La mirada de un académico de Shanghái: lecciones de 2001 para Milei

14 agosto, 2024

Doctorando en el Centro de Estudios de América Latina de la Universidad de Shanghái, Wu Sunpeijing opina sobre las medidas económicas que está tomando el presidente argentino y sugiere opciones, sin dejar de abordar los lazos con China y los BRICS.

Por Wu Sunpeijing (*) para DangDai. Después de asumir el cargo, el presidente de Argentina, Javier Milei, implementó reformas económicas radicales, las que algunos medios internacionales han calificado  un “golpe económico” en este país sudamericano.

La política económica de Milei se centra principalmente en la expansión de la liberalización del mercado y la reducción drástica de gastos públicos, al tiempo que aplica medidas en la política monetaria como la devaluación de la moneda y el control de divisas, con el objetivo de mejorar la competitividad internacional de los productos, aliviar el déficit fiscal y estabilizar la situación económica interna.

Hasta el momento, los efectos de las políticas económicas de Milei aún no se han materializado por completo y han generado una amplia discusión y controversia. Para sacar a Argentina de la crisis, Milei debe aprender de la historia y extraer lecciones de la crisis económica pasada.

El desarrollo económico de Argentina ha estado lleno de vicisitudes y desafíos. En un momento llegó a compararse con las grandes potencias europeas, pero también ha atravesado crisis económica que se convirtió en el foco de la atención mundial. La crisis financiera de 2001 en Argentina fue el resultado de múltiples factores combinados: el déficit fiscal prolongado, la alta deuda externa, la política cambiaria rígida y las políticas económicas erróneas, bajo el contexto de una economía global deteriorada que llevó a una gran fuga de capitales, finalmente desencadenaron una tormenta económica que afectó a todo el país.

El peso argentino se devaluó rápidamente, el gobierno incumplió con su deuda, el sistema económico colapsó, el sistema bancario quedó paralizado, los ahorradores comenzaron a retirar sus depósitos en masa, y la confianza en el país cayó al nivel mínimo.

Durante esa crisis, el orden político y social de Argentina también sufrió un golpe severo: el desempleo se disparó, la pobreza aumentó drásticamente, la riqueza de la clase media se desplomó, las tensiones sociales se incrementaron, y las protestas y disturbios en las calles se volvieron frecuentes. Además, el gobierno sufrió cambios constantes y la gobernanza del país se sumergió en caos. Las secuelas de la crisis fueron tan profundas que la economía argentina solo comenzó a recuperarse gradualmente después de varios años. Sin embargo, su base económica sufrió un daño considerable, y la estructura social también experimentó cambios profundos.

La primera lección que se puede extraer es que la economía de libre mercado no es la solución única y universal. Aunque las políticas neoliberales de Milei pueden, en teoría, fomentar la competencia del mercado y mejorar la eficiencia económica, en la práctica, a menudo ignoran la complejidad de la realidad social.

La crisis financiera de 2001 demostró que, en países con estructuras económicas frágiles y alta desigualdad social, la liberación excesiva del mercado puede llevar al deterioro de la industria nacional, a la expansión de áreas de alto riesgo y a la concentración de recursos en grupos privilegiados. Por lo tanto, Milei debe establecer cuidadosamente los límites de las políticas de economía de mercado y encontrar un equilibrio entre libertad y regulación. Al mismo tiempo, es crucial promover políticas sociales inclusivas. Milei no debe aplicar un enfoque radical y universal en la cuestión de gastos públicos, sino que debe asegurar que los resultados del crecimiento económico beneficien a los grupos sociales vulnerables y pobres mediante la provisión de seguridad social, el fortalecimiento de los servicios públicos y el apoyo a la educación y la formación, para evitar que el fracaso del mercado agrave la desigualdad social.

La segunda lección, la política monetaria no debe centrarse exclusivamente en los indicadores. Durante la crisis financiera de 2001, la política de tipo de cambio fijo llevó finalmente a una drástica devaluación del peso y al colapso económico. Aunque la estrategia de devaluación de la moneda de Milei podría, a corto plazo, ayudar a mejorar la competitividad internacional de los productos argentinos y aliviar el déficit fiscal, también conlleva una serie de riesgos, como el aumento de la inflación, la disminución del poder adquisitivo, el impacto en la rentabilidad de las empresas, la restricción del mercado laboral y el descontento social. Por lo tanto, Milei debe considerar de manera integral los beneficios a corto plazo de la devaluación monetaria y los riesgos correspondientes a largo plazo para hacer ajustes adecuados.

Además, la política de control de cambios debe ser manejada con prudencia. Aunque el control de cambios puede, a corto plazo, evitar la fuga de capitales y estabilizar el mercado financiero, depender en exceso de esta medida puede tener costos económicos significativos, como la disminución de la confianza de los inversores, la restricción de la entrada de capital extranjero y la proliferación del mercado negro. Milei debe reconocer que el control de cambios es solo una solución temporal y no puede ser una sostenible para los problemas económicos.

La tercera lección es que la dependencia de la ayuda externa no es sostenible. Desde su llegada al poder, Milei ha buscado activamente ayuda internacional, obteniendo más de 4.000 millones de dólares en préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para implementar reformas económicas. Además, actualmente está en negociaciones con bancos internacionales para asegurar 2.800 millones de dólares destinados a pagar vencimientos de deuda en enero de 2025. Aunque estos fondos han proporcionado un alivio financiero temporal y han apoyado las reformas económicas, la dependencia excesiva de la ayuda externa podría provocar una serie de riesgos, como la limitación de la soberanía, la restricción de la autonomía en la formulación de políticas y una mayor vulnerabilidad a las fluctuaciones del mercado internacional, lo cual no favorece la independencia económica ni la flexibilidad política del país. Milei debe darse cuenta de que la dependencia prolongada de la ayuda externa no resolverá los problemas fundamentales de la economía argentina, sino que le hará más vulnerable, sumiendo el país en un ciclo vicioso de acumulación de deuda externa y debilidad económica.

La cuarta lección, desarrollar la productividad, es la tarea más urgente. La experiencia histórica muestra que, ignorar el desarrollo industrial y la mejora de la productividad, así como depender en exceso de los sectores financiero y de servicios, pueden llevar a una estructura económica frágil, debilitando la capacidad de resistir perturbaciones externas.

Para mejorar la productividad, Milei debe enfocarse en varios aspectos: primero, promover activamente la construcción de infraestructuras que creen condiciones favorables para las actividades económicas; segundo, desarrollar una economía diversificada, reduciendo la dependencia de un solo sector o producto de exportación, fortaleciendo así la capacidad del país para enfrentar riesgos económicos; tercero, aumentar la inversión en investigación e innovación para impulsar la transformación y modernización industrial, elevando la competitividad central del país; por último, dar importancia a la educación y la formación, proporcionando una base sólida de recursos humanos para el desarrollo económico. Solo a través del desarrollo de la productividad, Argentina podrá mejorar su estructura económica y salir de la sombra de la crisis.

La quinta lección, mantener la estabilidad política es una base fundamental. La estabilidad política no solo crea un entorno favorable para la implementación de políticas económicas, sino que también influye directamente en la capacidad del país para atraer inversiones y en la confianza social. A lo largo de la historia de Argentina, las políticas económicas del gobierno han sido frecuentemente obstaculizadas por las disputas partidarias e incluso limitadas por divisiones y desacuerdos dentro del mismo partido. Esta inestabilidad política debilita la coherencia de las políticas, dificulta la sostenibilidad de las reformas económicas y perjudica la confianza de los inversionistas en el mercado argentino.

Por eso, Milei debe enfocarse en establecer un marco de políticas sólidas, promover el consenso político interno, fortalecer la comunicación y transparencia del gobierno, y mejorar la capacidad de gobernanza. De esta manera, se podrá crear un entorno político estable que sentará la base para la recuperación y el desarrollo de la economía argentina a largo plazo.

La sexta lección, sostener la apertura económica es un impulso crucial. Durante la campaña y al inicio del mandato, Milei hizo declaraciones radicales, afirmando que rompería relaciones con los países comunistas y se negaría a permitir que Argentina se uniese a los BRICS. Posteriormente, su postura hacia China se tornó más pragmática y moderada, declarando que las relaciones comerciales con China no cambiarían y que Argentina estaba dispuesta a continuar cooperando con China. No obstante, las declaraciones iniciales de Milei y su actitud caprichosa ya habían sembrado dudas entre los principales socios comerciales y posibles inversores del país. Milei debe darse cuenta de que, en un contexto de globalización, la apertura económica no solo es un motor clave para la recuperación económica, sino también esencial para lograr un desarrollo estable y sostenible. Debe dejar de lado las disputas y prejuicios ideológicos, insertar activamente a Argentina en el mercado internacional, fortalecer las relaciones comerciales con otros países para crear condiciones externas más favorables para el desarrollo económico del país.

En conclusión, la crisis financiera de 2001 ofrece lecciones profundas y experiencias valiosas para la gestión económica actual de Argentina. Para Milei, estas lecciones no solo son advertencias históricas, sino también guías prácticas para el presente.

En el complejo y cambiante entorno económico global de hoy, Milei debe aprender de los errores del pasado y evitar repetirlos, para así poder conducir a Argentina hacia la recuperación económica y un camino de desarrollo sostenido y próspero.

(*) Wu Sunpeijing es doctorando en el Centro de Estudios de América Latina de la Universidad de Shanghái

Categorías: Política

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