No habrá más guerras ni olvidos

15 agosto, 2025

El Gobierno de la República Popular China desclasificó miles de documentos y lanzó un virtual plan estratégico por la memoria, en respuesta a la “amnesia” de Occidente con las 35 millones de víctimas chinas en la Segunda Guerra Mundial. El análisis de los sinólogos y los datos históricos que pocos conocen.

Por Fernando Capotondo

El Archivo Estatal de China desclasificó más de 40.000 artículos sobre los 14 años de resistencia a los ataques japoneses, en el marco del creciente interés del gobierno por recordarle al mundo el papel crucial que tuvo el pueblo chino durante la Segunda Guerra Mundial. Ocurre que sus 35 millones de víctimas, 80 millones de desplazados y más de 1.100 ciudades arrasadas constituyen heridas que siguen abiertas, a la espera de un reconocimiento unánime de la comunidad internacional, según reclaman desde Beijing en el 80° aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial, como prefieren llamarlas allá.

Con este objetivo, los actos oficiales de China repiten el mensaje político que el canciller Wang Yi se encargó de poner en agenda en una de sus últimas visitas a Rusia, a principios de 2025: “Debemos apoyar firmemente la justicia internacional y, junto con los pueblos amantes de la paz de todo el mundo, defender la historia escrita con sangre y vidas, además de oponernos a cualquier intento o acción que niegue, distorsione o falsifique la historia de la Segunda Guerra Mundial”.

En virtud de ello, China no solo desclasificó los citados documentos del período 1931-1945, sino que esta semana sacó a la luz casi 4.000 papers sobre los crímenes de guerra cometidos contra el pueblo chino, además de denunciar la responsabilidad de la firma South Manchuria Railways Co. en el financiamiento de los planes militaristas japoneses, informó la agencia Xinhua.

En esta suerte de plan integral por la memoria, el Museo de la Guerra de Resistencia se convirtió en escenario de una megaexposición con 1.525 fotografías y 3.237 reliquias, al tiempo que hasta el 3 de septiembre (fecha oficial de la conmemoración) se presentarán 20 obras de teatro en las principales salas del país y seleccionarán más de 300 pinturas tradicionales, óleos, grabados, esculturas y acuarelas para ser exhibidas en el Museo Nacional de Arte de China, según anunció el viceministro de Cultura y Turismo, Lu Yingchuan.

En materia cinematográfica, mientras crece la expectativa por el estreno de “731”, el filme del director Zhao Linshan sobre la guerra bacteriológica desatada por Japón; la noticia de los 210 millones de dólares que recaudó en apenas 10 días la película “Death to rights” (sobre la Masacre de Nanjing) sigue circulando en los medios de todo el mundo; al tiempo que alrededor de 100 producciones, micro-dramas y documentales restaurados con Inteligencia Artificial (IA) ya superaron los 600 millones de usuarios en las plataformas de streaming (Tencent Video, iQiyi, y Bilibili) y las redes sociales (Douyin, Kuaishou y WeChat Video Channel).

El listado de iniciativas se completa con las series televisivas “Nuestra patria” y “Ocho mil millas de nubes y luna” que China impulsará en 2025, en combinación con un número no precisado de documentales y docuseries sobre la guerra, tal como adelantó el subdirector de la Administración Nacional de Radio y Televisión, Liu Jianguo.

Bajo la lupa

A esta batería de medidas se sumó la virtual “diplomacia de la memoria” que China desplegó desde Rusia a América Latina y el Caribe, con decenas de muestras fotográficas, documentales, conferencias, presentaciones de libros, debates de especialistas y difusión de material histórico. “El 18 de septiembre de 1931, los invasores japoneses dieron inicio a una guerra de invasión a China que duró 14 años. Como principal frente oriental de la Guerra Antifascista Mundial, la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa fue la comenzó más temprano, la que duró más tiempo, la que movilizó más fuerzas y la que causó más víctimas”, explicó el embajador en la Argentina, Wang Wei, en la inauguración de una exposición de fotos históricas de la guerra, realizada hace días en Buenos Aires (foto de abajo).

En este contexto, una de las opiniones más citadas en los medios de China fue la del reconocido historiador británico Rana Mitter, quien reiteró que la resistencia china a las tropas japonesas fue clave en la victoria aliada, aunque reconoció que “80 años después del armisticio, Occidente continúa sin entender qué papel jugó China en el conflicto”.

“China fue el principal escenario de Oriente donde se desarrolló la guerra mundial contra el fascismo, y si se hubiera rendido ante Japón o llegado a algún tipo de acuerdo, la guerra habría tomado un rumbo totalmente distinto”, destacó el profesor de la Universidad de Oxford y autor del libro “La alianza olvidada: la Segunda Guerra Mundial de China, 1937-1945”.

“Todavía se considera que la Segunda Guerra Mundial empezó en Europa, con la invasión nazi de Polonia en 1939. Eso significa que para muchas personas, lo que sucedió antes en China no cuenta realmente como parte del conflicto principal, fue algo secundario desde todo punto de vista”, afirmó el especialista, en referencia al “Incidente de Mukden” de 1931 y al “Incidente del Puente Marco Polo” de 1937 que marcó el comienzo de la Segunda Guerra Sino-Japonesa.

En efecto, los relatos de la Segunda Guerra Mundial siempre hicieron foco en el frente europeo y recién se permitieron mirar de reojo al Pacífico cuando se produjo el ataque a Pearl Harbor. Los libros de historia, las películas y el reconocimiento social fueron dominados por el heroísmo de los Aliados, el Holocausto y la derrota de Japón después de Hiroshima y Nagasaki. “La narrativa occidental prefirió olvidar que la victoria aliada dependió crucialmente del sacrificio chino”, insistió Mitter al diario China Daily.

La postura del sinólogo parece tener cierto consenso puertas afuera de China, a juzgar por la opinión de su colega de la Universidad de Cambridge, Hans van de Ven: “Sin la resistencia prolongada de China, Japón habría tenido libertad para expandirse mucho más por Asia-Pacífico; sin embargo, esa contribución nunca se convirtió en parte central del imaginario bélico occidental”.

“La memoria colectiva occidental privilegió batallas espectaculares y rápidas (como la de Midway o el desembarco en Normandía) frente a las campañas largas y desgastantes que caracterizaron el frente chino”, planteó el autor del ensayo “China en guerra: triunfo y tragedia en el surgimiento de la nueva China”, en sintonía con la mirada de los analistas más escépticos sobre el rol del país asiático.

En esta búsqueda de explicaciones, historiadores que incluso tienen una mirada más escéptica sobre China coincidieron en la coexistencia de, al menos, tres razones principales:

  1. La inmediata Guerra Fría hizo políticamente inconveniente reconocer los logros de lo que pronto sería la República Popular China, un país conducido por el Partido Comunista de China (PCCh).
  • El eurocentrismo de aquellos años intentó minimizar todo lo ocurrido en el frente oriental e, incluso, subestimó hasta un 40% las cifras de bajas en los escenarios de guerra.
  • La división interna china entre el PCCh y el Kuomitang sepultó el recuerdo de lo que había sido una resistencia nacional unificada contra el ataque de las tropas japonesas.

Conscientes de esta situación, y aprovechando el 80° aniversario del fin de aquella contienda global, Beijing profundizó sus reivindicaciones de una memoria histórica frente a lo que considera una omisión por lo menos injusta. En ese contexto, la desclasificación de miles documentos, la apuesta a películas taquilleras estilo Hollywood y la organización de muestras interactivas que atraigan a los más jóvenes, aparecieron como las nuevas apuestas de un plan estratégico contra el olvido que China no dudó en lanzar a pesar del delicado contexto geopolítico.

En efecto, en un mundo que discute guerras económicas, tecnológicas y hasta climáticas, China no parece dispuesta a declarar una guerra por la memoria histórica, aunque sí a hacer todo lo que esté a su alcance para mantener vivo el recuerdo de sus muertos.

“Si dejamos que el mundo olvide a los 35 millones de chinos masacrados, entonces su sangre habrá corrido en vano”, afirmó el escritor chino Mo Yan en el Museo de la Masacre de Nanjing, donde 300.000 personas fueron asesinadas en solo 6 semanas.

Nadie mejor para elegir palabras que un Premio Nobel de Literatura.

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