Colección de arte oriental en el mercado de pulgas
Piezas de arte del Tíbet y otras regiones de China, así como de otros países asiáticos, viajaron miles de kilómetros para ofrecerse en el Mercado de Pulgas de Buenos Aires, en Dorrego y Niceto Vega. Allí, un coleccionista abrió sus tesoros a DangDai.
Carlos Alberto Olivares ya tenía una historia ligada a objetos antiguos cuando, treintañero, viajó por China y otros países del Asia oriental y se fascinó con sus piezas de arte. Trajo ahí su primera colección. Y fue el inicio de un periplo que tendría muchas escalas.
De pequeño, una tía lo había acercado al comercio de objetos de casas de familias que se mudaban por diversas razones, por ejemplo ejecutivos extranjeros que volvían a sus países de origen y debían vender muebles, adornos, antigüedades. Y desde 1997 se hizo cargo de la feria del Tren de la Costa. Pero el primer viaje a Oriente en 2001 marcó un giro a su carrera.
Algunos años después, caminaba por Londres cuando observó que, en un anticuario, dos mujeres chinas estaban embalando todo. Conversó con ellas y se enteró de que su padre, un tibetano que había salido de China en los años maoístas del enfrentamiento entre el Tíbet y el gobierno central, y que había traído consigo muchas antigüedades, había fallecido recientemente y ellas no querían seguir con ese negocio. Hicieron un trato y la colección vino en contenedor a Buenos Aires. Al igual que la primera vez, aquí vendió todo. Luego se sucederían muchos viajes a China, Mongolia, Tailandia, Malasia, Myanmar, Afganistán y otros lugares. Vinieron más contenedores y hoy en el Mercado de Pulgas de Dorrego su local La Contenta es muy famoso por su colección de arte oriental.
“Tengo clientes argentinos y turistas, claro. El arte chino es muy dúctil para combinar con otros. Pero muchos clientes son chinos que viven en Argentina y quieren tener objetos de su cultura con ellos, o traen a familiares que los viene a visitar. Si bien hay de todo, es un sector de alto poder adquisitivo. Entendamos que para nosotros, en Occidente, antiguo es un objeto de cien años. Para los chinos, tenemos que hablar de trescientos años. A veces fijar un precio es complicado”, dice Carlos a DangDai en una recorrida por el local y el Mercado.
En su local tiene dos hermosas colecciones de los doce animales del horóscopo chino hechas con terracota vidriada y pintadas a mano. La de mayor tamaño cuesta cinco mil dólares. La otra, la mitad. Tienen unos cien años de antigüedad. También muestra dos estatuillas de soldados en jade bañado en oro y una maravillosa colección de “ojos de cielo”, piedras que solían hacer las mujeres para que los guerreros que iban a una muy posible muerte en combate las llevaran consigo en el camino celestial. Tiene botellitas que se usaban para el opio y “monedas” de piedra o madera antiguas, que pueden llegar a medir hasta medio metro de diámetro, y que se usaban para el comercio y canje de ganado. Y exhibe también “sellos imperiales”, réplicas de los famosos guerreros de terracota de Xi’an y un cráneo humano pintado. “Es de Mongolia. Sus aldeas tallaban los huesos de los muertos en guerra que habían sido héroes”.
Mongolia es un país que suele visitar porque conoce algunas empresas de demoliciones que trabajan en China. Y que se llevan puertas, marcos, ventanas y tejas muy antiguas de madera, algunas de las cuales él compró y trajo a Argentina.
“El arte oriental es fascinante y muy vasto. Mucho de lo que llegó a Occidente vino por Hong Kong de cuando era colonia británica. Y mucho de China se esparció por toda Asia por la cantidad enorme de su producción. Me encanta recorrer sus mercados y lugares de venta”, dice, bajo la bondadosa mirada de un Buda.
Nota: Este artículo fue publicado en la Revista DangDai Nº35. Fotos de Leandro Teysseire.
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