Los videos de las protestas por el manejo de la pandemia y la reacción del Gobierno chino
Por Gustavo Ng. El Gobierno central reacciona ante las protestas por el manejo de la pandemia de Covid-19 enviando funcionarios a corregir estrategias locales. Las manifestaciones son una ocasión para analizar algunos aspectos de la sociedad china de estos momentos.
En los últimos días, una avalancha de videos caseros está mostrando protestas en diferentes lugares de China: Urumqi, capital de la Región Autónoma de Xinjiang, Shanghai, Lanzhou, Xi’An, Chongqing, Korla, Hotan, Lhasa, Wuhan, Zhengzhou, Shijiazhuang, Guangzhou, la Universidad de Comunicación en Nanjing, prestigiosa Universidad de Tsinghua y otros puntos de Beijing.
Un objetivo común de las manifestaciones es el reclamo de que se levanten las cuarentenas impuestas por las autoridades comunitarias, a las que se considera violatorias de la política de alivio lanzada recientemente por el Gobierno central.
Un ciudadano chino relató las razones de las protestas en su barrio de Beijing: “hace una semana, un vecino del edificio de mi departamento dio positivo y fue llevado al hospital. En vez de encerrar solamente el piso de su casa, como exigen las 20 medidas, las autoridades comunitarias encerraron todo el barrio, en el que viven más de mil familias. Instalaron vallas en todas las entradas. En vez de encargarse de suministrar la comida a los vecinos en cuarentena, también estipulado en las 20 medidas, solamente permitían entregar comida que pedimos por Internet, pero hay ancianos que viven solos y que no saben usar el smartphone”.
Cuando llegó el día en que las autoridades comunitarias debían levantar la cuarentena, siempre siguiendo las “20 medidas”, y no lo hicieron, los vecinos se juntaron a protestar.
“No hubo conflicto armado ni sangre”, dijo el vecino, “sino que los protestantes, la mayoría bien educados y con empleo decente, discutieron con quienes les impedían la salida el contenido de las 20 medidas y les recordaron la obligación de cumplir con ellas,, porque somos un Estado centralista, no federal”.
El Gobierno reaccionó ante la situación general anunciando el envío de grupos de trabajo para supervisar a las autoridades locales en la implementación de la novena edición de los protocolos de control de COVID-19 de China y las 20 medidas admitiendo, según el diario Global Times, que “algunos problemas han surgido durante la implementación”.
Wang Liping, investigador del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, explicó al medio que han surgido dos tendencias erradas, la de bloqueos totales y la de no tomar ninguna precaución pandémica. Ante esta situación, considerando que el país reportó el domingo casi 40.000 contagios diarios, el Consejo de Estado ya está corrigiendo las medidas masivas y los “excesos”.
En Zhengzhou, capital de la provincia de Henan, la autoridad sanitaria central determinó que la orden de “quedarse en casa” no debía implicar que no se pueda salir. En Hefei, capital de la provincia de Anhui, emitió una lista de 16 prohibiciones, que incluye no sellar ni soldar puertas para quienes están en cuarentena en casa. En el distrito Chaoyang de Beijing, el más afectado de la capital por el brote actual, levantó las restricciones en 75 áreas de alto riesgo a partir del domingo a la mañana y decidió que la gestión temporal del control de epidemias no debe exceder las 24 horas.
En Urumqi, capital de la Región Autónoma Uygur de Xinjiang, donde un incendio que provocó diez muertos fue señalado ampliamente en redes sociales como no atendido por el bloqueo de la pandemia, el Gobierno anunció que reanudará gradualmente los servicios de transporte público, incluidos el ferrocarril, la aviación civil, los autobuses y los taxis, a partir del lunes.
En tanto, Beijing y algunas ciudades de Henan y la Región Autónoma de Mongolia Interior, comenzaron a experimentar autoevaluaciones de tests de ácido nucleico, para acelerar tiempos y evitar riesgo de infección.
Por su cantidad y su contenido, los videos son impactantes. Multitudes coreando consignas contra el Gobierno, cantando La Internacional, discusiones que llegan a la violencia entre vecinos y trabajadores vestidos de astronautas.
La situación es especialmente propicia para que los occidentales comprendan algunos aspectos de la sociedad que conforma el país que mayor influencia ha ganado en el planeta y gravitará cada vez más.
Con lo prematuro que significa intentar un análisis en medio del incendio, nos parece importante considerar algunos aspectos que podrían contribuir a una visión independiente de las protestas de estos días en China
Una pandemia contenida por millones de trabajadores de la salud
Para los occidentales, la representatividad política en China parece estar en la tensión entre el sentido común occidental que acusa un régimen autocrático, típico del comunismo, y el Partido Comunista Chino (PCCh), que sostiene que “el Pueblo es el Partido y el Partido es el Pueblo”.
El gobierno del PCCh, con su secretario general Xi Jinping a la cabeza como presidente de la Nación, no está divorciado de la sociedad. La gente reconoce y aplaude que el PCCh ha despejado el ancestral miedo al hambre, ha generado progreso en la vida de las personas, las familias y las aldeas, brinda esperanzas para el futuro de las próximas generaciones y ha devuelto a China al lugar de gran país que había perdido indignamente en manos de imperios extranjeros.
La imagen distópica de una logia que digita la vida de toda la sociedad explotándola en su beneficio no se condice ni con la cantidad de miembros que tiene el PCCh —96 millones— ni con el rigor con que se conducen millones de trabajadores de la salud encargados de implementar las medidas de contención de la pandemia. La autoridad no es ejercida sólo por siete ni 250 personas, sino por millones.
El disciplinamiento inflexible de esos hombres y mujeres de blanco, astronautas, pandenautas, induce a preguntarse si el modo de conducción del Gobierno central abre la puerta al patrón que cada chino lleva adentro, con el que conduce su vida laboral, comunitaria, familiar.
Las protestas por los encierros no dejan de reconocer que China ha conseguido un resultado formidable en términos de cuidado de la vida humana, con una cantidad de enfermos y muertos que son una lección rotunda a los países de Occidente.
Las motivaciones de las protestas
En los videos de las protestas aparecen masivamente jóvenes. Y son los jóvenes quienes los graban, los editan y los comparten en las redes sociales.
Las diferencias generacionales en China son muy marcadas, en parte causadas por la aceleración del cambio social. Los jóvenes de las protestas, muchas de ellas en universidades y en zonas acomodadas de las grandes capitales, parecen estar más cerca de algunos valores occidentales que de las carencias que sufrieron padres y abuelos de los manifestantes. Millones de viejitos encerrados no emiten videos ni protestan, sólo aguantan, preocupados, con miedo de que no les lleven comida, pero confiados en un Gobierno que hizo desaparecer el pavor a las hambrunas masivas.
La cuestión generacional abre la pregunta por la representatividad social que tienen estas protestas. Hay quienes se preguntan cómo es que son posibles las protestas masivas contra el encierro masivo. ¿Todos los manifestantes son rebeldes escapados de las cuarentenas?
“Punhal”, un arquitecto gallego que vive en Shanghái y cuyos tweets le han valido una cantidad importante de seguidores especializados en China, ha dicho que “también os digo, muchos años en Shanghai para saber el perfil del que protesta: tiene un nombre en inglés, cree que los chinos no shanghaineses son inferiores, su película favorita es Dune, les gusta Men I Trust y van a Ninja. A mí no me engañan.”
Por otra parte, estos días ha reiterado lo que viene diciendo desde hace un par de años: que las protestas en China son permanentes. En esto coincide con él otro corresponsal espontáneo en Twitter, el vasco Javier Telletxea Gago, sociólogo y antropólogo que lleva una década en China, y ha escrito estos días: “Manifestación ilegal (sin permiso) con consignas contra el gobierno chino en Shanghai. A mí me dicen siempre que estas cosas son imposibles en China y desapareces si lo haces. Ha habido un par de detenidos y todo ello sin las cargas violentas típicas de los países occidentales”.
El emprendedor francés Arnaud Bertrand, casado con una chica china, con quien tiene una hijita china y viven en Shanghai, cuenta en redes sociales que sus suegros, que viven en una pequeña ciudad de la provincia de Henan, están encerrados por sexta vez desde el verano. Relata que “están hartos del Covid-0”, y que ese sentimiento se está esparciendo”, lo que no significa que no sean “patriotas y aman a China y se sienten tan orgullosos por los logros que ha conseguido el país como cualquier persona china”.
Por su parte, el norteamericano Patrick Robert Chovanec, que fue profesor en la Universidad de Tsinghua y ha asesorado sobre China a miembros del Partido Republicano de Estados Unidos, advirtió que “es vital entender por qué los chinos están protestando y por qué no”. Para él, “cuando las ambulancias y los carros de bomberos son bloqueados y por eso la gente muere debido a las restricciones cuyo fin no está a la vista, es demasiado”. Sin embargo, esto no impide que la gente “quiera usar barbijos, cuarentena y distancia social.”
Avanzar en sus carreras profesionales, en su enriquecimiento, en sus vidas, parece ser la mayor motivación para los jóvenes. Parte de ese avance son algunos aspectos de la vida occidental, que irrumpió en China —Coca Cola y McDonald’s, consumismo y enriquecimiento— con la Reforma y la Apertura desde los años 80, y se expandió sin límites, formando una clase millonaria y mandando millones de jóvenes a educarse en universidades de los Estados Unidos y a experimentar en sus vidas el modo de vida de Occidente.
En ese tren, que los videos tengan como consignas contra el PCCh y contra Xi Jinping, “Libertad”, “Basta de barbijos”, “No a la dictadura, queremos democracia, no necesitamos un dictador, queremos derecho al voto”, no sorprende.
La juventud representa un jaque al Gobierno. Las autoridades se paran junto a los jóvenes poniendo el foco en el futuro, promoviéndoles el deseo, la ambición, la pujanza, pero el manejo de la pandemia va exactamente en la dirección contraria. El Gobierno les dice: “avancen, la China del futuro es enorme y es de ustedes”, pero pone una valla en el camino.
Las vallas al avance en la vida de los jóvenes no contradicen la política que viene siendo aplicada desde 2014 como una nueva etapa del desarrollo, basado en el sector de servicios, de mayor calidad que cantidad y de un movimiento hacia una equidad social que corrija la sociedad altamente desigual que crearon los años de tasas de crecimiento fenomenales.
Históricamente China compensa. Un crecimiento vertiginoso, desatado, debía ser controlado para que la realidad económica de China fuera armonizada en un equilibrio en torno al centro.
Un informe del Instituto de Investigación de Credit Suisse de hace dos años indicaba que el 1% más rico del país posee casi el 31% de la riqueza, en comparación con el 21% en 2000. El sitio Dongsheng informa que este año 1.305 personas entraron en la “lista de ricos de Hurun”, que incluye a aquellos con un patrimonio neto mínimo de 690 millones de dólares, lo que representa 11% menos que el año pasado. Una China que busque la armonía de la equidad social, perdida en el desarrollo propiciado por la Reforma y Apertura, estaría caminando hacia una austeridad programada, que contenga los excesos, distribuya las ganancias que crea con mayor justicia y conduzca los deseos de progreso hacia la moderación, desviándolos del paraíso capitalista del enriquecimiento personal infinito.
Toda gran orientación política tiene costos. El PCCh, sobre todo con Mao en el timón, no dudó en pagar costos descomunales. El malestar de parte de toda la población por el manejo de la pandemia, que explota en protestas de jóvenes que no parecen poner de pie a otras generaciones, se parece a un sarpullido de válvulas de escape.
El Gobierno no ha reprimido. Los videos muestran mucho más explosivos a los hombres de blanco que violentos a los policías. En un video, un hombre al que le están cortando el pelo en una barbería amonesta, sentado en la silla, a tres oficiales de la policía, “Shanghai no los necesita, váyanse a su casa”, les dice, y la gente que se ha reunido lo aplaude. En otro video, dos policías arrastran a un hombre.
Los videos de las protestas pueden servir, por otra parte, para demostrar que China es cada día más democrática.
La seguridad cívica en el Informe del XX Congreso del PCCh
Las protestas de estos días parecen estar hechas a la medida para poner a prueba el punto 4, “Mejoramiento del sistema de la gobernanza social.”, del capítulo 11 “Impulso de la modernización del sistema y la capacidad de la seguridad nacional y defensa firme de esta y la estabilidad social” del informe aprobado recientemente por el XX Congreso Nacional del PCCh, que establece los planes generales para el próximo quinquenio.
El apartado habla de “completar el sistema de la gobernanza social caracterizado por la coedificación, la coadministración y el codisfrute, y aumentar su eficiencia” y de crear un mecanismo para el “tratamiento correcto de las contradicciones existentes en el seno del pueblo bajo las nuevas circunstancias, intensificando y mejorando la labor de atención a las reclamaciones de las masas presentadas en persona o por correo, fluidificando y reglamentando los canales que les facilitan a ellas la expresión de sus reivindicaciones, la concertación de sus intereses y la garantía de estos y de sus derechos, perfeccionando la plataforma para la gobernanza en clave de gestión en red, prestación esmerada de servicios y soporte informatizado propia de los niveles de base y completando el sistema de gobernanza comunitaria urbana y rural, de modo que las discrepancias y disputas se neutralicen a tiempo, en germen, en los niveles de base.”
Faltaría cierta clarificación del término “contradicciones existentes en el seno del pueblo bajo las nuevas circunstancias”.
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