Por qué y cómo Centroamérica se corre de Taipei a Beijing
En un período de seis años Centroamérica pasó de ser una región mayormente relacionada con Taiwán a tener una relación privilegiada con China. En 2017 Panamá deja de reconocer a Taiwán, en el 2018 lo hace El Salvador, en el 2021 Nicaragua y en el 2023 Honduras, quedando sólo Belice (ligado al Caribe) y Guatemala, que según Evan Ellis (2023) podría, tras las elecciones de junio de 2024, cambiar sus preferencias.
Lo escribe la académica Lourdes María Regueiro Bello (Universidad de La Habana, CLACSO) en el sitio ALAI y se pregunta si “¿podrá la subregión navegar con éxito en las aguas turbias de la competencia estratégica entre China y Estados Unidos?”.
La Honduras gobernada por Xiomara Castro fue el último caso del corrimiento desde Taipei hacia Beijing. Allí, China construye la obra más importante de la región: la represa hidroeléctrica Patuca III, 200 kilómetros de Tegucigalpa (foto).
Dice también Lourdes Regueiro: “El establecimiento de relaciones no debe interpretarse como un apoyo tácito al proyecto político o económico chino. Ha sido el pragmatismo económico, junto a la evaluación de los costos derivados de las posibles reacciones de Estados Unidos versus los beneficios de la relación con el país asiático, lo que ha prevalecido. Expertos de la región han tipificado el pragmatismo de esas decisiones como no alineamiento activo, o diplomacia de la equidistancia. En Centroamérica no ha existido una conceptualización que dé cuenta de esta posición de resiliencia, que implica determinados niveles de fricción con Estados Unidos”.
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