China será un socio ideal para el cambio en Argentina
Zhang Jingting, doctora en sociología por la UBA y profesora asociada en la Facultad de Estudios Europeos y Latinoamericanos de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai, escribe para DangDai sobre el gobierno de Javier Milei y China, en perspectiva histórica.
El artículo es en coautoría con Chen Chen, quien cuenta con una maestría en Comunicación Internacional en la misma universidad china.
Por Zhang Jingting y Chen Chen, para DangDai
La depresión económica de Argentina refleja la dislocación política y el desorden social, que comenzó con un golpe de Estado en 1930 y fue seguido por más de medio siglo de gobiernos militares y civiles que se disputaban el poder, con hasta veinticinco cambios de gobierno, e incluso la extraña situación de cinco presidentes en un mes.
Como economista, la llegada de Javier Milei reflejó las principales preocupaciones de la población argentina con respecto a las cuestiones económicas, pero el papel del economista como estudioso y como responsable político en la sociedad son dos funciones muy distintas. En una situación política tan volátil, es difícil tener una política de desarrollo económico coherente a largo plazo, como demuestran los altibajos de las cifras del PIB argentino.
La relación entre el Estado y la sociedad configura el patrón de gobernabilidad, que a su vez configura el sistema de funcionamiento gubernamental. Los “buenos viejos tiempos” del desarrollo estable de Argentina, que dependía de la exportación a gran escala de productos primarios de la agricultura y la ganadería, han dado lugar a una falta de capacidad industrial y a una estructura industrial desequilibrada, lo que, junto con el continuo deterioro del entorno comercial internacional de Argentina como consecuencia de las guerras mundiales y la crisis económica, agravó los retos a los que se enfrenta la economía argentina. Además, las políticas económicas y de bienestar social durante el peronismo clásico siguen teniendo una inercia duradera. La “oscilación pendular” se ha convertido en la palabra clave de la ecología política argentina, ya que los votantes quieren un gobierno nacional con bajos impuestos y baja inflación, pero al mismo tiempo exigen un alto nivel de bienestar.
El manifiesto de Milei de “abolir el gobierno” reflejaba su deseo de anarquismo, que una vez más fue una opción forzada para la población argentina sin salida. Milei era muy hostil a los países socialistas con grandes gobiernos representados por Brasil y China, que resultaban ser el primer y segundo país comercial de Argentina.
China es también la principal fuente de importaciones de Argentina y su mayor mercado de exportación agrícola.
Sin la exportación de productos básicos internacionales como la soja y el petróleo crudo a China, los ingresos por exportaciones del país disminuirán, lo que hará aún más insostenible la política de alto bienestar, por lo que las autoridades argentinas sólo pueden seguir emitiendo dinero en exceso, diluyendo el peso en manos del público en general y subvencionando algunas políticas de bienestar universal.
En la actualidad, la orientación general de la política de Milei es abrir las puertas del país, atraer las inversiones extranjeras, promover las exportaciones y frenar el consumo, lo que constituye una medida revolucionaria de Argentina para hacer de la “exportación” y la “inversión” los dos motores que impulsen el crecimiento económico, y responde precisamente al deseo de China de internacionalizar su moneda, el RMB (renminbi), infraestructuras, inversiones y tecnología. Puede decirse que China es un socio indispensable para Argentina en la transformación y actualización de su estructura industrial.
Y lo que es más importante, Argentina ya era miembro del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) antes de unirse al Iniciativa de la Franja y la Ruta, y es el mayor receptor de inversiones chinas en infraestructuras de la región, con importantes proyectos de cooperación como el proyecto de renovación y recuperación de más de 1.700 kilómetros de vías de la línea Belgrano Cargas, la central de Complejo Hidroeléctrico de Santa Cruz y el Parque Solar Caucharí, que se hallan en constante progreso. En 2022, la relación entre China y Argentina se vio impulsada por la firma del Memorando de Entendimiento sobre la iniciativa de la Franja y la Ruta, cuyo ámbito de cooperación beneficia a la construcción de infraestructuras, la ciencia y la tecnología, el deporte, la cultura, el transporte y otras áreas de Argentina. De este modo, no sólo se alcanzará el objetivo de Argentina de aumentar las exportaciones, sino que también se crearán nuevos puestos de trabajo y se incrementará la riqueza, se fomentará la confianza de la población y se impulsará el desarrollo de las industrias relacionadas.
Estas oportunidades comerciales mutuamente beneficiosas constituyen un salvavidas para ayudar a Argentina a salir del apuro económico y librarse de la “maldición de los recursos” y de la “trampa de la renta media”. Asimismo, es una práctica importante para que China y Argentina se adapten a la globalización económica y construyan una comunidad de destino compartido. La experiencia de China, un gran país en desarrollo con una gran población, también puede proporcionar una referencia importante para Argentina frente a problemas económicos estructurales como los desequilibrios demográficos, las políticas de bienestar sobrecargadas, la desigualdad en el empleo y la distribución de la renta, y la trampa de la renta media.
A largo plazo, las radicales declaraciones diplomáticas de Milei pueden que hayan sido sólo una estrategia electoral, mientras que es más probable que el pragmatismo sea su guía para afrontar los complejos retos de la gobernanza social en Argentina. Basándose en intereses comunes y estructuras económicas complementarias; sería poco realista que Milei llevara a Argentina a “cortar” los lazos con China. Un país no está gobernado por economistas, sino por un conjunto de instituciones. No son los economistas quienes elaboran las políticas adecuadas, sino un sistema de toma de decisiones democrático centrado en los controles y equilibrios de poder.
El impacto del cambio de gobierno podría determinar directamente la imagen del país entre las potencias mundiales y, en consecuencia, la posición de Argentina en la escena internacional. Aunque Milei se alejó del BRICS y puso en dudas otras inciativas como la Franja y la Ruta o aun el Mercosur, desde un punto de vista geopolítico, se trata de una visión excesivamente ideológica, más afín a las nociones de la Guerra Fría. La adhesión al grupo BRICS no impedía tener una política exterior independiente, simplemente ofrecía otra oportunidad para exportar y promover el desarrollo del país; el grupo BRICS representa más del 30% de las exportaciones totales de Argentina (2021) y es una importante fuente de apoyo diplomático y financiero para el país, que sólo será más beneficioso para Argentina tras la expansión del BRICS, junto con la incorporación de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y otros países. Del nivel regional al internacional, la opción más sabia es no depender de un solo país, sino buscar el mayor número posible de socios de interés común para desarrollar una economía diversificada.
El desarrollo simbiótico de cosmopolitismo y nacionalismo ha dado lugar a la Argentina mágica y plural de hoy, cuya historia ha estado siempre acompañada por conceptos como “colonización”, “dependencia”, “emancipación”, “dictadura” e “identidad”.
La modernidad ha sido acompañada por una crisis cíclica constante a nivel de la ecología política y la gobernanza social del país. Las relaciones con las potencias mundiales, las organizaciones internacionales y el grado de integración regional influirán profundamente en la futura trayectoria de desarrollo de un país. Para Argentina, por tanto, la cuestión de cómo equilibrar sus necesidades internas con sus responsabilidades internacionales será algo que el flamante gobierno deberá considerar cuidadosamente.
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