Sin romanticismo, se ve un futuro imperial

24 febrero, 2022

Sergio Cesarin, de la UNTREF y CONICET , advierte sobre un “imaginario asume que China es aún una potencia revolucionaria y un contra poder que nos permite ganar mayores espacios de autonomía externa en un entorno global cambiante”.

En una nota publicada por Clarín, el docente de la UNTREF e investigador del CONICET habla de un “residual romanticismo revolucionario vernáculo” que “no permite ver que la China de hoy es, esencialmente, un modelo político conservador”, cuya “acción internacional es impelida por ansias restauradoras de su poder como potencia imperial”.

Cesarín sostiene que “la China de mediados de siglo se auto concibe como una potencia planetaria ante una Europa degradada en su rol como actor global”, lugar que alcanzaría “gestionando la decadencia” de los Estados Unidos.

Anticipa que “China se convertirá en un poder tecnológico de primer orden, capaz de liderar segmentos hoy bajo control de competidores europeos, asiáticos y/o estadounidenses (el Made in China 2025 es sólo el primer paso) y controlará standares y flujos globales de información y big data.”

El pronóstico incluye una China que tendrá “gestión del comercio mundial por parte de sus corporaciones estatales”,  el control de redes logísticas, “flotas expedicionarias” que “circunnavegarán el planeta” y que “la proyección de su poder naval desde las costas occidentales de Africa la convertirá en un actor determinante en el Atlántico Sur”.

Asimismo, el investigador advierte que el posicionamiento de China “en la Antártida y el Polo Sur le permitirá imponer condiciones en la redefinición de acuerdos y tratados antárticos, acceso a biodiversidad y libertad de navegación interoceánica Atlántico Sur -Pacífico Sur” y alerta que estos escenarios son incluidos por “el Foreign Office (…) entre sus hipótesis de conflicto y –lamentablemente- reafirman su voluntad de control sobre Malvinas y aguas territoriales nacionales.”

Categorías: China

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