Yan Xiu y el esplendor de la nueva narrativa de China
Por Leopoldo Castilla. “Her sound of silence – El renacer de los secretos” es el título del libro de cuentos con el que la poeta y narradora china Yan Xiu se dio a conocer a los lectores de Argentina en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
La obra publicada en edición bilingüe por Nuevohacer y con traducción de Romina Dimitrova reúne ocho relatos escritos con una sutileza tan impecable como implacable.
Ya en el primero de ellos titulado “Dulces dieciséis” se preanuncia el tono que persistirá en la mayoría de los trabajos: el de una morosa y delicada descripción de los hechos que, como un bisturí, a medida que se desplaza va descubriendo las tragedias ocultas de los personajes.
Como poeta que es, maneja los climas y el desarrollo de la prosa con el mismo ritmo con que un poema se desencadena y se detiene en un punto preciso para dar eficacia a su sentido. Esta pericia le permite llevar la narración entre pausas suaves tratadas con un sutil lirismo hacia desenlaces muchas veces aciagos que el lector no puede adjudicar a un efectismo ya que, por esa misma destreza, fue seducido y es parte de esas historias por las que, sin percatarse, ya ha sido atrapado. Y sin escapatoria.
Casi siempre los personajes son mujeres enfrentadas a un destino inexorable de segregación en la sociedad en la que viven: la preeminencia del hijo varón, el trabajo adocenado para sobrevivir o la explotación sexual. Situaciones que revela sin caer en grandilocuencias efectistas, ni siquiera en una escena – resuelta magníficamente-en la que describe a unas mujeres desnudas en un estanque a las que, incrustadas en su piel, les sorben la sangre las sanguijuelas. Día tras día, hasta consumirlas. Cuadro que forma parte de uno de los cuentos más intensos de este libro.
De los ocho relatos que lo componen hay dos que se apartan de los restantes, uno titulado Shangái es una fiesta (réplica tal vez a París era una fiesta de Ernest Hemingway) en el que retrata el esplendor de esa ciudad- ahora erizada de rascacielos y futuro- durante la República China. Transcurre en una mansión de estilo europeo de la Concesión Francesa durante la celebración de un cumpleaños al que asisten sólo damas de familias principales. La descripción es una suerte de pequeña sinfonía donde resuenan, como eternizados, los acordes de una época perdida. Un mundo suntuoso latiendo dentro de un impredecible derrumbe. En su decurso, el trazo con el que Yan Xiu lo dibuja tiene la misma, finísima, elegancia con que exalta estas escenas dejándolas a salvo de los siglos venideros.
Viaje al Tibet es el otro. En él rememora su estancia en Lhasa, días transcurridos entre templos inmemoriales, monjes y un pasado candente, persistiendo y resistiendo a los cambios que la modernidad –y la invasión de turistas- le infligen año tras año. Y aquí es perceptible una vez más su ojo de poeta para descubrir detalles aparentemente pequeños pero que irradian el ánima de los tibetanos y de su paisaje. Y, también, su ojo de periodista a la hora de registrar con una visión certera y lúcida esos cambios casi imperceptibles, pero amenazantes y graves, en una civilización latente, suspendida en el tiempo.
A esas dos vocaciones de la autora ahora se añade la de cuentista en este libro de contundente belleza con el que la literatura china nos da un ejemplo del vivo y trascendente venero de sus nuevos creadores, no sólo para la Argentina sino para todos los países de lengua española.
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