La izquierda argentina llevó su voz a China

13 diciembre, 2023

Como informara este portal días atrás, cinco analistas y dirigentes argentinos de izquierda participaron en China de actividades organizadas por su Academia de Ciencias Sociales en torno a cuestiones del socialismo y la geopolítica actual.

Fueron ellos Atilio Borón, Marcelo Rodríguez, Rubén Guzetti, Sergio Ortiz e Irina Santiesteban, quienes enviaron a DangDai sus respectivas ponencias, que a continuación de reproducen.

Atilio Borón – Universidad Nacional de Avellaneda, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini

Claves y perspectivas de la transición geopolítica actual

Esta ponencia versa sobre los cambios epocales que caracterizan a la transición geopolítica actualmente en curso. Para comprender este asunto es preciso tomar nota de la excepcionalidad de esta transformación que ha puesto en movimiento las placas tectónicas del sistema internacional. ¿A qué se debe esta situación?

Tres rasgos definitorios de la transición geopolítica actual

Digámoslo en pocas palabras: las transiciones anteriores se produjeron al interior de una misma matriz socio cultural y política; es decir que se procesaron dentro de un mismo marco geográfico y civilizatorio usualmente conocido como Occidente. La primera transición a escala global se produjo después del descubrimiento y conquista de América. El predominio global de España, una economía atrasada en el contexto europeo del siglo XVI, se vio interrumpido un siglo después por  la reducción de las exportaciones mineras de las colonias americanas y la guerra de Flandes, ambas ocasionando la bancarrota de las arcas de la Corona española. Esta grave crisis comercial y financiera dio paso a una efímera hegemonía global de los Países Bajos, para ser reemplazada tiempo después por el vigoroso crecimiento del capitalismo en Inglaterra, favorecido por el desplazamiento del centro de gravedad de la economía internacional desde Asia hacia el Atlántico, lo que instaló a Inglaterra en el vértice de la nueva economía mundial. Luego de la Primera Guerra Mundial la hegemonía británica comenzó a ser desafiada por nuevos contendores, y con el estallido de la Gran Depresión y más tarde la Segunda Guerra Mundial abrieron paso al irresistible ascenso de Estados Unidos al pináculo de la economía y la política mundiales. Como es fácil de entender, estos pasajes del cetro hegemónico se tramitaron entre pueblos que compartían los mismos valores, credos religiosos (por ejemplo, ambas variantes del cristianismo), tradiciones políticas e instituciones legales. E inclusive, compartían el mismo idioma o uno muy parecido, como el neerlandés y el inglés. La transición actual, en cambio, es un proceso mucho más complejo signado por el fin de más de quinientos años de dominación de Occidente —hablando en términos muy generales— sobre el resto del mundo, que fue aherrojado a una situación colonial y condenado a padecer los estragos del subdesarrollo. En la transición actual los actores en pugna son muy diferentes; pueblos que hablan lenguas muy distintas, tienen otros credos religiosos, otras costumbres, diferentes tradiciones políticas y estructuras sociales. Son, en una palabra, actores globales que pertenecen a otros entornos civilizatorios claramente no-occidentales. Este me parece un rasgo decisivo que distingue esta transición de las que les precedieron. Si las anteriores tuvieron lugar al interior de un mismo campo civilizacional, la actual se produce entre configuraciones civilizatorias muy diferentes. No sólo hay intereses económicos en pugna, como en los casos anteriores, sino también creencias, valores, estilos de vida y tradiciones políticas y culturales.

En segundo lugar creo que, como en todas las otras transiciones, la guerra ocupa un lugar muy importante a la hora de dirimir el resultado de este proceso. La guerra de Ucrania tanto como el genocidio en curso en Gaza son la expresión de esta realidad, como también lo es la indisimulada amenaza de librar una guerra en contra de China. Aquella ha sido de alguna manera declarada por Estados Unidos cuando en la ceremonia de su asunción presidencial Joe Biden invitó a un alto representante de Taiwán, a la cual se le ofreció un trato equivalente al de un gobernante de un país independiente y no al del enviado de una rebelde provincia china, gesto que constituyó una grosera e inadmisible provocación para China. Resumiendo: el otro rasgo que tipifica a esta transición está dado por la emergencia de una constelación de poderes al margen de -y en oposición a- Occidente y que plantean una rivalidad o una amenaza que ha sido respondida por Estados Unidos y sus aliados con una actitud francamente belicista. A diferencia de las reiteradas advertencias formuladas por el Presidente Xi Jinping urgiendo a los gobernantes de los diferentes países a avanzar en la creación de una “comunidad de recursos compartidos” por los senderos de los acuerdos y la cooperación en el marco del derecho internacional, la respuesta del bloque occidental liderado por Estados Unidos ha sido apelar a la fuerza como mecanismo para resolver las tensiones y contradicciones inherentes a la reorganización del tablero geopolítico mundial. Valga como ejemplo el traslado de buena parte del poderío naval de Washington hacia el Mar del Sur de la China y la extensión del teatro de operaciones de la OTAN, previamente limitada a Europa, hacia la zona del Asia Pacífico. La evidencia a la que hoy recurren estudiosos estadounidenses como John Mearsheimer o Jeffrey Sachs revela de modo irrefutable que la llamada “invasión” de Ucrania fue en realidad una operación preventiva de Moscú en respuesta a la invasión por etapas que la OTAN venía efectuando desde el año 1997, cuando comenzó la primera oleada de avance hacia las fronteras rusas; siguió en 2014 con el golpe de estado promovido por la Administración Obama contra el legítimo gobierno de Ucrania y ahora, recientemente, procurando cercar territorialmente a Rusia incorporando a Suecia y Finlandia a la belicosa alianza atlántica y presionando para que Ucrania ingrese a la OTAN. Esta jugada estratégica coloca a esta transición ante la posibilidad muy preocupante de una escalada militar de incalculables proyecciones, especialmente cuando se oye a un miembro del gabinete presidencial de Israel expresar públicamente la posibilidad de poner fin a la crisis de Gaza descargando misiles nucleares sobre una población civil indefensa.  En una época como la actual, en la que se cuenta con armas tan sofisticadas y letales la amenaza del funcionario israelí pone en peligro la sobrevivencia misma de la especie humana.

Otro rasgo fundamental -y este sería el tercero- es que esta transición se da en un contexto   en donde ya no podemos hablar más de cambio climático sino de catástrofes climáticas: no se   habla ya de calentamiento global sino de ebullición global, porque este planeta está siendo arrasado por la lógica de la acumulación capitalista. La sequía del año pasado en California fue, según los estudios realizados en Estados Unidos la más grave de los últimos mil doscientos años. El otrora poderoso río Colorado prácticamente ha desaparecido en buena parte de su trayectoria final, convertido en un pequeño arroyo. Incendios que arrasan poblaciones, ciudades, bosques, por todo el mundo. Sequías fenomenales, inundaciones tremendas, envenenamiento de las aguas y de los ríos. En Argentina el lecho del río Paraná tiene depósitos de glifosato, que son todavía más densos que los que hay en tierra firme, en la llanura pampeana. Estamos padeciendo mortíferas epidemias, como las del Covid-19, y otras que según los científicos están al acecho. Todo esto habla de que estamos en el punto terminal del ciclo civilizatorio del capitalismo, que se ha vuelto absolutamente insostenible al poner en cuestión la sobrevivencia de la especie humana en este planeta y, más aún, de la naturaleza tal como hoy la conocemos.

Sobre la guerra y el poder internacional

Dicho lo anterior es imprescindible decir algunas palabras sobre la guerra como dispositivo recurrente de resolución de los conflictos propios de esta clase de transiciones. Los enfrentamientos bélicos actuales en Ucrania y en Gaza demuestran inobjetablemente que no existe intención alguna de llegar a una solución negociada de parte de Estados Unidos y los líderes de la OTAN, y el mismo tono belicista informa los recientes documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos en los cuales China es definida como un país enemigo. En documentos anteriores el país asiático era caracterizado como un competidor en el terreno de la economía. Ya no más: China ahora aparece como el enemigo a vencer porque, a diferencia de Rusia, “quiere y puede” cambiar las reglas del orden mundial mientras que Moscú “quiere pero no puede”.

En el caso de Rusia, los estrategas estadounidenses insisten en que este país es una amenaza, más allá de que haya cambiado la naturaleza de su estructura económico-social y su régimen político. Paul Wolfowitz [ex subsecretario del Departamento de Defensa de los EE. UU. durante la Administración de George Bush padre y el décimo presidente del Banco Mundial] advirtió en 1992 sobre la necesidad de debilitar a Rusia porque pese a que la URSS había dejado de existir y el régimen comunista se había desplomado, en sus palabras “por su tamaño y fortaleza Rusia seguirá siendo un obstáculo para las políticas que quiera promover Estados Unidos en

Europa Oriental y en Eurasia.” Años más tarde otro célebre especialista norteamericano, Zbigniew Brzezinski diría que el peor escenario para Estados Unidos en los comienzos del siglo veintiuno sería la concreción de una alianza estratégica entre Moscú y Beijing. Por lo tanto, la política que Washington debía perseguir en relación a Rusia es debilitarla y, de ser  posible, fragmentarla en varios países, como en su momento se hizo con la ex Yugoslavia. Y posteriormente se publicó un libro “El arte de las sanciones”, de un asesor del Departamento de Estado, Richard Nephew,  conteniendo una guía muy detallada sobre como presionar y extorsionar a terceros países, comenzando por Irán y Rusia. Casi en simultáneo, en 2019,  veía la luz el  informe de la Rand Corporation: “Overextending and unbalancing Russia”, que reproduce las mismas ideas expuestas por Nephew. Es en este documento donde se propone nada menos que la instalación de “armas letales en la frontera ruso-ucraniana.” Estos documentos confirman que la destrucción y fragmentación de Rusia es una prioridad para Washington puesto que prepararía el terreno para que Estados Unidos y sus aliados occidentales -además de Japón y Corea del Sur- se arrojen con toda su fuerza en contra de China, que ya no contaría con la solidez militar y tecnológica de una Rusia reducida a escombros y quedaría en inferioridad de condiciones para defenderse de sus agresores occidentales.
El papel moderador de China

En un contexto tan ominoso como éste China puede jugar un papel excepcional. Primero porque como en varias oportunidades lo reconoció el difunto Henry Kissinger ese país nunca fue una potencia expansionista. Más bien, todo lo contrario, China es la única nación del mundo que construyó un muro para evitar ser  invadida. No obstante, el gigantesco tamaño de su PBI o el carácter planetario de su gravitación comercial dio pábulo a que se la acusara de ser un la personificación de un nuevo amo imperial. Contra esa (mal)interesada caracterización hay que decir que aquellos factores no necesariamente convierten a China  en un hegemón imperialista sino que, como lo prueba la política de Beijing, son elementos que lo capacitan para ejercer una influencia moderadora en el actual desorden mundial. Recuérdese que mientras Estados Unidos tiene oficialmente reconocidas poco más de 800 bases militares dispersas por todo el mundo Rusia no tiene más de quince -en su enorme mayoría en los países integrados a la extinta Unión Soviética- y China apenas una, en Djibouti, un pequeño país localizado en el Cuerno de África. No hace falta demasiada teoría política para descifrar esta situación: basta con la aritmética para destruir las teorías que hablan del “imperialismo” ruso o chino, o las que les atribuyen a estos países una vocación belicista de la cual carecen.

El problema para Washington y sus aliados es que China es un país que en el último cuarto del siglo veinte y el inicio del actual ha sido protagonista de un excepcional proceso de desarrollo económico -crecimiento industrial más grandes avances tecnológicos- y que también ha logrado avances fenomenales en materias sociales, sobre todo en el abatimiento de la pobreza extrema, una asignatura pendiente desde hace más de medio siglo en Estados Unidos. Según estudios del Banco Mundial sólo el 0,8 % de la población se encuentra en los confines de la pobreza extrema en China, contra 11,8 % en Estados Unidos.  China era un país en donde las hambrunas eran recurrentes cada pocos años, y eso se ha acabado definitivamente, mientras que la situación en el país del norte se ha agravado en años recientes. La dirigencia china es consciente de que Estados Unidos no va tolerar a una China poderosa en el sistema internacional. Fui informado al respecto durante mi primera visita a China en Julio de 1997 y los hechos confirmaron la razón que asistía a mis informantes. Pero pese al hostigamiento estadounidense China ya juega un papel cada vez más trascendente en el tablero geopolítico mundial.   Y su gravitación se acrecentará por el hecho de que en ciertas ramas de la tecnología más avanzadas China le está sacando ventajas a Estados Unidos, cosa que era impensada hace un tiempo. Cuando se compara el número de graduados en computación y en ciencias de ingeniería de ambos países, en el año 2000 China y Estados Unidos estaban igualados en torno a unos 200,000 graduados por año. Pero ahora China gradúa a 1.300.000 por año al paso que  Estados Unidos sigue sin sobrepasar la barrera de los 200.000. De ahí la desesperación de Washington ante los desarrollos chinos en telefonía 5G, inteligencia artificial, nanotecnología y la robótica, entre otras ramas de la industria. Estos avances de China alimentan la agresividad norteamericana y nutren el discurso de una China “imperialista”, enemiga del orden mundial y que debe ser detenida antes de que sea demasiado tarde.

China, además, juega un papel global de una importancia extraordinaria. Hoy en día es el taller industrial del planeta. Estados Unidos y Europa occidental “fabrican” papeles: bonos, letras de tesorería, acciones. Y los chinos fabrican bienes, cosas útiles: automóviles, computadoras, teléfonos, etcétera, con un desarrollo tecnológico formidable, lo cual es una amenaza muy grande para la deteriorada hegemonía norteamericana. Por eso, como dice la más reciente versión de la “Estrategia de Seguridad Nacional” producida al inicio de la Administración Biden, más que Rusia la enemiga a vencer es China. De ahí las continuas provocaciones en el estrecho de Taiwán y la irritación que produce entre los halcones estadounidenses los persistentes llamados de Xi Jinping y la dirigencia china al diálogo y la negociación diplomática en Ucrania, Gaza y otros teatros de conflicto militar. El notable éxito de la diplomacia china al poner fin a las históricas escaramuzas entre Arabia Saudita e Irán e inclusive abonar sus importaciones petroleras apelando al yuan chino sonó como un cañonazo en los pasillos de Washington, demostrando que China estaba jugando un papel crucial en los principales escenarios del complicado escenario internacional.

La transición hacia un mundo “post-hegemónico”

La reconfiguración del tablero geopolítico mundial confirma que el mundo policéntrico y multipolar ya es una realidad. No es algo que va a ocurrir; la transición ya ha ocurrido y una nueva constelación de poderes y centro de poder mundiales son los que hoy dibujan los contornos de la escena internacional. El unipolarismo estadounidense, que se suponía perduraría a lo largo de todo el siglo XXI demostró haber sido apenas una momentánea ilusión que se disipó en poco más de una década. La derrota del ALCA, el Área de Libre Comercio de las Américas, en el año 2005 que en Latinoamérica y el Caribe era la expresión del proyecto unipolar fue la primera señal de que la ambición del “nuevo siglo americano” no era más que una infantil ilusión. El empantanamiento e indigna derrota de Estados Unidos en la Guerra en Afganistán; los ambiguos resultados de la “guerra contra el terror” en Irak y los sucesivos traspiés en Oriente Medio y el Sudeste asiático (al no poder vetar el desarrollo de armas nucleares en Corea del Norte) unidos a los crecientes problemas económicos domésticos aceleraron la declinación de Estados Unidos, tema que ya no se discute salvo en lo relativo a la velocidad o ángulo de caída del avión imperial. Basta con ojear las ediciones de los tres o cuatro últimos años de la revista emblemática del establishment norteamericano, Foreign Affairs, para comprobar la angustiosa preocupación que embarga a la clase dominante norteamericana y sus representantes políticos. La efímera vida del ensueño unipolarista aceleró la emergencia de una constelación mundial policéntrica que no dudaría en calificar de “post-hegemónica” dado que ninguna de las viejas potencias occidentales tiene ahora la posibilidad de imponer por la fuerza sus intereses y su voluntad sobre los demás actores del sistema internacional. Y porque los nuevos protagonistas del tablero geopolítico mundial, especialmente China y la renacida Rusia, han demostrado que no está en su interés construir una harto conflictiva hegemonía global que profundizaría la injusticia en el mundo, bloquearía los esfuerzos tendientes a fortalecer la cooperación internacional que propone el presidente Xi Jinping y sumiría al sistema en nuevas y más letales guerras.  Este nuevo mundo, que ya ha nacido, tiene una posibilidad inmejorable de avanzar en la construcción de un orden mundial seguro, estable y próspero para todas las naciones. Es evidente que aún falta resolver las crisis en Ucrania y Gaza, amén de otros focos de tensión, pero las luces del amanecer de un nuevo orden mundial “post-hegemónico” ya iluminan la escena internacional y eso llena de esperanza los corazones de los pueblos amantes de la paz en todo el mundo.

Marcelo Rodríguez – Partido Comunista Argentino y Centro de Formación Marxista Agustín P. Agosti (CEFMA).

Construcción de una comunidad global de futuro compartido y desarrollo del socialismo mundial

En primer lugar, queremos agradecer a los organizadores del XIII Foro del Socialismo Mundial y a las autoridades de la Academia China de Ciencias Sociales – CASS por habernos invitado a participar de este Foro. Queremos también hacer llegar el saludo de Víctor Kot, Secretario General del Partido Comunista de la Argentina al pueblo chino y al Partido Comunista de China, el cual, bajo la dirección del secretario general Xi Jinping da muestras no solo de la vigencia del comunismo sino de la necesidad de este para superar los problemas que enfrenta la humanidad.

El actual contexto internacional que atravesamos nos indica que la concentración de la riqueza, la desigualdad, la exclusión, el hambre, la desocupación, junto a los efectos del cambio climático, la injusta y especulativa distribución de los recursos con que se enfrentó la pandemia por parte de las potencias occidentales y la escalada bélica provocada por la OTAN, entre otros procesos, hace urgente e imprescindible encontrar caminos para superar las condiciones impuestas por el capital financiero globalizado y que llevan a la humanidad al abismo.

Las provocaciones por parte de los EEUU y la OTAN contra la Federación Rusa han desatado el conflicto en Ucrania, conflicto que continua y que tiene peligrosas perspectivas para toda la humanidad, y a través del cual buscan debilitar la proyección de un orden multilateral y afectar a Rusia como potencia y como un gran aliado estratégico de la República Popular China.

En el mismo sentido, los constantes ataques directos contra la República Popular China, tanto en el terreno económico como en el político, con un eje importante en la situación de Taiwán, a quien consideramos parte constitutiva de una sola China, demuestran que los EEUU, como cabeza de un sistema capitalista en crisis, busca sostener su cuestionada hegemonía, con provocaciones, desestabilizaciones e intervenciones militares como lo ha hecho constantemente a lo largo del siglo XX y de este siglo XXI.

A esta estrategia no es ajena la manipulación llevada adelante a través de los medios de comunicación y la falsificación de la historia que ha llevado a esta situación.

América Latina y el Caribe, como espacios históricamente vitales para los EEUU en la construcción de su hegemonía mundial, pueden dar sobrados ejemplos de estas políticas injerencistas, llevadas adelante por los EEUU y sus aliados, a través, por ejemplo, de las sanciones unilaterales llevadas adelante contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, la promoción constante de políticas desestabilizadoras en el marco de los denominados “golpes blandos” y la ocupación de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwichs del Sur y espacios marítimos circundantes, donde se encuentra una base de la OTAN, administrada por el Reino Unido.

Hoy se está disputando en el mundo la conformación de un nuevo orden internacional. Una disputa entre el unilateralismo y el multilateralismo.

Es importante, en este contexto, destacar la continuidad del sistema imperialista, aún en crisis, y redoblar los esfuerzos para enfrentarlo.

Como bien denunció Fidel Castro en 1992, como consecuencia de la crisis y del desarrollo capitalista: “una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer […] el hombre”, frase que para muchos resultó altisonante en su momento, pero que hoy, con el desarrollo de la crisis, demuestra su validez

Esto debe ser tenido en cuenta al analizar las amenazas y peligros que enfrentan los procesos que se viven en América Latina, y que plantean una política de autonomía e integración, en el marco del gran diseño geopolítico del imperio norteamericano, para poder dar respuesta a los desafíos que enfrenta la región ante las transformaciones que se están experimentando en el escenario mundial.

Transformaciones que, como decíamos, se manifiestan en una creciente agresividad y beligerancia del imperio tendiente a encauzar a la región en un patrón de subordinación a sus intereses.

Esa preocupación del imperialismo y la importancia estratégica de América Latina para los Estados Unidos tiene mucho que ver con la carrera desenfrenada por el control de los recursos naturales no renovables que son indispensables para el sostenimiento de la civilización del capital. Las reservas de petróleo, agua, de minerales estratégicos, la enorme capacidad de producir alimentos y la biodiversidad, hacen que América Latina sea una región de una importancia extraordinaria y ocupe el primer lugar en la escala de prioridades de los Estados Unidos.

Las constantes presiones ejercidas por los EEUU sobre nuestros gobiernos para que avancen lo menos posible en sus acuerdos con la República Popular China y la Federación Rusa son una clara muestra de esto.

La profundización en la cooperación entre Moscú y Pekín a través del Tratado de Amistad y Cooperación y Buena Vecindad, en la esfera política, económica, militar, energética, científica, tecnológicas y de seguridad regional y mundial, junto al fortalecimiento de las organizaciones asiáticas regionales como la Organización de Cooperación de Shanghai, los BRICS y la puesta en marcha de su ampliación con el BRICS “plus” al cual la Argentina se incorpora en enero de 2024, y el proyecto de la Franja y la Ruta, al cual Argentinas adhirió en 2022 son luces de alerta para los EEUU, y actúa en consecuencia.

El esquema del nuevo tablero mundial está en juego, las aspiraciones de EEUU se ven amenazadas en un proceso que David Harvey a calificado como “crisis en movimiento”, que da idea de la magnitud mundial de la misma,

En este contexto, hoy estamos convocados para intercambiar ideas sobre las Construcciones necesarias para aportar al desarrollo de una comunidad global de futuro compartido.

Según se plantea en el documento “Una comunidad global de futuro compartido: Las propuestas y acciones de China”, publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado de La República Popular de China en septiembre de 2023, el “concepto de una comunidad global de futuro compartido sostiene que todos los países comparten un futuro común y visualiza un mundo caracterizado por la apertura y la inclusión, la equidad y la justicia, la coexistencia armoniosa, la diversidad y el aprendizaje mutuo, y la unidad y la cooperación”.

Nos parece sumamente importante esta definición y queremos aprovechar la oportunidad, para compartir con ustedes algunas reflexiones que estamos realizando desde el Partido Comunista de la Argentina respecto a la importancia de la propuesta de la construcción de una Comunidad de Futuro Compartido y el Desarrollo del socialismo mundial y cómo podemos aportar los partidos en este sentido.

En un discurso de diciembre de 2017, el presidente Xi Jinping decía:

“Los partidos políticos de diferentes países deben incrementar la confianza mutua, reforzar la comunicación y estrechar la cooperación, para explorar sobre la base de un nuevo tipo de relaciones internacionales un nuevo modelo de relaciones interpartidistas, caracterizadas por la búsqueda de los puntos comunes dejando de lado las diferencias, el respeto mutuo y el aprendizaje reciproco, establecer entre los partidos una red internacional de cooperación e intercambios en diversas formas y de múltiples niveles, para unir poderosas fuerzas capaces de construir una comunidad de destino de la humanidad”. (Xi Jinping, 2021 p. 556)

Como señalamos anteriormente, entendemos que la difícil coyuntura que atravesamos en el mundo y la multilateralidad que se está abriendo paso, nos impone la necesidad del crecimiento y fortalecimiento de nuestros Partidos como un aporte a la construcción de una Comunidad de Futuro Compartido

Desde Argentina, entendemos que debemos aprovechar esta coyuntura para continuar afirmándonos como un partido internacionalista, anticapitalista, antiimperialista y cada vez más preparado para la lucha por el socialismo.

Por eso, nos mantenemos firmes en el marco ideológico del marxismo y en el leninismo tanto ideológica como organizativamente, tomamos nota de la realidad que vivimos, de los cambios experimentados en la estructura económico social del país y el mundo, para fortalecer un partido acorde a las demandas de una sociedad en la cual las formas de explotación se profundizan, la desigualdad crece cotidianamente y las políticas de dominación aparecen muchas veces naturalizadas en los discursos hegemónicos y en el sentido común.

La necesidad de contar con partidos organizados, con formación científica, política e ideológica, que puedan comprender los nuevos desafíos que imponen las profundas transformaciones que se están produciendo en el mundo resulta esencial.

Sabemos que esto es imprescindible para enfrentar, en particular en el caso de los partidos marxistas, en mejores condiciones el problema clave de la revolución: la cuestión del poder que, desde nuestra perspectiva, la abordamos desde la creación y construcción de poder popular.

Desde América Latina, debemos enlazar los enfoques antiimperialistas con los anticapitalistas y los de poder popular, confirmando que las ideas básicas del leninismo dan respuesta al tipo de partido revolucionario que debemos construir. 

Un Partido partícipe, animador y protagonista en la lucha de clases y en los principales acontecimientos culturales, políticos y sociales que se dan en nuestros pueblos.

Desde nuestra concepción, la unidad de las fuerzas políticas y sociales que representan los intereses del pueblo es inseparable del debate y de la disputa por la orientación de esos espacios frentistas que conformamos para enfrentar a las derechas, para defender las conquistas del pueblo y sobre todo para avanzar decididamente en cambios profundos y estructurales con un fuerte contenido programático.

Valoramos la experiencia de los años en que estuvimos en la resistencia política frente a los discursos del fin de la historia y de las ideologías, que implicaba el fin de los partidos políticos, y valoramos haber logrado que el Partido Comunista de la Argentina siga existiendo, que sea un Partido nacional con identidad propia, un Partido que conserva sus vínculos con todo el movimiento revolucionario y avanzado internacional.

Haberlo logrado es la base desde donde nos planteamos crecer en la complejidad de la actual coyuntura en la cual el enemigo principal son las derechas y los fascismos que se están organizando fuertemente a escala mundial.

A estos sectores debemos enfrentarlos en todos los terrenos, en la calle, a través del conflicto y disputando la representación institucional en los procesos electorales.

Este combate debe tener una vanguardia y entendemos que los Partidos Comunistas y revolucionarios son parte central de esa vanguardia estratégica, conquistando esa función concreta, gradualmente, pensando en acumulaciones cuantitativas y en saltos cualitativos que han de estar incluidos en nuestra forma de pensar, una acción que debe ir ocupando territorios físicos y virtuales, desestabilizando y acorralando al enemigo principal en todo cuanto podamos.

Los comunistas argentinos proponemos un gran movimiento amplio, ofensivo, plural, en torno a las banderas de emancipación social y nacional, latinoamericanista, anticapitalista, antimperialista con creciente contenido revolucionario.

Esto no consiste -y los remarcamos- en proclamarse revolucionarios sino en crear áreas, espacios, focos de ruptura militante respecto del sistema, combinando reflexión y lucha, generando espacios comunes a partir de una frontera claramente establecida respecto de la derecha, de los intereses imperialistas, de la gran burguesía depredadora.

En la realidad que hoy debemos afrontar, el fortalecimiento de nuestros Partidos es esencial para promover un amplio y potente movimiento por la paz y la solidaridad antimperialista.

Sera clave en esta tarea, encontrar muchos más espacios de cooperación y coordinación entre nuestros partidos, como ha planteado el secretario general del PCCh Xi Jinping en el discurso de 2017 anteriormente citado.

Conformar estos espacios es de enorme importancia como forma de contribuir a desarrollar la subjetividad revolucionaria en nuestros pueblos, como aporte a la creación de unidad frentista, como camino de integración del movimiento antiimperialista, revolucionario continental y mundial, como forma de encorsetar las peligrosas políticas agresivas y belicistas que el imperialismo, en su crisis, está derramando sobre la humanidad y aportar decididamente a la construcción de una comunidad global de futuro compartido al desarrollo del socialismo mundial.

Muchas gracias por la invitación a participar de este Foro.

Irina Santiesteban –Partido de la Liberación (PL) de Argentina

La construcción de la comunidad de futuro compartido de la humanidad y el desarrollo del socialismo mundial

Como secretaria general del Partido de la Liberación (PL) de Argentina considero que el tema convocante es muy oportuno en la actual etapa, pues será extremadamente difícil encontrar un futuro compartido de la humanidad si no cambian radicalmente las condiciones políticas y sociales dominantes en gran parte del mundo. Y ello solo será posible con la liberación nacional y social de los pueblos del mundo, los trabajadores y el avance hacia la construcción del socialismo en cada país, respetando sus peculiaridades, tal como lo viene haciendo esta nación, China, desde hace 74 años, luego de la gran Revolución liderada por Mao Tsé tung y el Partido Comunista de China.

El punto que abordaré se refiere a la construcción del futuro compartido de la humanidad en un contexto mundial de turbulencias y transformaciones.

Crisis Mundial

Vivimos una época de grandes crisis políticas, económicas, sociales, con enormes desigualdades entre las potencias hegemónicas y los países del Tercer Mundo, que se agravaron luego de la pandemia de COVID19, profundizando el sometimiento de los pueblos a las políticas imperialistas.

Una de las expresiones más crudas de esa desigualdad lo constituye el fenómeno de las deudas externas de los países pobres y en desarrollo, con los organismos internacionales de crédito, bancos y fondos privados que imponen políticas de ajuste que se descargan sobre las espaldas de los trabajadores, sectores populares y los más humildes.

Cumbre del FMI y del Banco Mundial

Del 9 al 15 de octubre se realizó la reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en Marruecos. Allí, los países integrantes del FMI reconocieron el debilitamiento de la economía a nivel global, y la imposibilidad de muchos países de pagar sus deudas con el organismo. No obstante, ni por asomo se planteó la posibilidad de una quita o condonación de esas deudas. Así, se profundiza la brecha entre los países ricos y pobres, lo que demuestra el fracaso de las políticas de estos organismos financieros y del capitalismo a nivel mundial.  

Los directivos del FMI no pudieron o no quisieron consensuar un compromiso de mayores cuotas para aumentar la capacidad crediticia, única solución que plantean para superar la crisis que padecen los países deudores. Es que seguir prestando con los condicionamientos ya conocidos es continuar aplicando la misma mala medicina que agravará la enfermedad que padecen los pueblos del Tercer Mundo: el sometimiento a los programas de ajuste que entre otras cosas provocan inflación, como lo estamos viendo en nuestro país, Argentina, que este año tendrá un índice inflacionario superior al 140 por ciento.

Por su parte, el Banco Mundial aprobó en Marruecos una declaración para “crear un mundo libre de pobreza en un planeta habitable”, con el declamado objetivo de hacer frente al cambio climático. En realidad se resolvió generar una nueva plataforma de hasta 100.000 millones de dólares en nuevos préstamos a lo largo de una década. Más deuda para los países dependientes!

Contracumbre de los Pueblos

Paralelamente, entre el 12 y el 15 de octubre se reunió en Marrakech (Marruecos), la Contracumbre de movimientos sociales contra las reuniones anuales de los dos organismos. El evento congregó a movimientos sociales, ambientales, sindicatos, organizaciones feministas, de pueblos indígenas, campesinos, etc., de África, Asia, el mundo árabe, América Latina y Europa, que reafirmaron su lucha contra las deudas ilegítimas, contra el colonialismo financiero, cultural, territorial y racial.

Como contrapartida, que agrava y profundiza la crisis, se prevé que este año habrá una disminución del crecimiento económico a nivel mundial (del 3,5% de 2022 al 3% este año y al 2,9% el próximo). En Argentina, a pesar que el gobierno había previsto un crecimiento de 3 puntos del Producto Bruto Interno, la realidad marca que caerá 2 puntos.

Deudas impagables

En nuestra región, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) realizó un seminario de Política Fiscal en Chile, en mayo de este año, donde se abordó la problemática de la deuda pública y las restricciones económicas que representa para los países de la región latinoamericana y caribeña, afectando el crecimiento y el desarrollo. Así, el aumento de los servicios de esas deudas, por los mayores intereses fijados por los organismos internacionales de crédito, obliga a los Estados endeudados a destinar cada vez más recursos para afrontar los pagos de esas deudas, y consecuentemente, disminuyen los fondos que hacen falta para proveer a las necesidades de la población, aún las más acuciantes. De esta forma, se reducen los gastos sociales, justificados por los representantes políticos de la gran burguesía y la derecha, con su reiterada muletilla de “achicar el gasto fiscal”, esto es, los recursos que debe destinar el Estado para cuestiones tan vitales como la educación y salud públicas, los subsidios a las tarifas de servicios públicos (agua potable, energía, transporte, etc.), asistencia alimentaria a los sectores más vulnerables, obras de infraestructura, etc.

Estas imposiciones no rigen para todos los países, en especial aquellos que imponen sus políticas en estos organismos financieros. El ejemplo más paradigmático es EEUU, cuya deuda alcanzó en enero de 2023 el tope de 31,4 billones de dólares, ubicándose así como el país más endeudado del mundo. También tiene un abultado déficit fiscal (11,6% del PBI), un problema que tiene la Argentina y que por imposición del FMI debe reducir a 0 (actualmente Argentina tiene un déficit fiscal del 4,3% del PBI). Sin embargo, bajo la premisa “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, EEUU pretende imponer al resto su dominación a través del mecanismo de la deuda externa, y su moneda, el dólar, es la más utilizada a nivel global en las transacciones comerciales, aunque observamos con beneplácito que son cada vez más los países que acuerdan sus intercambios en otras monedas.

Saludamos las iniciativas que buscan frenar esta hegemonía del dólar y de los EEUU, y que promueven operaciones en monedas locales, como está sucediendo con los BRICS, que se han ampliado recientemente con la incorporación de seis miembros, entre ellos la Argentina.

Contra el imperialismo

Identificamos al imperialismo, y en particular al norteamericano, como el responsable principal de los problemas que padecen los pueblos del mundo, pues sus políticas han llevado al desastre a la mayoría de los países incluido el propio EEUU y sus aliados. Sus políticas guerreristas han provocado grandes déficits en las economías de los países europeos y también afectado obras de infraestructura como ocurrió con el atentado que realizaron a los gasoductos Nord Stream I y II en el Mar Báltico, que perjudicó no solo a Rusia sino también a sus aliados europeos, como Alemania.

El AUKUS, alianza de EEUU, el Reino Unido y Australia, produjo también choques con Francia, que tenía acordado la venta de submarinos a ese último país, operación que se vio frustrada por la intervención del gobierno estadounidense, invocando la mencionada alianza.

Las políticas que imponen el FMI y el BM se traducen en ajuste, restricciones monetarias, devaluación de las monedas nacionales en relación al dólar y altos índices inflacionarios, encareciendo el costo de vida y afectando a los sectores más vulnerables de la población. Algunos países emergentes tienen deudas soberanas equivalentes a más del 60 y hasta el 80 por ciento de su PBI.

Según la CEPAL (informe “Deuda Pública y restricciones para el Desarrollo”), el aumento exponencial de la deuda externa que afecta a los Estados de la región no se debe únicamente a la situación derivada de la pandemia de COVID19, pues ya venía incrementándose en la década previa.

En relación al crecimiento económico para la década 2014-2023, la CEPAL calcula que será en promedio de un 0,8 por ciento, inferior a la que se registró en la llamada “década perdida” de 1980, cuando tuvo lugar la crisis de la deuda a nivel global.

El endeudamiento viola los derechos humanos de los pueblos

Fidel Castro fue uno de los líderes mundiales que denunció hace casi cuarenta años, la situación de  injusticia a nivel mundial que implicaba la deuda externa de los países más pobres. En su conocido discurso pronunciado en el cierre del Encuentro sobre la Deuda Externa que se realizó en La Habana en agosto de 1985, Fidel sostuvo que era necesaria la abolición de las deudas e iba más allá: bregaba por un Nuevo Orden Mundial, más justo y equitativo. A casi cuatro décadas de esa memorable intervención, la misma mantiene plena vigencia: “El cobro de esta deuda y el sistema injusto de relaciones económicas es la más flagrante y más brutal violación de los derechos humanos que puedan concebirse… todos sabemos que una gran parte se invirtió en armas, se -despilfarró, se malversó, se malgastó, y sabemos, además, que una gran parte se fugó, ni siquiera llegó a la América Latina”.

De esto último podemos dar fe los argentinos y las argentinas: en 2018 el presidente Mauricio Macri endeudó a nuestro país con un préstamo del FMI por 55.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 47.000 millones de esa moneda estadounidense. Según un informe del año 2020 del Banco Central de la República Argentina, entre 2015 y 2019 se fugaron de nuestro país 86.200 millones de dólares. O sea que esos millones de dólares de nueva deuda no se destinaron a construir ni escuelas ni hospitales ni rutas ni viviendas. Sin embargo, no hay investigación ni repatriación de esas divisas que fueron generadas por el trabajo argentino pero que hoy se encuentran en paraísos fiscales, gracias a los vericuetos que les facilita el entramado financiero existente en nuestro país, vigente desde la época de la dictadura militar – cívica.

Según la CEPAL este panorama no sería único de la región, pues se repite en los llamados mercados emergentes y economías en desarrollo. “Los niveles de endeudamiento siguen siendo elevados y se encuentran muy por encima de los registrados tras las diversas crisis económicas y financieras que afectaron a las regiones emergentes y en desarrollo a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000”, precisa el informe.

Pobreza y dependencia

Una de las consecuencias más dolorosas de este proceso continuo de endeudamiento son los altos niveles de pobreza que se verifican en los países del Tercer Mundo. Por ello, resulta hipócrita la afirmación del BM en la reunión de Marruecos acerca de la necesidad de “crear un mundo libre de pobreza en un planeta habitable”. Ni una cosa ni la otra serán posible con un mundo dominado por las políticas imperiales.

China ha dejado un extraordinario ejemplo al mundo al sacar de la pobreza a 740 millones de habitantes y haber cumplido con diez años de antelación la meta de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, contribuyendo en más del 70% a la reducción de la pobreza global. En cambio en América Latina había en 2022 más de 200 millones de personas en situación de pobreza (32 por ciento de la población total de la región), de los cuales más de 82 millones se encuentran en pobreza extrema. Ello es consecuencia directa de las políticas implementadas por el imperialismo norteamericano y los gobiernos pro-monopolios amigos suyos en la región que considera su “patio trasero”, que se traducen en mayor dependencia, no solo en lo económico, sino también en lo político y militar.

La jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson ha declarado sin rodeos, el interés de los EEUU en los recursos naturales de nuestra región, Argentina, Chile y Bolivia, en particular el litio.

Desigualdad en la pandemia

Durante la pandemia de COVID19, se evidenció con crudeza la desigualdad existente entre los países ricos y los pobres, pues mientras los primeros acapararon los dos tercios de las vacunas, el resto de la población mundial carecía de ellas. África fue el continente que más sufrió el abandono de la comunidad internacional en materia sanitaria, y en ese momento fue fundamental la ayuda de China. El gobierno de Xi Jinping, a pesar del combate contra la pandemia que debió librar al interior de su país, tendió una mano solidaria al resto del mundo, en particular a los países más pobres. China suministró en 2020, 1600 millones de dosis de vacunas a 100 países, mientras que en 2021 ese número se elevó a 2.000 millones de dosis. En cambio, EEUU y los países europeos tenían más vacunas de las que necesitaba su población, pero no fueron generosos a la hora de asistir a los pueblos más desfavorecidos. Su objetivo político era denigrar a China con la mentira e infamia de que había fabricado el virus. Su objetivo económico era favorecer las ganancias de sus laboratorios Pfizer y Moderna.

Otro país que fue ejemplo de solidaridad en materia sanitaria durante la pandemia fue Cuba, que a pesar de ser un país pobre y bloqueado por el imperialismo yanqui, pudo desarrollar tres tipos de vacunas (Soberana 1 y 2 y Abdala) para atender a su población y a otros países. Y como ya lo viene haciendo hace años, sus brigadas médicas asistieron a diversas poblaciones, no solo en países del Tercer Mundo sino también en Europa, por ejemplo, en Italia. EEUU no solo no asistió ni facilitó la entrega de vacunas a otros pueblos sino que al interior de su país, la población afroamericana y latina sufrió la discriminación a la hora de ser asistida por el Estado, faltando atención sanitaria y vacunas.

Por un Frente Antiimperialistas y antifascista a nivel mundial

Por ello, la construcción de una comunidad de futuro compartido de la humanidad, no es neutral. No será posible mientras el capitalismo, el imperialismo y el poder de las grandes multinacionales y grupos financieros globales sean los amos del mundo. Desde el PL afirmamos que solo habrá un futuro para la humanidad si avanzamos con un mundo multipolar, con la liberación de los pueblos oprimidos y se avanza hacia una sociedad socialista, con las peculiaridades de cada país y región. Solo así podremos pensar y hacer realidad ese futuro compartido entre los pueblos del mundo.

En ese camino, desde el Partido de la Liberación (PL) de Argentina, creemos que China, junto a Cuba y otros países socialistas y aquellos que sin serlo, tengan gobiernos progresistas, tienen un papel que cumplir, en la construcción de esa comunidad, para un mundo más justo, equitativo, armonioso y sustentable.

Por ello, desde hace años, tanto al interior de nuestro país como en los foros internacionales en los que participamos, desde el PL proponemos construir ese futuro uniéndonos en un Frente Antiimperialista y Antifascista, ante la avanzada bélica del imperialismo, como se está viendo en la guerra de Ucrania y en el conflicto en Gaza.

En Ucrania no hay una invasión de Rusia, sino una defensa de su territorio y su seguridad, frente a las provocaciones del gobierno de Kiev, surgido de un golpe de Estado en 2014, promovido por los EEUU, que arremetió criminalmente contra la población rusa del Donbass, provocando la muerte de 15.000 personas de la población civil. En esa guerra la OTAN apoya con miles de millones de dólares en armamento al gobierno nazi de Kiev, como continuidad de la avanzada que viene realizando desde hace años, con bases militares que rodean a Moscú, incumpliendo los acuerdos firmados previamente en Minsk.

En Medio Oriente, el ataque de Israel contra la población palestina en Gaza adquiere el carácter de genocidio, con bombardeos sobre la población civil, la negativa a dejar ingresar ayuda humanitaria, el corte de suministros de energía y agua, provocando la muerte (hasta el 29 de noviembre) de 16.800 personas, entre ellos miles de niños y niñas. Las resoluciones de la ONU instando al cese de las hostilidades son resistidas por EEUU e Israel y países aliados, aunque fueron votadas por amplia mayoría. Pese a ello, el gobierno sionista no acata esas resoluciones en una actitud que mantiene desde 1967.

Socialismo o barbarie

Esta crisis mundial como la que actualmente vivimos, es la crisis de un sistema, el capitalismo y el imperialismo, que nos obliga a recordar las palabras de Rosa Luxemburgo: Socialismo o Barbarie. Solo el socialismo puede sacar a la humanidad de la pobreza y la desigualdad, tal como lo viene demostrando China en su lucha exitosa contra la pobreza extrema, lo hizo también en su combate al COVID19, siendo el único país en el mundo que pudo enfrentar la pandemia y a la vez exhibir un crecimiento económico.

El mundo debe cambiar, es imperioso que así sea, ese es el desafío que tenemos por delante, y no será el imperialismo ni el capitalismo los que puedan encabezar ese cambio. Los EEUU, los monopolios y bancos, el FMI, BlackRock, las tropas de la OTAN, el Pentágono y sus centenares de bases militares alrededor del mundo, etc, expresan lo peor del mundo, un modelo de capitalismo inhumano y financiarizado, de guerras de rapiña, genocidios, un modelo atentatorio de la paz y destructivo del medioambiente.

Rubén Guzzetti – CEFMA – CTA – IADEG

Vigencia de las ideas socialistas en la nueva era

Estimados amigos y amigas, compañeras y compañeros, camaradas:

En primer lugar, quiero agradecer a los organizadores de este evento por el esfuerzo realizado y por la invitación a participar.

También y especialmente deseo hacer un reconocimiento y agradecimiento al pueblo chino, a su gobierno y al PCCh por el extraordinario compromiso y aporte que brindan en un momento tan difícil de la humanidad organizando múltiples encuentros para acercar a los pueblos y permitirnos avanzar más rápidamente en la construcción de un nuevo mundo. Este periodo de transición civilizatorio quedará inscripto en el gran libro de la historia universal y lo que ustedes hacen como uno de los pasajes más representativos de lo mejor de nuestro género.

Camaradas:

El desafío de la hora es inmenso, nada más y nada menos que construir una comunidad de futuro compartido en el momento más peligroso de la historia.

Para ello contamos con invalorables herramientas como el materialismo histórico, el método dialéctico de análisis, la experiencia acumulada en cientos de miles de luchas de los pueblos y los aportes teóricos y prácticos, desde Platón a Espartaco, de Nicolas de Cusa a Marx, de Rosa Luxemburgo a Lenin, de Gramsci a Lyndon La Rouche, de Martí a Fidel. No comenzamos de cero.

El socialismo ha transitado distintos momentos. De la interpretación utópica a la reformista y de esta a la concepción científica revolucionaria. Ha logrado forjar pasajes inolvidables de la historia como fueron la Comuna de París, la revolución rusa, la gesta revolucionaria china, la inolvidable experiencia del pueblo vietnamita y la de los barbudos de la Sierra Maestra, entre otros. Hemos aprendido de esas luchas, no fueron en vano, trazaron un camino, ahora contamos con todo ese bagaje de conocimientos y vivencias. El socialismo del siglo XXI está más maduro y preparado para dar la batalla cultural.

Cuando el poder imperial anglosajón anunciaba al mundo, en 1999, el fin de la historia y mil años de capitalismo, cuando los centros de pensamiento liberales se disponían a sepultar las ideas socialistas la BBC News On Line de Londres realizó una votación por internet, preguntaba quiénes eran los 10 pensadores más importantes del milenio. El resultado fue el siguiente: 1° Marx, 2° Einstein, 3° Newton. También en esos mismos años surgía en nuestra región el movimiento bolivariano, encabezado por Hugo Chávez, que en sociedad con Fidel Castro revolucionaron nuestro continente en la primera década del nuevo milenio, proponiendo el socialismo del siglo XXI.

El socialismo sigue siendo el faro de la humanidad, en medio del desastre dejado por un capitalismo senil. La manera que se expresa hoy es a través de la construcción de una comunidad de futuro compartido.

Diagnóstico de la situación

Asistimos a una transición combinada con doble comando. Por un lado, tenemos la crisis del sistema capitalista en su etapa predominantemente financiera. Su incapacidad de reproducción del capital ampliado, su creciente agresividad y desesperación por ordenar al mundo de acuerdo a sus necesidades intentando imponer un unipolarismo perimido. Los fondos de inversión, las calificadoras de riesgo, los grandes bancos operando a través de los gobiernos de los países centrales de Occidente han llevado a la humanidad a enfrentarse a peligros inminentes como la guerra nuclear y las consecuencias del cambio climático.

Hoy observamos como este sistema, que ha perdido la hegemonía global, después de 600 años de predominio, lo único que propone es caos, guerras, una compulsiva extracción de riquezas de los países periféricos, descenso de los niveles de vida de los pueblos, inclusive el de los países centrales de Occidente. También intenta un reseteo con la llamada economía verde y un silencioso maltusianismo social. Ese poder financiero anglosajón es consciente que el planeta no soporta el nivel de despilfarro que producen sus clases privilegiadas por lo tanto el camino que eligieron es el exterminio de una parte de la población mundial.

El derrotero priorizado por el poder financiero, desentendiéndose, parcialmente, de la producción de bienes materiales, no tiene retorno dentro del sistema capitalista.

Esta transformación de un capitalismo industrial productivo al actual financiero especulativo es un proceso metabólico de un modo de producción, ya anunciado por Marx, Engels y Lenin, el cual comienza a ser superado.

Las guerras híbridas, el caos, la incertidumbre, el surgimiento de neofascismos, la aparición de personajes mesiánicos, fenómenos acompañados de medidas económicas coercitivas ilegales fracasadas, son todas manifestaciones de desesperación, debilidad e impotencia de un imperio en retirada.

Es cierto que conservan poder y que el gran desafío de la hora es preservar la paz para desarrollar las fuerzas productivas y avanzar hacia el socialismo. Nuestra obligación es acelerar lo más que podamos el diseño de una alternativa superadora al sistema que se derrumba con las calamidades que acarrea.

Por otro lado, observamos el extraordinario y creciente protagonismo de las potencias emergentes y reemergentes. Ahí está la India, con sus particularidades, ocupando un sitio relevante entre los países con mayor crecimiento de los últimos años, el pueblo ruso, con un pasado glorioso, recuperándose de la pesadilla neoliberal de los años 90 del siglo pasado, enfrentando por segunda vez al fascismo, a la República Islámica de Irán convertirse en una voz respetada en el Medio Oriente, y por supuesto lo que significa hoy para la humanidad la RPCh con sus 74 años de revolución.

No es aconsejable en política, mucho menos en el ámbito diplomático, hacer definiciones terminantes, sin embargo, podríamos afirmar que el proceso de transformación que vive la humanidad, la esperanza en medio del riesgo de guerra e invierno nuclear, todos los beneficios para los pueblos traducidos en conectividad, infraestructura, ayuda económica, financiera, sanitaria, cultural, etc., que se están produciendo en los cinco continentes no serían posible sin las políticas de la RPCh y la densidad nacional e internacional lograda por este país, y que pone al servicio de los ciudadanos del mundo. El estado de desarrollo de la evolución de la humanidad hoy sería absolutamente distinto, y mucho más atrasado, sin el aporte de la RPCh.

Por lo tanto, vivimos una transición compleja y combinada, en presencia de estos dos fenómenos simultáneos que nos convierten en protagonistas de una transformación apasionante y esperanzadora. Si somos capaces de preservar la paz y utilizar la fantástica transformación de la ciencia y la tecnología para construir el socialismo, el mundo que vivirán las futuras generaciones será tal que estos días les parecerán la prehistoria.

Algunas Propuestas

  1. Debemos recuperar ciertas palabras, entre ellas imperialismo y socialismo, nuestro acervo de lucha y el concepto de lucha de clases para comprender la realidad y poder actuar. En los 90 sufrimos un proceso de censura y autocensura, es necesario comenzar a hablar con más decisión sobre el significado de estos términos. En este sentido hay coincidencia en que las condiciones objetivas están maduras para la revolución universal, la técnica y la ciencia nos permiten un gran desarrollo de la productividad y de las fuerzas productivas, pero es claro que nuestro atraso está en la subjetividad de las masas, en general no hemos podido encontrar los caminos para superar los obstáculos presentados por los enemigos de clase.
  2. Promover encuentros, conferencias, etc., sobre los conceptos de socialismo y comunidad de futuro compartido. Recurrir a la historia para demostrar como en cada una de las civilizaciones anidan fundamentos similares, los cuales proponen un mundo donde el beneficio común sea lo que despierte las fuerzas creativas para construir un mundo nuevo donde prevalezca la colaboración, la ayuda mutua y el amor.
  3. Esforzarnos para generar el debate sobre las distintas cosmovisiones. Observar como la occidental esta penetrada por una concepción egoísta unilateral y maniquea, como debemos reeducarnos en el sentido de escuchar al otro, de ponernos en su piel, no juzgar con nuestros valores, de entender que en realidad somos distintos, pero mucho más parecidos de lo que pensábamos, comprender que la diversidad nos enriquece no nos limita.
  4. Debatir sobre el significado del socialismo con peculiaridades chinas y si el sentido más profundo de esa frase no debería ser adaptado por cada pueblo a su historia y sus necesidades. Debemos escuchar el eco de las palabras de José Carlos Mariátegui: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica”.
  5. Debemos insistir en persuadir sobre la necesidad de construir el socialismo sobre tres pilares básicos: una democracia participativa, una economía física sustentada en la creación de bienes materiales y la modelación colectiva de un nuevo sujeto racional y ético. Desde la teoría científica penetrar en la dialéctica entre la lógica de los sistemas y la de los sujetos sociales, y desde allí crear las bases de la nueva sociedad.
  6. Utilizar los beneficios de los adelantos en la ciencia de la comunicación para hacer intercambios periódicos de experiencias que nos enriquezcan a todos.

Cobran plena vigencia las palabras pronunciadas por Federico Engel, tomadas por Rosa Luxemburgo: “La sociedad burguesa está situada ante un dilema; o pasa al socialismo o cae en la barbarie”.

Para finalizar, quiero reproducir unas frases de uno de los más grandes pensadores y ejecutores de las ideas socialistas que dio nuestro continente, el doctor Ernesto “CHE” Guevara, en la carta enviada al periodista uruguayo Carlos Quijano expresaba:”…la última y más importante ambición del revolucionario es ver liberado al hombre de su enajenación”, más adelante agregaba: “..el hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía” y refiriéndose a las tareas de la construcción de la nueva sociedad nos enseñaba el camino: “la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica”.

En 1965 el Che, con su aguda observación de pensador revolucionario, anunciaba la nueva sociedad que ya se está construyendo en la nueva era.

Muchas gracias

Sergio Ortiz – Partido de la Liberación

El camino chino hacia la modernización

La línea política y la práctica del gobierno socialista de China marca un gran ejemplo para los pueblos del mundo y debería ser tenida más en cuenta por los gobiernos de los países en desarrollo. Es que aquella línea liderada por el presidente Xi Jinping y el resto del gobierno y partido chino, firmemente apoyada por su pueblo, viene alcanzando notables metas de crecimiento y modernización, con un alto grado de igualdad y bienestar para los 1.400 millones de chinos si bien ellos mismos admiten que por ahora son un país socialista modestamente acomodado y tienen objetivos aún más elevados para 2049, cuando esa revolución socialista cumpla 100 años.

Y lejos de tener una posición egoísta, tiende la mano al desarrollo del mundo, por ejemplo, con su propuesta de la Franja y la Ruta de la Seda, desde 2015, para una estrategia de ganar-ganar con obras e infraestructura junto a otros países de Asia, parte de Europa, África y luego también América Latina y el Caribe.

1.- China eliminó la pobreza extrema

China culminó en 2020 la erradicación de la pobreza, habiendo sacado de ese pantano a 780 millones de pobres, según estadísticas propias y del Banco Mundial. Lo hizo con un esfuerzo descomunal y sostenido desde las reformas económicas introducidas desde 1978, logrando llegar a esa meta diez años antes de lo convenido por la Agenda Mundial 2030 planteada por Naciones Unidas. En 2021 el presidente Xi Jinping detalló que en el tramo final se había sacado de la pobreza a 99 millones de habitantes, a 832 distritos pobres y a 128.000 aldeas pobres.

Ese es un logro descomunal del socialismo con peculiaridades chinas que despierta admiración y sana envidia en otros pueblos, por caso en Argentina.

 Es que en nuestro país según la estadística oficial del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), en el primer semestre de 2023 había un 40,1 por ciento en la pobreza y dentro de ese segmento 9,3 por ciento de indigentes, que ni siquiera alcanzan sus ingresos para una Canasta Básica de Alimentos (CBA). Esa estadística es aún más ominosa con las infancias, porque más del 56,2 por ciento de las mismas son pobres.

Eso significa que 18,5 millones son pobres, y de ellos 4,3 millones son indigentes, sobre una población de 46 millones de argentinos. Con el ritmo alocado de inflación, ese dato de pobreza del primer semestre ya está desactualizado y según Observatorio de la Deuda Social de la UCA ahora es del 44,7 por ciento de pobreza y 9,6 de indigencia, resultando que 22 millones de argentinos padecen estos flagelos.

Que haya 10 por ciento de indigentes que pasan hambre resulta un contrasentido, propio del capitalismo dependiente semicolonial, porque Argentina es  productor de alimentos para 400 millones de personas. Y no puede, no quiere o no sabe alimentar a 4,3 millones de argentinos indigentes y muchos más que pasan hambre.

Quiere decir que los gobiernos argentinos, en particular los dos últimos, los de Mauricio Macri y Alberto Fernández, no han sacado enseñanzas de China. Y el presidente que ahora asume, el neofascista y ultraliberal Javier Milei, con sus planes de ajuste brutal, privatizaciones, dolarización, entrega del patrimonio nacional y ruptura de relaciones con China va a aumentar aún más ese drama de pobreza e indigencia.

Esos índices de pobreza tienen que ver con el altísimo endeudamiento externo de Argentina, que a mediados de 2023 llegaba a 405.594 millones de dólares (Clarín, Ismael Bermúdez, 16/8/2023). Esa deuda aumentó sustancialmente durante el gobierno de Macri, con un crédito de 44.000 millones de dólares concedidos en 2018 por el FMI, que apuntó a dos objetivos. En política a garantizar la reelección de Macri en 2019, objetivo frustrado electoralmente. Y en finanzas, a facilitar la salida de fondos e inversores locales y extranjeros, que querían fugar capitales. El informe del Banco Central, el 14 de mayo de 2020, documentó que la fuga de capitales había alcanzado los 86.200 millones de dólares entre 2015 y 2019. El informe concluyó que “la fenomenal deuda externa contraída tuvo como correlato principal una caudalosa formación de activos externos”.

Uno de los pocos medios que publicó ese informe fue El Cohete a la Luna. Su director, Horacio Verbitsky, escribió “Los conocidos de siempre”, 17/05/2020: “En el caso de las empresas y fondos comunes de inversión, 8.527 personas jurídicas demandaron 51.742 millones de dólares para fuga, o el 92,9% de los montos totales adquiridos por empresas). Y el 1% de las mayores empresas compradoras (853 firmas) adquirieron divisas por 41.124 millones (equivalente al 73,8% de las compras netas de las empresas)”. 

Fue un negociado para pocos, porque “la fuga de capitales presenta una notable concentración en unos pocos actores económicos. Un reducido grupo de 100 agentes realizó compras netas por U$S 24.679 millones”. (Diario Ambito, 12/3/2021).

Pese a sus promesas de investigación de esta deuda ilegal, ilegítima y fraudulenta, el gobierno de Fernández-Cristina-Massa convalidó la estafa en marzo de 2022 y comenzó a pagarla con nueva deuda con el FMI. Y esa es una de las razones más poderosas que explican la altísima pobreza del pueblo argentino: en el 2024 habrá que pagar 20.000 millones de dólares por la deuda externa y cantidades similares en los años siguientes.

2- China tiene una inflación muy baja

El gobierno chino informó que en 2022 tuvo una inflación del 2 por ciento. Otro logro extraordinario, que habla de la estabilidad de precios de su economía y de que la capacidad adquisitiva de los salarios se mantuvo estable.

El 18 de enero de 2023 el diario Ámbito informaba: “China registró una inflación de 2% a lo largo de 2022, por debajo de lo proyectado. La inflación al consumidor en China creció levemente en diciembre de 2022, al alcanzar 1,8% de inflación interanual, según cifras oficiales divulgadas este jueves por la Oficina Nacional de Estadística (ONE)”.

Eso es resultado de los planes económicos quinquenales y su aplicación anual por el gobierno del presidente Xi Jinping, con un rol clave del Estado, cumpliendo sus metas de gasto público, recaudación, emisión monetaria prevista, inversión pública y privada, producción, reservas financieras, etc. También tiene superávit comercial: (en 2022), el superávit comercial del país se amplió en un 31% anual, llegando a USD 876.910 millones, la cifra más elevada desde que comenzaron a hacerse registros en 1950”.

Sabemos que el sector privado de la economía china es importante, pero está subordinada al rol prevaleciente del Estado, incluso en áreas donde éste ocupa una franja menor del mercado. El Estado fija reglas y las hace cumplir al sector privado, por importante que sea. Por eso los precios no se disparan como en otros países, caso concreto de Argentina.

La economía china tiene un sector digital cada vez más importante. El 25 de agosto de 2022 la agencia Xinhua informaba: “Un sistema digital que conecta a un millón de ingenieros de investigación y desarrollo (I+D) electrónicos, 100.000 fábricas de producción y distribución, y clientes de más de 210 países se exhibió en una conferencia sectorial recién organizada en China”. Añadía: “Los datos muestran que la escala de la economía digital de China se disparó de 11 billones de yuanes (1,6 billones de dólares) en 2012 a 45,5 billones de yuanes en 2021, lo que representa el 39,8 por ciento del PIB del país en 2021”.

En 2022, cuando China tuvo una inflación anual del 2 por ciento, Argentina registró una del 72,43 por ciento. Y hasta octubre pasado, en 2023 llevaba una inflación del 120 por ciento con 142,7 por ciento en los últimos 12 meses. Probablemente termine este año en el 180 por ciento.

Esa disparada de los precios, que se hace sentir en especial en el rubro alimentos – donde más gastan los sectores más humildes- pulveriza los salarios, jubilaciones, pensiones y planes sociales como el Potenciar Trabajo, la Asignación Universal por Hijo, etc.

Entidades ligadas al mundo gremial concluyen que los salarios cayeron 30 por ciento desde fines del gobierno de Macri y nunca se recuperaron durante la gestión que está finalizando sino que incluso cayeron varios puntos, lo mismo que las jubilaciones que perciben casi 6 millones de personas mayores.

Este flagelo de la inflación tiene responsables con nombres y apellidos: son los monopolios nacionales y extranjeros que dominan rubros de la economía. Por caso, Molinos, Arcor, Ledesma, La Serenísima y General Deheza en alimentos, junto con las cadenas de hipermercados como Coto, Carrefour, Chango Mas, La Anónima y Cencosur. Unilever en higiene. Bagó y Roemmers en medicamentos. Holcim, Techint y Acindar en insumos industriales. Cargill, Cofco, Viterra-Bunge y otros en el comercio exterior. Pampa Energía, Tecpetrol, Chevron, Vista Oil, Panamerican, Axion, Shell, etc, en energía y combustibles.

A diferencia de China, el gobierno argentino ha sido claudicante y capitulador ante esos monopolios, que suben los precios aprovechando su condición de formadores de los mismos, con nula intervención estatal.

En esa escalada de precios e inflación es muy dañino el rol de los monopolios que dominan el comercio exterior y el de los bancos. Los primeros, porque pretenden que el mercado local le pague mismos precios que los internacionales. Y los bancos, porque el Santander, BBVA, Galicia, Macro, HSBC y otros fueron clave para la fuga de capitales y las subidas del dólar. Eso incidió fuerte en la inflación porque se remarcaron precios en función de la cotización del dólar blue o ilegal.

3.- China defiende los derechos humanos en sentido amplio

La propaganda antichina inspirada por el imperialismo, sobre todo el yanqui, acusa a la República Popular China de ser una “dictadura” y a su presidente Xi de ser un “dictador”. Lo reiteró Joe Biden el 15 de noviembre tras su reunión en San Francisco con su colega chino, cuando dijo a la prensa: “Es un dictador en el sentido de que es un tipo que dirige un país comunista basado en una forma de gobierno totalmente diferente a la nuestra”. Lo dijo varias veces el fascista Milei.

 El presidente chino aclaró en 2014 que “democracia no es sólo elecciones” sino un conjunto de valores y acciones en defensa de su pueblo que está dirigido por el Partido Comunista de China como partido de vanguardia. De allí que la democracia y los derechos humanos son concebidos en un sentido bien amplio. Sacar a la gente de la pobreza es dar vigencia real a los derechos humanos, en “una dictadura democrática popular dirigida por la clase obrera”.En cambio la supuesta democracia estadounidense, como muy bien la calificó en su tiempo Fidel Castro, es una plutocracia, o sea una democracia de los ricos, por los ricos y para los ricos.

No puede hablar impunemente de “democracia” un gobierno como el de Biden, que ha solicitado un presupuesto para el Pentágono de 850.000 millones de dólares, que mantiene 750 bases militares en el mundo y que agrede militamente a otros países en forma directa como en Afganistán e Irak, o indirectamente como en Ucrania, que bloquea a Cuba, Venezuela y Nicaragua, que ayuda a Israel a cometer genocidio contra Palestina, etc.

En cambio las prioridades del gobierno chino son atender a las necesidades de su gente. De allí que hayan podido concretar las “Dos despreocupaciones”, alimentación y vestido, y “Tres garantías”, Educación obligatoria, Asistencia médica básica y Seguridad habitacional (Xi Jinping, El respeto y garantía de los Derechos Humanos. Pág. 86). Los grandes flagelos en otras partes del mundo, tales como el  juego, las drogas, la prostitución y las mafias, en China son combatidas con éxito y perseverancia. En las infancias se logró cero deserción escolar. La tasa bruta de matriculación en la educación superior alcanzó 57,8 por ciento en 2021, frente a 26,9 por ciento de 2011, dijo en abril de 2022 He Junke, secretario general de la Liga de la Juventud Comunista. Hay tolerancia cero para la corrupción en el gobierno, la política y la justicia, algo que no ocurre en el resto del mundo capitalista.

 Ya en 2015 el presidente Xi ratificaba el respeto de su gobierno por la religión, pero a la vez advertía: “estar alertas ante el peligro de la infiltración religiosa y ante las reivindicaciones religiosas con intencionalidad política” (Obra citada, pág. 126).

En Argentina hubo desde 2006 algunos logros importantes en Derechos Humanos sobre todo a partir de los juicios contra los genocidas, por causas de lesa humanidad. Estos juicios tuvieron como base no tanto el rol de los gobiernos democráticos, sin desconocerlos, sino sobre todo el empuje de los organismos de Derechos Humanos como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo e Hijos (agrupación conformada por hijos e hijas de detenidos – desaparecidos por la dictadura militar). Estas organizaciones se pusieron al hombro la causa de la Memoria, Verdad y Justicia, y así se pudieron realizar 294 juicios a los genocidas de la pasada dictadura militar-cívica, con 1.117 condenados y 168 absueltos. El límite es que la mayoría de los condenados son militares, policías o gendarmes, en tanto los empresarios y políticos socios y cómplices civiles de aquella dictadura en general quedaron impunes. Y el otro límite es que de los condenados, el 77 por ciento está con prisión domiciliaria y no en la cárcel, según el informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del 16 de diciembre de 2022.

Y hoy, en  vísperas de asumir un gobierno de ultraderecha como el de Milei y Villarruel, que niegan los 30.000 desaparecidos y lo que fue el terrorismo de Estado (a lo sumo admiten “excesos”), etc, sobrevuela el peligro de que esos genocidas presos recuperen la libertad como lo hicieron con un indulto de Carlos Menem en 1989.

Por lo demás, la democracia en un sentido amplio del término, tiene un techo muy bajo en Argentina, por la pobreza superando el 40 por ciento y la indigencia ubicada casi en un 10 por ciento. Según CIFRA, centro de estudios ligado a la CTA, en los últimos ocho años los trabajadores trasladaron a los empresarios 105.000 millones de dólares, perdiendo el trabajo a favor del capital 70.000 millones durante el gobierno del Frente de Todos-Unión por la Patria, y 35.000 millones entre 2015 y 2019 con Mauricio Macri, Cambiemos-Juntos por el Cambio.

Por eso suena como música maravillosa a nuestros oídos las palabras del presidente Xi Jinping, que en 2021 decía “jamás permitiremos que haya un creciente agrandamiento de la disparidad entre ricos y pobres” (Obra citada, Pág. 82).

4.- China defiende la vida y la salud de su pueblo

  Según la OMS, China ocupaba el décimo lugar mundial en salud materno infantil en 2020; es posible que ahora haya ascendido algunos peldaños más.

 La mejor demostración de la preocupación por la vida y la salud de su pueblo fue su respuesta inmediata, completa y eficaz ante la pandemia del COVID-19, combatida por todo su pueblo, su sistema de salud, tres vacunas propias, asistencia estatal, organización y disciplina social, construcción de hospitales, movilización del EPL, etc.          

 Y no sólo lo hizo fronteras adentro de China sino facilitando vacunas y ayuda médica a otros pueblos, con más de 2.000 millones de dosis de sus vacunas CanSino, Sinopharm y Sinovac. Argentina fue uno de los países que debe gratitud a China por esa provisión que salvó tantas vidas en 2020 y 2021.

 “A fecha de 20 de marzo de 2021, el virus SARS-CoV-2 había infectado en el país asiático a alrededor de 823.000 personas, de las cuales en torno a 10.534 habían perdido la vida a causa de la COVID-19”, se informó.

También en este aspecto China es un faro orientador para el resto del mundo. En Argentina no hubo vacunas propias. Se hicieron acuerdos con laboratorios privados como Richmond y grupo Insud, pero no hubo tal producción. El Estado propició la investigación de la vacuna argentina “ARVAC Cecilia Grierson”, con el Conicet  y la Universidad de San Martín. Ese proyecto pudo avanzar recién en 2022, junto con el laboratorio privado Pablo Cassará, y sólo en octubre de 2023 fue aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica  (ANMAT).

En plena pandemia los laboratorios extranjeros como Pfizer y Moderna reclamaron ante el gobierno de Alberto Fernández que se las cubriera de eventuales demandas ante consecuencias negativas de sus vacunas. Y pidieron bienes del Estado como garantías, por lo que se modificó una ley para darles esas seguridades ante posibles juicios. Y peor aún, la entonces presidenta del PRO, Patricia Bullrich, dijo que a Pfizer, por sus vacunas, se le podía dar en garantía las islas Malvinas, un territorio sagrado para los argentinos. Ello provocó una ola de indignación nacional.

 Argentina tuvo 130.472 muertos por COVID-19, o sea 12 veces más que China, con una población 30 veces menor. Es un dato a tener en cuenta para ver las diferencias entre un país socialista y otro capitalista dependiente. Y ahora será aún peor porque Milei propone recortar la salud pública y hasta la libre venta de órganos…

5.- China brega por su unidad nacional

China ha trabajado duro, con patriotismo y a la vez con flexibilidad, para fortalecer su unidad nacional y recuperar los territorios arrebatados por el colonialismo y luego el imperialismo. Así retomó Hong Kong en 1997 y Macao en 1999. Y persiste en el objetivo de reintegrar Taiwán para hacer realidad una sola China.

 Esa política choca con los planes imperialistas de EEUU y de sectores gobernantes de Taiwán, que buscan la “independencia” al  sólo efecto de colocar una plaza de armas a tiro de Beijing, dentro de la estrategia global del imperialismo que hoy se patentiza en la guerra de Ucrania.

 Los argentinos experimentamos la usurpación de parte del territorio nacional a manos británicas desde enero de 1833 en las Islas Malvinas, hasta la fecha, con el breve intervalo de abril a junio de 1982 cuando hubo una recuperación argentina, abortada por la guerra de agresión de Margaret Thatcher.

Las Naciones Unidas vienen desde 1965 (Resolución 2065, 16/12/1965) exhortando a Argentina y el Reino Unido a discutir la cuestión de la soberanía, pero la parte inglesa no lo acepta, dando por resuelta esa cuestión a favor suyo. Así ofenden a nuestra soberanía, pero también las riquezas ictícolas y petroleras, amén de afectar políticamente a América Latina y el Caribe, declarada zona de paz, porque mantienen una base militar con 1.200 efectivos y armas en Monte Agradable.

El presidente electo Milei considera que Margaret Thatcher fue una “brillante estadista”, la que ordenó hundir el ARA Crucero General Belgrano donde murieron 323 argentinos. Milei, al igual que su canciller, la banquera Diana Mondino, pone por delante la consideración de la opinión de los kelpers, antes que los derechos soberanos de Argent

.Por eso es previsible que la “hermanita perdida”, como llamó Atahualpa Yupanqui a Malvinas, siga perdida bajo el próximo gobierno, que – como los anteriores – ni siquiera se atreverá a tomar sanciones contra grandes empresas británicas en Argentina como Shell, Glaxo, HSBC, British Petroleum, Unilever, Cadbury, Nobleza Piccardo, etc, para forzar a Londres a sentarse en esa mesa de negociación política pedida por Naciones Unidas.

China recuperó Hong Kong y Macao y quiere integrar a Taiwán. Nosotros queremos y vamos a recuperar a las Malvinas,  que son argentinas.

Categorías: Política

PUBLICAR COMENTARIOS