Apuntes sobre la política exterior china
En un artículo publicado por el Centro de Estudios Chinos del Instituto de Relaciones Internacionales del IRI (en cuya Especialización en China es profesor), el director periodístico de DangDai, Gustavo Ng, describe desde Beijing algunas características de la política exterior china.
El principio de no injerencia, la aceptación y tensión con reglas globales de cuyo diseño no participó o la “defensa confrontativa” en el mundo actual son algunos de los ejes de la política que ejecuta la Cancillería china (en la foto, su sede en Beijing) que el autor analiza.
Apuntes sobre la compleja maquinaria de la política exterior china
Por Gustavo Ng
China siempre conserva algo del pasado, de modo que su presente está recargado de fragmentos de los siglos de dinastías, rutas comerciales, inventos destinados a hacer revoluciones, guerras y paz. En cada momento, esa máquina del presente que funciona con piezas de todos los tiempos, adquiere una forma diferente. Cada forma rescata determinadas piezas, les asigna diferentes funciones y valores; algunas piezas son descartadas, otras que estaban guardadas son repuestas, y la metamorfosis tiene diferentes ritmos, direcciones diversas, motivaciones particulares, acomodándose a las condiciones externas e internas.
Un ejemplo de esta compleja estrategia son las posiciones que tiene China frente a los demás países. En cada etapa histórica, ha armado una política exterior con determinadas posiciones, algunas antiguas, cultivadas con los siglos, y otras innovadoras. A continuación revisaremos algunas de las posiciones que componen la política exterior actual del país asiático.
Un país que aún no ha alcanzado el desarrollo de otros
El canciller Wang Yi aclaró en un evento organizado por el Centro de Política Europea en 2019 que China se ubica por debajo del puesto 80 en el Índice de Desarrollo Humano y está rezagada en comparación a los países desarrollados en materia de ciencia, tecnología y educación.
También advirtió que el desarrollo desequilibrado e inadecuado sigue siendo un enorme desafío para China, y aún queda por terminar el proceso de industrialización.
El país más grande en la historia de la Humanidad
Una colaboración en Wikipedia sobre los imperios en la historia presenta a China con una regularidad que, sumadas las apariciones, impacta como la nación (entre las actuales) que mayor poder tuvo. En la lista de los imperios que controlaron mayor superficie, están los imperios Xiong, Tibetano y Mongol, las dinastías Qing, Ming, Shang, Sui, Jin, Liao, Zhao, Wei, Wu, Han del Este y del Oeste, Song, Tang, Qin y Yuan, el Estado de Xianbei, los kanatos Uigur y Chagatai y otros que forman parte de la China de hoy. La dinastía Xia ya era imperio en el año 1800 a.C.
Entre los diez imperios más poblados, ocho pertenecen total o parcialmente a la China de hoy: la dinastía Qing, que concentraba el 37% de la población mundial en el siglo XIX, la Song del Norte (33% en el siglo XII), Han del Oeste (32%, en el primer siglo de la era cristiana), el imperio Mongol (31% en el siglo XIII), las dinastías Jin, Ming, Qin (24% en el 220 a.C.) y la Tang.
Acepta las reglas del juego que otros han creado
Sin abandonar el socialismo, China comenzó a fines de la década de 1970 su proceso de Reforma y Apertura, que significó entrar a participar en el juego económico mundial, que tenía la forma del neoliberalismo. Entre las materializaciones de esta participación estuvo el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio en diciembre de 2001. Aunque muchos otros miembros se han ido quejando de que China ha transgredido, relativizado o violado normas, los reclamos pertenecen a las negociaciones por las que transcurre el comercio planetario, y son contantes entre todos los miembros. Ante una situación concreta, el año pasado Gao Feng, portavoz del Ministerio de Comercio, reiteró por enésima vez que “el Gobierno chino siempre ha respetado las normas de la OMC y ha gestionado su comercio exterior de acuerdo con ellas”, en respuesta al reciente establecimiento por parte de la OMC de un panel para resolver disputas.
Principio de no injerencia en asuntos internos
China se atiene de modo inamovible al principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países, no interfiriendo en nada en otros estados y no permitiendo la interferencia en sus asuntos (lo que en última instancia genera conceptos que son principios universales a los que se les agregan peculiaridades chinas, como “socialismo con peculiaridades china” o “valores asiáticos” por derechos humanos).
A fines del año pasado, poco después de que se llevara a cabo la «Cumbre de las Democracias» convocada por el presidente norteamericano, Joe Biden, el Gobierno chino publicó el libro blanco (suerte de visión oficial y guía para funcionarios y miembros del Partido Comunista Chino) “China: una democracia que funciona”.
Por su propio peso, acaba imponiendo reglas
En América Latina tenemos casos como el de la central hidroeléctrica de Belo Monte, en el Amazonas brasileño, construida por la empresa china State Grid, que ha sido objeto de una investigación por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, acusada de daños ambientales y violación de los derechos de los indígenas. Li Ming, del Departamento de Cooperación Internacional de State Grid nos aseguró que en este momento la empresa “busca mantener una actitud abierta a todos los ámbitos de la sociedad brasileña”.
Por su parte, el profesor asociado del Centro de Estudios sobre América Latina de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sudoeste, Zhongzhou Cui, ha explicado que “China no contaba con políticas y leyes bien establecidas para tratar las cuestiones medioambientales hasta hace poco”, y añadió que “Occidente y los países latinoamericanos tienen expectativas demasiado altas para los inversores chinos a la hora de tratar las cuestiones medioambientales”.
En este sentido, indicó que durante 35 años su país dio prioridad al desarrollo económico sobre la protección del medioambiente, por lo que “los inversores chinos no ganaron suficiente experiencia para tratar los problemas medioambientales, ya que tenían una demanda muy alta de logros económicos por parte de los niveles superiores del gobierno”.
Otro caso similar es el de la represa Coca-Codo Sinclair en Ecuador, el mayor proyecto energético del país, en el que el Banco de Exportación e Importación de China invirtió 2.240 millones de dólares y la obra estuvo a cargo de SinoHydro. La construcción recibió denuncias de corrupción, sobrecostos y un accidente en el que murieron 14 trabajadores.
Cooperación horizontal
Abundan los proyectos de cooperación con países como Rusia (ventas rusas de hidrocarburos, por exportaciones chinas de productos industrializados) o Alemania, país con el que hace dos meses firmó diez proyectos en el Diálogo Jiangsu-Alemania 2022, que involucran medicina, vehículos eléctricos inteligentes, fabricación de equipos y nuevos materiales.
Iniciativas
Entre la cooperación horizontal y las posiciones en las que hace valer su peso, China ofrece iniciativas, invitando a proyectos conjuntos.
La madre de las propuestas es la Iniciativa de la Franja y la Ruta, BRI, que en un primer momento fue presentada como un plan de China para la conexión logística con los países vecinos para ir transformándose en una convocatoria abierta a las ideas y condiciones de los participantes. Fue convirtiéndose en algo amplio, con un cariz filosófico de “empecemos a construir un mundo multilateral”. Tan amplia, la iniciativa puede ser materializada de cualquier modo concertado, y dar lugar a una multiplicidad de mecanismos.
Amabilidad para una Comunidad de Destino Compartido
Es maciza la determinación de China de amabilidad y búsqueda de coincidencias para una relación fructífera con todos los países de la Tierra.
Se espera que el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh) que tendrá lugar en las próximas semanas, consagre por tercer término consecutivo a Xi Jinping como secretario General, lo que anticipará su tercer período como presidente de la Nación desde el 2023. En este sentido, el congreso también servirá como reafirmación e impulso de la proyección del jefe de Estado chino como líder mundial, lo que se corresponde con el lugar que ocupa China en el mundo. Xi Jinping se presenta en todo el orbe con su propuesta de una Comunidad de Destino Compartido. Lo dijo con estas palabras en la Reunión Conmemorativa con Motivo del 50º Aniversario de la restauración de China en la ONU: “Hay que impulsar mancomunadamente la construcción de una comunidad de destino común de la humanidad, para construir conjuntamente un mundo que goce de una paz duradera, de una seguridad universal y de la prosperidad común, y que sea abierto, inclusivo, limpio y hermoso. Los seres humanos deben unirse para superar codo con codo los momentos difíciles, y convivir de forma armoniosa.
Fomentar la construcción de una comunidad de destino común de la humanidad no es sustituir un sistema por otro, ni reemplazar una civilización con otra, sino que significa la vinculación de los intereses, la compartición de los derechos y la asunción conjunta de las responsabilidades por parte de los países con distintos sistemas sociales, diferentes ideologías, historias y culturas disímiles, y niveles de desarrollo no iguales, en los asuntos internacionales, formando de esta manera el mayor divisor común con respecto a la construcción conjunta de un buen mundo”.
El País del Centro
China también se planta como el País del Centro, de fuerza centrípeta. Si los demás quieren relacionarse con China, China analizará la propuesta.
Esta pieza parece haber sido cuidadosamente desactivada desde el comienzo del proceso de Apertura y Reforma y cualquier idea de desacoplamiento de China es sistemáticamente negada por los funcionarios del Gobierno. Sin embargo, el año pasado el primer ministro Li Keqiang, debió asegurar que nadie “quiere ni puede cerrar la puerta”.
El reflejo de no seguir promoviendo el amiguismo internacional es claramente alimentado por la hostilidad norteamericana. Los insultos y bravuconadas de Donald Trump, sostenidas por Joe Biden, son sentidos como una traición a la buena disposición hacia los Estados Unidos, que incluyó la admiración de la población china.
Ya en 1991, Wang Huning, asesor ideológico del presidente Xi Jinping y miembro del Politburó, escribió “América contra América”, obra de la que se destaca su poder predictivo de la actual crisis del país que busca con insistencia provocar algún tipo de conflicto con China. Estos días el diario chino Global Times informó de “un delegado al Congreso Popular de la Nación” (a quien no identifica) sugirió que las escuelas dejen de enseñar inglés para “ofrecerle a los chicos más cultura tradicional china en un momento crítico de la formación de su visión del mundo, y para incrementar su orgullo cultural en una edad temprana”.
Defensa confrontativa
Una parte de la diplomacia china responde con firmeza, sin rehuir la confrontación ni temer el conflicto.
Se trata de una tesitura relativamente reciente, protagonizada por diplomáticos de la nueva generación, que han decidido no quedarse callados ante las ofensas gratuitas por parte de los Estados Unidos y sus aliados. Portavoces de la Cancillería como Zhao Lijian y Hua Chunyin usan redes sociales occidrntales no sólo para contener y repeler la lluvia de campañas contrarias a China, sino para denunciar las contradicciones y los atropellos del gobierno norteamericano contra otros países y contra su propia población.
Todas estas posiciones arman un sistema que es la plataforma de la política exterior china. El pensamiento occidental, que tiende al primitivismo de la lógica que excluye —si es A no es B—, es un modo poco útil para comprender la intrincada maquinaria diplomática china.
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