El Día de la Luna cierra hoy tres jornadas del Festival del Medio Otoño
El Festival del Medio Otoño es objeto de leyendas y poemas en la cultura china, lo que lo convierte en una de las fiestas más románticas y poéticas para los chinos, en una fuerza impulsora del turismo y un recurso para la difusión de la cultura china en el mundo.
Los mercados de turismo, cine y bienes de consumo de China han demostrado una vitalidad económica significativa durante los tres días de vacaciones del Festival del Medio Otoño, del 15 al 17 de septiembre.
El segundo día de las vacaciones del Festival del Medio Otoño, el lunes 16 de septiembre, el volumen de movimiento de personas entre regiones alcanzó casi 200 millones de viajes, según datos del Ministerio de Transporte, según informó la Televisión Central de China.
El volumen de pasajeros en trenes de un solo día fue de aproximadamente 11,8 millones, y se pusieron en servicio 604 trenes de pasajeros adicionales. En las carreteras de China se realizaron más de 180 millones de viajes, principalmente viajes autónomos de corta y media distancia, y los vehículos de nueva energía representaron casi el 60 por ciento de los viajes. En aviación, hubo 13.781 vuelos en todo el país, con un volumen de pasajeros que alcanzó los 1,55 millones.
Anteriormente, el primer día del festival, el domingo 15 de septiembre, el movimiento total de personas entre regiones ascendió a 215,92 millones de viajes, un aumento del 37,9 por ciento respecto al mismo período de 2023 y un aumento del 13,3 por ciento en comparación con el mismo período de 2019.
Se espera que el impulso positivo continúe a medida que el país inicia la “semana dorada” del Día Nacional en dos semanas más.
DESDE ARGENTINA
Por Gustavo Ng. Hoy, el día 15 del octavo mes del calendario cuyo ritmo es decidido por Ella, es el día que los chinos le dedican a la Luna.
La Luna de Borges
En 1977, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, Borges dio siete conferencias que luego se editaron en un libro.
Una de las conferencias estuvo dedicada a La Poesía. Dijo ese día:
Pensemos en una cosa amarilla, resplandeciente, cambiante; esa cosa es a veces en el cielo, circular; otras veces tiene la forma de un arco, otras veces crece y decrece. Alguien —pero no sabremos nunca el nombre de ese alguien—, nuestro antepasado, nuestro común antepasado, le dio a esa cosa el nombre de luna, distinto en distintos idiomas y diversamente feliz. Yo diría que la voz griega selene es demasiado compleja para la luna, que la voz inglesa moon tiene algo pausado, algo que obliga a la voz a la lentitud que conviene a la luna, que se parece a la luna, porque es casi circular, casi empieza con la misma letra con que termina. En cuanto a la palabra luna, esa hermosa palabra que hemos heredado del latín, esa hermosa palabra que es común al italiano, consta de dos sílabas, de dos piezas, lo cual, acaso, es demasiado. Tenemos lua, en portugués, que parece menos feliz; y lune, en francés, que tiene algo de misterioso.
Ya que estamos hablando en castellano, elijamos la palabra luna. Pensemos que alguien, alguna vez, inventó la palabra luna. Sin duda, la primera invención sería muy distinta. ¿Por qué no detenernos en el primer hombre que dijo la palabra luna con ese sonido o con otro?
Más adelante volveremos a Borges.
La Luna de Ítalo Calvino
En uno de los cuentos de Las Cosmicómicas, Italo Calvino cuenta que en una época la Luna pasaba muy cerca de la Tierra, tanto que la gente iba en un bote al mar y cuando la Luna estaba cerca, paraba una escalera por la que se subía y al llegar arriba, uno se dejaba atrapar por la gravedad de la Luna.
La gente iba a la Luna a recoger un requesón hecho de crustáceos que la Luna absorbía al pasar cerca del mar.
En la historia, un hombre va a la Luna tras la mujer de la que está enamorado, una mujer hermosa, blanca y ausente, que en el momento de regresar porque la Luna empezaba a alejarse de la Tierra, ella decide quedarse. Él desespera porque quiere estar con la mujer pero no puede abandonar el mundo, y al final vuelve a la Tierra, mientras ella se queda adonde verdaderamente pertenece.
Una Luna persa
Volvemos a la conferencia de Borges. Está diciendo:
Hay una metáfora que he tenido ocasión de citar más de una vez (perdónenme la monotonía, pero mi memoria es una vieja memoria de setenta y tantos años), aquella metáfora persa que dice que la luna es el espejo del tiempo. En la sentencia “espejo del tiempo” está la fragilidad de la luna y la eternidad también. Está esa contradicción de la luna, tan casi traslúcida, tan casi nada, pero cuya medida es la eternidad.
La Luna de Dvořák
Rusalka es una sirena que vive en las aguas de un lago rodeado por un bosque. Una noche sale, se sienta en una gran piedra. Allí le canta a la Luna.
Le dice que sabe que Ella está alumbrando a su amado, que su luz, entrando por una ventana, le alumbra la cara mientras él duerme. Le pide que haga que él la recuerde.
La Luna de Li Bai
Con esa Luna de Antonin Dvořák, llegamos finalmente a China.
Al famoso poema de Li Bai:
Ante mi lecho un charco de luz.
¿La escarcha cubre el piso?
Levanto los ojos y contemplo la Luna.
Bajo la cabeza, y pienso en mi hogar.
La Luna de Cristian
Christian era un joven que se mudó del pequeño pueblo rural a la gran ciudad, a vivir en un diminuto altillo. Una noche soñó que la ventana daba a un vasto jardín de piedra gris y pastos negros, y que un coro de doncellas mágicas corría cantando una canción. La canción le era irresistible y las doncellas se alejaban. Él no podía soportar el silencio que llenaría el espacio con un vacío y se trepó al borde de la ventana. Cuando estaba a punto de saltar al jardín despertó y vió que estaba muy alto, que allí abajo estaba la calle, con los adoquines brillando bajo la Luna enorme que lo miraba de frente.
La Luna de Nietzsche
Y otra vez escuchamos a Borges:
En alemán, la voz luna es masculina. Así Nietzsche pudo decir que la luna es un monje que mira envidiosamente a la tierra, o un gato, Kater, que pisa tapices de estrellas. También los géneros gramaticales influyen en la poesía.
Para terminar, recordamos que Borges le dedicó un poema a la Luna, en el que dice:
No sé dónde la vi por vez primera,
si en el cielo anterior de la doctrina
del griego o en la tarde que declina
sobre el patio del pozo y de la higuera.
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