectan”. Es decir, el principio de una sola China en su más práctica expresión.

China saludable
Nacidos en 1959, una década después de la creación de la República Popular, entre los objetivos iniciales de los Juegos siempre estuvo reforzar el principio de unidad nacional, en el marco de un gobierno que buscaba desarrollar un evento propio que contribuyera al descubrimiento de atletas y, al mismo tiempo, al desarrollo de una cultura vinculada al deporte y la salud.
Aquellos objetivos parecen haberse cumplido a juzgar por la evolución alcanzada en los 66 años de historia de los Juegos, los 25.000 atletas que hoy compiten en 57 tipos de disciplinas y los logros sociales alcanzados desde 2017, cuando se introdujeron las competencias de participación masiva bajo el lema “Juegos Nacionales para el pueblo, China saludable”.

En efecto, el impacto de los Juegos trascendió a la competencia. Con más del 38,5% de la población realizando ejercicios físicos de forma regular, como admitió el director de la Administración General del Deporte de China (GASC), Gao Zhidan, el interés por la salud corporal derivó en el crecimiento de actividades vinculadas con el fitness y en la creación de una infraestructura que estuviera a la altura de semejante demanda.
Con 4,59 millones de recintos y 4.070 millones de metros cuadrados de instalaciones deportivas a nivel nacional, el espacio per cápita destinado al deporte se triplicó en los últimos 20 años, pasando de solo 1,03 metros cuadrados en 2003 a 3 metros cuadrados per cápita a finales de 2024, según datos oficiales recogidos por CGTN.

En este contexto, el XIV Plan Quinquenal (que termina el próximo mes) ratificó que el deporte se convirtió en un ineludible pilar del desarrollo social y cultural: se vienen construyendo cerca de 2.000 parques deportivos y más de 20.000 kilómetros de pistas de fitness; al tiempo que el gobierno destinó subsidios por 5,65 mil millones de yuanes (más de 790 millones de dólares) para que las instalaciones públicas deportivas garanticen la práctica de gimnasia, danza, tenis de mesa, básquet, bádminton y artes marciales, entre otras actividades. Según el último Libro Blanco del Deporte, publicado por el gobierno central, cerca del 75% de las citadas instalaciones públicas son de uso gratuito o tienen tarifas simbólicas, y su uso aumentó un 18% entre 2020 y 2024, impulsado por la política nacional de “Deporte para Todos”.
Volviendo a los XV Juegos Nacionales, quizás hubiera sido válido detenerse en la hazaña de Yu Zidi, la piba de 13 años que esta semana hizo historia en la natación, o en la competencia de ciclismo que unió los 230 kilómetros entre Guangdong, Hong Kong y Macao. Como crónicas deportivas hubieran sido correctas, pero habrían soslayado que el verdadero juego es otro y, sobre todo, que la actual organización tripartita –que para muchos pasa desapercibida– es el resultado de una cuidada síntesis de deporte y pertenencia. Es mucho más que logística, es un mensaje de unidad. Y en China, los mensajes no suelen lanzarse al azar.

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