“Quien sostiene la Gran Imagen”: el sello daoísta del discurso de Xi Jinping

3 septiembre, 2025

La especialista en relaciones internacionales Herta Manenti analiza el discurso de apertura de Xi Jinping en la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO), en Tianjin, el 1º de septiembre.

Por Herta Manenti. El discurso pronunciado por Xi Jinping en la apertura de la Cumbre “SCO+” en Tianjin el 1 de septiembre de 2025 fue denso, articulado y enfocado en una visión clara: el mundo está en transformación, el sistema internacional ha llegado a una encrucijada, y China pretende desempeñar un papel de estabilización, cooperación y apertura. A lo largo del discurso, Xi abordó los pilares de la narrativa geopolítica contemporánea china: soberanía, multipolarismo, multilateralismo y desarrollo compartido, presentando a su país como una fuerza positiva en tiempos de incertidumbre.

No obstante, es en sus últimas palabras donde el discurso encuentra su clave cultural y simbólica más profunda:

“执大象,天下往。”
“Quien sostiene la Gran Imagen, hacia él se orienta el mundo.”

Aunque en el texto oficial esta frase aparece como si fuera un proverbio chino tradicional, para quienes conocen los clásicos, se revela de inmediato como una cita del Dao De Jing (capítulo 35), el texto clásico atribuido a Laozi (老子), piedra angular del pensamiento daoísta. No es un adorno florido; es el sello simbólico que cierra un discurso que ya ha presentado a China como “centro de atracción” del nuevo orden mundial.

En el Dao De Jing, la “Gran Imagen” (大象 dà xiàng) no designa un objeto visible, sino el arquetipo del Dao, la fuerza invisible que estructura el universo con coherencia, sin imposición. El texto plantea que el mundo se inclina ante quien la encarna “sin sufrir daño”, hallando entonces estabilidad, paz y plenitud. Es la esencia del poder sereno, la fuerza interior que influye respetando naturalidad, encarnada en la doctrina del no-agir espontáneo (自然无为).

Esta frase, al fin del discurso, cumple una doble función poderosa: proclamación y promesa al mismo tiempo. Por un lado, China se inscribe como la Gran Imagen que contribuirá a ordenar el nuevo mundo no por hegemonía o dominio sino mediante coherencia, apertura y visión de largo plazo. Por otro, es una clara afirmación sobre el papel de la cultura china: no como adorno retórico, sino como fuerza creadora del presente y palanca de acción política.

Para quienes estudiamos cultura china, esto representa un claro ejemplo de cómo los líderes chinos integran lo clásico no como mera retórica, sino como estructura operativa de pensamiento y acción. El daoísmo no vive sólo en textos antiguos, sino se refleja en la diplomacia, el orden institucional y la formulación de estrategias estatales. La cita de Laozi no es decoración, sino la culminación simbólica de una estrategia política que sitúa a China como guía apaciguadora del orden internacional: sin dominación, sin estridencia, pero con coherencia y cometido duradero.

Este mensaje es especialmente relevante en un mundo plagado de tensiones, rivalidades y crisis sistémicas. La promesa de encarnar la “Gran Imagen” es la afirmación de una China que propone liderazgo sin fuerza bruta, atracción sin imposición, centralidad sin hegemonía—una visión del poder enraizada en la cultura, no en la coerción.

Categorías: China

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