El Mensaje, de Iván Fund, presente en el Festival de Cine de Beijing

24 abril, 2025

La película del director argentino compite por los premios Tiantan

Por Jimena Li Yu*. El Festival Internacional de Cine de Beijing (BJIFF) se ha consolidado, en sus quince años de trayectoria, como uno de los eventos cinematográficos más relevantes del continente asiático. Más allá de ser un punto de encuentro para la industria del cine mundial, es una plataforma privilegiada para la difusión y promoción de películas provenientes de regiones distantes. Esta edición, que comenzó el pasado 18 de abril con una ceremonia inaugural cargada de simbolismo y celebración histórica, vuelve a poner en evidencia la importancia del cine como lenguaje universal.

En esta edición, destaca la presencia de la película El Mensaje, coproducción argentina, española y uruguaya dirigida por el argentino Iván Fund. El filme, que compite por el Premio Tiantan, tuvo su estreno este martes en una sala de la capital china.

Fund, acompañado por parte del elenco y equipo de producción, compartió con el público local detalles del rodaje e intercambió impresiones con los cinéfilos chinos tras la proyección.

Al finalizar el evento, los miembros el equipo compartieron con la reportera Jimena Li Yu de CGTN Español la historia de la película, sus experiencias en China y sus impresiones del festival.

– El mensaje se estrenó en febrero de 2025, pero los cinéfilos chinos todavía no hemos tenido la oportunidad de verla. ¿Podrías resumirnos de qué se trata? ¿Qué historia busca contar o qué sentimientos evoca?

Iván Fund: Soy muy malo resumiendo. Por eso tengo que hacer la película, porque me cuesta resumirla (risas). Pero bueno, es una road muy emocional, que cuenta la historia de una familia que está compuesta por Anika, una niña de diez años y sus tutores que viajan en un pequeño motorhome por las rutas argentinas ofreciendo servicios de médium de mascotas. Porque parece ser que Anika es una niña que tiene el don de comunicarse con los animales. Entonces, sus tutores encuentran ahí la forma de ganarse la vida y van ofreciendo estas sesiones para todas las personas que quieren comunicarse con sus animales, y con eso cubren los gastos del mes a mes.

— Al final de la película hay un mensaje de agradecimiento a tus padres. ¿Estas son palabras tuyas?

Iván Fund: Sí, es un mensaje mío porque yo quería dedicarle la película, y agradecerle. La película, en este cotidiano, de esa familia que va por la ruta tratando de entender un poco de qué se trata todo esto, y de acompañarse de la mejor manera y muy amorosamente, justamente protegiendo la infancia de esa niña. A mí me toca muy personalmente el tema, y tenía ganas de agradecerle a mis padres por haber protegido mi infancia. Porque siento que tal vez sea gracias a ellos que me permitieron ser niño, que me permitieron soñar y fantasear que hoy hago cine. Y por otro lado, agradecerle a Anika que es mi hijastra y es la protagonista de la película, porque también hace ocho años que convivo con ella. Ella me enseñó un poco a ser adulto y a crecer sin perder la magia de la infancia, ¿no?

Entonces, me parecía que la película de ese doble movimiento donde una niña aprende a crecer, o crece, pero que también desde ese lugar es el sostén. Lo importante es, justamente, proteger esa mirada de la infancia, la posibilidad de entender el mundo como un lugar fantástico.

— Mencionaste que esta película es especial para ti, en parte porque se convirtió en una especie de taller familiar: actúan tu esposa y tu hija adoptiva, y gran parte del equipo de fotógrafos, productores y otros colaboradores son amigos cercanos. ¿Qué significó para ti trabajar junto a tu esposa e hija en este proyecto?

Iván Fund: Para nosotros es un regalo. Yo digo que tengo la suerte de que mi familia del cine y mi familia de la vida sean casi la misma. Para mí es lo que le da sentido también a la cosa. Creo que es algo que permite trabajar de una manera mucho más íntima, y eso también hace que ciertas imágenes y ciertos relatos sean posibles, que de otra manera seguramente serían distintos. A mi no me gusta diferenciar tan claramente lo que pasa delante de cámara con lo que pasa detrás, y usamos también el cine como una manera de seguir conociéndonos los unos a los otros y de seguir acompañándonos. Y también entendemos que el rodaje de una película no está disociado de la vida, sino que es parte de la vida. Decía un gran cineasta holandés, Johan van der Keuken, y creo que hay mucho valor en sus palabras y yo las comparto, que es que el cine no es la vida, pero tiene que tocarla. Y hay algo de eso que yo creo que tenemos la suerte de poder llevar a cabo. Para mí, el cine se hace con amigos y con familia, y es una una expresión artística que lo permite y lo habilita. Creo, quizás, mejor que ninguna otra.

— Pero me interesa saber cuando se produce algún desacuerdo artístico, ¿cómo lo resuelven?

Iván Fund: En eso, a pesar de que los hay, siempre, por suerte, al ser familia y amigos y tener tanta confianza, todo se puede hablar. Es una gran ventaja, porque sabemos que hay un corazón, un centro, que nos protege también a todos, ¿no? Entonces, por suerte, aunque hubo algunos desacuerdos, en el fondo sabemos que todos estamos buscando lo mismo y eso hace que el proceso sea muy, muy disfrutable. Como ya nos entendemos, no hace falta hablar tanto. Ya sabemos más o menos cómo es el otro, para dónde está pensando o qué está imaginando. Entonces tratamos de acompañarlo, y para mí eso es un regalo. La verdad es que soy muy afortunado, creo que todos lo hemos sido, de poder trabajar así, y es algo que que recomiendo muy fuertemente. Hacer una película también puede ser una buena excusa para quedarse sin amigos, porque es intenso. Pero si sale bien, todos salimos mejores.

— Después de Una escuela en Cerro Hueso y La mujer hormiga, El mensaje es el tercer largometraje suyo que compite por el Premio Tiantan. ¿Cuáles son las expectativas esta vez?

Iván Fund: Y… Ojalá. Para nosotros, de verdad, es un regalo poder estar acá mostrando la película en este festival hermoso. Para mí, que es la primera vez que viajo a acompañar a nuestras películas, es una gran alegría. Compartirlo en familia también es un plus. Yo digo siempre lo mismo, los premios van y vienen, las películas quedan. Eso es lo importante, poder compartir la película. Pero si los premios vienen, mejor. Y dicen que la tercera es la vencida. No sé, ojalá. Será lo que tenga que ser y, sea lo que sea, nosotros ya siento que estamos celebrando.

— Esta es tu segunda visita a China. ¿Cómo la has vivido esta vez? ¿Qué impresión te llevas del país ahora?

Betania Cappato: Sí, creo que es cada vez mejor. Y, de verdad que después de conocer Beijing por primera vez, deseaba profundamente volver. Siempre pensamos que era un sueño para nosotros poder hacerlo en familia. Porque la última vez que vine, Anika fue al aeropuerto a acompañarme. Ella se quedó y yo me fui, fue un poco triste. Y a partir de ese momento empezamos a desear que este momento suceda, y llegó muy pronto.

Un año después, estamos todos acá celebrando de nuevo en el Festival de Beijing, y es hermoso.

— Me sorprendió enterarme de que tu hija ya está pensando en seguir una carrera en el cine. En esta película trabajaste junto a tu esposa y también con ella. ¿Cómo fue esa experiencia compartida en familia y qué diferencias sentiste respecto a otros rodajes?

Betania Cappato: Para nosotros es lo más hermoso que puede haber, porque en nuestra familia amamos el cine. Es lo que más nos gusta y lo que más disfrutamos hacer juntos. Miramos muchas películas juntos y también nos encanta compartir el set. Es, de verdad, un regalo de la vida poder hacerlo, y a su vez, que eso que tanto nos gusta hacer nos permita celebrar, viajar y festejar el cine de esta manera. Es un sueño.

— En esta película participás como actriz, aunque por muy poquito tiempo —apenas se te ve de espaldas y de perfil. ¿Cómo viviste esa experiencia desde ese rol? En la presentación dijiste que te entusiasma experimentar con todos los papeles dentro del cine, que cada uno tiene su valor. ¿Qué te aportó esta vez estar frente a cámara, y además, hacerlo dentro del contexto de un festival?

Betania Cappato: Sí, hay dos cosas. Lo primero, respecto a esto de estar un poco en todos los roles, es que cuando uno tiene que hacer cine como sea, y crecés trabajando en el cine independiente, no te queda otra que aprender de todos los roles. Además, a mí me interesa ser directora, entonces pienso que es una buena manera de nutrirme y de poder experimentar qué es lo que pasa en cada una de las áreas de una forma muy profunda.

Actuar también me encanta. En realidad, mi primer acercamiento al cine fue a través de la actuación. Cuando era muy pequeña, tenía casi la edad de Anika, actué en una película que se filmó en Santa Fe, la ciudad de donde soy, y a partir de esa experiencia yo me di cuenta que lo que quería hacer el resto de mi vida era estar en un set de cine. Y eso atraviesa un poco mi historia y cómo finalmente llego a contar mis propias historias y dirigir mis propias películas. Y respecto a mi actuación en esta película… Bueno, hay todo un dilema familiar. Porque la escena era mucho más larga, ¿eh? Donde aparece esta madre y se reencuentra con su hija. Y luego, el director la corta… mucho, y me saca prácticamente de la película, dejando sólo un plano corto (risas). Es algo que nos causa risa internamente, pero que entiendo también como directora, que fue una muy buena decisión desde el montaje, porque preserva el misterio sobre esa madre. Y lejos de ahondar en el drama más convencional, lo mira con mucho respeto y con mucha distancia. Eso hace que la película se siga centrando en cuáles son los sentimientos de esa niña, que es lo que más importa.

Y hoy, una de las preguntas que surgió durante la función era si esa madre que aparece podría ser un posible futuro para esa niña. Y a mí me encanta pensar que es lo contrario, que esa madre es una imagen del pasado y que esa niña, que tiene todo por delante, será seguramente la encargada de revertir esa historia.

— Como dijiste, venís trabajando desde hace tiempo en distintos roles dentro del cine, especialmente como directora. Pero en esta película, el director es tu esposo. Entonces, cuando surge algún desacuerdo artístico entre ustedes… ¿cómo lo resuelven? ¿Quién tiene la última palabra?

Betania Cappato: Como directora, creo que el director tiene que tener la última palabra. De todos modos, yo confío mucho en su trabajo y generalmente vemos las cosas de forma parecida y charlamos mucho también antes de salir a escena. Y además yo quiero que él haga la película que él quiere hacer. Entonces me pongo absoluta a disposición. Pero en casa la que gana las discusiones soy yo (risas).

— Anika, no es la primera vez que actuás en una película, pero en esta ocasión fuiste la protagonista. ¿Cómo viviste esa experiencia? ¿Qué cambió para vos al estar en el centro de la historia?

Betania Cappato: ¡Toda la vida estuviste en un set!

Anika Bootz: Claro, es muy loco. Yo siempre quise actuar en películas, e Iván estaba haciendo el guion cuando yo era más chiquita, y me enojaba porque yo quería actuar en esa película. Porque, ¡guau, una niña que habla con los animales! Y no me dejaban porque era muy chiquita, y al final tardó tanto el guion que cuando lo terminó pude ser yo.

— ¿Entonces al principio fuiste vos la que pidió una oportunidad de participar en el rodaje?

Anika Bootz: Sí.

— Se nota que el cine te mueve de verdad, que hay una conexión emocional fuerte —y no es raro, teniendo en cuenta el entorno en el que creciste, con tu mamá y tantos amigos vinculados al cine. ¿Pensás en seguir actuando a futuro? ¿Te imaginás haciendo carrera profesional como actriz?

Anika Bootz: ¿Para mí? Capaz que sí (ríe).

Betania Cappato: ¿Te gustaría?

Anika Bootz: Sí, me gustaría mucho. Demasiado.

Betania Cappato: Y de hecho, ahora con tus amigos…

Anika Bootz: Estoy haciendo una película, pero que la dirijo yo ¿eh? Y somos todos niños. Entonces, es una película para niños que estamos haciendo.

— ¿Pero es una tarea del colegio?

Anika Bootz: No, no, no. Nos juntamos, hicimos un grupo de WhatsApp, y estuvimos escribiendo la historia. Claro, mi amiga escribe el guion y los demás actúan.

Betania Cappato: Otro dirige, otro hace el vestuario y entre ellos se organizan.

— ¿Y sos la directora?

Anika Bootz: Antes era directora, pero al final no. Ahora soy coprotagonista con otras tres chicas. Y bueno, doy la mayor parte de las ideas junto con otra amiga.

— ¿Hace cuántos días llegaste a China?

Anika Bootz: ¡Hace como dos días! Y tengo mucho jet lag.

— Estuviste en Berlín, y ahora en Beijing… ¡es como si estuvieras viajando con los festivales de cine por el mundo! ¿Qué fue lo que más te gustó de esta experiencia? ¿Cómo la viviste?

Anika Bootz:

Me encanta. Me encanta viajar y más con una película que hice yo. Es como, bueno, que la hicimos todos, pero viajar con el trabajo de todos es muy, muy bueno.

— En la peli, tu personaje —que también se llama Anika— tiene un don muy especial: puede comunicarse con los animales. Y una de las escenas que más me llamó la atención fue la que filmaste en el campo con el carpincho. ¿Es real?

Anika Bootz: Sí, es real.

— ¿No te dio miedo? Porque es grandote.

Anika Bootz: Si, es demasiado grande. Pero, ahí en Crespo, que es un pueblito chiquitito de donde es Iván, aunque no hay tantos, es común para la gente que vive ahí verlos.

— ¿Son, son silvestres o domésticos?

Betania Cappato: Son silvestres. Pero hay mucha gente que los tiene de mascotas.

— ¿Sabés que en China el carpincho se puso de moda? A muchos jóvenes les encanta porque siempre parece estar tranquilo, como si nada lo alterara?

Betania Cappato:

Me encanta esa coincidencia, porque estamos tan lejos, China de Argentina… Pero sin embargo, en la región de la que somos nosotros, el animal típico de la zona del Litoral en Argentina es el carpincho. O sea, está ahí en las costas y es algo también que acá es muy popular y es muy lindo. Nosotros somos muy fan de los capibara con Anika.

— Hay una elección estética que me llama la atención, especialmente porque el tema de la película gira en torno a la niñez, y es: ¿Por qué decidió filmar la película en blanco y negro? ¿Qué cree que transmite esa estética y por qué combina bien con esta historia?

Gustavo Schiaffino: Bueno, teníamos la idea. Siempre digo que las decisiones a veces son intuiciones. Y empezaron a aparecer imágenes. Hay un fotógrafo en particular que nos gusta mucho, se llama Bernand Plossu, que es un fotógrafo francés que generalmente retrata a su familia, a su mujer. Y sus imágenes empezaron a estar cerca. Iván las trajo, y empezamos a comentar: mirá qué lindas esas imágenes, qué interesantes. Hay algo acá.

Entonces, era su primera película en blanco y negro. Fue como un primer acercamiento cuando empezamos a filmar, porque con Iván nunca se sabe. Él suele cambiar mucho las cosas. Me pasó en su película anterior, Piedra noche, que nosotros filmamos en 2.35:1, es decir, bien apaisado, y filmamos una semana. Y en la segunda semana me empieza a mandar los fotogramas en 1.85:1. Y me dice algo muy lindo, que un buen encuadre es un buen encuadre en cualquier relación de aspecto. Entonces, nos cambió la relación de aspecto. Filmamos una semana en otra relación de aspecto, encuiadrábamos diferente.

Así que yo tenía también esa idea de que podía pasar que, de repente, la película se tornase en color. Pero filmamos dos días y al segundo día era clarísimo que era en blanco y negro. Muchas veces, sobre todo por la forma en que trabaja Iván en la que no hay algo preconcebido, la realidad te va marcando por dónde ir. Creo que la película no necesariamente iba a ser en blanco y negro, independientemente de que era una posibilidad, un atajo, que había una idea de plantar la película en esta tradición más más épica, más trascendental, de lo que es el cine clásico en blanco y negro. Había un montón de montón de razones. Pero yo creo que lo más importante es no anteponer una idea a lo que realmente la película necesita. Y me parece que la película necesitaba el blanco y negro. Entonces me parece que fue una propuesta que se validó con la realidad, con el momento.

— En estos 15 años del BJIFF, hubo 17 películas en español que llegaron a la competencia final por el Premio Tiantan, y de ellas, 7 fueron producidas o coproducidas por Argentina. ¿Cómo ves la evolución del festival a lo largo del tiempo? ¿Qué impresión te deja esta edición en particular?

Laura Mara Tablón:

Estoy muy contenta. El festival de Beijing es un festival joven, pero es un festival que viene creciendo mucho. Y desde el año pasado a este siento un crecimiento muy grande. A nivel organizativo creo que todo está cada vez mejor, y cada vez se siente que están más preparados para hacer un festival de este nivel, con esta envergadura. La gente es súper cálida, súper amorosa y es un orgullo para nosotros ser parte con el cine argentino que tanto está sufriendo en este momento, ser parte del festival de Beijing que nos da un lugar, y que es la tercera vez que venimos con una película a este festival. Así que estoy muy contenta.

— No sé si escuchaste la noticia, pero la Administración Estatal de Cine en China anunció que van a reducir la cantidad de películas importadas desde Estados Unidos. Frente a ciertos roces entre ambos países, esta decisión parece abrir más espacio para el cine de otros lugares. ¿Creés que esto puede ser una buena oportunidad para el cine en español?

Laura Mara Tablón: Ojalá. Ojalá que signifique eso. Ojalá que también se pueda ver nuetro cine. Creo que el cine latinoamericano, el cine argentino, tiene un recorrido muy grande a lo largo de toda la carrera de nuestro cine argentino y se ha visto en todos los festivales grandes del mundo y cada vez tiene mayor distribución y ojalá lleguen un montón de películas aquí a China y bueno, y a Asia en general. Así que sí, puede ser una buena noticia. Ojalá.

* Reportera de CGTN Español

Categorías: Cultura

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