La revista Capricornio, otro preludio del intercambio cultural argentino-chino

27 mayo, 2024

Tal como “Cultura China” o “Informes de China”, revistas sobre las cuales ha dado cuenta DangDai , “Capricornio” fue otra publicación que cimentó los cruces culturales sino-argentinos, escribe Lelia Gándara.

Por Lelia Gándara. La Revolución de 1949 en China resonó en el mundo entero despertando los sentimientos más diversos en el ámbito político y cultural: admiración, esperanza, temor, curiosidad, recelo. No tardaron en producirse acercamientos a China de la intelectualidad y los dirigentes políticos de diferentes países, y Argentina no fue una excepción.

Estos acercamientos se potenciaron gracias a un programa de diplomacia cultural que abrió las puertas para que escritores e intelectuales latinoamericanos viajaran a conocer la nueva China. Allí fueron Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Osvaldo Pugliese, Raúl González Tuñón, Bernardo Kordon, Jorge Amado, Olga Poblete de Espinoza, Andrés Rivera, Carlos Astrada, Elías Semán, Juan José Sebrelli, Juan Gelman, Eduardo Galeano y muchos otros. Como resultado de esos viajes se fueron desgranando traducciones, crónicas, diarios de viaje, poemas, entrevistas, testimonios, cuentos y novelas, que trazaban puentes e iban revelando afinidades.

Uno de los viajeros fue Bernardo Kordon, escritor, periodista y guionista nacido en Buenos Aires en 1915. Kordon había editado entre 1953 y 1954 ocho números de una revista llamada “Capricornio”, que publicaba colaboraciones de pensadores, poetas y narradores del arco progresista nacional e internacional. Los lectores a los que llegaba eran principalmente intelectuales progresistas. Para hacernos una idea de los temas que abarcaba la revista y la profundidad de los enfoques publicados, baste mencionar que en los cinco primeros números se abordaba la polémica entre Jean-Paul Sartre y Albert Camus sobre el papel del intelectual, y en el sexto se presentaba un homenaje a Neruda. En el número 7 de Capricornia (1954) se publicaron dos poemas de Mao Zedong traducidos al castellano a partir de la versión en francés, y fragmentos del libro “Claves para China” del escritor francés Claude Roy. Los números de la revista incluían, además, ensayos sobre la literatura argentina y latinoamericana y temas de actualidad política, como el debate sobre la situación de la Unión Soviética y el peligro de la guerra ante la agresividad desplegada en la época por los Estados Unidos.

En 1957 Kordon hizo su primer viaje a China, como parte de una delegación cultural que integraba, entre otros, el poeta Juan L. Ortiz. De las experiencias de ese viaje hablaría Kordon en su libro “Seiscientos millones y uno”, publicado en 1958. En cuanto a Juanele, el más grande poeta argentino del siglo XX según Juan José Saer, publicaría un libro inspirado en su viaje que se tituló “El junco y la corriente”, además de un buen número de traducciones de poemas chinos. Estas obras dejan ver el impacto que la cultura china había tenido en ellos y el deseo de dar a conocer todo aquello que habían experimentado.

La revista que Bernardo Kordon había fundado en los años 50, Capricornio, reapareció casi once años después, en 1965, en una segunda temporada, durante la cual se publicaron solo tres números sobre temas artísticos y literarios, acompañados de análisis políticos y sociales. La dirigía el mismo Kordon y Jorge Raúl Lafforgue (otro viajero a China) era su secretario de redacción. En los números de esta nueva temporada se fue reflejando la experiencia del contacto con China, de los viajes, y la voluntad de entablar un diálogo cultural.

Sebrelli, Marina López y su marido Bernardo Kordon (foto de Iaroslav Kosak, circa 1970

En una larga entrevista que le hizo María Lourdes Gasillón, Lafforgue dice: “Kordon era quien aportaba las contribuciones sobre la cultura china, desde cuentos y poesías de su milenaria tradición hasta los testimonios de visitantes argentinos recientes, como Carlos Astrada, Juan José Sebreli, Gregorio Bermann o él mismo.” En esa época, el principal interlocu­tor de Kordon era Chu Tunan, presidente de la Asociación China para el Intercambio Cultural con el Exterior.

Si recorremos esos tres números de la revista vemos que el número 1 abre con un ensayo de Sebreli, uno de los colaboradores de la revista, sobre un intelectual argentino, Héctor Raurich, seguido de un artículo del mismo Raurich: “Defensa del arte”. En este número aparece un artículo dedicado a China: “Teatro chino y teatro occidental”, de Tsuo Lin, que era director del Teatro de Arle Popular de Shanghái y diputado en la Asamblea Popular Nacional. El texto presenta un interesantísimo análisis comparativo de las ideas sobre el teatro de Mei Lanfang (梅兰芳, uno de los artistas más famosos de la Ópera de Beijing), el actor, director escénico y pedagogo teatral ruso Konstantin Stanislavski y el dramaturgo alemán Bertolt Brecht. El número incluye también, entre otros, el texto de Jean-Paul Sartre, “Sobre el realismo”.

En el segundo número, junto a textos de y sobre el escritor, artista y crítico literario polaco Bruno Schulz y otros del dramaturgo Roberto Tito Cossa y del crítico literario Jaime Rest, se publicaron “Tres cuentos fantásticos de la dinastía Tang” que el mismo Kordon había traducido del francés y que aparecieron publicados en el mismo año con siete cuentos más en una compilación de Kordon: “Cuentos fantásticos de la dinastía Tang”.

Portada del primer número de la revista

En el tercero, aparece toda una sección de testimonios sobre China: el de  Sebreli, “Shangai, ciudad porteña”, el de Astrada, “Convivencia con Mao Tse-tung en el diálogo”, el de, “China extraña y clara”, tres poemas de Julio Ellena de la Sota fechados en Pekín en 1965, el artículo de Bermann, “El lavado de cerebro en China” y el de Sartre, “De una China a otra”.

En su texto, Carlos Astrada relata una entrevista a Mao que había realizado en 1960 y elogia su amplia cultura. Cita esta frase del Gran Timonel: “Yo fui maestro, enseñé a chicos de ocho a doce años, hasta que me excluyeron del cargo. No soy militar; pero he hecho veinte años la guerra”. Astrada presenta a China como “país motor de la lucha antiimperialista y anticolonialista”.

Como podemos ver, el espacio que ganaba el interés por China había ido creciendo del primer al tercer número de Capricornio.

Pero la suerte de la revista estaba echada: en 1966 en la República Popular China comenzaba la Revolución Cultural, que se prolongaría hasta 1976, determinando un cambio abrupto de la relación de China con los países de Occidente. Kordon la describió como “la conmoción más intensa que jamás sufrió China o nación alguna” en su obra “China o la revolución para siempre”.

En el mismo año, en Argentina se producía el golpe de estado de las Fuerzas Armadas contra el gobierno constitucional de Arturo Illia. Este golpe, paradójicamente autodenominado “Revolución argentina”, alentado por los Estados Unidos, dio inicio a una dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía que se prolongó con los militares Levingston y Lanusse hasta 1973. En un contexto de crisis económica, alta conflictividad política y social y persecución ideológica, la continuidad de la revista se tornó imposible.

Un director genial

En su libro “Viaje nada secreto al país de los misterios: China extraña y clara”, Kordon, que se había interesado particularmente por el teatro tradicional chino, dice: “¿Acaso el más genial de los directores de teatro no era el mismo Mao? Supo conducir a ochocientos millones de chinos a representar su propio rol, al extremo de que perdieron la cuenta de que todos interpretaban”.

Maravilla cotidiana

También escribe Kordon en “600 millones y uno”: “Lo más importante de este viaje a China es la radiante revelación de lo maravilloso. ¿No hemos desesperado por encontrarlo alguna vez? Aquí, en China, lo maravilloso es el vivir cotidiano de 600 millones de chinos. ¡De 600 millones y uno! Yo estoy entre el público, soy uno de ellos. Lo maravilloso nos une. El espectáculo comienza cuando me instalo entre el público. Estamos todos unidos por la misma emoción. Aquí estoy entre obreros y estudiantes, soldados e intelectuales. Hay ancianos que visten sus ropas tradicionales y niños que ni parpadean, fascinados por el espectáculo”.

(Nota publicada en la edición de DangDai de otoño Nº 42)

Categorías: Cultura

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