Homenaje a Rubén Darío
Se realizó el viernes un encuentro en Beijing para homenajear y analizar la obra del nicaragüense Rubén Darío, uno de los poetas de mayor trascendencia en las letras hispanoamericanas.
Fue en la Facultad de Español de la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing con apoyo de la embajada de Nicaragua en China y del Centro de Estudios Latinoamericanos de la mencionada Universidad. Hablaron el embajador Ian Coronel Kinloch y los especialistas el profesor Sun Xintang y el editor e Chu’an Wenxue Lei Ge.
También participaron el cónsul del país centroamericano Ramiro Flores y la jefa del Departamento de Español de la Universidad pekinesa Zheng Qingqing, así como —mediante video— el presidente de la Academia Nicaragüense de la Lengua, José Arellano Sandino. Hubo asimismo poemas recitados en idiomas español y chino en el 156 aniversario del nacimiento del considerado “Príncipe de las letras castellanas”.
Para muchos poemas Rubén Darío (varias de cuyas obras han sido ya traducidas al chino, y cuatro de ellas comentadas en el evento) escribió inspirado en el país asiático, por ejemplo en estos versos:
En el Asia soberana
con su tradición divina,
alza orgullosa la China
sus torres de porcelana.
–“El arte”, Rubén Darío (1885)
El cantor va por todo el mundo
sonriente o meditabundo.
El cantor va sobre la tierra
en blanca paz o en roja guerra.
Sobre el lomo del elefante
por la enorme India alucinante.
En palanquín y en seda fina
por el corazón de la China;
–“El Canto Errante”, Rubén Darío (1907)
¿Los amores exóticos acaso…?
Como rosa de Oriente me fascinas:
me deleitan la seda, el oro, el raso.
Gautier adoraba a las princesas chinas.
¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
torres de kaolín, pies imposibles,
tazas de té, tortugas y dragones,
y verdes arrozales apacibles!
Ámame en chino, en el sonoro chino
de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios
poetas que interpretan el destino;
madrigalizaré junto a tus labios.
Diré que eres más bella que la Luna:
que el tesoro del cielo es menos rico
que el tesoro que vela la importuna
caricia de marfil de tu abanico.
— “Divagación”, Rubén Darío (1894)
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