La industria espacial de América Latina podría cooperar con China
A pesar de una historia marcada por fracasos, estancamientos económicos y presiones geopolíticas, la industria espacial latinoamericana vuelve a soñar con un lugar en el cosmos gracias a la cooperación creciente con China, que podría ofrecer una nueva ruta hacia el desarrollo tecnológico y la autonomía espacial.
Un detallado informe publicado por el medio chino El Observador destaca que Latinoamérica, región con una temprana incursión en la era espacial, ha enfrentado décadas de retrocesos debido a limitaciones económicas, inestabilidad política y presiones internacionales. Iniciativas ambiciosas como el Plan Cóndor en Argentina y el cohete VLS-1 en Brasil terminaron en cancelaciones costosas o tragedias humanas, haciendo que ambos países pasaran de ser pioneros regionales a depender casi exclusivamente de aplicaciones satelitales y cooperación extranjera. La mayoría de los proyectos espaciales en las últimas décadas han estado marcados por una fuerte dependencia de tecnología, financiación y plataformas de lanzamiento foráneas.
En este contexto, China se perfila como un nuevo socio estratégico. Su participación en proyectos como el satélite de recursos CBERS con Brasil, los satélites de telecomunicaciones para Bolivia y Venezuela, y la futura participación de México y Perú en la estación espacial china, muestran un potencial inexplorado para una cooperación tecnológica más profunda. Sin embargo, la escala actual de esta colaboración aún no refleja el verdadero potencial de la región ni la capacidad de China como potencia espacial. Un mayor vínculo con el país asiático permitiría a Latinoamérica fortalecer su autonomía tecnológica y diversificar sus alianzas estratégicas en un escenario global en transformación.
Más allá de la cooperación gubernamental, el auge del sector espacial comercial en ambos bloques ofrece una oportunidad histórica. Empresas como Satellogic ya operan con lanzamientos chinos y estadounidenses, mientras que nuevas alianzas como la firmada entre Brasil y la constelación Yuanxin Qianfan abren las puertas a una integración industrial más profunda. Para que este nuevo impulso sea sostenible, el especialista en temas espaciales Chen Lan propone construir un ecosistema espacial compartido, con transferencia de tecnología, capital y formación de talento. Solo así, América Latina podría dejar de ser una promesa frustrada del espacio y convertirse en un actor relevante en la nueva geografía espacial del siglo XXI.
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