China pateó el tablero del consumo
Con el objetivo de convertirlo en el motor de la economía, el gobierno lanzó un plan integral que privilegia a los consumidores y le aumenta los ingresos para que gasten más y mejor. Los billones que ya mueve el “Compre Ya”.
Por Fernando Capotondo. Convertir al consumo en uno de los motores de crecimiento de la economía 2025, transferir el protagonismo de la oferta a la demanda – es decir, a los consumidores –, y procurar mecanismos que garanticen una mejora de los ingresos familiares – léase, capacidad de compra –, parecen ser los tres ejes del nuevo Plan sobre Iniciativas Especiales para Impulsar el Consumo (PIEIC), que las autoridades económicas de China pusieron en marcha en los últimos días.
Para alcanzar estos objetivos, el multifacético plan combina políticas de aumentos de salarios e ingresos mínimos con una reducción de cargas financieras, mayores subsidios, cupones de consumo, descuentos segmentados, renovación de bienes de consumo y ayudas económicas para el cuidado de hijos y atención de ancianos, entre otras medidas.
En efecto, uno de los enfoques que distingue al PIEIC es que al vincular los gastos y compras con objetivos sociales y de desarrollo más amplios, posiciona al consumo no sólo como una cuestión estrictamente económica, sino también como un medio para mejorar la calidad de vida de los 1.400 millones de ciudadanos chinos.

En esa dirección también apuntan el aumento de las pensiones básicas para los jubilados, la prohibición de la extensión ilegal de las horas laborales, la garantía de un seguro médico básico de amplio alcance, y el aliento a los bancos para que ofrezcan más préstamos para el consumo, todas medidas complementarias del PIEIC.
“Compre Ya”, podría rezar un posteo en redes sociales que pretenda sintetizar el espíritu del plan que, hasta diciembre, destinará 300.000 millones de yuanes (41.470 millones de dólares) a la renovación de los viejos modelos de heladeras, televisores y teléfonos celulares, entre otros bienes de consumo.
“El plan de recambio es más que una política económica”, afirmó el ministro de Comercio, Wang Wentao, al ratificar que si bien la medida revitalizó a varios sectores productivos desde su creación en 2024, su gran aporte fue mejorar la calidad de vida de cientos de millones de hogares.
“El principal problema que limita el consumo de bienes es la capacidad de gastar, mientras que el gran desafío para el consumo de servicios es la falta de una oferta de alta calidad”, se sinceró Wang durante las Dos Sesiones que se realizaron este mes en Beijing, en lo que fue un verdadero adelanto de los principales retos que hoy enfrenta el PIEIC.
Nada nuevo bajo el sol
Es preciso saber que impulsar el consumo no es un concepto nuevo en la caja de herramientas políticas de la República Popular China. En 2024, el consumo aportó un 44,5% al crecimiento económico del país, superando los rubros inversión y exportaciones, e impulsando el Producto Bruto Interno (PBI) en 2,2 puntos porcentuales.
Sin embargo, el impulso en lo que va de 2025 parece ser más valorado, teniendo en cuenta que la economía china se enfrenta a una virtual guerra comercial con Estados Unidos, además de los vientos en contra que desataron las medidas proteccionistas que vienen impulsando varias economías occidentales.
“La expansión de la demanda interna a través del estímulo del consumo puede contrarrestar las incertidumbres externas, así como estabilizar el crecimiento a corto plazo y ayudar a los cambios estructurales a lo largo del tiempo”, opinó Yang Decai, asesor político y profesor de economía de la Universidad de Nanjing.

Consumo a tasas chinas
En este contexto, el Ministerio de Comercio de China (MOFCOM) sumó esta semana un paquete adicional de medidas enfocadas al consumo digital que, como todos saben, se potencia desde la versatilidad que ofrece la inteligencia artificial (IA), la realidad virtual y otras aplicaciones de vanguardia tecnológica.
Los datos oficiales revelaron que el consumo minorista de servicios mantuvo cierto nivel de expansión durante el primer bimestre de 2025, con un aumento interanual del 4,9% que superó en un punto porcentual el crecimiento de las ventas de bienes. Frente a ellos, el comercio minorista online subió un 7,3%, lo que confirmó la creciente demanda de productos y servicios digitales, según un informe de Global Times.
Más de 42 millones de consumidores aprovecharon el nuevo programa de subsidios del MOFCOM (de hasta 500 yuanes/casi 70 dólares por persona) para comprar los últimos modelos de celulares que, claro, hoy incluyen funciones de IA. Desde su lanzamiento el 20 de enero pasado, las ventas ya sumaron 66.950 millones de yuanes (unos 9.330 millones de dólares), incluyendo alguna que otra transacción por otros dispositivos electrónicos.

Aquellos que compraron teléfonos y relojes inteligentes, pulseras o tabletas con un precio menor a 6.000 yuanes (826 dólares) por unidad, fueron beneficiados con un subsidio del 15% del precio de venta, hasta un máximo de 500 yuanes (68 dólares) por cada artículo.
En menos de tres meses, se vendieron más de 2 millones de bicicletas eléctricas en el marco del citado recambio de bienes de consumo, con solicitudes de subsidios que superaron los 1.200 millones de yuanes (165 millones de dólares) e ingresos por 5.610 millones de yuanes (unos U$S 783 millones), según reveló el Ministerio de Comercio.
Según el último relevamiento de la industria automotriz, las ventas minoristas de vehículos de nueva energía (que tienen un subsidio de recambio de hasta 15.000 yuanes/2.000 dólares) alcanzaron las 686.000 unidades y aumentaron casi un 80% en febrero, en comparación con el mismo mes de 2024.
Un detalle poco conocido sobre China: las principales ciudades tienen un cupo de automóviles para combatir los problemas de tránsito y la contaminación ambiental, pero acaban de recibir la orden de flexibilizarlos en pos de un mayor consumo. Beijing picó en punta y ya anunció la liberación de 100.000 nuevas licencias.
Transición crítica
“El dinamismo observado en el mercado de consumo de China puso de relieve el enorme potencial de la circulación económica interna del país”, sostuvo el primer ministro Li Qiang en la apertura del Foro de Desarrollo de China 2025, que tuvo lugar en Beijjing la semana pasada.
A su turno, el subdirector ejecutivo de la Comisión Central de Asuntos Financieros y Económicos, Han Weinxiu, indicó que mejorar la capacidad de consumo de la población “va más allá de la simple promoción del crecimiento económico y la productividad”. Según explicó, estas iniciativas “también buscan aumentar los ingresos de los residentes urbanos y rurales, optimizar la estructura de distribución del ingreso y elevar la participación del ingreso familiar en el nacional general”.
Pero la clave la dio Liu Shijin, el subdirector del Centro de Investigación para el Desarrollo del Consejo de Estado, al señalar que “China enfrenta una transición crítica de un modelo de crecimiento impulsado por la inversión y las exportaciones, a otro que es impulsado por la innovación y el consumo”.
“Si bien los desequilibrios estructurales en el consumo presentan importantes desafíos, resolverlos podría liberar un potencial de crecimiento comparable al que alguna vez brindó el sector inmobiliario. Esta transformación sentaría las bases para un crecimiento económico sostenido a ritmo medio, garantizando la estabilidad de la economía china en los próximos años”, fue la reflexión final de Liu.

Semanas antes de este encuentro, el primer ministro Li Qiang ya había adelantado que impulsar el consumo sería uno de los principales objetivos de 2025. Una prueba de ello, quizás trivial, fue que al presentar su informe anual sobre el trabajo de gobierno, mencionó la palabra “consumo” en 27 oportunidades, la mayor cantidad en una década.
A la distancia, y con realidades políticas sustancialmente diferentes, muchos se identificarán con un plan de consumo que entiende lo económico como una extensión de lo social, garantizando subas salariales y jubilaciones que, por esas cosas de la política, algunas administraciones hoy gustan ajustar con motosierras o inventos por el estilo.
Lo de China podrá sonar a utopía, a sueño de justicia redistributiva o a delirio socialista, pero lo concreto es que cambió las reglas del mayor mercado de consumo del mundo. Y eso no es ningún cuento chino.
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