La propuesta sobre una Comunidad de Destino Compartido
“China, país, imperio, civilización, Estado nación, república popular, fue sometida y humillada durante un siglo, recuperó su soberanía, consiguió recomponerse como un dragón, un long (龙/) y entonces resurgió como un ave fénix, un fènghuáng (凤凰)”, escribe Gustavo Ng en Tektónikos.
La propuesta china sobre una Comunidad de Destino Compartido
Para poner fin a una época de supremacía de un solo país aparece la idea de otro orden.
Por Gustavo Ng (*)
China, país, imperio, civilización, Estado nación, república popular, fue sometida y humillada durante un siglo, recuperó su soberanía, consiguió recomponerse como un dragón, un long (龙/) y entonces resurgió como un ave fénix, un fènghuáng (凤凰).
Hoy se encamina a reposicionarse en el lugar preponderante que ocupó en el mundo durante milenios, en un movimiento que también genera el ocaso de ciertos poderes y otras emergencias, que quieren cobrar cada vez más cara su decadencia y por eso ponen en vilo al mundo entero.
El gobierno de China decide que el nuevo escenario tendrá otras reglas que las que han regido los últimos siglos. Asegura que está trabajando para un mundo que no esté hegemonizado por una potencia y en cambio propone diferentes figuras. Una de ellas es la de una Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad.
La expresión en chino es 人类命运共同体, que se divide en los componentes semánticos 人类 (humanidad o especie humana), 命运 (destino o suerte compartida) y 共同体 (comunidad orgánica o cuerpo).
Connota la visión de un mundo interconectado en el que la humanidad, como una especie unificada, enfrenta un destino común de desafíos globales (pandemias, cambio climático, migraciones, desigualdad). La comunidad implica una estructura colectiva basada en la cooperación, la armonía y el respeto mutuo, resonando con valores confucianos y taoístas. Está presente la idea confuciana de sociedad armoniosa y equitativa; la de interdependencia y flujo natural del destino del taoísmo y la de igualdad y la solidaridad del socialismo con características chinas.
El primer político en enunciar el concepto de Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad fue el presidente Hu Jintao en 2012, durante el 18º Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh). Luego de más de 30 años de entrar al tablero global como un jugador de bajo perfil, pagando todos los derechos de piso, China ya estaba a punto de presentarse con toda su dimensión. Tan prudente había sido hasta ese momento, como entonces comenzó a moverse con toda su solidez y su poder. Esa presentación le tocó al presidente Xi Jinping.
Definición de Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad
En los discursos y textos de Xi Jinping es donde mejor aparece delineada la definición de una Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad (CDCH). En 2013, durante un discurso en el Foro Boao para Asia, Xi planteó la necesidad de una comunidad regional en Asia-Pacífico basada en la cooperación económica y la seguridad mutua. En 2015, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Xi elevó el concepto a un nivel global, cuando dijo que «debemos construir una comunidad de destino compartido para la humanidad, promoviendo la paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad, que son los valores comunes de la humanidad”.En “Xi Jinping: La gobernanza de China (Volumen II, 2017)”, se describen cinco principios fundamentales para la CDCH: un mundo sin conflictos armados, basado en la confianza mutua y la resolución pacífica de disputas; una seguridad colectiva que aborde amenazas tradicionales (guerras) y no tradicionales (ciberseguridad, terrorismo); un desarrollo económico inclusivo que beneficie a todos los países, especialmente a los países en desarrollo; una cooperación global que respete las diferencias culturales y políticas, sin imponer un modelo único, y un enfoque ecológico para proteger el planeta como base de un futuro compartido.
En su discurso en el Foro Económico Mundial de Davos de 2017, el líder chino reforzó esta visión: “La humanidad se enfrenta a una encrucijada. Debemos trabajar juntos para construir una comunidad de destino compartido, donde nadie se quede atrás”.
En el Foro de la Franja y la Ruta del mismo año, Xi describió la iniciativa como un “camino hacia una comunidad de destino compartido”, que ya conectaba a más de 140 países a través de infraestructura, comercio y cooperación cultural. “La Franja y la Ruta es una iniciativa para la cooperación económica, pero también un camino hacia la paz y la prosperidad compartida”, dijo.
Cuando en 2021 propuso en la ONU la Iniciativa de Desarrollo Global para acelerar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, priorizó la reducción de la pobreza y la digitalización, como un paso práctico hacia una CDCH.
Por otro lado, el también secretario general del PCCh conectó la Comunidad de Destino Compartido con el «sueño chino» el lema de su gestión, que lleva como proa el rejuvenecimiento nacional y la prosperidad común interna. En un discurso de 2018 ante el Congreso Nacional del PCCh, afirmó: “El rejuvenecimiento de la nación china está intrínsecamente ligado al destino de la humanidad. Solo logrando la prosperidad común en China podemos contribuir a una comunidad global de destino compartido”.
Sin hesitación, Xi Jinping ha utilizado la CDCH para cuestionar el orden liderado por los Estados Unidos, por ejemplo, en su discurso en la Asamblea General de la ONU de 2020, cuando advirtió que “no debemos permitir que el unilateralismo y el hegemonismo dominen el mundo. La humanidad necesita un nuevo tipo de relaciones internacionales basado en la cooperación y el respeto mutuo”.
La definición de CDCH también puede rastrearse con los contenidos de los libros blancos “China y el mundo en la nueva era” (2019), “La Iniciativa de la Franja y la Ruta: Progreso, contribuciones y perspectivas” (2019), “Cooperación internacional para el desarrollo de China” (2014, actualizado en 2021), y “La Iniciativa de Desarrollo Global” (2023).
Cuestionamientos
El gobierno chino se ha cuidado de decir que la CDCH es una propuesta. No es su proyecto, su plan para las relaciones internacionales, ni mucho menos su designio. Es una oferta, una iniciativa, una invitación. De la misma forma, asegura que no sería construida por China, sino que sería obra del conjunto de países que componen el mundo.
Sin embargo, así como existe una guerra comercial, también se desarrolla una guerra simbólica —ambas iniciadas por Estados Unidos y los demás poderes centrales de Occidente—, y en ese escenario, China es estigmatizada como un poder “maligno” que tendría un propósito tirano de dominar el mundo. Caracterizada de esa manera, cualquier proposición que haga causará recelo, luego será fustigada y acusada de engañosa.
Autores como Jonathan E. Hillman, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, sostienen que la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por su sigla en inglés), pilar de la CDCH, prioriza los intereses chinos sobre los de los países socios. Otros como George Magnus, de la Universidad de Oxford y Larry Diamond, de la Stanford University, aseguran que encubre un proyecto de reconfiguración del orden global para alinear los intereses internacionales de China o ven en la CDCH un eslogan político, argumentando que China no siempre ha actuado de manera consistente con los principios de cooperación multilateral que predica —poniendo ejemplos como las disputas territoriales en el Mar de China Meridional. También sostienen que China busca generar dependencia económica en países en desarrollo, contradiciendo así el discurso de beneficio mutuo.
Cimientos
Fiel al estilo de su diplomacia, China no ha corrido a defenderse. Su respuesta es otorgarle solidez a su proposición, sustanciándola con hechos. El Gobierno viene destacando las contribuciones que hace para cimentar la CDCH, especialmente desde que el timón está en manos de Xi Jinping.
A través de la BRI ha invertido más de un billón de dólares en proyectos de infraestructura, energía y tecnología con los más de 150 países y 30 organizaciones internacionales, incluyendo 21 países de América Latina y el Caribe y 44 países africanos.
Ha defendido el papel central de la ONU y promovido el multilateralismo participando en misiones de paz de la ONU (es el mayor contribuyente de tropas entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad).
Ha tomado el liderazgo en la lucha contra el cambio climático con la ratificación del Acuerdo de París, el impulso de las energías limpias (con más de 380.000 millones de dólares en energías renovables entre 2015 y 2025, es el mayor inversor mundial) y se ha compromiso a la neutralidad de carbono para 2060 y a un pico de emisiones antes de 2030, y ha invertido.
Durante la pandemia de COVID-19 envió vacunas, insumos médicos y equipos a más de 100 países, defendió el acceso equitativo a vacunas como bien público global y lanzó la Iniciativa de la Salud Global.
En el plano financiero, impulsó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) y nuevas plataformas para países en desarrollo fuera de las estructuras occidentales tradicionales.
Fomenta la cooperación con América Latina a través del Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y con África, mediante el Foro de Cooperación China-África (FOCAC), anunciando que financiará proyectos por 51.000 millones de dólares hasta 2027.
Promueve el “Diálogo de Civilizaciones” a través de diferentes días, como las iniciativas “Foro de Civilizaciones” o “Iniciativa para la Civilización Global”.
Muchas de las contribuciones se articulan en torno a las iniciativas de Desarrollo Global (GDI), de Seguridad Global (GSI) y de Civilización Global (GCI). La GDI busca acelerar la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, incluyendo más de 200 proyectos en áreas como seguridad alimentaria, reducción de la pobreza y cambio climático, beneficiando a más de 30 millones de personas. La GSI promueve un enfoque de seguridad basado en el diálogo y la cooperación, mientras la GCI aboga por el respeto a la diversidad cultural y el diálogo intercultural.
Por otra parte, China insiste en que contribuye a resolver conflictos a través del diálogo y la cooperación, rechazando intervenciones militares unilaterales, lo que se evidencia en su postura frente a conflictos como los de Ucrania y Gaza, donde ha pedido soluciones negociadas y ha criticado la mentalidad de Guerra Fría de algunas potencias. Como consecuencia, ha asumido un rol más activo en la mediación de conflictos, especialmente en Oriente Medio. Resultó un éxito rutilante su mediación en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán, contribuyendo a la estabilidad regional. En 2013, propuso un plan de paz para el conflicto palestino-israelí, instando a la creación de un estado palestino con base en las fronteras de 1967 y promoviendo negociaciones basadas en el principio de “tierra por paz”. También ha apoyado propuestas árabes para la paz en Gaza y ha abogado por un alto al fuego duradero en la región. En julio de 2024, organizó una reunión significativa de líderes de 14 facciones palestinas en Beijing, incluyendo a las rivales Hamas y Fatah, con el objetivo de promover la reconciliación interna y la unidad nacional palestina. La cumbre culminó con la firma de la Declaración de Beijing sobre el Fin de la División y el Fortalecimiento de la Unidad Nacional Palestina.
Al mismo tiempo, China ha fortalecido su papel en asociaciones como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el BRICS, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y otras como la Unión Económica Euroasiática (UEE), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y el Foro de Boao para Asia (BFA). Estas asociaciones funcionan como plataformas para contrarrestar la hegemonía de potencias occidentales y fomentar un orden internacional más equitativo.
En 2024 China organizó la Conferencia por el 70.º Aniversario de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, para reafirmar, con la participación de representantes de más de 100 países, los vectores que rigen su propuesta para una CDCH: respeto mutuo por la soberanía e integridad territorial, no agresión mutua, no interferencia en los asuntos internos, igualdad y beneficio mutuo, y coexistencia pacífica.
Apoyos en otros países
Debe destacarse que por razones muy diferentes a los cuestionamientos surgidos de la prédica demonizadora de China de Estados Unidos y sus aliados, también existen resquemores en China respecto de la CDCH. Se debate sobre si el país debería enfocarse más en sus intereses nacionales en lugar de asumir un rol de liderazgo global costoso y algunos intelectuales y empresarios chinos argumentan que el enfoque en la “armonía global” puede limitar la capacidad de China para tomar posiciones más firmes en asuntos internacionales que requieren confrontación. El economista Hu Xingdou ha sugerido en entrevistas que los recursos destinados a la BRI podrían redirigirse a problemas domésticos, como la brecha urbano-rural. El exprofesor de la Universidad de Tsinghua Xu Zhangrun sugirió que la retórica de una comunidad global podría diluir la identidad nacional china y Yan Xuetong, de la misma universidad ha sostenido que debido a la resistencia que despierta la CDCH en EE. UU. y la Unión Europa, sería más conveniente centrarse en acuerdos bilaterales.
Igualmente, es importante mencionar que la CDCH es bienvenida por una cantidad importante de analistas fuera de China. El académico británico Martin Jacques, autor de “When China Rules the World”, considera que la CDCH “enfatiza lo que los países tienen en común, la necesidad de mutualidad y el desarrollo conjunto”, reflejando la capacidad de China para pensar globalmente. Jacques argumenta que, a diferencia de la mentalidad occidental, que a menudo proyecta su modelo como universal, el concepto chino promueve un enfoque inclusivo que respeta las diferencias culturales e históricas. En un artículo publicado en 2022 por el Pakistan Observer, Jacques conecta la CDCH con el concepto de modernización al estilo chino, sosteniendo que esta visión no busca imitar el modelo occidental, sino ofrecer un nuevo paradigma de desarrollo que prioriza la equidad y la cooperación global. Según Jacques, la modernización china, respaldada por iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), es un ejemplo práctico de cómo China implementa esta comunidad, proporcionando “nuevas ideas, nuevos pensamientos y nuevos objetivos” al mundo.
Por otra parte, la iniciativa viene cosechando apoyo por parte de líderes latinoamericanos, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, ha expresado un fuerte apoyo al anunciar el año pasado: “Hemos decidido elevar la Asociación Estratégica Global al nivel de una Comunidad de Futuro Compartido para un mundo más justo y un planeta más sostenible. Estamos determinados a construir nuestra cooperación para los próximos 50 años en áreas como infraestructura sostenible, transición energética, inteligencia artificial, economía digital, salud y aeroespacial”.
Los presidentes de Colombia, Gustavo Petro; Chile, Gabriel Boric; Cuba, Miguel Díaz-Canel; Uruguay, Yamandú Orsi, y Venezuela, Nicolás Maduro, han expresado explícitamente su respaldo, especialmente en la última reunión de la CELAC en China este año.
La CDCH ha recibido apoyos sólidos en México por parte de José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, en Brasil por Evandro Menezes de Carvalho, especialista en asuntos chinos, y Jones Albuquerque, investigador de inmunopatología de la Universidad Federal de Pernambuco; en Cuba por Eduardo Regalado Florido, investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), en Venezuela por Aymara Gerdel, directora del Centro Venezolano de Estudios sobre China (CVEC).
En Argentina, Jorge Taiana, quien ha servido como canciller, senador y ministro de Defensa, dijo que “Xi Jinping habla de ‘una comunidad con un destino compartido para la humanidad, que resuena con la idea peronista de una ‘comunidad organizada’… Debemos profundizar los lazos con China para nuevas oportunidades de desarrollo.” Por su parte, el exembajador en China entre 2020 y 2023 Sabino Vaca Narvaja ha sostenido que la CDCH “me parece un concepto realmente integral porque tiene un espíritu de buscar un esquema de armonía y de buscar en conjunto la solución” y “creo que lo que tenemos que construir es un mundo más armónico, más equilibrado”. Explicó que el multilateralismo incluido en este concepto también permite que “todos los países sean escuchados, entre pequeños, grandes, medianos, porque la verdad que una parte del aprendizaje también es escuchar al otro e interactuar positivamente con el otro”.
También se han mostrado favorables, entre otros, Francisco Cafiero, exsecretario de Asuntos Internacionales para la Defensa, el investigador del CONICET Gabriel Merino, Jorge Malena (Académico, CARI, UCA), el director y del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Jorge Malena, el historiador y sinólogo Francisco Taiana, autor de “Argentina, China y el mundo (1945-2022)”, Gustavo Girado, director de la Especialización en Estudios en China Contemporánea, Universidad Nacional de Lanús, y Esteban Zottele, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Changzhou, y Sebastián Schulz, investigador del Centro de Estudios Chinos del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.
(*) Nota publicada en el portal Tektónikos el 2 de julio de 2025.
PUBLICAR COMENTARIOS