La Ruta de la Seda Verde
Por Juan Cruz Campagna*
Partiendo de la pesada contaminación resultante de un desarrollo fulminante, China pone proa a una “civilización ecológica”, a la que invita a la comunidad mundial, comenzando por los países de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Responsable de numerosas emisiones contaminantes, China impulsa una transición acelerada al desarrollo ecológico, con el objetivo de integrar en 2025 los conceptos de Civilización Ecológica y Desarrollo Verde en la iniciativa de la Ruta de la Seda para generar una red de cooperación en protección ambiental.
La propuesta es de colaboración bilateral y multilateral, generando mecanismos de diálogo y consenso, potenciando a las empresas en la gobernanza ecológica, incrementando el financiamiento verde y estableciendo un sistema ecológico en las cadenas de suministros.
De esta manera, el gigante asiático busca mejorar su imagen como potencia global responsable y convertirse en un creador de reglas en tecnologías verdes comprometiéndose con la defensa del medio ambiente saludable. La apuesta estratégica para su futuro sostenible es lograr avances tecnológicos dirigidos por el Estado, que permitan una transformación verde en el interior y un liderazgo tecnológico en el exterior.
El calendario diplomático de 2021 contiene oportunidades reales para que China apoye una transformación verde más allá de sus fronteras. A medida que se acerca a la reunión de la COP26 en noviembre, se incrementarán las propuestas y planteos para una producción más amigable con el medio ambiente. China posee instrumentos positivos para promover una cooperación multilateral relacionada con el clima en términos de una ‘’Civilización Ecológica’’.
El camino desde la contaminación
El rápido crecimiento económico de China desde 1978 fue impulsado principalmente por el carbón, lo que provocó graves daños ambientales. Por esto, el gobierno ha comenzado a otorgar mayor importancia a la acción climática.
El Congreso del PCCh del año 2012 agregó como una de sus tareas la de crear una civilización ecológica. En 2015 China dictó una Ley Nacional de Protección Ambiental; en 2019 apoyó el Acuerdo de París y en 2020 comenzó a reportar cierres de fábricas contaminantes.
China redujo su uso de carbón a 56,8% del consumo de energía a fines de 2020, manteniendo su objetivo por debajo de 58%, pero el consumo general de carbón continuó aumentando y es responsable de alrededor de 28% de las emisiones de CO2, más que los Estados Unidos, de 15% y la Unión Europea, responsable del 10%.
Ahora bien, las liberaciones acumuladas de carbono en todo el planeta entre 1751, época en que inicia el proceso de Revolución Industrial, y 2017, tienen a la Unión Europea como fuente de 22%, a los Estados Unidos del 25% y de China a 13%. Por otra parte, se debe advertir que en cantidad de toneladas métricas per cápita de emisiones de combustibles fósiles en 2018, Europa tuvo 5,7, Estados Unidos 15,7 y China produjo 6,6%.
En la Asamblea General de la ONU de septiembre de 2020, el presidente Xi Jinping propuso un plan para que su país alcance la neutralidad de carbono en 2060. La misma meta planteó en la última cumbre del Clima convocada por Joe Biden en abril pasado.
En los últimos años, China ha ampliado su capacidad de generación de energía renovable. La energía hidroeléctrica, eólica y solar incrementan sostenidamente su producción. China ya es el mayor productor de automóviles eléctricos, paneles solares, turbinas eólicas y la tercera y cuarta generación de reactores nucleares. También es el mercado más grande para empresas de automóviles eléctricos como Tesla.
Por otro lado, una mejora económica más sostenible se considera una gran oportunidad para asumir el liderazgo tecnológico. Programas como “Made in China 2025” (MIC25) impulsan avances rápidos en la innovación nacional y las “tecnologías verdes” son elementos de alto valor estratégico para el país. Beijing necesita cuidar el medio ambiente sin renunciar al crecimiento económico y esto busca hacerlo a través de la innovación y transformándose en una potencia de alta tecnología.
Una reforestación gigante
Los esfuerzos de China en reforestación para lidiar con la erosión del suelo, la contaminación del aire y el cambio climático comenzaron en 1978 para proteger regiones afectadas por tormentas de arena que azotan el desierto de Gobi. La cobertura forestal ha aumentado desde entonces, de 12% a casi 22%. Hoy, el Programa de Bosques de Refugio tiene como objetivo llegar al 2050 con la reforestación de 35 millones de hectáreas, lo que equivale al tamaño de Alemania.
En 1999 China lanzó el programa “Grain for Green” para mitigar y prevenir las inundaciones y la erosión del suelo. Este es el proyecto ecológico más grande en la historia de la humanidad, involucrando a 124 millones de personas en 1.897 condados de 25 provincias. Según la Administración Nacional de Bosques y Pastizales, de 2013 a 2018, China plantó 338.000 kilómetros cuadrados de bosques. La reforestación del país es una estrategia nacional que combinó los esfuerzos de casi toda la sociedad, incluidos funcionarios, estudiantes, personal militar y habitantes de las regiones.
A su vez, China ha tenido éxito con un plan para agregar espacios verdes a sus ciudades. Desde 2004, alrededor de 170 urbes han lanzado campañas de “ciudades forestales” diseñadas para ecologizar las áreas urbanas. Cada metrópoli ha agregado un promedio de 13.000 hectáreas de parques o bosques por año. Se propone cubrir el 40% de la tierra urbana del país con espacios verdes en 7 de cada 10 ciudades para fines de la década.
China también está compartiendo sus experiencias de reforestación con otros países, sobre todo con los que forman parte del proyecto de la Franja y la Ruta, algunos de los cuales sufren desertificación y erosión de suelos. Uno de los ejemplos es el exitoso proyecto para controlar la desertificación en Mongolia Interior, que se ha promovido en Pakistán, Arabia Saudita y Australia. Para 2030 se espera crear tres “cinturones económicos verdes” que unirán a China con países de Asia central y occidental, incluidos Irán, Kazajstán, Pakistán y Turquía.
* Coordinador de Investigación y Extensión de la Facultad de Estudios Internacionales de la Universidad de Congreso.
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