Xi Jinping frente a Trump: humor y diplomacia

3 noviembre, 2025

La periodista brasileña especializada en China Iara Vidal analiza en Revista Fórum cómo el líder chino utilizó el humor para responder con elegancia a las acusaciones de espionaje.

La inusual risa de Xi Jinping y lo que nos enseña sobre su diplomacia

Por Iara Vidal. El presidente chino Xi Jinping suele adoptar una postura reservada en los foros internacionales. Rara vez se le ve relajado o improvisando. Sin embargo, esta semana, durante su viaje a la República de Corea (Corea del Sur), el líder chino hizo una rara excepción y reveló, con gestos y palabras, la amplitud de su estrategia de política exterior.

Entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre, Xi llevó a cabo una intensa visita de Estado que combinó la diplomacia bilateral, la cooperación regional y el reposicionamiento global de China .

El 30 de octubre, en Busan, el líder chino participó en un reencuentro histórico con Donald Trump , el primero desde 2019. La reunión, que duró unos 90 minutos, dio como resultado una tregua comercial de un año y marcó la reanudación del diálogo sino-estadounidense tras años de tensión.

Al día siguiente, 31 de octubre, Xi habló en la Cumbre APEC 2025 en Gyeongju, donde abogó por el libre comercio, la cooperación tecnológica y una gobernanza global más inclusiva, reforzando el papel de China como defensora de la integración económica de Asia y el Pacífico.

Al concluir su viaje, el 1 de noviembre, Xi fue recibido en Seúl por el presidente Lee Jae Myung durante una ceremonia de visita de Estado. Ambos anunciaron el fortalecimiento de la asociación estratégica integral entre China y Corea, con nuevos acuerdos en innovación verde, inteligencia artificial, cultura y turismo.

El viaje, marcado por gestos diplomáticos y momentos de ligereza inusuales en el estilo de Xi, se consolidó como un hito en el acercamiento regional y un ejemplo de la diplomacia equilibrada que el líder chino ejerce entre potencias rivales.

El lado humorístico de Xi

En al menos dos ocasiones durante su viaje a Corea del Sur, Xi mostró un lado más humano y humorístico. La primera ocurrió durante su encuentro con Trump, cuando soltó una carcajada después de que el presidente estadounidense le mostrara un papel cuyo contenido, mantenido en secreto por la Casa Blanca , despertó la curiosidad mundial.

El segundo momento distendido tuvo lugar durante el intercambio de regalos con el presidente surcoreano Lee Jae Myung, este sábado (1). Xi obsequió un juego de caligrafía de jade, con pincel y piedra de tinta, y dos teléfonos inteligentes Xiaomi.

Un asesor chino comentó, refiriéndose a los teléfonos móviles, que “la pantalla está hecha en Corea”. Lee respondió en broma: “¿ Es segura para las comunicaciones?” , y Xi replicó, riendo: “Comprueben que no haya puertas traseras”.

El momento, ampliamente difundido por la prensa asiática, contrastó marcadamente con el tono solemne habitual de las apariciones públicas del líder chino.

Go, un juego de estrategia

Lee correspondió con un tablero de Go tradicional, hecho de madera de enebro aromática, y una bandeja lacada de nácar; regalos que reflejaban su interés común por el juego y hacían referencia a un juego de piedras de Go que le regalaron a Xi durante su visita de 2014.

Según el gabinete surcoreano, el gesto simbolizaba el deseo de que las relaciones entre Corea y China se desarrollaran armoniosamente, como una partida de Go.

El Go es un antiguo juego de mesa creado en China hace más de 2500 años. Considerado uno de los juegos de estrategia más antiguos del mundo, es venerado por su profundidad y equilibrio. En el tablero, llamado goban, dos jugadores —uno con piedras negras y el otro con piedras blancas— compiten por rodear territorios y capturar las piezas del oponente.

La sencillez de las reglas contrasta con la complejidad de las estrategias, lo que ha convertido al Go en una metáfora perdurable del pensamiento político y militar chino. En diplomacia, el juego representa sabiduría, paciencia y visión a largo plazo: valores que Xi Jinping ha incorporado a su política exterior.

Una partida de Go con humor diplomático

La reacción desenfadada de Xi ante las preocupaciones de Lee sobre la seguridad de los teléfonos móviles chinos va mucho más allá de una simple broma. En ella se encapsula, con un tono desenfadado, una respuesta simbólica a años de acusaciones de ciberespionaje dirigidas contra China y sus empresas tecnológicas.

Beijing niega categóricamente estas acusaciones, formuladas por Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados occidentales. En declaraciones oficiales, el gobierno chino afirma su oposición a cualquier forma de pirateo informático o espionaje, y considera tales alegaciones infundadas, politizadas y parte de una campaña para difamar al país y contener su influencia tecnológica global.

China también suele señalar la contradicción de sus acusadores, citando el propio historial de espionaje de Estados Unidos, revelado en 2013 por Edward Snowden, quien expuso la vigilancia estadounidense a líderes como Angela Merkel y Dilma Rousseff. Por lo tanto, Beijing sostiene que quienes la acusan carecen de autoridad moral y exige pruebas concretas antes de cualquier acusación pública.

Al igual que en una partida de Go, Xi evita la confrontación directa. En lugar de contraatacar frontalmente, coloca estratégicamente una pieza en el tablero: responde con suavidad, desvía el foco de sospecha y transforma una situación potencialmente delicada en una demostración de seguridad en sí mismo y dominio simbólico.

El gesto transforma la tensión en cordialidad y refuerza, con humor, el espíritu de cooperación y equilibrio que China defiende en sus relaciones bilaterales. Esta táctica refleja la sabiduría confuciana de «responder a la dureza con gentileza» y evoca a Sun Tzu, para quien «el arte supremo de la guerra es vencer sin luchar».

‘Xiplomacia’: Cómo Xi se adapta para construir puentes

Xi Jinping es conocido por un estilo de discurso que combina rigor ideológico, sensibilidad simbólica y cálculo psicológico. En lugar de basarse únicamente en datos económicos o retórica política, el líder chino utiliza gestos, metáforas y referencias culturales para tender puentes y proyectar poder, adaptándose siempre al interlocutor y al contexto.

Tres episodios recientes ilustran claramente esta capacidad de adaptar el tono a la ocasión: el discurso en la Cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia, en octubre de 2024; el artículo publicado en Brasil, en vísperas de su visita de Estado a Brasilia, en noviembre de 2024; y la reunión con Donald Trump en Corea del Sur el 30 de octubre.

La lección rusa

Durante la XVI Cumbre de los BRICS en Kazán, entre el 22 y el 24 de octubre de 2024, Xi Jinping se expresó como un estratega intelectual. Dirigiéndose a Vladímir Putin, citó la novela de Nikolái Chernyshevski, ¿Qué hacer?, obra que inspiró a generaciones de revolucionarios rusos, incluido Lenin.

“Esto me recuerda a una novela de Nikolay Chernyshevsky titulada ¿Qué hacer? La inquebrantable determinación y el entusiasmo del protagonista son exactamente el tipo de fuerza de voluntad que necesitamos hoy en día.”

El gesto fue simbólico. Al recuperar un texto que moldeó el pensamiento socialista, Xi se relacionó con la tradición intelectual rusa sin confrontar el nacionalismo histórico de Putin. Habló de ideas y voluntad política, mientras que el anfitrión suele hablar de fronteras e imperios. Fue un mensaje elocuente: China prefiere vencer mediante el pensamiento, no mediante la guerra.

Poco después, el 17 de noviembre de 2024, en vísperas de su visita de Estado a Brasilia, Xi mostró otra faceta: la del diplomático afectuoso. En un artículo publicado en Folha de S.Paulo , titulado “Con un futuro compartido y una amistad que trasciende las distancias, es hora de navegar juntos a toda vela”, escribió:

El fragmento se viralizó y mostró una faceta poco conocida del líder chino: amigable, espontáneo y con sentido del humor. Al mencionar un símbolo cotidiano de la fauna brasileña, Xi utilizó la jovialidad para transmitir un mensaje político: la amistad entre China y Brasil es natural, estrecha y viva. Fue un gesto de poder blando cuidadosamente calculado.

El juego psicológico con Trump

El pasado jueves 30 de octubre, Xi Jinping y Donald Trump se reunieron en persona por primera vez desde 2019 en Busan, Corea del Sur. La reunión, que duró aproximadamente 90 minutos, dio como resultado una tregua comercial de un año, en la que Washington prometió reducir los aranceles a los productos chinos y Beijing mantuvo el suministro de elementos de tierras raras.

Pero más allá de los acuerdos, lo que llamó la atención fue el estilo diplomático de Xi. Adoptó un tono inusual en la diplomacia china: elogió a Trump, utilizó metáforas marítimas e imitó su lenguaje para congraciarse con él.

“Usted y yo estamos a cargo de las relaciones sino-estadounidenses”, dijo Xi, una frase raramente utilizada por los líderes chinos.

El discurso sonó como un reflejo de la autoimagen de Trump: la de un capitán solitario que dirige el destino del mundo. Xi añadió entonces:

“A pesar de los vientos, las olas y los desafíos, debemos mantener el rumbo correcto y asegurar el progreso constante del gran barco de las relaciones entre China y Estados Unidos.”

La metáfora del “barco” evocaba valentía y liderazgo, virtudes que Trump valora. Xi fue más allá: afirmó que el desarrollo de China “va de la mano con la visión de hacer a Estados Unidos grande de nuevo “. Al citar, aunque indirectamente, el lema “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”, Xi transformó el lema trumpiano en un punto de convergencia simbólica: una precisa maniobra diplomática.

El resultado fue pragmático: Trump celebró la reunión como una victoria personal, mientras que Xi logró concesiones comerciales concretas sin renunciar al poder político. Fue una demostración de refinada diplomacia psicológica, en la que el líder chino transformó la vanidad de su adversario en una herramienta de negociación.

Los múltiples idiomas de Xi

Desde Kazán hasta Brasilia, pasando por Busan y Seúl, Xi Jinping ha demostrado ser capaz de adaptar el tono sin perder el control del mensaje. Esta versatilidad define la « diplomacia de gran potencia con características chinas» : un equilibrio entre tradición, pragmatismo y poder simbólico.

Más que seguir protocolos, Xi transforma cada gesto en un acto de autoridad y confianza nacional, uniendo el equilibrio confuciano y la estrategia marxista-leninista bajo el ideal de “rejuvenecimiento nacional”.

Habla poco, gesticula con precisión y adapta su discurso al público: cita a filósofos en Rusia, elogia a los capibaras en Brasil y utiliza el humor en Corea, siempre con el mismo objetivo de afirmar que China es una potencia estable y predecible.

Categorías: China

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