Mario Goloboff escribe en Página 12 sobre el guerrillero Mao Zedong que, en medio de las luchas de su Partido Comunista, entonces en guerra, charlaba con sus camaradas combatientes sobre cómo adecuar el arte y la literatura “en el conjunto de la máquina revolucionaria, como partes componentes, para hacer de ellas un arma poderosa que una y eduque al pueblo, para atacar y aniquilar al enemigo con un solo impulso y un solo propósito”. Hoy, dice, ese cometido lo continúa Xi Jinping.