Una visita al Observatorio y Museo astronómico de Beijing
DangDai visitó en China el Observatorio de Astronomía de Beijing, convertido en museo desde 1956 y uno de los más antiguos del mundo, construido en 1442 por la dinastía Ming. China y Argentina cooperan en esa actividad en Neuquén con la estación satelital que estudia el “espacio profundo”, un mojón más en el desarrollo aeroespacial de ambos países, los dos con una rica historia en la materia.
En Diario del Pueblo, Gustavo Ng escribió al respecto.
A continuación, la nota completa
Argentina y China, unidas por la astronomía y su legado
Por Gustavo Ng
A través de una estación construida por argentinos en la provincia de Neuquén para la China Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC), en acuerdo con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) del país sudamericano, Argentina y China trabajan juntas desde hace cinco años en la exploración de lo que en astronomía se denomina “espacio profundo”.
La estación es la única de las tres de su tipo que tiene China fuera de su territorio, indispensable para monitorear las misiones del Programa Chino de Exploración Lunar Chang’E-3, en el lado cercano de la Luna, Chang’E-4, en el lado oculto de la Luna; la Chang’E-5, que trajo muestras de la Luna a la Tierra, y la Tianwen-1, que llegó a Marte.
Por su parte, Argentina utiliza la estación a través de la CONAE y del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) del CONICET-CICPBA-UNLP.
La exploración de Marte será de gran utilidad para los investigadores argentinos especializados en geología planetaria, magnetósfera y astrobiología, entre otros.
El responsable del Área de Cooperación Internacional en Espacio Ultraterrestre de la estación, Stanislav Makarchuk, explicó dentro de la serie de documentales “Sorprendente Argentina”, que con la estación en su territorio, ese país se integra al grupo de exploración del espacio en el que China está en la vanguardia.
Además, la exploración china en Marte y en la Luna son los primeros pasos del desarrollo de China hacia el cosmos, de modo que la estación en Neuquén apunta más al futuro que al presente.
Sin embargo, China no llega a los astros desde la nada. La sonda china Tianwen-1 –que ya ha tomado imágenes que abarcan todo el planeta Marte–, es la culminación de siglos de estudios astronómicos propios. En este sentido, una gran parte del largo camino chino hacia el espacio exterior puede entenderse con una visita al Observatorio de Astronomía de Beijing.
Convertido en museo desde 1956, se trata de uno de los más antiguos observatorios del mundo. Fue construido en 1442 por la dinastía Ming (50 años antes de que los europeos hicieran contacto con América y más de un siglo antes del nacimiento de Galileo Galilei), en una época en que la ciencia no necesitaba renegar de las dimensiones estéticas y mitológicas. Saber del mundo de las alturas era también contemplar el orden de la realidad del que provenían los emperadores, que se consideraban Hijos del Cielo.
Mientras se medían las distancias, los tiempos y los movimientos de los astros, avecinaban el Sol a Jinwu, un cuervo de tres patas. En el firmamento se distinguían los dominios del Dragón Verde en el Este, el Tigre Blanco en el Oeste, el Pájaro Rojo en el Sur y la Tortuga Negra en el Norte.
En el Observatorio de Astronomía de Beijing, la historia de la conquista de los cielos se presenta en detalle (en chino y en inglés) a través de sus diversas salas temáticas. Asimimo, los grandes astrónomos chinos se recuerdan con orgullo con bustos ubicados en los jardines del propio museo.
Entre sus patios y salones que ocupan una hectárea, se distribuyen los ingeniosos instrumentos de la astronomía primitiva -algunos aún en funcionamiento- que desde la actual tecnología avanzada, se antojan mágicos artefactos. La precisión de aquellas épocas era lograda mediante clepsidras, teodolitos, esferas armilares, relojes de sol y otras maravillosas máquinas y artesanías.
Una magnífica colección de estos aparatos corona el lugar, plantados en lo alto de la terraza del observatorio, a 20 metros de altura. Es una construcción admirable, a la que se llega por una verdadera “escalera al cielo”. Gigantescos instrumentos de bronce fundido, decorados con los poderosos y sofisticados dragones de la sabiduría, se erigen símbolos reveladores de la fantástica y profunda ciencia de la China del siglo XV.
Además de un museo de historia de la ciencia astronómica de China, el Observatorio presenta el rico intercambio con Occidente.
Aunque no omite el dato de que en las últimas etapas de la dinastía Qing (siglo XIX), algunos miembros de la Alianza de Ocho Naciones (Gran Bretaña, Japón, Rusia, Francia, Alemania, Estados Unidos, el Imperio Austrohúngaro e Italia,) saquearon el lugar, dedica un generoso espacio a la influencia recibida por los astrónomos jesuitas.
El misionero jesuita belga Ferdinandus Verbiest llegó a China en 1659 para diseñar y construir esferas armilares, cuadrantes, sextantes y otros instrumentos, hasta que el emperador Kangxi lo nombró Administrador de Calendarios en 1674. En tanto, Johann Adam Schall Von Bell, misionero jesuita alemán, siguió los pasos de Verbiest en China y escribió el libro“Yuanjing Shuo”, en el que introdujo los detalles del telescopio occidental.
Desde el fascinante recorrido de la astronomía china que puede admirarse en el Observatorio de Astronomía de Beijing se pudiera entender la vital Estación de Espacio Profundo de la CLTC – CONAE – NEUQUEN, instalada en la Patagonia argentina.
Resulta interesante que Argentina ha aportado a uno de los máximos líderes religiosos de la humanidad actual, el Papa Francisco, quien pertenece a la misma orden de los jesuitas que tanto aportaron a la ciencia astronómica en China.
Los lazos entre países son redes que conviene conocer y aprovechar.
El autor es editor de la revista argentina DangDai
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