La seriedad de las protestas en la fábrica de Apple en Zhengzhou

24 noviembre, 2022

Por Gustavo Ng, desde Beijing. Foxconn (Hon Hai Technology Group) prometió pagar a cada trabajador recién contratado 1.400 dólares para que abandonen de inmediato el parque industrial donde tiene su planta en Zhangzhou en un intento de apaciguar las protestas que se han vuelto violentas desde el martes.

Los trabajadores protestaron violentamente por incumplimiento de pagos  y por los controles de Covid-19 en la fábrica de iPhone más grande del mundo. 

El diario oficial Global Times reconoció que “una disputa estalló el martes por la noche” y comunicó que Foxconn “negó las especulaciones en línea de que los empleados que dieron positivo por COVID-19 vivían en dormitorios en sus instalaciones de Zhengzhou”.

El medio afirma que Zhengzhou, la provincia de Henan, es la principal base de fabricación de Foxconn para producir iPhones para Apple, con más de 90 líneas de producción y alrededor de 350.000 trabajadores.

Explica que la compañía “ha estado lanzando el reclutamiento masivo para restaurar la capacidad de producción, con unos 10,000 nuevos trabajadores necesarios para sus operaciones de fabricación”, para lo cual estaba aumentando los incentivos para los trabajadores de la línea de producción a fin de retener a los empleados existentes y reclutar más nuevos y así expandir la producción en la temporada alta de pedidos.

En las redes sociales se comparten videos en los que se ve a cientos de trabajadores marchando por una carretera, arrojando palos y ladrillos a la policía; a un gran grupo de trabajadores al costado de una carretera rodeados por una pared de personal con trajes para materiales peligrosos y  a trabajadores destrozando quioscos de prueba de Covid-19 con barras de acero, sillas y extintores de incendios.

Otro medio chino, South China Morning Press explica que Foxconn ha implementado un modo de producción de circuito cerrado desde el mes pasado después de un brote de Covid-19. 

“Decenas de miles de trabajadores huyeron del recinto debido al bloqueo y los temores de infección”, dice el diario, “lo que resultó en una escasez de 100.000 empleados. Esto llevó a Apple a emitir una rara advertencia a principios de este mes sobre los envíos retrasados ​​​​de los modelos iPhone 14 Pro y 14 Pro Max.”

Por otra parte, la provincia de Henan movilizó un sistema de gobierno de base local para ayudar a Foxconn a reclutar trabajadores, mientras que Foxconn prometió recompensas en efectivo adicionales. Sin embargo, las nuevas contrataciones tienen que pasar días de cuarentena en lugares designados y seguir estrictas normas de control de Covid-19 antes de comenzar a trabajar. 

“Los enfrentamientos violentos han hecho añicos la imagen optimista pintada por los medios oficiales locales de que la producción se ha reanudado sin problemas en la planta de Foxconn”, dice South China Morning Press.

La ciudad de Zhengzhou anunció el miércoles por la noche que impondría un bloqueo de facto de cinco días del 25 al 29 de noviembre en nombre de la “gestión de la movilidad” con pruebas de PCR universales diarias para la infección por Covid-19, y los residentes en áreas de alto riesgo tienen prohibido salir de sus casas. 

Donde no se queman los  barbijos

Hablar de socialismo con peculiaridades chinas, o de cualquier tema “con peculiaridades chinas” puede inducir a un error grave. Lógicamente, se piensa en un socialismo igual al que conocemos, al que se le agregan características. 

O sea, se piensa en un una base, común, universal, que tiene una relación tal con sus complementos que éstos no modifican su esencia, sino solamente le agregan características.

Claramente, este razonamiento no sirve para pensar a China. 

Esto es notorio en el caso de la actitud de las personas ante el largo periodo de control de la pandemia de COVID-19.

Tendemos a pensar que los chinos son más obedientes, pero creemos que la obediencia es la misma que nuestra obediencia. Creemos que son más disciplinados, pero en definitiva estamos pensando en que lo son sin salirnos de nuestra noción de disciplina.

Proyectamos sobre los chinos nuestra visión del mundo, y nuestros sentimientos. En este caso, nuestros sentimientos influyen en una resistencia y oposición a la autoridad gubernamental y a todo poder político, económico, social, que llega a derivar en un gozo —por ejemplo cristalizado en el rock’n’roll. No queremos quedarnos sin aquello contra lo que protestamos y nos rebelamos, porque nos causa un gran placer estar en contra, resistir, combatir, chocar, confrontar, contra aquello con lo que podemos estar en conflicto.

Si este componente no está en el sentimiento de los chinos, estamos forzados a comprender que su hartazgo tiene otra composición, está hecho de otra cosa.

Más allá de la influencia occidental, que es la que suscita en un pequeño sector de China (que son aquellos con quienes los occidentales tienen contacto) la bronca contra el Gobierno por cortarle libertades que en China jamás han sido prometidas ni reconocidas, notamos un cansancio, una contrariedad, un malhumor sólido, fundamental, y que parece amenazar la capacidad de los chinos de seguir soportando las restricciones, las limitaciones, las prohibiciones, el entorpecimiento generalizado de la marcha de la vida.

Intuimos que este malhumor no tiene nada que ver con los derechos individuales, mi derecho a circular, mi derecho a tener abierto mi negocio, etc., sino que está motivado por la imposibilidad de avanzar.

Avanzar, prosperar, enriquecerse, ha sido motor de la pujanza china desde mucho antes del socialismo, luego el socialismo ha sido encauzado en esa pulsión, y desde la Reforma y Apertura, el desarrollo otorga sentido a la vida del país.

El control de la pandemia ataca exactamente ese punto. La gente no puede hacer lo necesario para avanzar en el logro de sus ambiciones.

Por lo tanto, las personas no están en contra del Gobierno porque el Gobierno propicie la miseria perenne, sino al contrario. Están al límite de soportar que el Gobierno no les permita hacer lo que el Gobierno mismo les propone hacer, les facilita, promueve e incluso exige: el progreso.

Incluso en el XX Congreso del Partido Comunista, la idea de la marcha hacia una nueva etapa resulta clave, tanto como el objetivo de una sociedad moderna —sabemos lo que el progreso significa para la Modernidad.

La gente escucha estos conceptos del Congreso y sabe que son vectores que guían su vida, pero cuando tratan de encarnarlos, cuando tratan de avanzar, se encuentran con que es el mismo Gobierno quien le cierra el camino.

No está a la vista un alivio masivo, aunque es muy difícil pensar que la actual situación se haga crónica. La salida parece bastante impredecible. Sin embargo al abordarla desde Occidente es necesario comprender que el malhumor que esto genera, incluso contra el Gobierno, no tiene nada que ver con la quema de barbijos en Plaza de Mayo.

En vez de una payasada, las protestas en China podrían empezar a expandirse y convertirse en algo verdaderamente serio.

Categorías: China

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