Paradigmas opuestos en el manejo de la pandemia

7 diciembre, 2022

El investigador Pedro Perucca, uno de los autores del libro “La superación de la pandemia en América Latina”, compara en esta nota para DangDai el desempeño del manejo de la pandemia de Covid-19 en Estados Unidos y China.

Paradigmas opuestos en el manejo de la pandemia: qué aprender de cada experiencia

Por Pedro Perucca

El impacto de la pandemia medido en vidas humanas resulta decisivo en la comparación entre el modo de manejar la pandemia de Covid-19.

Durante la última semana se registraron unas 9.400 muertes a nivel mundial, una cifra muy distante de las 75.000 semanales de principios de febrero y la cifra más baja desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) caracterizó a la enfermedad provocada por el coronavirus como una pandemia.

En ese marco de retroceso mundial de los casos, sin embargo, hay un país que sigue encabezando la lista mundial de casos fatales, con alrededor de 2.000 fallecimientos cada siete días, una cifra que se mantiene estable desde abril: Estados Unidos.

Pese a que hay científicos como el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de ese país, que consideran que esta cifra sigue siendo no sólo alta sino “inaceptable”, el presidente estadounidense Joe Biden declaró en el mes de septiembre que la epidemia “había terminado” y dejó sin efecto las últimas medidas sanitarias de protección que seguían en vigencia.

Mientras que según el Center for Systems Science and Engineering de la universidad Johns Hopkins de Estados Unidos la cifra de víctimas fatales en el país desde el primer fallecimiento por Covid-19, el 6 de febrero de 2020, ya es de 1.099.875 (el 12 de mayo Biden reconoció desde su cuenta de Twitter: “Hoy alcanzamos un trágico hito: un millón de vidas estadounidenses perdidas por la Covid-19. Un millón de sillas vacías en torno a la mesa”).

Para clarificar algunos de estos elementos desde el punto de vista médico, dialogamos con la doctora Gabriela Piovano, médica infectóloga y terapista intensivista del Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires, un centro de referencia de infectología a nivel regional. La especialista consideró que la cantidad de las víctimas fatales tiene que ver con “el manejo de la pandemia”.

La especialista explicó: “Cuando se da el aviso, Estados Unidos ya tienen casos de estas neumonías graves en sus terapias y sin embargo siguen dejando que la gente circule, sin decretar aislamiento. Los primeros test que se implementaron en Estados Unidos demostraron ser de mala calidad. Se trata de un país donde claramente se dejó correr la pandemia para hacer un negocio, enfocados en el negocio que significaban estos tests y los diversos tratamientos que se fueron proponiendo. Y todo básicamente a costa de los usuarios”.

La reticencia estadounidense para lidiar efectivamente con la epidemia tuvo una de sus expresiones más evidentes en las definiciones de su entonces presidente Donald Trump, quien desde los primeros casos buscó minimizar la gravedad del problema, planteando que la gripe era más peligrosa que el Covid, que el virus iba a “desaparecer, como un milagro” y que su Gobierno estaba haciendo “un gran trabajo” en el control epidemiológico. Los contagios comenzaban a crecer bajo la condición sin control en Estados Unidos.

Mientras tanto el presidente propuso inyectar “desinfectante” como antídoto o “golpear el cuerpo con una luz tremenda, ya sea ultravioleta o simplemente muy poderosa”, declaraciones gracias a las que en las horas siguientes el Centro de Control de Envenenamientos de Nueva York recibió una treintena de llamadas relacionadas con la exposición peligrosa a lejía, al desinfectante Lysol y otros productos de limpieza. El mandatario también defendió el uso de hidroxicloroquina, un medicamento utilizado contra la malaria, el lupus o la artritis severa, pero sin respaldo médico para su utilización preventiva para el coronavirus. “Estoy tomando la hidroxicloroquina. Empecé a tomarla hace un par de semanas. No me va a hacer daño”, manifestó Trump en mayo de 2020 a los periodistas al final de un acto en la Casa Blanca.

Su gravísima política de minimizar el riesgo sanitario se completó con una recurrente negación a utilizar barbijo o a recomendar su uso hasta el mes de julio de ese año, ya con la crisis sanitaria completamente estallada. Esta posición oficial se tradujo también en numerosos contagios en el staff de gobierno y hasta en el propio Trump, que debió ser internado en los primeros días de octubre de 2020.

La sucesión de peligrosas declaraciones y los gravísimos resultados de las mismas, que llevaron a que en abril de 2020 Estados Unidos superara la cantidad de casos de Italia y se convirtiera en el primer país del mundo en contagios y casos fatales, no llevaron al mandatario a la autocrítica ni mucho menos, sino que después de que el país tuviera 200 mil muertos sostuvo que sin él la situación podría haber sido mucho peor: “Creo que hicimos lo apropiado y lo hicimos bien. Tendríamos dos millones y medio de muertes o algo en ese entorno. Tendríamos un número que sería sustancialmente mayor”.

Según diversos especialistas, los cuatro factores que hicieron que Estados Unidos sea el país con más contagios y muertes del mundo fueron: 1) La lentitud de reacción de la Casa Blanca. Además de las polémicas declaraciones de Trump, se retrasó innecesariamente la puesta en marcha de medidas de mitigación temprana. 2) Los problemas con los tests. Como señalara la doctora Piovano, éste fue un factor clave, con tests defectuosos fabricados por el Centro de Enfermedades Contagiosas (Communicable Disease Center, CDC) que luego tuvieron que ser cambiados y un muy limitado acceso a los exámenes mientras la epidemia se desarrollaba. 3) El sistema de salud. El esquema basado sobre todo en seguros privados de salud complicó la situación, ya que casi 28 millones de personas del país no cuentan con los mismos, cifra a la que hay que sumar otros 11 millones de migrantes indocumentados, lo que implica que casi 40 millones de personas directamente no tenían seguro médico y, en muchos casos, tampoco capacidad financiera para asumir los carísimos tratamientos privados. A esto deben sumarse otros millones de “seguros insuficientes” que no cubrían los tratamientos. 4) La descoordinación de los 50 estados. A pesar de que hay instituciones sanitarias nacionales, la falta de liderazgo de la Casa Blanca se vio ulteriormente complicada por las distintas políticas que fue adoptando cada estado ante la falta de una estrategia nacional coordinada, con diferencias muy claras entre los mismos. Mientras que en California la situación inicial estuvo más controlada, en la ciudad de Nueva York la crisis llevó al colapso sanitario total, con personal médico insuficiente, falta de respiradores para los internados, morgues colapsadas y cadáveres sepultados en fosas comunes.

Piovano considera al respecto: “El hecho de se permitiera que la gente circulara y viajara trajo olas con importantes aumentos de casos, con el colapso del sistema de salud y hasta de las funerarias en Estados Unidos y realmente que cada vez haya más personas afectadas, ya no de los primeros grupos de personas susceptibles de enfermar gravemente, como eran aquellos que ya sabemos que tienen factores de riesgo para evolucionar mal, sino personas jóvenes, niños, adolescentes… parar la producción, la pérdida de dinero… las pérdidas que ocasionó sostener médicamente los casos de gravedad y los de no tanta gravedad. También todas las mentiras que circularon para favorecer la economía de sectores como las corporaciones médicas y las farmacéuticas y dejar desprotegidos a los docentes, a los trabajadores del transporte o a los trabajadores de delívery, entre otros tantos casos”.

La reacción decidida, temprana y coordinada de un gobierno ante una crisis epidemiológica puede evitar la pérdida de miles de vidas humanas. Además, el ejemplo de Estados Unidos como potencia mundial tiene repercusiones directas en otros países del mundo que, muchas veces siguiendo reglas de juego más geopolíticas que medidas. Esto fue claro en América latina, donde numerosos países de la región decidieron seguir la línea de Estados Unidos, con resultados dramáticos.

Al respecto, Piovano remarcó que “el mal ejemplo de Estados Unidos y Europa fue replicado por países latinoamericanos como Brasil, Ecuador, Perú, Chile, Paraguay y Bolivia y hubo pocos países que tomaron la idea de cortar la circulación”. En ese sentido, la epidemióloga también afirmó: “Para los Estados lo más importante es conservar la salud de la población porque, por supuesto, cuando las personas están físicamente sanas son aptas para trabajar pero también para consumir y mover la economía. En este sistema, un bien es visto no como un objeto de exclusividad sino de masividad. En cambio, el capitalismo que impera en Estados Unidos, la Unión Europea y estos países latinoamericanos que mencioné, que en estos últimos tiempos cambiaron de signo político, representa una visión neoliberal, se trata de un capitalismo financiero para constituir monopolios que dominan el mercado de producción y de consumo, que busca diferenciar y dejar afuera a los que no están aptos para acceder a los bienes exclusivos de consumo”. Como ejemplo de esto, recordó que en algunos de estos países se planteó “la idea de que las vacunas se las tenía que comprar la gente, la idea de que estaba mejor el que más tenía y no el que más lo necesitaba”.

“Eso demostró ser totalmente regresivo y con resultados que fueron un fracaso estrepitoso”, enfatizó Piovano. Y añadió: “El éxito fue para esas grandes empresas farmacéuticas y de la corporación médica y no para la ciudadanía.”.

Para terminar, en relación con las posibles lecciones a extraer de los diferentes manejos de la crisis sanitaria, señaló: “Por eso creo que hubiese sido y sería aún hoy importante poder reflexionar sobre lo que le demostró la pandemia al mundo, que fue víctima de estas concepciones. Y sobre todo por lo que hace a la pérdida de la memoria que se busca en estos países occidentales, que es lo que sustenta la posibilidad de volver a caer en los mismos errores. Esto pasó en 1918 con la llamada fiebre de las trincheras o gripe española, con resultados catastróficos. La pandemia de Covid todavía no terminó y tendríamos que ver cuando termine en qué va a quedar todo esto y si realmente algunos sectores del mundo pueden aprender de esa experiencia”.

Categorías: Sociedad

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