Una década de la Iniciativa de la Franja y la Ruta

12 septiembre, 2023

Por Verónica Giordano (*) — En el prólogo a la edición de 1975 de Richard Wilhelm del libro milenario chino “I Ching”, el poeta argentino Jorge Luis Borges recita: “Nuestra vida es la senda futura y recorrida”. Quiero iniciar esta reflexión sobre la conmemoración de los 10 años de la Iniciativa de la Ruta y la Seda estableciendo esta sintonía entre dos expresiones culturales que unen a China y Argentina.

Precisamente, en estos párrafos mi intención es integrar la noción de cultura a las reflexiones y pensamiento sobre la geopolítica mundial.

Una de las dificultades más grandes para la civilización occidental moderna es la percepción del cambio en gran escala. Los conceptos de tiempo y espacio de escalas enormes han sido difíciles de aprehender. En las ciencias sociales, uno de los estudiosos de la sociología que ha ofrecido claves interesantes para analizar la macrohistoria y las transformaciones de las sociedades en gran escala es Immanuel Wallerstein, quien desde una perspectiva crítica de las teorías de la modernización, a inicios de los años 1990, planteó preguntas tales como ¿Qué es África? o ¿Existe India?

Desde luego no eran interrogantes literales sino provocaciones para desencajar la mirada dominante del mundo por entonces todavía demasiado anclada en el punto de vista unipolar. Hoy África está en el centro de la atención mundial desde que Etiopía y Egipto ingresaron a los BRICS, al mismo tiempo que recientemente India ha suscitado gran polémica al dar ciertas señales de su intención de cambiar su nombre por el de Bahrat. Además, Wallerstein fue un atento lector de la coyuntura de inicio del nuevo milenio en occidente, sentenciando que en los primeros años del siglo XXI la humanidad estaba debatiendo los parámetros que regirían las nuevas estructuras de poder en los próximos 500 años. No es el caso discutir aquí los aciertos o desaciertos de este sociólogo. No obstante, es interesante preguntarse: ¿Estamos ante un cambio sustantivo del orden mundial?

Los indicios de cambio que se plantean en escala planetaria son irrecusables. Los acontecimientos en Ucrania pertenecen a la senda recorrida (antes Libia, Irak, Siria, entre otros países, fueron escenario de la disputa de Estados Unidos por liderar el orden mundial) al mismo tiempo se inscriben en la senda futura: la continuidad de la guerra en Ucrania es evidencia cabal de las limitaciones que la estructura de la OTAN y el G-7 están afrontando para controlar el proceso. Un renglón aparte es el papel de Rusia y sus dificultades para erigirse como la otra potencia “única” dominante en el juego internacional tal como lo hizo en el pasado. Por su parte, la UE no tiene en este contexto un papel protagónico, antes bien su posición se debilita en la medida que cede al impulso de conservación de un orden que está agonizando. El antiguo papel de metrópolis hoy es apenas un recuerdo.

 En este contexto de cambios de tamaño gigantesco en el mapa geopolítico mundial asistimos a un hecho inédito: 10 años de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). ¿Por qué inédito? ¿Cuál es la novedad? A diferencia de otras iniciativas de integración, esta no tiene escala regional sino planetaria. En efecto, esta dimensión global del ímpetu de integración de la iniciativa de la Franja y la Ruta es una característica notoria de la senda futura. A su vez, el sueño de crear corredores económicos que conecten pueblos a través del mundo es una emulación de la senda recorrida: la milenaria “Ruta de la Seda” de Marco Polo.

En esta descripción del juego de la historia entre el pasado y el futuro, me interesa subrayar el aspecto de la cultura. Conectar los pueblos alrededor del mundo entero implica, en la perspectiva de la China actual, un ambicioso objetivo de conectar conocimientos, culturas y civilizaciones. La idea de “comunidad de destino compartido para la humanidad” esbozada por el presidente Xi Jinping supone el conocimiento mutuo. En este plano, pese a ser un país empobrecido y subdesarrollado Argentina cuenta con un gran capital: sus talentos y recursos humanos académicos y científicos, su gran conocimiento de América Latina como unidad y el valioso conocimiento “originario” que esta unidad conlleva y que tiene raíces milenarias.

En este marco, hacer realidad la coexistencia de pueblos y naciones heterogéneos y la convivencia pacífica y armónica entre ellos dependen en buena medida de hacer realidad el conocimiento mutuo. En días recientes, una delegación Argentina viajó a China para desarrollar reuniones con los pares de ciencia y tecnología que podrían protagonizar este objetivo noble.

Entre esas reuniones estuvo la visita de la delegación argentina a la Academia de Ciencias y a la Academia de Ciencias Sociales (CAS y CASS) de China. Allí, el Ministro de Ciencia y Tecnología de Argentina, Daniel Filmus, expresó: “Para comprender la historia de nuestros países es necesario acercarse. La vinculación que tenemos con China, fortalecida ahora con el ingreso a los BRICS, amerita que podamos discutir temas comunes en historia, economía, sociología y otros”. Con estas palabras me permito entonces cerrar esta reflexión sobre la conmemoración de los 10 años de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y los recientes pasos firmes y contundentes hacia una mayor consideración del conocimiento mutuo no solo a través del rápido avance de la ciencia y la tecnología sino también del inescindible conocimiento y entendimiento profundo entre los pueblos, sus sociedades, su historia y sus culturas.

(*) IEALC-UBA y CONICET www.ccd.sociales.uba.ar

Categorías: China

PUBLICAR COMENTARIOS