China no se casa con nadie
Mientras los matrimonios se encuentran en su peor crisis desde 1980 y hay ciudades que pagan recompensas por cada casamiento, la celebración del Día del Soltero – que inventaron los chinos – mueve más de 200.000 millones de dólares. La rebelión de los jóvenes.
Por Fernando Capotondo
La caída del número de matrimonios en China al nivel más bajo de los últimos 45 años constituye un dato revelador del funcionamiento de un país que así como ofrece recompensas de hasta 40.000 yuanes (5.500 dólares) a las parejas jóvenes que acepten casarse, no observa contradicciones en aplaudir los más de 200.000 millones de dólares que se mueven durante el Día del Soltero, una conmemoración que hoy le pasa el trapo a otras maratones de consumo compulsivo como el Black Friday o San Valentín.
Esta mirada sobre la indiferencia de los chinos hacia el matrimonio surge a partir de un reciente informe del Ministerio de Asuntos Civiles, que hace hincapié en los apenas 1.800.000 casamientos que se realizaron durante el primer trimestre de 2025, con una caída del 8% respecto del mismo período del año anterior. En el documento, la comparación que realmente impacta es que los registros oficiales de enlaces se encuentran en el nivel más bajo desde 1980, después de 9 años consecutivos de descensos y una breve recuperación en 2023.
Como si esto fuera poco, en los primeros tres meses de 2025 hubo un promedio de 7.000 divorcios diarios, producto de la evolución de los vínculos interpersonales, el rechazo al mandato del “hasta que la muerte nos separe”, y la influencia de movimientos feministas/sociales que respaldan estas rupturas como una forma de empoderamiento.
“En la actualidad se observa una combinación de mayores niveles educativos y un creciente individualismo, que están desafiando las ideas tradicionales sobre el matrimonio”, ratifica Li Ting, experta en demografía de la Universidad Renmin de China, en declaraciones a la agencia Xinhua.
“Antes – indica la académica – los jóvenes solían casarse poco después de graduarse o empezar a trabajar, pero ahora todo cambió y muchos recién consideran la posibilidad de un matrimonio cuando planean tener hijos”, y eso ocurre alrededor de los 30 años cuando terminan sus estudios o se estabilizan en sus empleos.

En efecto, la edad promedio para casarse es de 30 años para los hombres y aproximadamente 28 en el caso de las mujeres, con variaciones según factores como la vida urbana o rural, el nivel educativo y las influencias culturales.
Zhou Haiwang, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, coincide sobre la decisión de los jóvenes de “posponer el matrimonio hasta que estén personalmente preparados” y, al respecto, destaca la influencia de “los cambios en las percepciones sobre el compromiso y las preocupaciones financieras asociadas con la vida en pareja”.
Por su parte, la socióloga Li Yinhe considera que el creciente número de solteros linkea directamente con la urbanización y modernización que definen hoy a la sociedad china, procesos que en otro momento hubieran sido calificados de revolucionarios por la magnitud de las transformaciones en curso.
“Las mujeres que no se casaban hace algunos años, a menudo carecían de medios para mantenerse. Pero hoy todo cambió y son plenamente capaces de ganarse la vida por sí mismas. Ya no necesitan depender de los hombres para subsistir. Como resultado lógico, el deseo de casarse ha disminuido significativamente, al menos de parte de ellas”, explica Li.
También influye la actitud de los jóvenes que, por lo general, están enfocados en “vivir para sí mismos” y están más aislados en términos sociales como consecuencia de su omnipresencia en las redes sociales, agrega un estudio realizado por el Comité Central de la Liga de la Juventud Comunista de China.
Operativo “celestina”
Si bien la sociedad china acepta que las personas elijan vivir solas y no quieran tener hijos, la caída de las tasas de natalidad – 6,77 nacimientos por cada 1.000 habitantes – se ha convertido en uno de los pilares de la crisis demográfica que tanto preocupa al gobierno.
En función de ello, se han introducido diversos “estímulos” para que los jóvenes quieran ser felices, comer perdices y, sobre todo, tener hijos en el proceso. Entre las medidas más urgentes, el gobierno revisó toda la burocracia, redujo sustancialmente el papeleo y flexibilizó los requisitos para que las parejas pueden elegir dónde registrar sus uniones, como suele ocurrir en los países de occidente.
Además, varias ciudades y regiones vienen apelando a distintas estrategias de seducción económica para ganarse el bolsillo, perdón, las voluntades de las parejas de enamorados que parecen necesitar un empujoncito para formalizar sus vínculos.
Por ejemplo, en una aldea de Guangzhou, en el sur de China, los recién casados pueden reclamar una bonificación de hasta 40.000 yuanes (unos 5.500 dólares); en la ciudad de Lyuliang, en el norte, ofrecen la suma simbólica de 1.500 yuanes (más de 200 dólares) a las mujeres que se casen antes de los 35 años; y en la provincia oriental de Zhejiang aprobaron una ampliación de 3 a 13 días de los permisos laborales remunerados por matrimonio, sumándose a 24 provincias, municipios y regiones autónomas que ya tomaron idénticas iniciativas.
Economia del soltero
En China no hay mal que por bien no venga. Conscientes que el consumo es uno de sus motores de desarrollo, no dudan medio segundo en crear, perfeccionar y ofrecer una diversificada gama de productos y servicios que, aprovechando la situación, conforma lo que hoy gustan definir con el nada original nombre de “economía de los solteros”.
Este segmento de la economía se define por restaurantes que introducen mesas individuales y cabinas privadas, los aumentos en el alquiler y venta de monoambientes, las nuevas líneas de electrodomésticos compactos (diseñados para las necesidades de una sola persona), la creciente demanda de paquetes turísticos solitarios y, en el colmo de las excentricidades, las sesiones de fotos de boda, pero personales y sin parejas a la vista.
Asimismo, en la “economía de los solteros” se viralizan los gimnasios 24×7 con clases online y entrenamientos a medida, apps de citas y compañías virtuales, alquileres compartidos, deliveries ultra segmentados, servicios de spa y masajes a domicilio, comedores automatizados y un sinnúmero de videojuegos y entretenimientos de realidad virtual para divertirse lo más aislado posible.
Párrafo aparte para la celebración del “Día del Soltero”, el monetizado invento chino que es conocido como Guānggùn Jié o Doble 11, y que se conmemora el 11 de noviembre (11/11) por la repetición del número 1, que simboliza a las personas solteras. En la última edición de 2024 las ventas totales de las plataformas de comercio electrónico alcanzaron 1,44 billones de yuanes (unos 203.600 millones de dólares), lo que representó un aumento del 26,6% respecto al año anterior y catapultó el evento de compras online como uno de los más taquilleros del planeta, según un informe de la consultora de big data Syntun.
La boda de mi mejor amigo
En este contexto, muchos jóvenes chinos ya están hartos que quieran casarlos a toda costa y gustan responder con una dosis de la misma medicina, pero con una sutil vuelta de rosca: aceptan dar el sí pero en los denominados “matrimonios de amistad”, es decir, uniones entre amigos íntimos que sirven para evadir presiones familiares y estigmas sociales, según explica un informe del periódico South China Morning Post.
Sin romanticismo ni expectativas de intimidad, los “matrimonios de amistad” priorizan aspectos prácticos como las finanzas compartidas, la seguridad social y los beneficios de gozar de una compañía sin ataduras convencionales. Incluso, a través de contratos prenupciales, pueden proteger los patrimonios individuales, poner límites a las visitas familiares e incluir cláusulas de divorcio si alguno comete la osadía de enamorarse de un tercero.
Estas uniones conyugales son más discretas en China. Pero el alza de los precios de las viviendas y la creciente aceptación de la soltería interpelan a una generación que se propuso reinventar las reglas de juego, según destacó el reporte de SCMP.
La crisis es sinónimo de oportunidad, reza la más común de las frases comunes. Dicen que su origen es chino.
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