Inspección de la ONU en China por denuncias de violación a los derechos humanos

2 junio, 2022

En Radio Gráfica un artículo analiza la visita a la Región Autónoma de Xinjiang de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michele Bachelet.

Bachelet en Xinjiang

Por Gustavo Ng, editor de Revista DangDai

En 2018, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, pidió a China “acceso a todas las regiones” atendiendo a “preocupantes alegaciones de detenciones arbitrarias a gran escala de uigures y otras comunidades musulmanas en los llamados campos de reeducación de Xinjiang”. La ex presidenta de Chile llegó a China la semana pasada y fue recibida por el presidente Xi Jinping en un encuentro virtual.

Varias razones explican que el presidente se haya encargado personalmente de hablar con la funcionaria del organismo internacional.

Campaña mediática

Pocas horas después los medios de comunicación de mayor alcance en Occidente, como la agencia Reuters, la BBC, Deutsche Welle, el diario El País, diario Le Monde y muchos otros (sería interesante investigar qué medios no participaron de esta cadena) lanzaron una campaña cronometradamente concertada informando qué debía ser lo que Bachelet encontraría en Xinjiang: un horroroso estado de violación de los derechos humanos.

La campaña repetía con fidelidad sus versiones anteriores, que denunciaban que el gobierno central de China oprime a la minoría étnica uigur secuestrando a sus miembros, encerrando y torturando en campos de concentración a un millón de ellos (la población total es de unos 26 millones), prohibiéndoles su cultura, utilizándolos como esclavos en plantaciones de algodón y en fábricas de todo el país, esterilización masiva de su mujeres y sometimiento a un genocidio para extinguirlos.

Las fuentes de información del concierto de medios occidentales han sido desnudadas como ridículamente parciales y demostrada la debilidad de sus investigaciones y datos, por medios norteamericanos como The Grey Zone mucho mejor que por medios chinos.

The Grey Zone viene advirtiendo que la fuente más usada por CNN, AFP, EFE, etc., es Adrian Zenz, un ideólogo de extrema derecha, fundamentalista cristiano que ha dicho que está “dirigido por Dios” contra el gobierno de China. También reprueba la homosexualidad y la igualdad de género.

Otras investigaciones surgieron del Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI) y el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington, DC, formados básicamente por “grupos de expertos militaristas de derecha financiados por gobiernos de EE. UU. y Occidente, megacorporaciones y una sorprendente variedad de fabricantes de armas”.

Resulta penoso y vergonzoso que medios que han mantenido un prestigio informativo durante tanto tiempo, y que incluso hoy son de alguna manera refugio ante el estado general de fake news, dejen de ser confiables.

Hace unos meses se conoció un video en que el coronel Lawrence Wilkinson, jefe de personal de Colin Powell, sostenía que los Estados Unidos debían usar a los 20 millones de hombres para presionar contra China, creando un malestar desde el interior del país.

Michelle Bachelet terminó su misión sin poder ofrecer pruebas a las acusaciones. Ha asegurado que ha instado al Gobierno de Xi Jinping a “revisar” su política antiterrorista para garantizar que cumple los estándares internacionales de derechos humanos, lo que pareciera ser apenas una formalidad para justificar un viaje en el que insistió durante cuatro años.

Inmediatamente fue blanco de organismos no gubernamentales cuyos objetivos proclamados están relacionados con la defensa de los derechos humanos, razón por la cual son seguidos por decenas o cientos de miles de jóvenes de todo el mundo.

El presidente chino le dijo a Michelle Bachelet en la reunión del primer día que “nadie puede pretender ser perfecto en la protección de los derechos humanos. Siempre hay margen de mejora. China está lista para llevar a cabo activamente el diálogo y la cooperación sobre derechos humanos con todas las demás partes para expandir el entendimiento común, reducir las diferencias, promover el aprendizaje mutuo, buscar el progreso juntos y promover conjuntamente la causa internacional de los derechos humanos para el mayor beneficio de las personas en todo el mundo”.

China se ha mostrado firme con no interferir en asuntos de otros Estados, tanto como no admite la injerencia en sus asuntos. Ofrece la información que considera correcto compartir, pero no da toda la información. En esto, no es diferente a cualquier otro Estado —ningún país, obviamente, revela todos sus datos.

La información periodística que el Gobierno central de China ha emitido sobre el modo en que trata a la etnia uigur es distribuida a través del sistema oficial de información, basado en la Agencia Xinhua, la cadena de televisión CGTN, El Diario del Pueblo y otros similares, que constituyen la voz de la propaganda comunista del gobierno.

Occidente ha criticado este esquema de comunicación, por su total falta de libertad, pero la campaña que orquestó el concierto de medios antichinos el día que llegó Bachelet a Beijing, le quita a esos medios todo mérito para cuestionar a los chinos. En este momento, son dos cadenas oficiales enfrentadas.

Uigures, separatismo y terrorismo

La cuestión de la etnia uigur y el modo en que el gobierno central de China actúa sobre ella está centralizada en la lucha contra el terrorismo.

Los uigures son una de las 55 etnias minoritarios de China, que tienen características muy particulares. Representan casi la mitad de la población de la región autónoma de Xinjiang, en el noroeste extremo del país, hablan una lengua túrquica, escriben con el alfabeto árabe y adscriben al Islam.

Originariamente fueron nómadas del norte de Mongolia que se asentaron en el territorio de la actual Xinjiang junto con otros pueblos. Por otra parte, la región comenzó a ser parte de China durante la dinastía Han, hace unos 2000 años, y desde entonces pasó por épocas de independencia y épocas de integración, hasta 1755 cuando reproduce la anexión que continúa hasta hoy.

Entre los uigures existen separatistas. Básicamente forman parte de un Movimiento Independentista del Turkestán Oriental , que ha sido incluido por Naciones Unidas como organización terrorista en 2002. También entró en las listas de este tipo de organizaciones en los Estados Unidos, pero posteriormente fue borrada.

No son los únicos musulmanes de China —hay otras 10 etnias musulmanas—, pero es la única que ha buscado separarse de China a través del terror. Las acciones terroristas comenzaron a principio de la década del 90 dentro de China. La peor registrado hasta ahora fue en 2009, cuando los terroristas mataron 197 personas en Urümqi, la capital de la región.

Esto se debe, en parte, a una de los cuatro modos con que China ha enfrentado el terrorismo islámico en su territorio. Lo primero que hizo fue censurar la información sobre los atentados. Consideró que los terroristas buscaban que sus acciones tuvieron una fuerte repercusión en el público, generando un miedo que les daría poder y alimentaría la causa de la separación de China. Para evitar este objetivo, el gobierno chino decidió silenciar cada uno de los atentados.

La segunda acción fue la represión. China ha argumentado que todo su accionar se encuadró en las convenciones internacionales que surgieron después del atentado a las Torres Gemelas de 2001. Inteligencia, creación de escuadrones especiales, y demás tácticas fueron puestas en práctica igual que Europa y Estados Unidos, a lo que China agregó centros de detención.

Fue en el transcurso de esta acción que China se vio sorprendida por el ataque de los medios occidentales, organizaciones no gubernamentales dedicados a los derechos humanos y por congresistas norteamericanos de un día para el otro, acusada de hacer lo que estaba haciendo en conjunto con otros países para detener al mismo enemigo terrorista.

Dentro del marco de las convenciones, cada país actuaba a su manera, pero China ahora era acusada de violar los derechos humanos.

¿Qué ha hecho China, qué tan lejos ha llegado en sus métodos violando los acuerdos internacionales? ¿Cuánto más lejos ha ido que Estados Unidos en Afganistán, en Irak, en Siria, en Guantánamo? China no parece dispuesta a dar esa información. El rigor extremo que hemos visto estos años que ha usado China para contener la pandemia de Covid-19 y para erradicar la indigencia extrema, puede darnos una indicación de la firmeza con que aplica medidas antiterroristas.

Lucha contra la pobreza

El tercer abordaje que viene haciendo China en su plan contra el terrorismo es justamente la lucha contra la pobreza.

Los primeros 30 años de socialismo, los de Mao, estabilizaron la situación económica pero no solucionaron la pobreza. El desarrollo económico sideral de China desde los años 80 viene creando riquezas formidables que no se distribuyen de manera igualitaria, pero sí de modo que China se dirige hacia constituirse como una sociedad sin pobres. Hace un año declaró el fin de la indigencia en su sociedad de 1400 millones de personas, la mayor del mundo. El socialismo significó una plataforma para el fin de la pobreza, pero el objetivo sólo se está consiguiendo desde que, a principios del siglo XXI, comenzaron a desarrollarse planes puntuales para sacar la pobreza de los enclaves en que resistía: la áreas rurales. En muchas de ellas viven las etnias minoritarias.

Una de esas zonas, la Región Autónoma de Xinjiang, tiene en la pobreza una de sus características centrales.

Los uigures eran pobres. Habitaban unas de las tierras más estériles del país. No conocían el idioma mandarín que le permitiera conectarse con el país pujante, pero antes que la ansiedad por ser una nación moderna, sentían que su identidad ancestral era un refugio en el mundo (en muchas ciudades, las personas aún andan en camello, visten las ropas y comen las comidas de diez siglos atrás). Eran víctimas de diferentes tipos de marginación. Cuando comenzaron los ataques terroristas, el gobierno central interpretó que la pobreza era nafta que se le echaba al fuego del deseo secesionista.

Fue entonces que comenzó a invertir fuerte en el desarrollo de toda la región, especialmente de la etnia uirgur. Creó puestos de trabajo, becó a los jóvenes en universidades de todo el país, envío empresarios de otros lugares a gerenciar proyectos en aldeas del territorio, mandó grupos de especialistas en agricultura para que las unidades productivas consiguieran llevar sus resultados a niveles óptimos, creó una red de caminos, multiplicó los servicios sociales, electrificó toda la región e intensificó su conexión al mundo virtual, ofreciendo acceso a los mercados electrónicos.

Consiguió que en 2017, más de 317 mil personas, 331 aldeas y tres condados fueran eliminados de la lista de pobreza de Xinjiang. La tasa de incidencia de la pobreza se redujo del 15,5 % en 2016 al 12,6% en un año.

La apuesta del gobierno central a la tranquilidad de la zona, el bienestar de la población y la seguridad en general ya había sido tema diez siglos antes, cuando Xinjiang era la puerta oeste de la Ruta de la Seda.

En este momento, vuelve a serlo, porque Xinjiang es el nodo de la Iniciativa de la Franja y la Ruta para Asia Central, que a su vez, es la plataforma terrestre para la conexión de China con Europa y con Rusia. 

Categorías: China

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