Ah Yi: “Me honra que me lean en países de escritores que me inspiraron”
Los argentinos Guillermo Bravo y Miguel Ángel Petrecca hablaron con el escritor chino de los alcances de la traducción y el intercambio literario.
El encuentro tuvo lugar ayer en Beijing, organizado por la Biblioteca Miguel de Cervantes y le editorial Mil Gotas, en el marco del ciclo literario “Entre lenguas: los autores por sus traductores”.
El traductor, poeta y especialista en literatura china Miguel Ángel Petrecca tradujo la novela de Ah Yi Una pizca de maldad, editada en 2018 en Argentina por Adriana Hidalgo.
Durante la charla, Petrecca sostuvo que “la traducción desde el chino casi debería tener otro nombre que ‘traducción’. A veces desde el francés hay que tomar distancia porque la traducción se hace demasiado transparente”.
La dimensión de su trabajo apareció al referir que “al traducir poesía busco que el poema pueda funcionar como poema en castellano”.
Ah Yi afirmó que “muchos traductores chinos son literatos, considerando que la traducción es una recreación literaria”.
“Yo fui policía, no estudié la literatura”, agregó. “Mi literatura no es refinada; fueron los traductores quienes elevaron varios peldaños lo que yo escribí”.
Ambos coincidieron en que las traducciones están mal pagadas. “El trabajo de traducción es casi impagable”, explicó Petrecca. “La traducción al castellano no podrían hacerse sin subsidio —Argentina tenía el Programa Sur, en Francia hay un esquema que funciona. En China, el sistema caótico y el traductor queda indefenso ante múltiples factores y condiciones cambiantes. Por otra parte, traducir al castellano no es tan importante como hace diez años. No sé qué futuro hay en la traducción. Un traductor puede traducir un libro cada diez años, por motivación propia, como un hobby”.
Cofundador de la editorial Gog y Magog, Petrecca añadió que “los traductores de obras chinas somos también scouts. Es buenísimo tener la oportunidad de traducir lo que al traductor le gusta, pero es mucho trabajo, debe dedicarse mucho tiempo a leer”.
Guillermo Bravo recordó la reciente reedición de Un país mental, antología de Petrecca de más de cien poemas chinos de escritores actuales, y Petrecca explicó que “elegí textos que me gustaran y que dieran cierta noción de lo que pasaba en China —aunque esto tal vez es criticado por los poetas chinos”.
Bravo, también escritor, editor y fundador de Mil Gotas, la primera librería de literatura latinoamericana en China, inquirió sobre Una pizca de maldad (la obra fue presentada por la Revista DangDai en Buenos Aires). Ah Yi sostuvo que “de alguna manera anticipé lo que está pasando hoy. Es sobre un joven que no se entiende con el mundo, que no se adapta a este mundo. A esta hora de la noche, en este momento, hay muchos jóvenes en la cama, con un móvil, comiendo ramen. Están perdidos. Muchos, cada vez más, están desconectados del mundo, como si fueran extraterrestres. Pueden ir a tirarse del balcón o salir a correr. ¿Qué hacer con la vida? Cada vez hay más casos de gente que se larga a hacer cosas porque no están adaptados”.
Una de las presentes preguntó si la violencia en Una pizca de maldad hace que la obra sea más accesible a los lectores latinoamericanos y Ah Yi dijo que “los clásicos extranjeros son una inspiración para los escritores chinos. Nos ha llegado el realismo mágico, como es evidente en Mo Yan, y más de la mitad de los escritores jóvenes imitan a Borges. Hoy en China tenemos nuevas preocupaciones y dilemas. No es que nuestros jóvenes no lean los clásicos chinos como Sueño en el pabellón rojo, pero no alcanza a dar respuesta a nuestras preocupaciones de hoy.
Bravo planteó la merma en la lectura de libros, ante lo cual Petrecca afirmó que “No me gusta evangelizar la lectura. Siempre va a haber lectores, aunque sean pocos. Más vale cinco lectores intensos que mil lectores de lectura débil”, y Ah Yi dijo que los escritores y los diplomáticos le parecen “los últimos caballeros que quedan en China. En un mundo de gente que anda mirando el smartphone por la calle, quedan los creadores que escriben solos en las noches, tomando vino, y después concurren a las reuniones de saco y corbata”.
Sobre sí mismo, dijo que “tengo influencia de la literatura latinoamericana y francesa, y también de Kafka. En Una pizca de maldad estoy marcado por Albert Camus. Puedo dormir en paz si un libro mío logra ser traducido. Me honra que sean lean en países de escritores que me inspiraron. En Francia una mujer vino a decirme que le había gustado lo que yo había escrito. Llegó corriendo y se fue corriendo, porque perdía el tren. Muchos críticos pueden afirmar que lo que hago está mal, pero aquel gesto no puedo olvidarlo. Una obra puede ser mala, pero una frase puede quedar en un lector. Eso me alienta a seguir escribiendo”.
Ah Yi nació en 1976 en Ruichang, provincia de Jiangxi. Fue policía y editor, antes de convertirse en escritor profesional. Ha publicado colecciones de cuentos como “Historias grises”, “El pájaro, ¿me vio?”, “¿Dónde está la primavera?”, “Despiértame a las nueve de la mañana”, “Una pizca de maldad” y otros textos
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