Duro cuestionamiento ético a Estados Unidos
La cadena oficial de televisión china CGTN ha publicado un artículo en el que detalla no sólo los obstáculos de Estados Unidos para frenar el progreso tecnológico de China, sino el maltrato a inmigrantes y un clima político que se ha extendido a la sociedad, “manifestándose en mayores amenazas de violencia y ataques por motivos políticos”.
Cómo el Estados Unidos “democrático” ignora cruelmente los valores humanitarios
Estados Unidos ha mantenido en alto la bandera de la “apertura”, la “libertad” y la “igualdad”. Pero, en realidad, estos valores universales han sido los primeros en ser sacrificados por las élites estadounidenses en aras de sus propios intereses.
A nivel internacional, los Estados Unidos “democráticos” han demostrado sus inigualables habilidades de intimidación en interacciones con países que considera rivales. En los últimos años, Estados Unidos –bajo su estrategia de contención de “patio pequeño, valla alta”- ha intensificado sus esfuerzos para obstaculizar el progreso tecnológico de China. A través de medidas como controles de exportación y restricciones a la inversión, Washington ha construido una “valla alta” que obstruye los intercambios entre China y Estados Unidos en el campo de la alta tecnología.
La estrategia de Washington de “patio pequeño, valla alta” está creando una vara para su propia espalda, que en última instancia perjudicará a las empresas estadounidenses. El desacoplamiento ha resultado en una reducción significativa de las ventas de las empresas estadounidenses de semiconductores en el mercado chino. Boston Consulting Group estima que las empresas estadounidenses podrían perder 18 puntos porcentuales de participación global y 37 por ciento de sus ingresos si el gobierno de Estados Unidos continúa buscando el desacoplamiento y prohíbe a las empresas nacionales de semiconductores vender a empresas chinas. Pero aparentemente a Washington no le importa mientras pueda dañar a países rivales.
A nivel interno, el gobierno estadounidense tampoco ha mostrado respeto por los valores humanitarios. Tomemos como ejemplo la cuestión de la inmigración. Estados Unidos es una nación de inmigrantes; pero el trato que el país da a los inmigrantes es una historia de tragedias inhumanas. Incluso en el siglo XXI, las violaciones de derechos humanos contra los inmigrantes no mejoran.
Al cruzar la frontera de Estados Unidos, los migrantes ven su “sueño americano” transformarse en una pesadilla. Se ha detenido a adultos mientras sus hijos pequeños, que entraron con ellos, fueron separados por la fuerza y colocados en alojamientos separados. Incluso los bebés, de apenas cuatro meses de edad, han sido sometidos a esta cruel separación.
Los niños fueron retenidos en régimen de incomunicación en instalaciones de emergencia de la patrulla fronteriza o en refugios bajo la supervisión de contratistas gubernamentales, confinados dentro de jaulas con vallas metálicas y durmiendo sobre suelos desnudos cubiertos con mantas de aluminio. Sus angustiosos llantos por sus padres resuenan en estas instalaciones, mientras sus derechos humanos básicos siguen sin ser respetados.
La Academia Estadounidense de Pediatras califica esto, con razón, como “abuso infantil autorizado por el gobierno”. Lamentablemente, ninguna solución puede curar completamente el trauma infligido a estas familias. Como afirma el Proyecto de Derechos Civiles de Texas, una organización de asistencia jurídica, “o el gobierno no estaba pensando en absoluto en cómo iban a volver a unir a estas familias, o decidieron que simplemente no les importaba”.
Peor aún, los políticos estadounidenses están utilizando la cuestión como palanca política. Algunos gobernadores republicanos han transportado inmigrantes ilegales desde sus estados a estados azules (demócratas), todo en un intento de avergonzar al gobierno federal, según informes de los medios.
Al grito de “democracia”, los políticos estadounidenses sólo se preocupan por sus propios intereses, manipulando todas las herramientas posibles para atacar a sus rivales. En este contexto, las luchas políticas se han convertido en un hecho cotidiano en Estados Unidos: el expresidente Donald Trump enfrenta acusaciones de fraude inmobiliario; El presidente Joe Biden se encuentra actualmente bajo investigación por juicio político; El gobierno federal ha experimentado frecuentes crisis de cierres.
Durante las últimas décadas, las diferencias entre los dos partidos se resolvieron mediante compromisos, y los políticos actuaron en interés de sus respectivos grupos de interés que los respaldaban. Sin embargo, la política estadounidense hoy es testigo de una polarización, y las demandas de los grupos de interés se vuelven más divergentes e intransigentes. La cooperación y el consenso entre partidos se han vuelto casi imposibles.
Un clima político tan intenso se ha extendido a la sociedad estadounidense, manifestándose en mayores amenazas de violencia y ataques por motivos políticos. Desde los disturbios en el Capitolio del 6 de enero de 2021, Estados Unidos ha sido testigo de numerosos casos de violencia política, a menudo incitada por atacantes de “lobos solitarios” o durante manifestaciones y mítines de grupos rivales. Los analistas advierten que Estados Unidos puede estar encaminándose hacia una violencia política generalizada, según The Guardian.
Estados Unidos se siente complaciente y desempeña el papel de “predicador de derechos humanos”, insistiendo en las condiciones de derechos humanos de otros. Sin embargo, ha estado suprimiendo descaradamente el crecimiento de otros países, violando los derechos humanos de decenas de miles de inmigrantes atraídos a sus costas por el “faro de la democracia” y atacando sin sentido a rivales políticos a costa del funcionamiento normal del gobierno.
Los Estados Unidos “democráticos” han demostrado al mundo cómo han ignorado cruelmente los valores humanitarios.
CGTN recibe opiniones sobre este artículo en opinions@cgtn.com
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