Simone Pieranni y la lupa puesta en “La nueva China”
Por Néstor Restivo. China suele despertar fanatismos acríticos y condenas demoledoras. No es tan habitual encontrar ensayos que, con buena experiencia ganada in situ, transiten análisis e interpretaciones que escapen de esa trampa y busquen las pistas (del pasado y del presente, en interacción continua) que marquen los nudos, contradicciones y desafíos de una construcción nacional como la que encarna China aquí y ahora.
Esa es la contribución que creemos más acertada en el libro “La nueva China” (Edhasa, 2022) del periodista italiano Simone Pieranni, quien ya había recibido elogios con su anterior ensayo “Espejo rojo. Nuestro futuro se escribe en China” y viviera en el país asiático entre 2006 y 2014, cuando editaba, entre otras tareas, el sitio web China Files.
Este nuevo trabajo se basa en siete ideas opuestas, al modo del yin y el yang -posiblemente esa idea haya estado detrás de ese marco analítico-, en torno a las cuales Pieranni va narrando los aspectos más sorprendentes (para una mirada extranjera como no deja de ser la suya, pero que bien podría tener también alguien nacido en China ante lo imponente que es hoy su transformación interna y su re-emergencia global) de esta “nueva China”, título que elige como idea que claramente guiña a la “Nueva China” fundada en 1949 y que recibe el nombre oficial de República Popular China.
Esos pares analizados en el libro son memoria/futuro, socialismo/mercado, meritocracia/corrupción, metrópolis/campiña, público/privado, airpocalypse/civilización ecológica y trabajo/automatización.
Cada una de esas dualidades es analizada por Pieranni en una narrativa ágil, cruda, crítica y bien moderna, hundiéndose para buscar raíces en lejanas historias como las del famoso almirante Zheng He o las del menos célebre Zhang Deyi, quien fuera enviado por la corte Qing a explorar los avances europeos a mediados del siglo XIX que en esos mismos años entraban a China a sangre y fuego con las Guerras del Opio, o las enseñanzas de Confucio, así como la línea que va de los antiguos mercaderes de la dinastía Song a Jack Ma, el inventor de Alibaba, en sus respectivas relaciones con el poder. Cada remisión al pasado no intenta florear conocimientos históricos, sino que se corresponde a alguna consideración sobre episodios de plena actualidad, desde alguna decisión del gobierno de Xi Jinping en torno al control del Covid-19 o de las nuevas empresas de tecnología a ideas, o bien del PCCH en búsqueda permanente de legitimarse y tener todos los botones bajo su control, hasta reflexiones que no se conocen tanto en Occidente, como las de Dai Jinhua (una profesora del Instituto de Literatura y Cultura Comparadas de Universidad de Pekín a quien el autor considera “lo más parecido que existe en China a un Mark Fischer”), escritores de la potente ciencia ficción actual china como Liu Cixin, Hao Jingfang o Chen Qiufan, cuyos textos no dejan de hablar a su modo de lo real y actual, o bien la heroína de lucha antipandémica en 2020, la doctora Chen Wei.
“La nueva China” nos pinta una realidad asombrosa en el país que está reformateando el planeta, tanto con sus orgullos y sus miedos, en especial al caos y la inestabilidad, como con su ingenuidad (y a la vez la falta de temor ante el asombro, avanzando siempre más allá) y su grandiosidad. También hace un gran aporte al lector en la bibliografía, en cómo la detalla no solo en libros actualizados, sino en películas, documentales y sitios de internet. En relativamente pocas páginas (167) no falta casi nada: política, arte, urbanización, economía, tecnología, historia.
Quizá en algún caso Simone Pieranni pueda pecar de algunos excesos, como cuando describe las ciudades chinas más hiperdesarrolladas en clave de futurismo “cyberpunk”, le baja algo el precio a la eficiencia del gobierno chino o cuando, en temas tan universales como el poder, la democracia, las luchas sociales, el cambio climático o el desarrollo tecnológico con sus beneficios pero también heridas que deja, no comenta comparativamente cómo se tramitan esos mismos escenarios en Occidente (en opinión de quien esto escribe, peor), aunque sea una leve mención, pero entendemos que ese no es su tema. En cualquier caso, el libro es bien útil para aproximarnos algo más -como el autor afirma una y mil veces- a la imposibilidad de ver en China (en ningún otro lado tampoco, claro) las cosas en blanco o negro (“China es el país de las zonas grises”, escribe cuando habla de la libertad de expresión y de opinión allí) o las contradicciones e imperfecciones que habitan en todas las obras humanas.
Como señala el mismo Pieranni, las “dualidades” en China “dan vida a nuevas formas de dialéctica” entre el poder y los ciudadanos, que deberían analizarse sin prejuicios.
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