Sobre unipolarismo, multipolaridad, policentrismo y multiculturalidad

26 septiembre, 2023

Este artículo de Rubén Guzzetti propone cambiar la noción de “multipolaridad”  que aparece muchas veces en los análisis sobre la reconfiguración global en curso por otra idea, la de “policentrismo o multiculaturalidad”, que a juicio del autor ofrece una mejor idea acerca del proceso geopolítico actual.

Por Ruben Darío Guzzetti (*)-  Por cierto, las palabras representan ideas, procesos, sentimientos, pensamientos, utopías, acciones, deseos, etc., y es nuestra obligación esforzarnos por hacer un uso correcto de las mismas, inclusive por recuperar algunas que el poder dominante se ha ocupado de eclipsar, ocultar y tergiversar.

A veces logramos con ellas reflejar exactamente lo que necesitamos expresar, en otras ocasiones solo nos aproximamos.

La lengua castellana nos ofrece en ese sentido un enorme abanico de posibilidades. Cuando nos referimos a polos en disciplinas como la geografía y la geometría siempre lo hacemos aceptando la existencia de dos extremos, pero para la geopolítica moderna no es así. En ella, toma fuerza, cada vez más, el concepto de “mundo multipolar” o “multipolarismo”. Cuando nos referimos a la palabra unipolarismo, en temas de política internacional y geopolítica, sobre todo después de la Segunda Guerra mundial y el fin de la Guerra Fría, todxs lxs asociamos al periodo de dominio absoluto de una sola potencia en el escenario internacional, el cual podemos ubicar aproximadamente entre principios de la década del 90 del siglo XX, con la caída del campo socialista y el inicio de la siguiente, ya en el siglo XXI. El unipolarismo se refiere a que un solo polo de poder es quién tiene la potestad de decidir sobre el conjunto de la humanidad, es decir una relación absolutamente antidemocrática y autoritaria basada en “reglas”, que por supuesto diseña el país que ejerce como polo dominante.

En cierto sentido se produce una paradoja ya que ese despliegue fue ejercido, a punta de pistola, por la potencia que se asume como la designada por una autoridad divina para llevar la “democracia y la libertad” a todos los rincones del planeta, independientemente de lo que piensen otros pueblos, o como ellos interpreten esos valores.

A partir del inicio de este siglo hemos visto como los pueblos y algunos gobiernos se han rebelado contra ese designio totalitario. Así se fueron sucediendo expresiones de resquebrajamiento del uniopolarismo; el “No al ALCA”, la resistencia y el resurgimiento de los pueblos como el cubano, el venezolano, el nicaragüense, en ALC, el palestino, el iraquí, el sirio, el afgano, el iraní, en Medio Oriente y Asia Central, el serbio en Europa del este, la recuperación de Rusia, el crecimiento de India y la reemergencia de China, etc., que ya no aceptan las órdenes del polo dominante. Estábamos ingresando en una nueva era, donde la mayoría identifica como de una multipolaridad. La humanidad comenzaba, y aceleradamente, a dejar atrás la tiranía del capanga. Sin embargo, las palabras unipolarismo y multipolarismo, en geopolítica, remiten a polos de poder, ya sean estos varios o uno. Polos donde se decidirá el destino de la humanidad. Es decir, la palabra polo, en esta área, se asocia a exclusión, o sea el o los polos excluyen de las decisiones a los que no alcancen esa categoría.

La palabra multi polo no incluye a todos los países, significa que algunos, ya no uno, determinaran el destino de otros.

Por tanto, si bien es más democrática que la anterior, no es la palabra multipolarismo la más indicada para referirnos al mundo que viene, al mundo que aspiramos, al socialismo del siglo XXI como solía citar el recordado presidente de Venezuela Hugo Chávez, o como se lo llame, para expresar en definitiva lo que sobrevendrá cuando salgamos de la transición y entremos de lleno en la nueva civilización. Por qué no buscar una palabra que incluya todas las etnias y pueblos originarios, un proceso de inclusión global, como por otra parte ya está sucediendo en algunas latitudes como en China donde el gobierno central ha invertido cifras millonarias, para sacar de la pobreza extrema a algunas de las 55 etnias minoritarias tomando medidas para favorecerlas como por ejemplo permitiendo que en estas comunidades nunca se tuviera restricciones para tener varios hijos o desarrollando obras de infraestructura para acercar a los pueblos, inclusive financiando emprendimientos turísticos para mostrar sus costumbres, sus viviendas, su forma de alimentarse y de vestirse, etc., y de esta manera poder salir de la situación de indigencia.

El mundo nuevo ya está naciendo, la inclusión nos enriquece no nos limita, la diversidad cultural mejora al ser humano, es como viajar y conocer otras realidades, las personas que tienen esa posibilidad regresan a sus países distintas, con otra cosmovisión, nos mejora en la comprensión de nuestro mundo, nos acerca a personas muy diferentes en sus culturas pero que en definitiva aspiran, como todxs, a lo mismo, mejorar su calidad de vida. Comenzamos a considerar de otra forma a los que veíamos, con prejuicios, como muy distintos, ajenos y hasta hostiles. Es como si tuviésemos que pintar un cuadro disponiendo de un solo color o con una paleta con multiplicidad de ellos. Asimismo, es oportuno recordar que una de las formas más rudimentarias y recurridas de dominación es la separación entre los pueblos. Hay muchos ejemplos en la historia sobre el efecto que surge en los soldados enfrentados en una guerra, cuando por alguna circunstancia comparten algo con el enemigo, luego no pueden seguir actuando de la misma manera. Conocernos, no solo optimiza la relación, sino que nos mejora como humanos a cada uno. Cuando el presidente chino Xi Jinping habla de la construcción de un futuro con destino compartido para la humanidad, o cuando él mismo y otros presidentes se refieren a trabajar para crear una sociedad donde nadie “quede atrás” no aparece el sentido de polo de poder o influencia.

Por ahora, por lo menos, hasta que se corrijan algunas brutalidades cometidas por ejemplo por algunos gobiernos europeos al trazar caprichosamente y a conveniencia las fronteras de los pueblos africanos, las representaciones de todas las etnias y pueblos originarios serán los estados nacionales y ninguno por más pequeño que sea deberá quedar afuera de las decisiones. Aunque podamos aceptar, en una transición, que la multipolaridad sea un paso intermedio hacia una organización mundial más democrática que la actual, no deberíamos resignarnos a aceptar un futuro con algunos polos de poder. ¿Quién determinará que país o región estará calificada para ser polo? Se tendrán que crear mecanismos donde todas las voces sean escuchadas y tenidas en cuenta. ¿O es que pensamos que en el mundo que se avecina podría haber voces de primera y de segunda, voces como la del pueblo guaraní en el Paraguay, el pueblo haitiano, o los pueblos africanos, desangrados por los imperios durante siglos, no tendrán derecho a ser escuchados?

Si nadie debe quedar atrás, pues eso significa que todos caminaremos juntos. La idea la sintetiza el proverbio africano: “si quieres ir rápido ve solo, si quieres ir lejos, anda acompañado”, esta última opción es el único futuro de la humanidad, recién ahí, como expresaba el sabio alemán de Tréveris: “la humanidad ingresará en la historia dejando atrás la prehistoria”.

La nueva era que va asomando en medio de incertidumbres y riesgos dejará al descubierto toda la potencialidad creativa del ser humano impulsada por la contagiosa hermandad y el extraordinario aumento de la productividad lograda de la mano de las nuevas tecnologías. El tema no se agota en estas líneas, debemos seguir desarrollando la idea, pero si queremos referirnos al mundo futuro, que ya se está construyendo, pareciera más adecuado utilizar palabras como policentrismo y multiculturalidad en lugar de multipolaridad.

 (*) Miembro de IADEG-IDEAL-CEFMA

Categorías: Política

PUBLICAR COMENTARIOS