Seminario “Recordar la Historia, Apreciar la Paz”
Académicos y diplomáticos destacaron el viernes en Argentina el inquebrantable compromiso de China con la paz mundial, durante un seminario en conmemoración del 80º Aniversario de la Victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial.
La actividad fue organizada en Buenos Aires por la Embajada de China en Argentina en cooperación con el Observatorio Sino-Argentino de la Fundación Nuevas Generaciones.
Durante el acto, el embajador chino, Wang Wei, dijo que “China soportó el inmenso sacrificio de más de 35 millones de bajas y resistió la ofensiva en el principal teatro de batalla oriental de la Guerra Antifascista Mundial, realizando una contribución monumental al salvamento de la civilización humana y la salvaguarda de la paz mundial”.
El diplomático dijo además que wl desfile militar realizado el 3 de septiembre pasado en el centro de Beijing “demostró la inquebrantable determinación de China de buscar un desarrollo pacífico, dejó de manifiesto su firme voluntad de salvaguardar la soberanía nacional, la integridad territorial y su capacidad para mantener la paz y la estabilidad mundiales”.
El diplomátivo enfatizó que China es “la única potencia que ha consagrado la vía del desarrollo pacífico en su Constitución y es el miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que ha enviado el mayor número de fuerzas para el mantenimiento de la paz”.
Patricio Giusto, director ejecutivo del Observatorio Sino-Argentino, contó a los presentes su experiencia en China, donde visitó “lugares simbólicos de lo que fue esta terrible tragedia que, como bien dice el título de nuestro evento, debemos recordar para poder apreciar lo invaluable que es la paz»”
En entrevista con Xinhua, Giusto afirmó que “China tuvo un rol decisivo en 1945 en la derrota del imperio japonés para poder precipitar de alguna forma el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, 80 años después, China se ha convertido en uno de los pilares de la paz global, en uno de los principales promotores de la paz global, como ha dicho el presidente Xi en el desfile militar conmemorativo del pasado 3 de septiembre”.
El académico agregó que China “busca tener un protagonismo renovado, como lo tuvo hace 80 años, hoy, pero desde una posición pacífica, de preservar la paz que ya tenemos. Así que eso es algo muy importante. Es el puente entre 1945 y 2025, es una China que sigue con sus mismos principios de coexistencia pacífica, y que, en esa posición tan importante de poder que hoy tiene en el escenario global, ser un garante de la paz”.
También habló el exembajador argentino ante China Diego Guelar (2015-2019), quien repasó las acciones del pueblo chino contra la agresión japonesa y enfatizó que «la clave de la derrota de un enemigo es la unidad. Eso sirve para todos los países en distintas circunstancias».
Por su parte, Jorge Argüello, representante permanente de la Argentina ante las Naciones Unidas entre 2007 y 2011 y e Embajador ante los Estados Unidos entre 2011 y 2013, dijo que el evento del viernes permitió “conmemorar un hecho crucial en la historia de China y sin dudas en la historia de la humanidad, el fin de la guerra de resistencia del pueblo chino contra la invasión japonesa. La lucha del pueblo chino no fue solo una guerra por la supervivencia nacional, fue una contribución esencial a la victoria global contra el totalitarismo”.
A continuación se reproduce el discurso de cierre a cargo del sinólogo Jorge Malena, Director del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y director de la carrera de posgrado “Especialización en Estudios sobre China en la Era Global” (UCA),
Palabras del Dr. Jorge E. Malena
La Segunda Guerra Mundial se configura como un evento fundacional del orden internacional contemporáneo. Sin embargo, la narrativa dominante sobre este conflicto se ha orientado a privilegiar la perspectiva occidental, relegando a un segundo plano el papel desempeñado por China en la victoria aliada.
Esta omisión constituye una distorsión histórica que no solo invisibiliza los enormes sacrificios asumidos por el pueblo chino, sino que también subestima la relevancia estratégica del frente asiático en el desenlace de la guerra global.
La invasión de Japón a territorio chino tuvo lugar en dos etapas: 1931 y 1937, es decir que precedió en varios años al estallido formal de la Segunda Guerra Mundial en Europa. La agresión japonesa contra China, motivada por el expansionismo militarista nipón concebía la conquista de China como paso previo al dominio de Asia.
Por su parte, la “guerra popular prolongada” abrazada por China, se orientó a desgastar al enemigo mediante una combinación de guerra móvil y guerrilla, la cual resultó crucial para contener al 80 % del ejército japonés, a costa de sacrificios humanos colosales.
Las cifras ilustran la magnitud de esta tragedia: se estima que la guerra provocó al menos 35 millones de muertes chinas, en su mayoría civiles. Asimismo, cabe destacar que, más allá de las muertes por combates, se produjeron hechos aberrantes como la Masacre de Nankín, mediante la cual más de 300.000 personas fueron asesinadas. Estas atrocidades, acompañadas por experimentos biológicos, bombardeos sistemáticos sobre Chongqing, etc, revelan la tragedia que debió soportar el pueblo chino.
Por lo antedicho, el análisis del aporte chino en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial requiere superar la visión que reduce su papel a una resistencia pasiva. Por el contrario, el teatro de guerra chino desempeñó funciones decisivas en tres aspectos, a saber:
1ro. Contención militar del Japón en el frente soviético:
Gracias a la resistencia activa de China durante una década, Japón se vió obligado a inmovilizar más de 3 millones de soldados en el frente chino. Por su parte, entre 1937 y 1945, las bajas japonesas en China superaron el millón, lo que limitó la capacidad nipona de proyectarse hacia el norte, en contra de la Unión Soviética. Esta circunstancia permitió que Moscú concentrara tropas en Europa, para atacar a la Alemania nazi, hecho reconocido por el propio Stalin en un mensaje enviado a Chiang Kai-shek en el año 1940.
2do. Amortiguador geopolítico en Asia-Pacífico:
La resistencia china evitó que Japón consolidara un corredor hacia el Sudeste Asiático, lo cual evitó el avance japonés hacia la India. Asimismo, se impidió que Japón liberara treinta divisiones para reforzar el avance en el Pacífico: como señaló el general estadounidense Joseph Stilwell, si China hubiese colapsado, la guerra en el Pacífico se hubiera prolongando dos años más.
3ro. Legado moral y simbólico
Más allá de los factores militares, la resistencia china generó un efecto inspirador en los movimientos anticoloniales asiáticos. Como afirmó el historiador británico de origen indio Rana Mitter, en su obra China, el aliado olvidado, la tenacidad china quebró estereotipos coloniales y revitalizó luchas independentistas en Asia.
¿Cómo puede entenderse entonces el “olvido selectivo” practicado por la historiografía occidental? Esto, a mi entender, habría obedecido a tres factores:
1ro, la impronta ideológica de la Guerra Fría, que diluyó deliberadamente el papel de los comunistas chinos, para legitimar el discurso anticomunista,
2do, la visión anglo-céntrica, que consagra una cronología lineal, donde el eje Asia-Pacífico aparece subordinado, y
3ro, la búsqueda de una hegemonía discursiva, que busca preservar la imagen del “salvador occidental”, minimizando la contribución de países emergentes como China.
A mi entender, esta cuestión de la memoria histórica no debe ser parte de un debate académico, porque tiene su implicancia en las relaciones de poder contemporáneas: admitir el papel de China en la guerra implica cuestionar el monopolio anglo-sajón sobre la interpretación de la historia, reconocer las credenciales de China en la confrontación de la hegemonía, y comprender la firmeza china para resistir las presiones externas, no sólo militares, sino también económicas y tecnológicas.
Fruto de todo lo antedicho, la reflexión sobre el proceso histórico que hoy evocamosinterpela tanto a la academia como a la opinión pública internacional sobre la necesidad de una historiografía más plural y equilibrada. En este sentido, reconocer la centralidad del frente chino es un paso hacia la construcción de un relato histórico verdaderamente universal.
A modo de reflexión final, me permito afirmar que la historia no es un simple depósito de hechos pasados, sino una herramienta para orientar el presente y proyectar el futuro. Recordar el sacrificio del pueblo chino durante la Segunda Guerra Mundial constituye una advertencia frente a los riesgos de repetir los errores que condujeron a la catástrofe.
La actualidad internacional nos demuestra que la paz internacional no puede darse por sentada; su preservación requiere memoria, responsabilidad y cooperación.
Tal como se desprende del análisis, la experiencia de China en el conflicto revela que la resistencia frente a la agresión y la defensa de la soberanía no son consignas vacías, sino condiciones necesarias para un orden global más justo.
En un mundo nuevamente tensionado por hegemonías y rivalidades, recuperar el sentido profundo de la lucha contra el totalitarismo es un acto indispensable para sostener la paz y garantizar que los costos humanos de aquella tragedia no se repitan.
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