Corte, quebrada y farol en Shanghai
En la última edición impresa de Revista DangDai contamos la experiencia del argentino Gabriel Glagovsky, que enseña tango en Shanghai con “un proyecto que permite tanto aprender presencial como a distancia de modo audiovisual e interactivo”.
Gabriel Glagovsky era contador público antes de ingresar al mundo del tango, cuyo sabor intuía porque sus padres y abuelos lo escuchaban. Pero fue un amigo porteño quien le inculcó el amor por él hacia fines del siglo XX, cuando el hoy Gaby Tangocool (nombre que adquiriría en 2003) tenía 25 años.
En China, donde vive con su familia, Gaby perfeccionó sus estudios de la danza porteña, de su biomecánica y anatomía. “Yo bailo desde chico, muchos ritmos, pero el tango me costó al principio”, cuenta a DangDai, “se me hizo difícil empezar a bailarlo porque el sistema de aprender pasos y repetir no era lo que al fin me ayudaría a bailar. Tal fue mi apasionamiento por esta danza, que me dediqué a estudiar la biomecánica y anatomía para entender mejor cómo funciona este baile tan fascinante y profundo”.
Esto derivó en que, por el 2002, alguna bailarina le preguntara por qué no enseñaba esta investigación, ya que eso ayudaría a mucha gente a entender su cuerpo y a mejorar sus capacidades de baile. Ahí empezó su carrera.
Entre 2000 y 2006 ofreció sus primeros cursos en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Pero su primer centro importante fue el Club Villa Malcolm, sobre la porteña avenida Córdoba al 5000, un club famoso en la época dorada del tango. Corría 2003 y con un grupo de amigos desarrolló una práctica de investigación de tango en tiempos del Tango Nuevo, Electrónico y otros, que él llamó a su método Tangocool “y fue un éxito tal que tuvimos que buscar un espacio más grande, hasta que dimos con el Club Villa Malcolm”.
Luego, a partir de 2008, recorrió muchos países antes de llegar a China, en la antípoda de Argentina, hacia 2015. “Vine dos veces a enseñar a Shanghai, invitado por una escuela. Y la experiencia fue tan buena, con gente generosa y amable, que en 2018 decidí mudarme definitivamente. Shanghai es una megalópolis, pero uno vive sin preocuparse por la inseguridad, nadie toca lo ajeno y la gente es muy pacífica y gentil”.
—¿Cómo es enseñarles tango a los chinos?
—Son los mejores estudiantes, muy respetuosos del maestro y realmente quieren aprender y practicar tanto como haga falta. El tango no es un baile fácil al principio, requiere disciplina y eso creo que va en concordancia con la cultura china de que todo lo bueno requiere esfuerzo y dedicación. Pero lo más importante es que no solo se interesan por el tango como baile, sino como una conexión con la cultura argentina, buscan entender el contexto, la época y la idiosincrasia rioplatense, así como disfrutan de nuestra música y algunos tratan de aprender español para entender nuestra poesía y sonoridad.
En principio, el proyecto de Gabriel Glagovsky —cuenta— pretendía ser más como un nexo entre artistas extranjeros y organizadores en China, dada la gran cantidad de artistas que conoció en sus tantos años de organizar y bailar en Argentina. Pero el tango en China es algo relativamente nuevo y aún no se volvió tan popular, de hecho, la mayoría de los que van a aprender, dice, cree que es como en “Perfume de Mujer” de Al Pacino…
—Cuántas escuelas de Tango hay en Shanghai?
—Para una ciudad con más de 25 millones de habitantes, solo 4 escuelas oficiales de tango, y luego algunos bailarines chinos que lo enseñan. La comunidad, si bien es activa, no creo que supere las 1.000 personas; y que salgan a bailar, deben ser unas 300 por semana repartidas en las cinco o seis milongas semanales que hay en Shanghai. Pero el potencial de crecimiento es infinito.
Tangocool Shanghai abrió en 2018 y es el núcleo del trabajo de Gaby, aunque encara otros proyectos y esporádicamente pueden surgir shows, eventos o giras al exterior. Con la política de Covid 0 en China se afectó la actividad, pero ahora, más allá de cortes parciales, va recuperando ritmo, dice.
—¿Cuál es ahora tu proyecto en Shanghai?
—Crear el método y la estructura necesaria para difundir el tango en Shanghai y en toda China. Un proyecto que permita tanto aprender presencial como a distancia de modo audiovisual e interactivo y asociado a distintas escuelas que se sumen. Más allá de algunos viajes al exterior cuando se pueda, este es mi proyecto de tango hoy día y quizás sea el de mi vida, ya que China es grande y variada. Con mi mujer y nuestra hermosa hijita argenchina de casi dos años de edad, vivo entre chinos que me tratan como uno más a pesar de las barreras idiomáticas y culturales que tenemos. Si hay amor, el resto se arregla.
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